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Gran Salón de Baile, Corte Real

La Triada

Ciudad Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Alianza Lirana

21 de noviembre de 3058

Aunque habitualmente odiaba la pompa que acompañaba a los asuntos de estado, la ceremonia de firma de la Constitución de la Liga Estelar le pareció a Victor adecuada e incluso agradable. En cierto modo, consideró correcto que el acto de restablecer la Liga Estelar tres siglos después de su derrumbamiento estuviera marcado por estandartes multicolores e interpretaciones del himno de la Liga Estelar por bandas de música. La guardia de honor que portaba las banderas de las naciones constituyentes iba vestida incluso con los uniformes arcaicos pero majestuosos de aquella era ya pasada.

Victor contempló a su hermana mientras se acercaba a la elevada mesa de cristal donde las ocho copias de la Constitución aguardaban su firma. Llevaba una chaqueta corta sobre un vestido largo, todo en un brocado blanco y brillante. Si le añades unas alas, parecerá un ángel. El Ángel de la Muerte.

Katherine escribió su nombre en cada documento, utilizando una pluma distinta cada vez. Debía dejar cada pluma a un lado y recoger la siguiente. Más tarde, las plumas serían entregadas a ayudantes y seguidores, con lo que se les daba un fragmento de historia para conservarlo como un tesoro. Por lo general, Victor rechazaba aquellos símbolos, pero en esta ocasión habría estado dispuesto incluso a utilizar una pluma distinta por cada letra de su nombre. Ojalá hubiera recuerdos suficientes para poder dar uno a cada guerrero que luchará por nosotros.

Cuando Katrina acabó de firmar, se dirigió al podio de cristal que estaba situado a la derecha y sonrió pese al cegador océano de luz que brillaba ante ella.

—Hoy nos hemos reunido para hacer posible el renacimiento de la empresa más grande y noble que ha creado la humanidad: la Liga Estelar. Hemos desencadenado guerras a lo largo de los siglos para conseguir este objetivo; sin embargo, la Liga Estelar renace en un espíritu de paz, no de conflicto. No importa lo larga que sea mi vida ni qué haga en el futuro: el hecho de haber proporcionado el lugar de reunión y el marco en el que se ha conseguido este gran acontecimiento será la cumbre de mi mandato. El renacimiento de la Liga Estelar se alzará como un monumento a quienes lo ratifican aquí con su firma y a aquellos para los que se ha firmado. Hoy vuelve a existir una Liga Estelar unida, y eso debe despertar temor en los corazones de nuestros enemigos.

Se apartó del podio y siguió caminando hacia la derecha para reunirse con los otros líderes que ya habían firmado la Constitución. Les estrechó las manos uno a uno: el Capiscol Marcial, Thomas Marik, Candace Liao, Theodore Kurita y el príncipe Magnusson. Con una radiante sonrisa, ocupó su lugar en el extremo de la hilera y pareció regodearse en la ovación que resonaba por todo el salón de baile.

Sun-Tzu Liao fue el siguiente en ir a firmar su copia del documento. El orden de firmas había sido decidido por suertes y Victor se consideró afortunado de ser el último. Eso significa que puedo decir lo que quiera en mi discurso final y que no tendremos que preocuparnos de que alguien se ofenda tanto que se niegue a firmar. Hasta aquel momento, todos los comentarios realizados por los firmantes habían sido positivos y alentadores aunque, en opinión de Victor, claramente banales. Sólo el Capiscol Marcial había comentado que era el primer paso en el futuro de la Esfera Interior; Focht podía permitirse riesgos, ya que era el vencedor de Tukayyid y su firma era vital en la Constitución si querían que los Clanes se lo tomaran en serio. Victor pretendía que sus comentarios subrayaran la seriedad del proyecto, aunque esto pudiese poner fin al ambiente festivo del evento.

De todos modos, mi pequeña bomba será seguramente un buen tema de interés. Victor controló su sonrisa al ver que Katrina lo estaba observando. La elección de Sun-Tzu y la amenaza que representa Morgan Kell han hecho que Katherine se sienta insegura sobre lo que está sucediendo. Bien. Espero que eso continúe durante su enfrentamiento con Sun-Tzu en los tres próximos años.

Sun-Tzu ocupó su lugar en el podio y declaró:

—He firmado la Constitución de la Liga Estelar con el mayor placer y la más profunda humildad. Antes de que esta comunidad de naciones se rompiera, nos mostró cómo ser verdaderamente humanos y civilizados. Desde la destrucción de la Liga Estelar hemos perdido todo eso y nos hemos convertido en algo inferior a lo que estábamos destinados. Su destrucción fue la nuestra y, del mismo modo, su renacimiento también es el nuestro.

»No hay palabras que puedan describir la honda gratitud que siento hacia los demás líderes de la Esfera Interior —prosiguió—, así como el orgullo que me embarga por haber sido elegido Primer Señor de la Liga Estelar. Mi mandato durará tres años y es mi intención establecer en este período de tiempo un nivel de servicio muy alto para mis sucesores. Para mí, este cargo no es ceremonial. Representa una confianza sagrada, que honraré con toda mi capacidad. La Liga Estelar estará en mejor situación al final de mi mandato que ahora y espero que suceda lo mismo con toda la humanidad.

Victor había estado esperando indicios de hipocresía o engreimiento en las palabras de Sun-Tzu. No las oyó, pero esto tampoco le sorprendió. Sun-Tzu ya aprendió a ocultar sus verdaderos sentimientos e intenciones cuando mamaba del pecho de su madre. Sin duda, es un hombre de mayor complejidad de lo que había imaginado. Tal vez Isis tenga razón: quizás el que le haya recaído esta responsabilidad dé un propósito a sus acciones. No lo sé. Sólo puedo esperar que no dificulte nuestra campaña con obstrucciones.

