Epílogo

Palacio Real, la Tríada

Ciudad Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Alianza Lirana

1 de septiembre de 3059

Katrina Steiner sentía una admiración ilimitada por su propia contención, lo que era como colgar un tablón de anuncios para elogiar la propia humildad. Con gran facilidad, podría haber dado rienda suelta a sus emociones y destrozar el despacho. También sentía fuertes tentaciones de ordenar un ataque aéreo y reducir a escombros el palacete que Victor Davion había utilizado durante la Conferencia de Whitting. Le estaría bien merecido.

Le habían llegado dos noticias que habían desencadenado un torrente de emociones en conflicto en su interior. La primera era una insinuación de las heridas que Victor había sufrido en Luthien. La puso furiosa que su hermano no hubiese tenido la delicadeza de morirse. Su muerte habría eliminado muchos niveles de complejidad en los asuntos de la Esfera Interior. También le resultó frustrante al máximo que el informe no fuera más que un montón de rumores, y que no se hubiese podido obtener ninguna prueba sólida de sus heridas. Y el informe más reciente de los combates en el Condominio indicaba que Victor se había comportado con valor en el campo de batalla, pero había sufrido una herida leve que podía dejarle algunas cicatrices… ¡Una explicación estupenda para las cicatrices causadas por la hoja de una katana clavada en su pecho!

Se sentó frente a su escritorio y se recostó en su sillón de cuero blanco. Está claro que, si quiero verlo muerto, tendré que dar la orden yo misma.

Su experiencia en tales asuntos era el origen de la preocupación que le producía la segunda cuestión planteada. Francés Jeschke se había esfumado sin dejar rastro. No había ningún hijo llamado Tommy, ningún marido desaparecido en Coventry, ni ningún registro de su adopción ni del padre de Galen Cox reconociendo a su hija ilegítima. La mujer que había acudido a pedir ayuda en noviembre de forma tan convincente se había desvanecido, y todos los registros informáticos que anteriormente confirmaban su existencia habían sido destruidos.

El único hecho que seguía vigente tras aquel curioso incidente era la coincidencia entre el ADN de Galen Cox y el de Jerrard Cranston. Ambos eran idénticos. Por si aquello fuera poco, la superposición de los retratos de ambos mostraba muchos puntos de correspondencia. Y los patrones de voz también cuadraban.

Las implicaciones de todo aquello no se le escapaban a Katrina y le hacían evocar su enfrentamiento con Victor ante la tumba de su madre. Ha aprendido mucho. Me envió a esa mujer y luego la hizo desaparecer para decirme que sabe el papel que desempeñé en la muerte de nuestra madre. Incluso es posible que tenga pruebas, pero no las ha usado hasta ahora porque habría destruido la Liga Estelar antes de que renaciera. Me envió a Jeschke exactamente por la misma razón por la que se la habría enviado yo si nuestros papeles estuvieran intercambiados: quiere torturarme y hacerme temer su regreso.

Se permitió una risa áspera y dijo en voz alta:

—Tu problema, Victor, es que me has dado algo para preocuparme y tiempo para solucionarlo.

Ryan Steiner estaba muerto, lo cual eliminaba a una de las tres personas que conocían su papel en la muerte de Melissa. El segundo era un hombre llamado David Hanau. Apenas se acordaba de aquel hombre corpulento. Había sido su agente entre los hombres de Ryan y la había servido con fidelidad. Ahora residía en Poulsbo con su esposa en una finca, disfrutando de la pensión vitalicia que le pagaba la Arcontesa. No se sentía en peligro por su causa, pero era un cabo suelto. Podré recompensar a la viuda por su pérdida.

La otra persona que podía saber algo era el secretario personal de Ryan en el momento de su muerte. Sven Newmark, un refugiado de Rasalhague, estaba presente en la habitación cuando Ryan murió. Basándose en una red de coincidencias nacidas de la ignorancia, errores y conjeturas, varios expertos maniáticos de las teorías conspirativas habían decidido que era Sven quien había asesinado a Ryan. Aunque las autoridades lo habían exculpado, soportó las infamias durante un par de meses y luego desapareció.

No puedo permitirme correr el riesgo de que vuelva a aparecer. Debo encontrarlo y asegurarme de que no le cuenta nada a nadie. Katrina sonrió para sus adentros. Por suerte, tengo a mi disposición los recursos de un gobierno entero para lograr este fin. Una vez que haya desaparecido, también se desvanecerá la espada que pende sobre mi cabeza por culpa de Victor. Cuando me haya quitado esa limitación, sólo yo podré limitarme a mí misma.

—Y entonces, querido hermano —dijo—, cuando vuelvas a casa resolveremos nuestras diferencias de una vez para siempre.