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Palacio Real, la Tríada
Ciudad Tharkad, Tharkad
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
5 de octubre de3058
Katrina Steiner se encontró con Thomas Marik a la entrada de su despacho. Alargó la mano izquierda como saludo, permitiéndole así que se la estrechara con su fuerte zurda, en lugar de la diestra, que tenía cubierta de cicatrices. Ella percibió la expresión de sorpresa en sus ojos, pero no dejó que nada más que un gesto amistoso aflorase a través de su sonrisa. Sé que le impresiona que la gente recuerde que prefiere usar la zurda; lo considera como un detalle amable, propio de una persona reflexiva. Es justo la impresión que deseo causar en él.
—Estoy encantada de que hayáis podido venir a verme esta tarde, Capitán General.
—Yo lo estuve aun más al aceptar vuestra invitación, Arcontesa.
Katrina miró más allá de Marik, mientras se cerraban las puertas dobles de su blanco despacho.
—¿Vuestra acompañante no se unirá a nosotros?
Thomas se volvió ligeramente para mostrarle el perfil de su rostro que no estaba deformado por las cicatrices.
—No, la condesa me ha pedido que le transmita sus disculpas, pero va a acompañar a mi hija en una excursión por Ciudad Tharkad. Creo que Isis tenía el propósito de aumentar los ingresos económicos de vuestros comerciantes, mientras que Sherryl prefiere que vaya a ver algunos de los puntos de interés cultural de la ciudad.
Katrina señaló los sillones de cuero blanco que rodeaban una mesita de vidrio y hierro forjado.
—Tomad asiento, por favor —indicó—. ¿Deseáis algún refresco?
—Ahora no, gracias.
Thomas se sentó y se estiró las perneras de los pantalones. Llevaba un uniforme verde con ribetes de color púrpura de la realeza, pero que carecía de las bandas, galones y distintivos que deberían engalanar el uniforme de un hombre de su rango. Katrina encontraba el uniforme lo bastante marcial, aunque su carencia de adornos le recordaba la simplicidad de los uniformes de ComStar.
Como si necesitara que me recordasen que Thomas fue adepto de ComStar y que incluso ahora es considerado como «Primus en el exilio» por muchos miembros de la facción Palabra de Blake.
Katrina había elegido lucir un vestido de corte un tanto militar, que se componía de chaqueta corta, falda ajustada y botas de montar que envolvían sus pantorrillas como una segunda piel. La ropa, de lana y cuero blancos, sólo tenía los detalles de color dorado de los botones y la hebilla. Llevaba recogidos los cabellos en una trenza dorada que se había colocado sobre el hombro derecho como una serpiente.
—Lamento que la condesa Halas no pueda unirse a nosotros. Parece una persona encantadora y me gustaría mucho conocerla mejor. —Katrina tomó asiento frente a él y añadió—: Me alegro de que hayáis encontrado una nueva pareja que os consuele de la pérdida de Sophina.
Thomas contuvo el aliento. Menos de un año y medio atrás había perdido a su esposa, y poco después había descubierto que su hijo y heredero, Joshua, había muerto durante el tratamiento médico al que lo estaban sometiendo en Nueva Avalon, capital de la Mancomunidad Federada. Aquel golpe había sido demoledor. Cuando averiguó que Victor pensaba sustituir a su hijo por un doble, Thomas atacó la Mancomunidad Federada y consiguió reconquistar los planetas que Hanse Davion había arrebatado a su reino dos décadas antes.
—Sí, en eso he sido afortunado, aunque Sherryl es un rayo de sol en un cielo cubierto de nubes.
—Sé que nadie podrá reemplazar nunca a Sophina. —Katrina se esforzó por aparentar que se le había hecho un nudo en la garganta—. Esto me produce una gran tristeza.
