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Wolcott, Zona libre del Condominio Draconis

Zona de ocupación de los Jaguares de Humo

30 de mayo de 3059

Victor notó que los ojos le ardían y se los frotó antes de volver a mirar la visualización de datos holográficos que flotaba en la penumbra sobre el centro de la mesa de la sala de reuniones. Los iconos rojos y verdes y las cadenas de letras y números salpicaban de colores abigarrados, como si fuera Navidad, el uniforme de trabajo caqui del Capiscol Marcial. Por unos momentos, Victor incluso pensó que las fiestas navideñas se habían adelantado en la Esfera Interior. Desde luego, hemos concentrado muchas fuerzas en sólo cinco planetas, pero este resultado es casi increíble.

Victor se apoyó en la mesa con ambas manos y dijo a los allí reunidos:

—Si hubiéramos obtenido este resultado en simulaciones, lo más probable es que hubiéramos pensado que estábamos trabajando con datos erróneos.

—Tu padre demostró que una fuerza arrolladora puede liquidar pronto a su enemigo, pero no contamos con el deseo de los draconianos de dar una buena paliza a los Jaguares —dijo Phelan Kell, que era el tercero y último de los presentes. Señaló el icono que representaba el planeta Kiamba y añadió—: Hohiro utilizó el Primero de Granaderos de Kestrel y el Tercero de Drakons para dominar la sierra de Collins; luego, el Primero de la Genyosha y la Undécima División de ComGuardias empujaron al 362.º Núcleo estelar de asalto hasta el pantano de Hécate. Los Jaguares se acordaban muy bien del truco que intentaron los draconianos cuando ellos arrebataron el planeta al Condominio. Como no querían entrar en la trampa, escaparon demasiado deprisa y de manera desordenada. No pudieron desalojar a los Granaderos ni a los Drakons de la sierra, por lo que quedaron en campo abierto y la Genyosha los diezmó.

El Capiscol Marcial asintió con la cabeza e intervino en la conversación.

—En Tarazed, el Séptimo de Dragones de los Jaguares avanzó hacia la reserva del cañón de Mosaikan, con la esperanza de usar la red de cañones y desfiladeros para dispersar nuestras fuerzas. El Segundo de la Genyosha se acercó mucho más deprisa de lo que esperaban los Dragones y lanzó un feroz ataque contra su convoy de suministros. El Tercer RC de Guardias de Donegal se desplegó entre los Dragones y la reserva; después, Kai y el Primero de Lanceros de Saint Ivés, la unidad que él dirige, se unió a la Genyosha y juntos destrozaron a los Dragones.

—Al parecer —dijo Victor sonriendo—, Kai consiguió la rendición de una Estrella de OmniMechs tras retar al capitán estelar que los dirigía y vencerlo en combate singular. Por lo visto, se ha encariñado con el Penetrator que pilotó por vez primera en Solaris y que le va bastante bien.

—La victoria de Kai no es ninguna sorpresa —repuso Phelan—. Ni lo es que un Jaguar esté dispuesto a retirar una Estrella por el derecho a distinguirse en combate.

—No estoy seguro de entender su razonamiento, Khan Kell —replicó el Capiscol Marcial.

—Es muy sencillo. En Asgard, arrasamos al Cuarto de Dragones de los Jaguares después de obligarlos a retroceder a lo largo del mismo camino que tomaron los Regulares de Benjamín hace siete años. En Hyner, la Segunda Espada de Luz destrozó al Tercero de Caballeros y dejó al Primero de Húsares de Regulan y la Novena División de ComStar para que realizasen la limpieza final. —Señaló el icono que representaba Port Arthur y prosiguió—: Las unidades del Condominio que fueron a Port Arthur no esperaban encontrar oposición, pero se encontraron con el 168.º Núcleo estelar de guarnición, del que se pensaba que estaba en LaBrea. Aunque la Quinta Espada de Luz se considera una unidad de novatos, conservó el control sobre el valle de Zouave, mientras que el Decimoséptimo de Regulares de Benjamín y la Segunda Legión de Vega llegaban desde Disher y les daban un buen sopapo en el morro a los Jaguares.

—¿Qué quieres decir? —inquirió Victor, mirando a su primo a través de la visualización.

—Quiero decir que pillamos total y absolutamente dormidos a los Jaguares de Humo. La información preliminar que hemos recibido indica que no tenían una mentalidad defensiva ni creían que iban a ser atacados. La selección de armas en los OmniMechs incluye demasiados afustes de misiles y cañones automáticos para que sean configuraciones de carácter defensivo. Puestos a hacer adivinanzas, diría que se estaban preparando para una nueva fase expansiva, posiblemente incluso una nueva invasión.

