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Valle del río Colodney

Colodney, LaBrea

Zona de ocupación de los Jaguares de Humo

29 de junio de 3059

No vienen como Jaguares de Humo a luchar en una guerra, sino como ovejas al matadero, pensó Phelan. Desde la sierra de las Tierras Altas, podía ver todo el valle del río Colodney, incluso hasta donde el río desembocaba en el Mar Boreal, la región en la que se había fundado la ciudad de Colodney. Durante la invasión, el Quinto de Regulares de los Jaguares había elegido aquella llanura suavemente ondulada como área adecuada para destruir el Tercer Regimiento Real de Defensa de LaBrea: dos batallones de blindados que se interpusieron de forma desesperada entre una Trinaría de los Clanes y su ciudad natal. El verde sotobosque que cubría el planeta había borrado por completo las cicatrices de la batalla, aunque los sensores indicaban que unas elevaciones cubiertas de viñas eran en realidad montones de metales retorcidos que habían sido tanques.

Y, ahora, los Jaguares regresan para morir. Todo el Núcleo estelar del Sexto de Dragones había entrado en el valle. Estaban dispuestos en Trinarías, es decir, tres Estrellas de cinco ’Mechs cada una, como si Phelan fuese a enviar a uno de sus Núcleos estelares a destruirlas una a una. Este derroche de guerreros y municiones habría estado justificado si los Dragones se hubiesen mantenido en posiciones defensivas, atrincherándose; sin embargo, se habían aventurado a salir de las bajas colinas del valle y cruzar el río que se deslizaba por su área central para ocupar posiciones, guiados más por la bravuconería que por una estrategia militar razonada.

Phelan sintonizó la radio en la frecuencia de retos, que habían establecido cuando sus tropas penetraron en el sistema.

—Aquí el Khan Phelan Kell, comandante en jefe de esta fuerza expedicionaria de la Liga Estelar. Coronel estelar Logan Moon, su despliegue de tropas carece por completo de sentido. ¿Por qué nos pone las cosas tan fáciles?

—He sido elegido por el ilKhan Lincoln Osis para dirigir esta unidad —respondió entre los crujidos de la estática. La voz de Logan Moon sonó potente, pero Phelan notó que sus palabras indicaban una falsa confianza—. Esta unidad fue escogida para continuar la gloriosa historia del Sexto de Dragones de los Jaguares.

—Y lo va a conseguir, porque la carnicería que va a haber aquí será una repetición de sus errores en las montañas Dinju.

—Eso es lo que usted dice, falso Khan, pero todavía no hemos intercambiado ningún disparo, por lo que su afirmación es hueca.

—No puedo creer que esté tan dispuesto a ir a la muerte, Moon.

—No puedo creer que conciba una posibilidad de que yo sobreviva a este enfrentamiento, Kell.

Phelan sintió un escalofrío.

—¿Hay algo que desee de mí, Logan Moon? ¿Quiere zellbringern? Si nos batimos en duelo, tomaré a sus Dragones como isorla. Ustedes se convertirán en mi propiedad.

—Sólo puedo hablar por mi Trinaría Alfa, pero su propuesta es aceptable.

—Y los demás líderes de Trinarías están dispuestos a aceptar las mismas condiciones si son derrotados, ¿quiaf?

Af.

—Y sabe que no le haremos ninguna concesión si vence, ¿quiaf?

—¿No nos permitirán retirarnos de este planeta? —preguntó el guerrero Jaguar, sorprendido.

—Sólo podrán abandonar este mundo de tres formas: como vencedores, como Lobos o como cadáveres. Sin embargo, esto no debería sorprenderlo. Cuando entré en el sistema, comprometí todos mis efectivos en la conquista de este planeta, y usted hizo lo mismo para defenderlo. ¿Qué se ha hecho de la furia del Jaguar?

—Sólo expresaba mi deseo de poder regresar a Huntress para informar de su muerte, Kell —respondió Moon con voz resignada.

—Si ésa era su meta, su espera puede ser muy larga —repuso Phelan, e inició el descenso hacia el valle con su Gladiator Alpha de aspecto humanoide—. A menos que pueda abreviarla.

—Haré todo lo que pueda.

Phelan sintonizó la frecuencia de mando de su unidad y ordenó:

—Ranna Kerensky, tú te enfrentarás al líder de la Trinaria Bravo. Combatirás por la posesión de esa Trinaria —echó una mirada a los datos de los sensores y advirtió que la tercera Trinaria se componía de ’Mechs de tamaño medio—. Ragnar, tú lucharás por la Trinaria Charlie.

