Cristianos, judíos y musulmanes se reparten las piedras de la ciudad que alberga los lugares más sagrados de sus religiones. Para los cristianos es la Basílica del Santo Sepulcro, al final de la Vía Dolorosa, recorrida por Jesús camino del Calvario. Millones de peregrinos, desde las Cruzadas, no han cesado de llegar y rezar aquí. Para los judíos es el Muro de las Lamentaciones, vestigio de los cimientos del templo edificado por Salomón. Durante dos mil años, los judíos de todo el mundo se volvieron hacia él para llorar su dispersión. (Foto George Rodger-Magnum).