Victor se irguió y cruzó los brazos sobre el pecho.

—Para eso tendrán que elegir a un nuevo ilKhan —repuso.

—Ya lo creo —dijo Phelan con una sonrisa maliciosa—. Creo que ya lo han elegido y que es un Jaguar de Humo.

—¿Es una conjetura suya, o tiene información procedente de los Clanes? —preguntó Focht.

—¿Quiere decir si les estoy ocultando algo?

—No era ésa la pregunta, Phelan —respondió Victor—. El Capiscol Marcial y yo te conocemos demasiado bien para creer que nos escondes información. También sabemos que tienes espías entre los Lobos y, si esta información procede de ellos, bueno, eso otorga más veracidad a tu evaluación de los candidatos… aunque, sin duda, respetaríamos tus opiniones en esa cuestión.

El Khan de los Lobos asintió, como si estas palabras lo hubieran tranquilizado, pero Victor presentía que tendría que pagar un precio por haber aceptado sus comentarios con tanta rapidez.

—Lo que sé es que los Khanes regresaron a Strana Mechty para elegir a un nuevo ilKhan. Entonces había sólo tres candidatos posibles y el hecho de que ninguno de los Clanes que no participaron en la invasión haya empezado a introducirse en la Esfera Interior sugiere que no hubo sorpresas en la elección.

»Los tres candidatos —continuó— eran Marthe Pryde de los Halcones de Jade, Vlad Ward de los Lobos y Lincoln Osis de los Jaguares de Humo. Creo que el elegido fue Osis.

Victor reflexionó unos instantes.

—¿Crees que los Lobos y los Halcones siguen siendo demasiado débiles para que sus Khanes sean elevados al rango de ilKhan?

—Eso es parte de la respuesta. La invasión se inició al mando de un Jaguar, Leo Showers. Después, Ulric fue nombrado ilKhan, pero aceptó la Tregua de Tukayyid y obligó a los Clanes a aceptarla. A causa de esto, los Clanes son reacios a elegir a un Lobo como ilKhan, y Vlad todavía no se ha forjado un historial lo bastante brillante para que confíen en él. Cuando asesinó al ilKhan interino de los Halcones de Jade, adquirió la imagen de un individuo demasiado imprevisible para que los otros clanes se sientan seguros si lo nombran para ese cargo.

—¿Asesinó a un ilKhan? —inquirió Victor, impresionado—. Quizá pueda presentárselo a mi hermana.

—No sé a cuál de los dos compadecería. Pero sí, Vlad mató a Elias Crichell, pero sólo después de asesinar al otro Khan de los Halcones de Jade, Vandervahn Chistu. La nueva Khan principal de los Halcones de Jade es Marthe Pryde. Tiene una reputación excelente, pero seguramente su imagen quedó dañada por el compromiso de Coventry. También es desconfiada e inteligente, por lo que es probable que quiera que pase el tiempo para que los Halcones se recuperen de su guerra contra los Lobos antes de volver a la batalla.

—Eso nos deja sólo a Lincoln Osis —comentó el Capiscol Marcial con gesto reflexivo—. Creo que no lo he visto nunca.

—No, no creo. No formaba parte del entorno de Leo Showers. Osis es un Elemental que se convirtió en Khan verdadero después de Tukayyid, aunque ya lo llamaban Khan antes.

—¿Qué quiere decir?

—Los Jaguares de Humo utilizan el término «Khan» de una forma mucho menos rigurosa que los otros clanes. Los guerreros que demuestran ser líderes excepcionales en la batalla suelen ser llamados Khan a los fines propios de la operación. Es probable que Osis mereciera este título y la elección. Su ascenso fue debido a muchas horas de trabajo duro y algunas tácticas bastante audaces. —El Khan de los Lobos se encogió de hombros y concluyó—: En mi opinión, es una especie de genio de la táctica.

—Eso no nos beneficia —comentó Victor, contemplando los iconos—. Nuestros planes se han basado siempre en la idea de que los Jaguares de Humo son más tradicionales que, por ejemplo, los Lobos, lo que quiere decir que podemos recurrir a la flexibilidad para enfrentarnos a ellos. Si Osis está al mando, podría comprometer gravemente la situación.

—Victor, la próxima vez prueba a escuchar lo que digo.

El Príncipe frunció el entrecejo.

—Entonces vuelve a decirlo, pero un poco más despacio.