Los tres enfrentamientos eran bastante igualados, aunque los Jaguares tenían cierta ventaja en el grosor de sus blindajes. Phelan se enfrentaba a un Daishi, que lo haría picadillo si permitía que Moon lo superase con sus maniobras tácticas. Ranna, que había ganado el Derecho de Sangre del nombre de Natasha Kerensky, se enfrentaba a un Turkina Bravo con su Masakari Charlie con aspecto de ave. Si ambos ’Mechs se acercaban demasiado, Ranna estaba perdida. El ’Mech de Ragnar estaba bastante igualado con el Shadow Cat Alpha de su contrincante Jaguar y conseguiría los mejores resultados si se apresuraba a establecer un combate a corta distancia.

Los tres Lobos descendieron en fila por la ladera que limitaba el valle, pero se desplegaron al llegar al fondo. Los jefes Jaguares avanzaron con sus ’Mechs mientras el resto retrocedía. Aunque los seis ’Mechs iban a enfrentarse entre sí, la probabilidad de que otros ’Mechs próximos sufrieran daños era bastante elevada. Que un rayo láser no acertara en el blanco no disminuía su capacidad de fundir otros blindajes o matar a otros pilotos.

Phelan conectó la frecuencia de desafíos con la radio.

—En nombre de la Liga Estelar, combatiré contra usted, coronel estelar Logan Moon, por la posesión de su Trinaría y del planeta LaBrea —anunció.

—Yo, el coronel estelar Logan Moon de los Jaguares de Humo, acepto el desafío. Que todos los que presencien este duelo acepten su resultado hasta que se hayan apagado todas las estrellas y la humanidad sea sólo un recuerdo.

Phelan, sujeto a la silla de mando de su BattleMech con los cinturones de seguridad, asintió con la cabeza. Tienes el alma de un poeta, Logan Moon. Sólo te mataré si me obligas a ello. Al apuntar hacia la silueta baja y con aspecto de pájaro del Daishi, se le ocurrió que varios milenios atrás había holovideojuegos en los que se enfrentaban gladiadores humanos a velocirraptores de aspecto similar a aquel ’Mech. Como fantasía, podía ser divertido el enfrentamiento entre seres tan dispares, pero ahora es muy peligroso. El tiene la ventaja, pero no le garantiza la victoria. El indicador del sistema de puntería parpadeó, y Phelan apretó los gatillos.

Los tres láseres pesados de pulsación que el Gladiator llevaba en el brazo izquierdo inundaron el aire con una tormenta de rayos verdes de energía. Levantaron ampollas en el blindaje que protegía el corazón del Daishi y fundieron el que cubría el brazo y la pata izquierdos. El Daishi se tambaleó, pero Moon consiguió mantenerlo erecto y avanzó hacia Phelan.

Moon replicó con todas las armas que podían dar en el blanco a aquella distancia. Uno de sus láseres pesados sembró el costado derecho del Gladiator de agujas de energía y le arrancó la mitad del blindaje. Otro láser grande le causó daños similares en la cintura. El tercer láser pesado y el rifle Gauss del brazo izquierdo fallaron sus disparos, por lo que el ’Mech de Phelan se salvó de sufrir toda la furia del Daishi.

De inmediato, Phelan se desplazó hacia la derecha, protegiendo ese costado y buscando una posibilidad un poco mejor para atacar el lado izquierdo del Daishi. Su maniobra le permitió tener una vista excelente del resultado del intercambio de disparos entre Ranna y el Turkina. El rechoncho ’Mech de los Jaguares de Humo se había desplomado sobre su costado derecho, y una columna de humo negro salía de un orificio abierto en el centro del pecho. Phelan no distinguió ningún desperfecto en el Masakari de Ranna, lo que indicaba que el piloto del Turkina había fallado en sus disparos o que ella había recibido todos los impactos en el lado izquierdo del ’Mech.

Más allá, Ragnar se encontraba a media distancia de su enemigo, lo que lo hacía vulnerable a los láseres pesados de alcance ampliado del Shadow Cat; de hecho, sus rayos habían penetrado profundamente en el blindaje del brazo y la pata derechos del Fenris. Aquellos daños apenas pudieron frenar a Ragnar, porque los cuatro disparos de respuesta que hizo dieron en el blanco. Los láseres de pulsación medios arrancaron el blindaje de ambos brazos del Shadow Cat y empezaron a deteriorar sus estructuras internas. Un radiador explotó en medio de una nube de vapor amarillo verdoso. A pesar de los daños que ambos ’Mechs habían sufrido, sus pilotos conseguían mantenerlos operativos y en posición erguida.