—Y yo agradecí mucho entonces vuestro mensaje de condolencia —dijo Thomas, mientras se acariciaba la mandíbula con la zurda—. Y vuestra decisión de no atacar mi reino mientras yo castigaba la perfidia de vuestro hermano me reveló vuestro auténtico carácter.
—Aunque Victor es mi hermano, jamás habría podido aceptar un engaño tan maligno y cruel.
—He notado en vos, entonces y ahora, un gran deseo de hacer justicia. En aquellos momentos, me sentí tan próximo a vos que podrían haber sucedido muchas cosas.
Entonces, Tormano tenía razón: Thomas estaba realmente interesado en contraer matrimonio conmigo. Katrina sonrió y empezó a juguetear con el extremo de su trenza.
—Hay cosas que uno hace por motivos políticos y otras por razones personales. Sé que no es realista por mi parte esperar que estos dos aspectos estén separados en mi vida, pero ojalá fuese así. El amor de mi vida, Galen Cox, fue asesinado por razones políticas. Mi madre murió por eso y… no, no debo decirlo…
Thomas la miró con atención, pero disimuló su interés con un gesto amable.
—Haré honor a vuestra confianza en mí, Katrina. Lo que digamos aquí quedará entre almas hermanas, no rivales políticos.
—Mi madre era increíblemente desgraciada —confesó Katrina, dejando que su voz reflejara su alivio.
—¿Qué?
—¡Oh!, sé que se considera una herejía grave, casi una blasfemia, sugerir que no estaba perdidamente enamorada de mi padre. En muchos aspectos lo estaba, por supuesto, pero Hanse Davion era un hombre distante y casi imposible de entender por una mujer tan joven como ella. Es cierto que se unieron más con el paso de los años, pero ella detestaba que la utilizase para extender el poder de los Davion sobre su pueblo. Pensad en ello: como regalo de boda, mi padre le dio una guerra. Mató a millones de personas en su honor.
Thomas parpadeó varias veces con expresión perpleja mientras ella hablaba.
—No tenía ni idea.
—Muy pocos lo sabían. La verdad es que no creo que mi hermano se diera cuenta; y, si lo hacía, no sé si le importaba. En demasiados aspectos, es el hijo de Hanse.
El Capitán General se apresuró a asentir con la cabeza.
—Es un auténtico hijo del Zorro.
—Por desgracia.
—¿Eso pensáis? —Thomas frunció el entrecejo—. Aunque vuestro padre nunca me gustó, si pudiera levantarlo de entre los muertos y ponerlo al mando de la ofensiva contra los Clanes, lo haría sin titubear. Por así decir, si uno tiene problemas con un clavo, lo que necesita es un martillo.
—Cierto, pero la política y el gobierno de una nación no son problemas que podamos comparar con clavos, ¿verdad?
—No, la gobernación de un estado tiene más de arte que de pericia.
—Thomas, me encuentro en una situación en que debo afrontar los problemas del gobierno sin disponer de asesoramiento suficiente. No puedo hablar con Victor, porque me odia por haber roto la Mancomunidad Federada. Además, Victor ha envenenado la mente de Theodore Kurita para ponerlo en mi contra. Sun-Tzu Liao y yo nunca podremos hablar cara a cara, sobre todo desde que su tío trabaja como consejero mío —sonrió con expresión esperanzada y añadió—: Tú eres la única persona que me parece digna de confianza y tienes los conocimientos que necesito para asegurarme de que estoy haciendo lo correcto.
El cuero del sillón gimió cuando Thomas se sentó un poco más cerca de ella.
—Me honras, Katrina.
—Me limito a afirmar lo obvio, Thomas.
—Tal vez sea obvio para ti, pero yo nunca me habría atrevido a pensar que confiabas tanto en mí.
Pero ahora lo creerás, porque ésta es la conclusión a la que quiero que llegues, pensó Katrina.