—He dicho que Osis es un genio de la táctica. Sin embargo, la táctica no le va a ser muy útil contra nosotros. Tú estás trabajando los detalles estratégicos y operativos, pero dejas las decisiones tácticas a las personas que se encuentran sobre el terreno. ¿Por qué?

—Porque intentar prever todos los ataques posibles es una manera rápida de garantizar un fracaso. Muy bien, ya te entiendo. No va a responder bien a esta situación.

—Me imagino que sus dificultades aumentarán cuando lancemos la segunda oleada —comentó el Capiscol Marcial.

—Eso creo —dijo Phelan—. Si tenemos en cuenta lo bien que han ido nuestros ataques hasta ahora, ¿vas a avanzar las fechas de las siguientes fases de la planificación?

—Me encantaría —respondió Victor—, pero ahora no puedo. Nuestras operaciones de establecimiento y envío de suministros se están realizando según lo planeado, pero no esperábamos una victoria tan rápida. Como estamos hablando de desplazar personas y máquinas a través de varias decenas de años luz, y cientos en determinados casos, no es tan fácil acelerar las cosas.

—Pero… las cantidades iniciales de recogida y recuperación indican que estamos apoderándonos de muchos materiales y municiones de los Jaguares. —Phelan frunció el entrecejo mientras examinaba los números que flotaban sobre la mesa—. Podríamos aprovecharlos.

—Estoy de acuerdo, y ya lo estamos haciendo. Nuestras unidades de primera línea del frente estarán operativas al ciento por ciento cuando ataquen los siguientes objetivos que tienen designados, y las guarniciones se reforzarán con el resto de los materiales recogidos, o sea, podré empezar pronto a asignar envíos de suministros para la tercera oleada. Así quizá podamos tenerla a punto antes, pero sólo si la segunda oleada alcanza el mismo éxito que ésta.

Victor notó dudas en su propia voz y lo lamentó, pero sabía que tenía que atemperar la satisfacción de Phelan por el éxito de la primera oleada, o haría previsiones poco realistas para el futuro. Su trabajo consistía en prever el peor escenario posible y esperar el mejor. Así lo había hecho con la primera oleada de ataques y continuaría haciéndolo en las cuatro siguientes.

—Entiendo lo que dices —replicó Phelan en tono más agresivo—, pero no puedes adoptar una actitud demasiado rígida. En esta primera oleada se han atacado cinco planetas y en la próxima habrá ocho, aunque yo añadiría Nykvarn, Turtle Bay y LaBrea. Los resultados variarán, pero tienes que contar con el ímpetu que hemos conseguido. Hablaste de causar una conmoción a las tropas de los Clanes a nivel táctico; pues bien, esto causará un impacto que irá directamente al cerebro de Osis. Si seguimos aplicando presión sobre ellos y conquistamos el doble de planetas en esta fase, lo tendremos totalmente desconcertado.

—Sólo Nykvarn ya tiene un Núcleo estelar provisional disponible como guarnición —dijo el Príncipe, inspirando hondo.

—El regimiento Ryukengo está listo y a la espera de las órdenes oportunas para partir. Están ansiosos de atacar a los Jaguares. La Sexta Legión de An Ting no adquirirá experiencia en Wolcott, y los Lanceros Rojos de Sun-Tzu serían un objetivo de los MLA enemigos como cualesquiera otros. Sé que todos forman parte de nuestras fuerzas de reserva, pero conquistarán Nykvarn y, además, pueden defenderlo frente a un contraataque de los Clanes.

—Creo que tienes razón. Tu análisis parece tan bueno como el de Doc Trevena —opinó Victor.

—Doc, Ragnar y yo hemos estado intercambiando opiniones —respondió el Khan de los Lobos—. Si quiero que aceptes una idea, sé que tengo que presentártela de forma atractiva.

—Muy bien. ¿Quién conquistará Turtle Bay?

—Las tres Legiones de Vega: la Segunda, la Undécima y la Decimosexta.

—¿Las Legiones de Vega?

—Muy interesante —comentó el Capiscol Marcial, asintiendo con entusiasmo—. Los Jaguares de Humo destruyeron la Decimocuarta en Turtle Bay: Hohiro Kurita y Shin Yodama son dos de sus escasos supervivientes. Huyeron de sus garras después de escaparse de una prisión y organizar un levantamiento. Los Jaguares de Humo se vengaron con un bombardeo planetario que arrasó la capital, Edo. Si pedimos a las Legiones que reconquisten Turtle Bay, podrán recuperar el honor que perdieron entonces. Su éxito también aumentaría el prestigio del Coordinador, porque él fue jefe de la Undécima Legión.

