Nota histórica

Y así comenzó la era de las ciudades amuralladas. Otras ciudades surgieron por todo el territorio, cada una fortificada con su gran muralla y rodeada de granjas y rebaños, convirtiéndose en los núcleos del comercio e industria locales. Esas ciudades se enfrentaron unas a otras por la supremacía durante muchísimos años, alternándose entre ellas para detentar el poder. Pero seiscientos años después de la batalla de Orak, aproximadamente en 2500 a. C., los ejércitos reunidos bajo el mando del soberano de la ciudad de Akkad conquistaron todas las tierras hacia el Sur, ocupadas por quienes se llamaban a sí mismos sumerios. Los acadios derrotaron a los sumerios y gobernaron durante muchos años. Los acadios habían logrado sus victorias, en primer lugar, gracias a la habilidad y fuerza de su bien organizada infantería, equipada con arcos poderosos y entrenada en la guerra de asedio. Fue la primera vez en la historia que un ejército contaba con una infantería adiestrada en el manejo del arco.

La tierra que los acadios dominaron fue conocida por las naciones occidentales como Mesopotamia, la tierra entre dos ríos. Dirigiendo esta primera conquista estaba el primer gran rey de la historia escrita. Su nombre era Sargón y fue él quien estableció el primer imperio, reuniendo con sus victorias no sólo sus propias tierras sino también las limítrofes con Mesopotamia. Su hijo, también llamado Sargón, extendería su imperio hasta alcanzar las costas del Mediterráneo al Oeste y la India hacia el Este. Desde estos territorios, la influencia y el poder de las ciudades amuralladas se extendió a nuevas tierras, incluida aquélla que sería conocida como Grecia. Los griegos aprenderían mucho de sus vecinos del Este y edificarían muchas ciudades amuralladas propias, entre ellas Atenas.

En el Este, la gran ciudad de Akkad perduraría durante muchas generaciones, incluso antes de que el desplazamiento del Tigris originara el nacimiento de una ciudad todavía más importante, Babilonia, que levantaría sus murallas más alto que ninguna otra, Pero ésa es otra historia.