—Thomas, confío en ti porque cada uno de nosotros tiene necesidades que el otro puede satisfacer. —Katrina se apoyó en el brazo izquierdo de su sillón y cruzó las piernas—. No me sorprendería que Sherryl Halas anunciase muy pronto que está embarazada de ti. Por favor, no pongas esa cara de sorpresa: sólo me baso en mi intuición. Necesitas un heredero para sustituir a Isis y mantener a Sun-Tzu lejos de tu trono. Halas será una consorte adecuada.
El único ojo de Thomas centelleó.
—Ella no era mi única elección de posibles candidatas a darme un heredero —declaró.
—Eso sospechaba —respondió Katrina, sonriendo—. Si mi hermano fuese todavía el Arconte-Príncipe de la Mancomunidad Federada unida, tal vez me hubiera ofrecido a ti como consorte, con la esperanza de que nuestro hijo fuese el instrumento para unir nuestros reinos.
—Sería una alianza poderosa incluso en la situación actual, Katrina.
—Estoy de acuerdo, pero no es posible en estos momentos, Thomas —dijo Katrina, mirándolo fijamente a los ojos—. Si nos casáramos y uniéramos nuestros reinos, nuestra fuerza en la Liga Estelar que vamos a constituir se vería reducida de dos votos a sólo uno. —Su sonrisa se tensó al añadir—: Aunque no te daré un heredero, creo que puedo ayudar a sobrevivir a tu sucesor.
—¿Cómo?
—Tormano insiste una y otra vez para que fortalezca su Movimiento por una Capela Libre. En la actualidad, su líder es Kai Allard-Liao, pero ¿cabe imaginar que no se sume a la guerra contra los Clanes? Difícilmente; y, en el vacío que se producirá, Tormano podrá ejercer una influencia mayor. Sus acciones pueden molestar a Sun-Tzu y mantenerlo distraído.
—Para centrar su atención en otro lugar.
—Efectivamente; en concreto, para mantenerlo alejado de tu hijo. —Katrina sonrió—. De hecho, sería un honor para mí que la condesa se quedara aquí todo el tiempo que quisiera, tanto antes como después del parto.
Thomas se puso muy serio y recuperó su tono ceremonioso.
—Perdonadme, Arcontesa, pero un hijo mío ya disfrutó de la hospitalidad de vuestra familia.
Katrina sintió una oleada de ira. ¡Cómo te atreves a pensar que mi ofrecimiento es una trampa, deforme caricatura de hombre! Quiso darle una bofetada, pero se contuvo. Para disimular, se llevó una mano a la boca, se sentó más adelante en el sillón y apoyó la otra mano en la rodilla de Thomas.
—¡Oh, Thomas, no se me había pasado por la cabeza…! ¡Oh, qué malvada debes de pensar que soy! —Katrina transformó su cólera en horror y dejó que éste subrayara sus palabras con un temblor en su voz—. Sólo pensé que, así como sería difícil que Kali Liao infiltrase a sus asesinos en Atreus, le resultaría aun más complicado atacar aquí. Por favor, perdóname, me… me siento tan estúpida…
Thomas cubrió la mano de Katrina con su zurda, atrapándola sobre su rodilla.
—Prefiero creer que te has equivocado, Katrina, de verdad. —Un tono de amenaza asomó en sus palabras al añadir—: De todos modos, quiero que sepas que cualquier amenaza contra mi hijo desencadenará mi venganza. No proseguí la guerra contra tu hermano porque él seguía el plan de vuestro padre, pero mi prudencia no debe confundirse con cobardía. Tal vez sea reacio a luchar, pero eso no quiere decir que no pueda combatir ni vaya a hacerlo.