Victor pulsó una solicitud en el teclado que había en su lado de la mesa. Una representación de Turtle Bay apareció dando vueltas en el aire, pero ningún dato de los que fueron sucediéndose a su lado indicaba la presencia de tropas de los Clanes.

—Parece que no hay nada, aunque pensábamos lo mismo de Port Arthur.

—Port Arthur tenía tropas por otras razones —dijo Phelan—. Sospecho que los Jaguares de Humo no dejaron guarnición porque Turtle Bay no puede ser pacificado. Esa gente conoce lo de Edo. Saben que morirán si un Jaguar decide que deben morir, por lo que no tienen nada que perder enfrentándose a sus conquistadores. Salvo que dejen el planeta prácticamente deshabitado, los Jaguares de Humo no pueden consolidar su dominio; por eso, lo declararon pacificado y siguieron adelante. Lo conquistaremos sin combatir, y no me imagino a los Jaguares intentando recuperarlo.

—Entiendo por qué lo has incluido en nuestra lista de objetivos —dijo Victor—. Como fue uno de los primeros planetas en caer en manos de los Clanes, una rápida recuperación aumentaría el impacto de la noticia. Pero ¿por qué LaBrea? ¿Crees que no está defendida porque la guarnición del 168.º Núcleo estelar que apareció en Port Arthur estaba en realidad estacionada en LaBrea?

—No. En LaBrea hay tropas, y muy buenas.

—¿Lo sabes, o estás haciendo conjeturas? —inquirió el Capiscol Marcial—. Por supuesto, con todos mis respetos.

—Puede llamarlo una «suposición razonable» —contestó Phelan, cruzándose de brazos—. Las unidades de los Jaguares de Humo están interconectadas por una maraña de relaciones. Tienen una cierta semejanza con los clubes deportivos que mantienen equipos de «cantera» para proporcionarles nuevos jugadores, aunque en el caso de los Jaguares es al revés. El 168.º Núcleo estelar es una unidad tributaria del Sexto de Dragones de los Jaguares. El Sexto les envía guerreros acabados, equipos de segunda mano y cosas así. Los Dragones utilizan también el 168.º como mayordomo: son los que realizan labores de «limpieza» en los planetas, o bien preparan su llegada. De hecho, el 168.º llegó a Port Arthur para preparar una base de estacionamiento para el Sexto de Dragones, desde la que pensaban lanzar un ataque contra el Condominio.

—Entonces, ¿supones que el Sexto de Dragones está en LaBrea? —Victor llamó el archivo con la imagen de LaBrea y abrió una ventana de datos—. ¿Qué sabes de ellos?

—Es una unidad célebre, que a menudo ha acabado enfrentándose a los Lobos… pero ya hace mucho tiempo de eso. —Phelan sonrió con cierta melancolía—. Durante la invasión, participaron en la conquista de Tarnby, Byersville y Yamarovka. Ganaban batallas allí por donde pasaban, y demasiado deprisa para conseguir la gloria. En octubre de 3050, una Binaria de Elementales (lo que equivale a un total de cincuenta) conquistó el planeta Byersville a la milicia local disparando menos de media docena de disparos.

—¿Y el líder de esa acción era Lincoln Osis? —preguntó Victor, esbozando una sonrisa.

—En efecto. El Sexto de Dragones luchó también en Tukayyid, en las montañas Dinju. Las Divisiones 299.ª y 323.ª de ComStar les causaron grandes pérdidas, pero los que consiguieron escapar lo hicieron porque Osis organizó la retirada. La derrota fue un trago muy amargo para ellos, pero la aceptaron y las acciones de Osis fueron recompensadas con su elección como Khan. Desde entonces, ha dedicado una cantidad notable de recursos a la reconstrucción de la unidad. Estoy seguro de que la considera como la pieza más importante de su colección, la flor y nata de los Clanes. Destruir esa unidad sería más importante que conquistar LaBrea.

—Bien dicho —aprobó Victor, mirando de soslayo al Capiscol Marcial—. Si unimos el Primero de la Genyosha, el Primero de Lanceros de Saint Ivés, mi Décimo de Guardias Liranos y la 79.ª División de ComStar, podríamos aplastarlos.

—No, Victor, no saldría bien.

Victor miró a Phelan con expresión irritada.

—¿Qué quieres decir? Hohiro, Kai y yo nos hemos entrenado juntos para esta clase de operaciones, y la 79.ª División es una de las mejores de ComStar. Estamos hablando de un equipo de ensueño.

