Dieciocho

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D MACHENV: LLÁMAME A UN TELÉFONO SEGURO AHORA MISMO.

D WESTO911: ¿teléfono seguro?, ¿es que soy una jodida campana?

D MACHENV: HAZLO, TUVE UNA VISITA DE UN VIEJO AMIGO.

D WESTO911: mierda.

BBMensaje [timestamp]

[JW] Llámame ahora

[AT] Ceno con comis y wanda la loca entre otros. ¡Puede que tenga que hablar sobre ella!

[JW] Tenemos un problema al respecto.

[AT] Jódete.

[JW] Estoy camino del centro. Sal de ahí ahora.

Entrada de blog [usuario: emilyw] [cerrado]

Cualquier interés por las finanzas se convierte en interés por el poder, e interés por el lugar, creo. Cuando empecé a trabajar en Wall Street, me interesaba sobre todo hacer mi trabajo bien en un ambiente de mucha presión. Pero fui comprendiendo, rápidamente, que haría mejor mi trabajo si tenía información de los auténticos flujos de moneda, y los actores y lugares en torno a los cuales gravitaban y giraban. Y creo —¡incluso podría ser demasiado obvio manifestarlo!— que eso te lleva al estudio de la historia.

Allí estaba yo, planificando colapsos financieros en todo el mundo, sin darme cuenta de que me encontraba en el lugar del colapso americano original. El propio Wall Street, llamado así por el muro que construyeron los holandeses para defender el asentamiento de Nueva Ámsterdam contra los nativos, un muro que al final se extendió hasta lo que ahora es la calle Pearl, la antigua orilla. Fue aquí en Wall Street donde los operadores listos del siglo XVII buscaban hacer negocios con los nativos, la gente de Werpoes y las demás aldeas lenape que ellos llamaban Mannahatta.

Los europeos se habían fijado en que los nativos americanos parecían conceder gran valor a algo que llamaban wampum o «cuerdas blancas». Eran hileras de abalorios hechas con conchas y tejidas unas a otras para formar cintas o cinturones. Tenían muchos usos. La complejidad relativa conseguida por forma y color significaba que los wampum se podían utilizar como medio de comunicación y como registro de acontecimientos, de modo no muy distinto a un sencillo tapiz.

Se han conservado fotos de cinturones wampum hechos para sellar y conmemorar tratados. Se usaban como instrumentos para conservar y transmitir historias de generación en generación, un elemento crucial en sociedades por otra parte orales. Los wampum desempeñaban infinidad de otras funciones sociales. En resumen, en la sociedad nativa americana el wampum poseía un valor apreciable.

Cuando llegaron los europeos, buscaron inmediatamente algún modo de establecer contactos comerciales con los nativos, y cuando vieron el intercambio de wampum, tuvieron la sensación de haberlo encontrado. Por tanto, empezaron a fabricar sus propios wampum. Al principio debió de resultar difícil, en esencia porque trataban de crear una moneda sin entenderla de verdad, pero los europeos tenían una ventaja importante. Los nativos de Mannahatta tenían una cultura que seguía anclada en la Edad de Piedra. Aquellos europeos del siglo XVII poseían herramientas metálicas y todas las ventajas de proceder de un mundo situado a menos de un siglo del momento álgido de la Revolución Industrial.

A los nativos, al principio, debió de parecerles un modo raro fuera de su alcance. Los europeos hacían wampum, cargados de recuerdos y significados culturales, y querían dárselos a cambio de pieles y comida. Me pregunto si los nativos se sintieron obligados; si consideraron que tenían que aceptar aquel wampum extraño e inútil y cambiarlo por los bienes que los europeos necesitaban para sobrevivir.

Pronto, como es natural, sucedió lo inevitable. Los holandeses inundaron aquel primitivo y minúsculo mercado de wampum falsos. Los sobreproducían en grandes cantidades, a gran velocidad, y las aldeas de Mannahatta no podían absorber más que una parte de ellos. Wall Street originó y presidió el primer colapso financiero de Estados Unidos. Pero las pieles y los alimentos y los demás bienes conseguidos de los lenape con moneda falsa permitieron que el muro de Wall Street creciera hasta rodear y tragarse aldeas como Werpoes. Ésta todavía permanece allí enterrada, un espacio oculto de poder. Yo no creo que se haya incorporado al nuevo poder de Wall Street.

Creo que permanece a la espera, brillando con la media vida de sus lecciones aprendidas y su venganza pendiente.

Se suponía que no me acercaría a Werpoes. Si una puede ver esa entrada cerrada a los amigos, entonces sabe que hay cuestiones en mi vida de las que sólo puedo tratar de las maneras más indirectas. Pero invento nuevos motivos, semanalmente, para acercarme un poco más. Comprar flores en una tienda concreta. Adquirir comida en un determinado café. Me acerco cada vez más, a pesar de los riesgos, porque mi interés principal estaba en el poder. Y Werpoes fue la primera comunidad que conozco que fue aplastada por el tipo de desmán financiero que es mi forma de vida. Una forma de vida que, en realidad, me proporcionó, por completo, la vida que tengo ahora.

He tenido que aprender mucho sobre la cultura de los nativos americanos desde aquellos días.

Me siento atraída por ella, fascinada por ella. Y espero que lo que he aprendido me proteja en los años venideros. Pero también me lleva hacia el poder, y en eso hay poder.

No vayas a Werpoes. No es seguro.