Phelan había conseguido mantener la distancia con el Daishi gracias a su maniobra, pero sabía que no lo conseguiría por mucho tiempo. Si seguía trazando una trayectoria circular, acabaría topando con terreno más escarpado que lo obligaría a reducir la velocidad, con lo que el Daishi se aproximaría. Y, cuando esté lo bastante cerca para usar sus misiles de corto alcance, estaré perdido. Giró el torso del ’Mech a la derecha, apuntó al Daishi y disparó todas sus armas.

Dos de los láseres pesados de pulsación cubrieron de fuego el pecho del Daishi, lo cual aumentó la eliminación del blindaje que cubría su corazón. Los rayos restantes carcomieron la protección de la pata derecha. Los cuatro láseres grandes de alcance ampliado del brazo derecho del Gladiator arrojaron sus rayos de color rubí. Tres de ellos fundieron los últimos restos del blindaje del brazo izquierdo del ’Mech, mientras que el cuarto corroyó lo que quedaba de la protección del pecho.

¡Stravag! —exclamó Phelan cuando una oleada de calor invadió la carlinga. Al disparar todas las armas había sobrecargado el sistema de intercambio de calor del ’Mech, y el indicador del monitor se había disparado a la zona roja de alarma. El ’Mech empezó a responder con lentitud, lo que iba a permitir al Daishi reducir parte de la distancia que los separaba. Sabía que iba a pasar esto cuando disparé todas las armas. ¿Por qué no lucha ese hombre con un ’Mech más fácil de destruir, como un Kodiak? ¿Por qué no tiene la delicadeza de desplomarse?

Porque es un guerrero; por eso, se respondió a sí mismo, y se preparó para la réplica del Daishi. Una vez más, el proyectil del rifle Gauss pasó silbando sin causar daños, por lo que Phelan se sintió profundamente agradecido. Como si quisiera compensar el error, y con una precisión que a Phelan le pareció antinatural, uno de los láseres grandes de pulsación volvió a incidir en el costado derecho del Gladiator y quemó los restos del blindaje que protegía aquella zona. Si vuelve a darme ahí, me derribará.

Los otros dos láseres de pulsación también le dieron, y, a pesar de que no empeoraron los daños que ya había sufrido en el costado derecho, también le causaron desperfectos. La segunda andanada destrozó parte del blindaje del brazo derecho. La última causó daños más graves al perforar el blindaje del centro del torso y penetrar en el motor. Otra oleada de calor entró en la carlinga de Phelan, y una voluta de humo negro le oscureció la visión por unos momentos.

Phelan luchó contra la gravedad y logró mantener el ’Mech en posición erecta. Notó que, poco a poco, el gigante volvía a quedar bajo su control y siguió aumentando la distancia que lo separaba del Daishi. Esbozó una sonrisa, que creció hasta extenderse de oreja a oreja. Cuando el humo se despejó, vio que el Daishi se había desplomado. Moon intentaba volver a poner en pie su enorme máquina de guerra, pero su primer intento fue un fracaso. El ’Mech volvió a caer y saltaron pedazos de blindaje de la carlinga y del pecho. En su segunda intentona, el ’Mech se irguió por completo, pero era obvio que los daños sufridos habían afectado al piloto.

Al mirar más allá del Daishi, Phelan se sintió aun más satisfecho al ver que a sus compañeros les iban bien las cosas. El Turkina al que se enfrentaba Ranna había recuperado la verticalidad, pero el siguiente ataque volvió a derribarlo. Los disparos del Turkina habían destruido parte del blindaje del brazo derecho del Masakari, pero esto no limitaba de ninguna manera su capacidad de combate.

El Shadow Cat disparó dos rayos verdes contra el Fenris de Ragnar. Uno de ellos fue demasiado alto, pero el que acertó fundió los restos del blindaje de la pata derecha del Fenris, dejándola desprotegida, e incluso afectó un poco a los elementos estructurales y las fibras de miómero que estaban al descubierto. Ragnar devolvió el fuego con cuatro láseres de pulsación. Los tres que dieron en el blanco causaron daños importantes. Uno evaporó la mayor parte del blindaje del morro de la carlinga del Shadow Cat. El segundo quemó el brazo derecho por completo, lo cual hizo explotar otro radiador y estropeó el láser pesado que tenía montado en esa extremidad. La tercera tormenta de rayos de energía escarlata chamuscó el blindaje del costado derecho del torso y convirtió buena parte de éste en una ruina ennegrecida.

Es hora de liquidar a Moon y su ’Mech. Debido a su problema de recalentamiento, Phelan sólo podía disparar dos de sus láseres de pulsación. En una batalla campal, esto habría sido una catástrofe, pero en un duelo podía ser decisivo si los dos disparos eran acertados. Se tomó unos momentos más de la cuenta para asegurarse de que tenía el punto de mira sobre el orificio abierto sobre el corazón del Daishi y apretó el gatillo.