—Sí, pero no necesitamos un ensueño: tiene que ser una auténtica pesadilla que no deje conciliar el sueño a Lincoln Osis.

—¿Qué es lo que propone usted, Khan Kell? —quiso saber el Capiscol Marcial.

—Quiero que me den LaBrea.

—¿Qué? —exclamó Victor—. Todos nuestros ataques son operaciones combinadas de distintas unidades. Todas ellas van al combate bajo el emblema común de la Liga Estelar. Es necesario para probar nuestra legitimidad y nuestro derecho a existir.

—Lo sé, e iremos con el estandarte de la Liga Estelar, pero ahora quiero que ambos me escuchen bien —dijo Phelan, apoyándose en la mesa con los brazos—. En primer lugar, el prestigio de Osis está ligado al Sexto de Dragones. Si las unidades de la Esfera Interior los atacan, se sentirá obligado por su honor a contraatacar sin restricciones para vengarlos y recuperar su buen nombre. En cambio, si soy yo quien los aplasta (y es lo que haré), estará furioso conmigo, con Ulric, con Vlad y con cualquiera al que pueda echar la culpa de que yo haya atacado su unidad. En segundo lugar, si vamos bajo el estandarte de la Liga Estelar, estoy seguro de que armaremos un auténtico revuelo. Si nuestro ataque es lo bastante contundente, estoy convencido de que podremos hacer prisioneros, que liberaremos y enviaremos a otros planetas con guarniciones, o por lo menos los obligaremos a emitir comunicados dirigidos a esos planetas. De esta manera, conseguiremos que todos se pregunten por la legitimidad de su ocupación.

—Son buenas razones, pero ninguna de ellas es suficiente para rehusar que tus unidades vayan acompañadas por otras.

—Entonces, déjame que te diga mi último argumento —replicó Phelan, con el rostro convertido en una máscara iracunda—. El Sexto de Dragones será una de las unidades más fuertes que encontraremos en la región del espacio que se extiende entre nosotros y Huntress. No podré vencerlos sin derramar sangre. Muchos de mis guerreros morirán, pero tengo que permitir que pase eso para demostrar a todo el mundo que mis guerreros forman verdaderamente parte de la Esfera Interior. Si otra unidad está presente y sufre pérdidas, se dirá que los utilizamos como escudo. Y si la otra unidad queda por completo al margen de la batalla, los Lobos serán vistos como unos egoístas que querían toda la gloria, o como unos estúpidos por no haber dejado que los ayudaran en un combate tan difícil. No permitiré que suceda nada de todo eso. Ésta es mi oportunidad de enfrentarme cara a cara con los Clanes y transmitirles el mensaje de que nosotros nos quedaremos aquí y ellos no. Y, cuando lo haga, no quiero que haya nadie más en medio. Ganaremos esta batalla para vosotros y luego combatiremos a vuestro lado, porque nos habremos ganado vuestra confianza con nuestra sangre.

—¿Qué te llevarías para enfrentarte a ellos? —preguntó Victor con gesto impertérrito.

—Tres Núcleos estelares: el Cuarto Núcleo estelar de asalto de los Guardias, la Primera Legión y el Primero de Granaderos. Sólo el primero conserva el nombre que tenía cuando nos fuimos, mientras que los otros fueron creados cuando reorganizamos nuestras fuerzas en Arc-Royal. A ti te quedarían disponibles la Segunda Legión y el Segundo de Granaderos como fuerzas de reserva, que ahora están vinculadas a los Demonios de Kell.

—Son tropas excelentes —dijo Victor—. Muy bien, LaBrea es tuya.

—¿De verdad?

La sorpresa en el tono de voz de Phelan hizo sonreír a Victor.

—¿Creías que iba a negarme?

—Bueno, pues… sí —admitió—. Cuando empezaste a entrometerte en la ofensiva, supuse que…

—Pensaste que quería apropiarme de toda la gloria.

—A estas alturas ya te conocemos, Victor: genio y figura hasta la sepultura.

—Phelan, me parece que vas a descubrir que empiezo a ser gato viejo —contestó Victor mientras se frotaba la cicatriz que le cruzaba el pecho—. Mi trabajo consiste en conseguir lo máximo con la mínima cantidad de bajas. Tienes razón sobre el factor de confianza respecto a tus tropas. Yo no me daba cuenta de todo eso. Muy bien, id a LaBrea. Destrozad al Sexto de Dragones y regresad enseguida, porque habrá mucho trabajo para ti y tus tropas en el futuro.