4

Volar, ella siempre había deseado volar. Elevarse a las alturas y contemplar el suelo desde los ojos de un águila. El viento de su nombre la impulsaría hasta alcanzar el azul, donde los guerreros del Sol construyen los sueños de los hombres. Caminar sin posar los pies en la tierra, planear sobre las desdichas de la vida y perseguir su sueño, aunque algunos intentaran cortarle las alas.

Desde que subió a la canoa huyendo del incendio en Tenochtitlan, su único deseo fue sobrevivir, llegar a Cholula con la pequeña María para esperar a don Lorenzo, que él también hubiera sobrevivido y recuperar al pequeño Miguel y a Valvanera, feliz con el hombre que siempre cuidaría de ella.

En las casas de la muralla, las mujeres que compartieron su huida se animaban unas a otras sin demasiadas esperanzas en que sus hombres volvieran. Todas pudieron ver la calzada de Tenochtitlan desde la laguna, miles de guerreros mexicas rodeando a las fuerzas de la Coalición, que caían a manos de sus enemigos o desaparecían en las aguas de los canales. Resultaba difícil pensar que alguien pudiera haber salido con vida de allí. Pero sólo hace falta visualizar los sueños para que se hagan realidad, la imagen de don Lorenzo, cruzando la puerta de la casa de la muralla, la acompañaba dormida y despierta.

Aferrarse a su sueño y conseguir que se cumpliera. El capitán llegaría hasta la casa de la muralla, le diría que la cuidaría para siempre y no tendrían que separarse el resto de sus vidas.

Sin embargo, los sueños se mezclan a veces con las pesadillas. Don Lorenzo apareció en la puerta de su casa de Cholula y ella se lanzó hacia él, sin pensar que otros brazos podrían atraparla al mismo tiempo. Aceptó convertirse en su esposa, pero olvidó que su cuerpo podría recordar heridas que ya habían curado.

Cuando su esposo descargó su peso sobre ella, temió que la sombra de don Gonzalo de Maimona se interpusiera entre los dos, pero don Lorenzo buscaba mucho más que un cuerpo en el que volcar sus caricias, alzó con ella las alas y se elevaron juntos hasta perderse en los deseos del otro. El vuelo confundido bajo la forma de un escalofrío, de un temblor, de una pregunta.

—¿Me amas?

Don Lorenzo preguntaba una y otra vez aunque su respuesta se repitiera invariable.

—¿Me amarás siempre? Dime si me amarás siempre. Dímelo, chiquinina, quisiera oírlo hasta que se desgasten las palabras.

Un hombre rendido ante una mujer. Un hombre corpulento y valeroso, que se enfrentaba a la muerte en cada batalla, suplicando y consultando los deseos de alguien a quien podría exigírselos.

—Si pudiera volar, te llevaría conmigo a la Luna. ¿Me dejas que te rapte?

Sus sueños enredados en los sueños del otro, sin saberlo, sin habérselo contado nunca. Volar a la Luna.

Desde su reencuentro en Cholula, y durante los meses que permanecieron en Tlaxcala, no se separaron más que cuando el capitán acudía a las llamadas a consejo. Parecía que la vida por fin le regalaba la tranquilidad. Sin embargo, todavía le quedaban por pasar más de ocho meses de infierno. Su esposo la envió a Cempoal mientras él partía de nuevo a la guerra. Ocho meses en los que recuperó las caricias de su madre, en los que por primera vez escuchó palabras hermosas de su padre, en los que su hijo aprendió a caminar. Ocho meses en los que habría merecido la pena guardar el resto de la vida, si no fuera porque no podía evitar la angustia, la soledad, el miedo a perder a la única persona que le faltaba.

Cuando don Lorenzo se acercó al galope y ella se colgó de su cuello para volar en sus brazos, la felicidad dejó de ser una palabra que siempre había pronunciado para otros. Su regreso trajo de nuevo las preguntas que obtenían las mismas respuestas, las caricias, los besos, las noches. Los estremecimientos que la transportaban hasta un cielo repleto de estrellas.

—¿Me sigues amando? Hoy ha nacido la Luna llena otra vez, como ayer, es azul. ¿Quieres que vayamos a nadar?

Y la posibilidad de decidir, la voluntad puesta en sus manos, rompiendo el muro que la aprisionaba desde que le alcanzaba el recuerdo.

—¿Te gustaría conocer mi tierra? Si tú quisieras, podríamos vivir en la casa que heredé de mi padre. Desde un monte cercano se ven los viñedos como si fueran el mar, un mar verde como el color de la uva. Las viñas se funden con la tierra para sacar lo mejor de ella, es una pena que en este clima no puedan cultivarse.

La tierra roja de sus antepasados convertida en un nuevo sueño que compartirían con el pequeño Miguel, con Valvanera, con María y con Juan de los Santos. La vida cotidiana. El hogar.

Y su nombre, su nombre recuperado para los labios de su esposo. El viento pronunciado en susurros, bajo la Luna llena y azul.

—¡Ehecatl! ¡Ehecatl!

La princesa india
cubierta.xhtml
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
deicatoria2.xhtml
Section0000.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
Section0081.xhtml
Section0082.xhtml
Section0083.xhtml
Section0084.xhtml
Section0085.xhtml
Section0086.xhtml
Section0087.xhtml
Section0088.xhtml
Section0089.xhtml
Section0090.xhtml
Section0091.xhtml
Section0092.xhtml
Section0093.xhtml
Section0094.xhtml
autor.xhtml