Notas
[1] Las Biblias del siglo XX en castellano consultadas (Cantera-Iglesias, Biblia de Jerusalén, etc.) escriben «libertos»; sin embargo, la traducción que en 1569 publica el sevillano Casiodoro de Reina, conocida como La Biblia del Oso (Alfaguara, 1987), dice «libertinos» (t. IV, pág. 315), igual que hacen las traducciones francesas del período, «liberticiens» y «libertins».<<
[2] Es inútil recurrir al Diccionario de la Real Academia Española para ver el recorrido significante de los términos liberto, libertino y libertinaje en español; al hilo de las ediciones se añaden, se reescriben o se retiran, para volver a incluirlas en otras posteriores, acepciones que, sin la meticulosidad de los matices ofrecidos por los diccionarios franceses, van y vienen como reflejos del francés, como admite Corominas. El Diccionario de Autoridades ya recoge en 1734 la acepción de «hijo del esclavo», pero nada dice sobre la depravación; sólo en la definición de libertad encontramos algo relacionado: «Se toma muchas veces por licencia exorbitante, desenvoltura, desvergüenza de los que abusan de la verdadera libertad». Hasta la edición de 1803 no aparece como «adjetivo que se aplica a la persona que tiene libertinaje. Dissolutus», mientras define libertinaje como: «Desenfreno en las obras o en las palabras. Nimia licencia.// La falta de respeto a la religión. Impietas». Las ediciones posteriores, hasta la más reciente, no ahondan en ese significado, dándose el caso de que hay algunas en las que desaparece la referencia al adjetivo «que se aplica a la persona que tiene libertinaje» (ediciones de 1837, 1843, 1852, etcétera), mientras que, a partir de 1884 –y siguientes, hasta la edición de 1984 (1.a)–, desaparece en libertino la referencia al significado de «falta de respeto a la religión. Impietas». Las ediciones de 1984 (2.a) y 1989 añaden un nuevo punto de vista: «Fil. Dícese de la persona que adopta una postura crítica y libre frente a los dogmas religiosos, filosóficos y morales»; pero durará poco en el Diccionario de la Real Academia, que elimina esa acepción en 1992.<<
[3] «Le vi en la carreta, camino del suplicio; se burlaba de un franciscano que le habían dado para su consuelo y hacerle renunciar a su obstinación… […] A punto de morir presentaba una apariencia horrible y completamente feroz. […] Antes de que prendieran fuego a la hoguera se le ordenó sacar la lengua para cortársela. Se negó, y el verdugo sólo pudo cogerla con unas tenazas, que utilizó para mantenerla y cortarla. Nunca se oyó grito más terrible; se habría dicho el mugido de un buey. El resto de su cuerpo fue consumido por el fuego, y se dispersaron sus cenizas al viento. […] Ese aullido de bestia que lanzó antes de morir muestra de sobra su falta de perseverancia» (Gabriel-Barthélemy de Gramond, Historiæ Galliæ ab excessu Henrici IV, 1643).<<
[4] «Le vi en la carreta, camino del suplicio; se burlaba de un franciscano que le habían dado para su consuelo y hacerle renunciar a su obstinación… […] A punto de morir presentaba una apariencia horrible y completamente feroz. […] Antes de que prendieran fuego a la hoguera se le ordenó sacar la lengua para cortársela. Se negó, y el verdugo sólo pudo cogerla con unas tenazas, que utilizó para mantenerla y cortarla. Nunca se oyó grito más terrible; se habría dicho el mugido de un buey. El resto de su cuerpo fue consumido por el fuego, y se dispersaron sus cenizas al viento. […] Ese aullido de bestia que lanzó antes de morir muestra de sobra su falta de perseverancia» (Gabriel-Barthélemy de Gramond, Historiæ Galliæ ab excessu Henrici IV, 1643).<<
[5] Seguidor de Vanini, Théophile de Viau (1590-1626) fue desterrado en 1620; denunciado al año siguiente por los jesuitas, condenado a muerte –fue quemado en efigie– y encarcelado luego durante casi dos años, terminó siendo desterrado a perpetuidad; cuando, con la protección del duque de Montmorency, salió de la cárcel, ésta había minado sus fuerzas y sólo sobrevivió unos meses.<<
[6] «El libertinaje es la consecuencia inmediata de una quiebra de los modelos: el modelo de explicación del mundo por la ciencia, por tanto, el modelo de discurso teológico; el modelo de práctica cristiana; el modelo político y civil que conduce a la instalación de una monarquía absoluta; el modelo social donde se produce el conflicto entre los privilegios de nacimiento y el mérito personal; el modelo de literatura y de escritura. Francia vive un momento peligroso donde deben ser redefinidas las relaciones con Dios, con el mundo, consigo mismo y con los demás» (Jacques Prévot, en su introducción a Libertins du XVII e siècle, Gallimard, Bibl. de la Pléiade, 1998, tomo I, pág. XX).<<