—Es un error que no tengo la menor intención de cometer, Thomas —le aseguró Katrina, deslizándose hacia adelante en el sillón, acercando las rodillas al borde de la mesa e irguiéndose tanto como podía al tener la mano atrapada—. No se me ocurre ninguna situación en la que quisiera tener un rehén tuyo, ni en la que tú me exigieras uno a mí. Si combatimos entre nosotros, seremos devorados por los otros, porque los Clanes atacarían mi reino y Sun-Tzu se lanzaría sobre el tuyo. Cuando hubiéramos sido destruidos, mi hermano y la Casa de Kurita capturarían todos los territorios no ocupados por los Clanes.
Katrina aprovechó que Thomas aflojó su presión para retirar la mano.
—Nuestra única oportunidad de prosperar, incluso de sobrevivir, es que ambos colaboremos. Si me tienes como aliada, no corres ningún riesgo metiendo en cintura a Sun-Tzu. Y una utilización correcta de tu futuro yerno pondrá a mi hermano donde queremos que esté. Theodore se limitará a llevar a cabo los planes que favorezcan más a su reino.
—¿De verdad infravaloras tanto a tu hermano? —preguntó Thomas, frunciendo el entrecejo.
La pregunta sorprendió a Katrina, que sólo pudo disimular su asombro de manera parcial.
—¿Victor? No es que lo infravalore, Thomas, sino que lo conozco muy bien. Considera a Sun-Tzu como su enemigo, pero también lo ve como una amenaza directa a su amigo Kai. La lealtad de Victor a sus amigos es casi intachable, y eso lo ciega. Y, como has dicho antes, Victor es más un guerrero que un político. No es fácil manipularlo, pero tampoco es imposible.
Thomas asintió despacio.
—No puedo negar que lo que dices es lógico. No obstante, no estoy seguro de que me guste la idea de manipular a Victor.
—Sin embargo, tú mismo has dicho que Victor es la mayor esperanza que tenemos como líder de la fuerza militar que destruirá a los Clanes. Nuestra alianza puede garantizar que lleve a cabo la misión para la que está mejor dotado. —Katrina se permitió una risa ronca y prosiguió—: El que esté tan preocupado por los Clanes hasta el punto de reducir la presión sobre nuestros reinos sólo es una ventaja adicional.
Thomas juntó las manos como si fuese a rezar.
—Creo, Arcontesa, que nuestros reinos obtendrán importantes beneficios de nuestra cooperación. Todo tiene que mantenerse en secreto, desde luego, pero eso es aceptable porque lo que planeamos beneficiará a la Esfera Interior en su conjunto. ¿Te sorprende que haya aceptado tu oferta con tanta rapidez?
—Supongo que sí. Tu decisión de crear los Caballeros de la Esfera Interior, cuyo lema se centra en el espíritu caballeresco y la justicia, me inducía a pensar que no te resultaría aceptable este acuerdo confidencial.
—En realidad, no lo es —respondió el Capitán General—. En una sociedad perfecta, esta clase de maniobras de poder no serían necesarias. No obstante, no vivimos en una sociedad perfecta y tendremos que tomar decisiones que costarán a muchas madres y padres la vida de sus hijos, del mismo modo que yo tuve que pagar el precio de la vida del mío. Si un acuerdo secreto puede reducir ese precio, vale la pena hacerlo. Aunque desearía que no fuese necesario, lo es; por lo tanto, trataré de sacar el máximo partido de él.
Levantó la mirada, y Katrina sintió un escalofrío. Si bien su rostro estaba destrozado, parecía relucir con un fuego interior.
—Jerome Blake, cuyas palabras estudié cuando estaba en ComStar, profetizó una edad de oro para la humanidad. Yo también deseo alcanzar esa meta. No justifica los medios necesarios para conseguirla, pero sí exige la debida diligencia. Katrina, espero haber encontrado en ti a una compañera en esta empresa. Por este motivo colaboraré contigo, pero sólo por el bien de toda la humanidad.
—Tu meta es la mía, Thomas —aseguró Katrina, y apoyó ambas manos sobre su corazón—. Una edad de oro —encabezada por una mujer de oro, pensó—, y que nadie se interponga en nuestro camino.