Los haces de energía atravesaron el blindaje del torso del ’Mech y llenaron su pecho de fuego verde. Empezó a salir humo del interior. El enorme ’Mech se tambaleó un poco, lo que indujo a pensar a Phelan que los disparos habían dañado el giroestabilizador que permitía a Moon mantener el Daishi en estado operativo. Era obvio que iba a desplomarse, pero eso no impidió a Moon disparar con su rifle Gauss.

Esta vez, el disparo del rifle dio en el blanco. La bala plateada impactó en el brazo izquierdo del Gladiator y redujo el blindaje a pequeños fragmentos de cerámica. Casi dos terceras partes del blindaje de la extremidad quedaron deteriorados, pero Phelan no se preocupó en exceso, porque el Daishi volvió a caer, destrozando los últimos restos del blindaje de su brazo izquierdo: un daño importante, pero no definitivo. Ha caído, pero ese ’Mech sigue siendo peligroso sea cual fuere su estado.

El Turkina que luchaba contra Ranna se volvió a incorporar, pero Ranna no le dio ninguna oportunidad de volver al combate. El disparo del láser de pulsación salió muy desviado, pero los dos rayos de los cañones de proyección de partículas perforaron el blindaje que protegía el corazón del ‘Mech y causaron una explosión como una supernova. Varios miembros saltaron por los aires al rojo y encendieron pequeñas hogueras allí donde caían. Una nube negra con pequeñas lenguas de fuego empezó a brotar del pecho del Turkina. Otra explosión tiñó la nube de trazos plateados durante un segundos, lo que indicaba la destrucción de un retrorreactor.

El Turkina replicó con fuego de sus dos láseres pesados de pulsación que llevaba montados en el brazo izquierdo. Su chorro de rayos verdes impactó en el centro y el lado derecho del torso del Masakari, pero no consiguió perforar el blindaje, hasta entonces intacto, ni detener el OmniMech.

El Shadow Cat disparó el láser de su brazo izquierdo contra el Fenris de Rangar, pero el disparo fue demasiado bajo y encendió un fuego en unos matorrales próximos, lo cual levantó una cortina de humo entre ambos ’Mechs. En cambio, los dardos rojos de los láseres de pulsación de Ragnar perforaron y destruyeron sin esfuerzo parte del blindaje de ambas piernas y de la zona central del torso del Shadow Cat, que permaneció erecto y trazó un círculo a la derecha, en un intento de presentar a Ragnar el lado en que el blindaje seguía intacto.

Para estar convencido de que va a morir aquí, Moon tiene muchas ganas de luchar, pensó Phelan asombrado, al ver que el oficial Jaguar volvía a levantar su agonizante Daishi y arremetía contra él con paso vacilante. Por suerte para Phelan, la misma colina que antes había frenado su maniobra detuvo ahora la embestida de Moon por unos segundos. Entonces, el Daishi levantó los láseres pesados de pulsación y escupió sendos chorros de energía verde contra el Gladiator.

Fragmentos de blindaje fundido del Gladiator cayeron y permanecieron en estado incandescente alrededor de sus huellas por el efecto de una tormenta de rayos de energía. El otro láser que dio en el blanco también le arrancó parte del blindaje del brazo derecho. El argénteo proyectil del rifle Gauss chocó contra la pata izquierda del Gladiator y destrozó varias placas de armadura.

Phelan mantuvo su ’Mech en movimiento y logró que siguiera erguido a pesar de los impactos que había recibido. Aunque el calor inundaba la cabina, levantó el brazo izquierdo y apuntó al Daishi. Sólo puedo disparar dos. Más vale que acierte.

Los chorros gemelos de fuego láser volvieron a perforar el pecho del Daishi. Uno de ellos destrozó el blindaje del pectoral derecho, que seguía intacto, pero el otro incidió en el orificio abierto en el centro. Unos fogonazos verdes atravesaron el humo mientras el ’Mech parecía vomitar varillas y glóbulos metálicos. El Daishi bajó la cabeza cuando toda la parte central que le servía de apoyo desapareció. El piloto quedó contemplando el suelo mientras el torbellino de fuego que había sido el motor, el giroestabilizador y el esqueleto central envolvía la carlinga. El ’Mech, desequilibrado, se inclinó a la derecha y se derrumbó entre un amasijo de miembros descoyuntados.