[7] Véase Benedetta Craveri, Amantes y reinas. El poder de las mujeres, Siruela, Madrid 2003, págs. 316-320.<<
[8] H. Coulet, Le roman jusqu’à la Révolution, 1967 (citado por Raymond Trousson, Romans libertins du XVIII e siècle, Robert Laffont, 1993).<<
[9] Todas ellas son novelas que sobrepasan los límites del relato, tanto por contenido como por extensión.<<
[10] Así lo define la Durand en la Histoire de Juliette (en Œuvres complètes du marquis de Sade, Cercle du Livre précieux, tomo IX, pág. 511).<<
[11] J.-M. Goulemont, Ces livres qu’on ne lit que d’une main, 1991, págs. 62-63.<<
[12] Raymond Trousson, «Préface» a Romans libertins du XVIIIe siècle, ed. cit., págs. X-XI.<<
[13] Véase, más abajo, Guillard de Servigné, Las campanillas, pág. 282.<<
[14] Se publicó anónima en 1655; su autor, o por lo menos quien fue sentenciado como supuesto autor a ser colgado, estrangulado y quemado, un tal Michel Millot, se libró de los efectos de esa pena a cambio de cuatro meses de cárcel gracias a sus relaciones con el poder, en concreto con Foucquet, el entonces poderoso superintendente de Finanzas.<<
[15] Jacques Prévot, introducción citada, pág. XVI.<<
[16] Los nombres utilizados en El príncipe Apprio pueden servir de ejemplo, empezando por el del príncipe: Apprio – Príapo; Cadhubée – Debauchée (depravación); ebugors – bougres (maricones); Medoso – Sodoma (Sodoma), etcétera.<<
[17] Véase, más abajo, Pidansat de Mairobert, Confesión de una joven, pág. 549.<<
[18] Jacques Rustin, «Définition et explicitation du roman libertin au siècle des Lumières», en Travaux de linguistique et de littérature, XVI, 2, 1978, págs. 30-31 (citado por R. Trousson, ed. cit., págs. XXI y ss.).<<
[19] Jacques Rustin, «Définition et explicitation du roman libertin au siècle des Lumières», en Travaux de linguistique et de littérature, XVI, 2, 1978, págs. 30-31 (citado por R. Trousson, ed. cit., págs. XXI y ss.).<<
[20] Sobre el mundo precioso y la reacción de Molière puede verse mi prólogo a Las preciosas ridículas – Las mujeres sabias, Cátedra, 1995.<<
[21] De Raucourt, Enciclopédie, artículo «Roman».<<
[22] Abbé Jacquin, Entretiens sur les romans, ouvrage moral et critique, dans port à l’esprit, que par rapport au cœur, 1775, pág. 357 (citado por Patrick Wald Lasowski, en el prefacio a Romanciers libertins du XVIII e siècle, Gallimard, Bibl. la Pléiade, págs. XXX-XXXI).<<
[23] Sade antepone a las novelas recogidas bajo el título Los crímenes del amor un texto, «Idea sobre las novelas», que hace la historia del género desde su nacimiento en Grecia hasta sus contemporáneos. Véase Marqués de Sade, Los crímenes del amor, trad. de M. Armiño, Valdemar, 2008, págs. 35-53.<<
[24] Marqués de Sade, Los crímenes del amor, ed. cit., págs. 43-44.<<
[25] La mundanidad, por supuesto, abarca exclusivamente la fracción social de Versalles y la Corte.<<
[26] J.-J. Rousseau, La Nouvelle Héloïse, en Œuvres complètes, Gallimard, Pléiade, 1959-1995, tomo II, pág. 252.<<
[27] H. Taine, Les Origines de la France contemporaine. L’Ancien Régime, París 1909, tomo I, págs. 313-314 (citado por Raymond Trousson en su introducción a Romans libertins du XVIIIe siècle, ed. cit., pág. XXX).<<
[28] Véase la biografía de su hijo, Stanislas de Boufflers, autor de La reina de Golconda, en las págs. 433-436.<<
[29] Véase, más abajo, Godard d’Aucour, Temidoro, pág. 165.<<
[30] Patrick Wald Lasowski, introducción a Romanciers libertins du XVIII e siècle, ed. cit., pág. XVII.<<
[31] Chronique de la Régence du règne de Louis XV, febrero de 1721, París 1885.<<
[32] Véase mi prólogo a Marqués de Sade, La nueva Justine, Valdemar, 2003, págs. XVIII-XIX.<<
[33] Empezando por el abate Dubois (1656-1723), preceptor del joven príncipe, a quien enseñó «los bellos principios de los libertinos cultos», según Saint-Simon; nombrado cardenal (1721) y primer ministro de Estado (1722), al abate Dubois no se le cae la palabra «follar» de la boca, según textos coetáneos, y con sus habilidades prepara para el Regente orgías en las que no duda en participar vestido con los ropajes de su dignidad eclesiástica.<<
[34] Boyer d’Argens, Teresa filósofa, ed. cit., págs. 20-21.<<
[35] Véase un ejemplo en esta antología, en la portada de La Mesalina francesa (pág. 565).<<
[36] El detalle biográfico de estos autores puede verse en las páginas 101, 499 y 57.<<
[37] Sobre la manipulación del marqués, véase el prólogo a mi edición citada de Los crímenes del amor, en la que he restituido en nota la parte más significativa de los fragmentos eliminados.<<