Victor aguardó a que Sun-Tzu ocupara su lugar en la fila junto a Katrina y caminó con paso enérgico hacia la mesa donde le esperaban los documentos. La superficie de la mesa se alzaba unos diez centímetros sobre su ombligo, pero no le importó que su altura revelase su escasa estatura. Si los que firmamos este documento somos juzgados por nuestro aspecto físico, quien haga esa clase de juicios sólo puede ser un imbécil.

Quitó la capucha de la primera pluma y escribió su título. Le encantó el roce de la punta sobre el papel y observó cómo la tinta azul adquiría un tono más claro al impregnar el papel y secarse. Utilizó otra pluma para anotar su nombre de pila y otra para su segundo nombre. Dos plumas más sirvieron para añadir su apellido. A continuación, pasó a la siguiente copia.

Observó que tanto Sun-Tzu como Theodore habían usado el conjunto de símbolos kanji para escribir sus nombres y que la firma de Katrina era poco más que un trazo sinuoso que se interrumpía allí donde había cambiado de pluma. Aunque la caligrafía de Victor no había destacado nunca por su belleza, escribió su nombre con enorme cuidado para que fuese legible, e incluso añadió una elegante rúbrica con la que subrayó su nombre.

Cuando hubo terminado de firmar el último documento, puso la capucha a la pluma y se la llevó consigo al podio. Un chorro de luz lo bañó, tan brillante que sintió las oleadas de calor que emitían todos los focos. Bajó los micrófonos para poder hablar a través de ellos y, lo que era más importante, para ver por encima. Esperó unos instantes para ordenar sus pensamientos, tragó saliva y empezó:

—Los comentarios que todos ustedes han oído hasta ahora son un justo tributo a la necesidad de restablecer la Liga Estelar y un monumento al duro trabajo que hemos realizado en sólo seis semanas. Nuestra labor se basa, por supuesto, en los cimientos puestos por los redactores de la primera Constitución de la Liga Estelar, pero ha sido difícil adaptar aquel documento para que fuese eficaz en esta época turbulenta. Todos nosotros, nuestros ayudantes y consejeros, y el resto del personal han trabajado de forma incansable para que esta Constitución sea acorde a nuestros tiempos. La firma que acaban de presenciar es una victoria para todos los hombres, mujeres y niños de la Esfera Interior y más allá.

Victor hacía cuanto podía por mirar más allá de los focos y escoger caras entre la multitud que se apiñaba detrás de los medios de comunicación.

—Del mismo modo que hemos construido sobre los cimientos puestos por otros, debemos seguir edificando una estructura sólida que nos lleve al futuro. Nadie debe sorprenderse si subrayo que la Esfera Interior ha estado acosada por enemigos externos y rivalidades internas. El restablecimiento de la Liga Estelar pone fin a las luchas intestinas que hemos padecido durante siglos. Ahora, unidos en mente y espíritu, concentraremos toda nuestra atención en los Clanes y en acabar con la amenaza que representan para todos nosotros.

»Que nadie se equivoque al respecto —prosiguió—: vencer a los Clanes no será fácil. Exigirá el esfuerzo supremo de nuestros guerreros en el campo de batalla y de todos los que les den apoyo. Debe ser un esfuerzo concertado de todos, porque, si no conseguimos hacer retroceder a los invasores, nunca podremos liberarnos del miedo que domina todo lo que hacemos ahora.

»Sé los pensamientos que cruzan ahora vuestras mentes. Muchos pensáis que está muy bien que hayamos llegado a un acuerdo, pero que esto en realidad no cambiará las cosas. Creéis que quizá podamos coordinar operaciones conjuntas contra los Clanes, pero que no habrá una unidad real. Entiendo esas dudas, pues todos hemos visto hipocresía a todos los niveles y tenemos derecho a ser escépticos. Si estuviese en el lugar de ustedes, yo también pensaría lo mismo.

»Pero no lo estoy —añadió—, y esto es debido a algo más que un accidente de nacimiento. He estado en la Conferencia de Whitting. He sido testigo de cambios de opinión y de la fusión de espíritus. En verdad estamos unidos y comprometidos para alcanzar un futuro radiante. Lograremos que se haga realidad.

Victor hizo una pausa y dejó que su sonrisa se tensara con gesto autosatisfecho.

—Con toda la razón, solicitan pruebas de estos cambios señales de que están produciéndose. Les prometo que los verán, y no es una promesa vacía. Les ofrezco una prueba, la primera de las muchas que presenciarán. Desde aquí, desde Tharkad, viajaré a Luthien por invitación del Coordinador del Condominio Draconis. Allí celebraré el Año Nuevo con mis amigos y aliados, dando la bienvenida a una nueva era para la humanidad.

Los murmullos asombrados y escandalizados se disolvieron en un océano de aplausos. Victor, con la cabeza muy erguida, mantuvo una expresión satisfecha sin dejar que pareciera triunfante. Bien, Katherine, tú reclamaste tu mérito por haber construido la rampa de lanzamiento. Ahora, yo la utilizaré para emprender el vuelo.

Levantó las manos para acallar el estruendo que se había producido.

—Hay entre ustedes quienes creían que el hecho de que un Davion pisara el suelo de Luthien era una señal del apocalipsis, el anuncio del fin del universo tal como lo conocemos. Pues bien, les aseguro que tienen razón. El antiguo universo, el que dio a luz las Guerras de Sucesión, ya no existe. Hemos elegido construir un nuevo universo para ustedes, para todos nosotros. Con su apoyo y su consentimiento, destruiremos las barreras que nos han dividido y nos lanzaremos al futuro más glorioso que pueda conocer la humanidad.