El Fenris de Ragnar volvió a disparar sus cuatro láseres de pulsación contra el Shadow Cat. Los rayos de energía escarlata engulleron todo el brazo izquierdo del ’Mech y desintegraron el otro láser pesado. El fuego del segundo láser también fundió parte del blindaje del pectoral izquierdo y de la pata; por último, el tercero descargó su furia y eliminó los últimos restos de blindaje del costado derecho.

No obstante, mientras Ragnar destrozaba el Shadow Cat, éste todavía pudo replicar con el láser pesado. El rayo verde impactó en el blindaje de la pata izquierda del Fenris. El disparo debería haber sido más alto, pero el brazo ya había empezado a colgar inerte, por lo que la descarga del arma resultó relativamente inofensiva. Como sí estuviese avergonzado de sí mismo, el brazo se desvaneció como lluvia de material fundido que salpicó el terreno.

El Shadow Cat, manco e incapaz de atacar al Fenris, embistió contra su torturador. El Fenris podía quedar en mal estado como resultado de una colisión, aunque a Phelan le parecía improbable que lo dejara inutilizado. Para evitar hasta la más remota posibilidad de que sucediera una cosa así, Ragnar hizo una súbita maniobra hacia la izquierda y disparó hacia el orificio abierto en el blindaje en el costado derecho del pecho del ’Mech. Una tempestad de energía roja devoró las estructuras internas y, en su avance, destruyó por completo el giroestabilizador que mantenía al ’Mech en posición erecta.

El Shadow Cat cayó desmadejado hacia adelante, y abrió una herida en la vegetación del valle. Unas columnas de humo brotaban de los orificios abiertos en los brazos y se mezclaban con el que salía del motor del Turkina, emponzoñando el aire.

Phelan se acercó con su Gladiator al lugar donde yacía el Daishi. Activó los altavoces externos al no saber con certeza si Moon seguía vivo o si podía recibir señales de radio en la carlinga. Conectó la radio a la línea del altavoz y dijo:

—Se acabó, Logan Moon. Su Núcleo estelar y el planeta son ahora míos. Ha sido derrotado en nombre de la Liga Estelar, pero ha luchado bien y por eso lo honraré al estilo de los Clanes. Los convertiré a todos en sirvientes y les permitiré recuperar su actividad como guerreros en la primera ocasión que se presente.

Con voz cansada y con evidente señales de dolor, Logan Moon contestó a través de la radio:

—Explíqueme una cosa, Kell.

—Desde luego, si conozco la respuesta.

—¿Por qué se han inventado eso de la Liga Estelar?

—¿Inventado? —Phelan hizo una breve pausa, sabedor de que los otros Jaguares prestarían mucha atención a su respuesta—. Leo Showers emprendió la invasión de la Esfera Interior para restablecer la Liga Estelar. Pues bien, logró su objetivo, pero no del modo que esperaban, pues ningún clan ha conseguido conquistar la Tierra ni se ha ganado el derecho de gobernar la Esfera Interior. A pesar de ello, la Liga Estelar ha vuelto a formarse, bajo una constitución que es prácticamente la misma que la original, y cuyos firmantes son, en su mayoría, también los mismos.

—Pero esta Liga Estelar, esta nueva Liga, es una farsa.

—¿Seguro? Si la Liga Estelar se hubiese vuelto a formar cinco años después de la usurpación perpetrada por Stefan Amaris, el ilKhan Leo Showers no podría haber justificado esta invasión, ¿quineg?

Moon titubeó unos momentos.

Neg —respondió.

—Entonces, estamos de acuerdo en que el restablecimiento de la Liga Estelar es suficiente para hacer inútil la invasión; en cambio, discutimos sobre el número de años que han transcurrido. Afirmo que no importa este número, sino el hecho mismo de su restablecimiento. Usted puede cuestionar el tiempo transcurrido, pero no puede defender uno sobre otro, de modo que yo puedo argumentarle que acepte cinco minutos o cinco siglos. Los Clanes han perdido. La invasión es un error y continuar no sólo es un crimen, sino una violación de todo lo que los Clanes consideran sagrado.

—No sé qué decir —reconoció Moon, en un tono de mayor dolor aún.

—Admita que estaba equivocado y aproveche la ocasión de hacer lo correcto —dijo Phelan, manteniendo un tono frío y tajante—. Usted y sus guerreros podrán establecer comunicación con sus hermanos de sibko para avisarles de su cambio de estado. Después nos marcharemos de este lugar y ustedes dedicarán sus habilidades a hacer lo que Nicholas Kerensky pretendía cuando creó los Clanes: defenderán la Esfera Interior de sus feroces enemigos y encontrarán en esta misión la tarea más grandiosa que pueden conocer.