CHAIM SLAVIN, cuarenta y un años, realizó una fantástica hazaña. Haciéndose pasar por sordomudo, para no llamar la atención —ya que hablaba mal el inglés—, recorrió los Estados Unidos durante tres años antes del nacimiento de Israel, a fin de comprar, a precio de chatarra, una colección de máquinas que permitirían instalar en Palestina una industria clandestina de armamento. Desmontadas, disimuladas y transportadas pieza por pieza, tales máquinas fueron ocultadas en los kibbutz. Cuando nació Israel, producían ya varios centenares de metralletas diarias. (Foto Colección de los autores).