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Palacio Real, la Triada

Ciudad Tharkad, Tharkad

Distrito de Donegal, Alianza Lirana

3 de octubre de 3058

Katrina Steiner se arrellanó en su blanda silla de cuero blanco mientras jugueteaba con un cortaplumas de platino.

—Este primer día no ha ido como habíamos previsto, ¿verdad? —inquirió.

Sus dos consejeros se miraron para determinar quién sería el primero en responder. La elección se realizó del mismo modo como se había hecho en innumerables ocasiones en el pasado: Tormano Liao dejó que hablase primero la general Nondi Steiner, tía abuela de Katrina. La Arcontesa sabía que no era una cortesía de Tormano, sino más bien su deseo de ver cómo reaccionaba ella a las palabras de Nondi. Todavía me dice lo que cree que yo debería oír, siempre y cuando eso no despierte mi ira.

Nondi Steiner tenía unos cabellos canosos largos hasta los hombros, pero los llevaba recogidos en una pequeña cola para no ocultar las hombreras de su uniforme ni los galones que lucía. Katrina siempre había pensado que Nondi tenía una cara de perfil muy afilado, y la dura expresión de sus grises ojos no ayudaba a mejorar esa imagen. Si no fuese tan leal a la Casa de Steiner, seria un enemigo al que tendría que destruir.

—Es cierto que ha habido algunas sorpresas, Arcontesa, pero ninguna que causara auténticos problemas —respondió por fin Nondi, esforzándose por salir de las profundidades de su silla excesivamente blanda—. La llamada del Capiscol Marcial a reformar la Liga Estelar ha sido un poco prematura, pero en realidad ha sido muy inteligente al hacer ese anuncio al principio de la Conferencia. La batalla para decidir quién será el Primer Señor mantendrá lo bastante ocupados a los políticos para que los militares apenas tengan problemas para planificar la operación que debemos montar. Aunque Focht ha dicho que la planificación militar estaba subordinada al consenso político, sólo alguien tan estúpido como Sun-Tzu lo creería.

Katrina asintió despacio.

—¿Está de acuerdo, mandarín Liao?

Tormano Liao reequilibró su rechoncho cuerpo apoyándose en el brazo de una silla similar a la que había atrapado a Nondi. Sus almendrados ojos y su tez de color caqui revelaban sus orígenes asiáticos, pero el corte de su ropa era rigurosamente contemporáneo.

—Estoy de acuerdo con la general Steiner en que sólo un idiota creería lo que ha dicho el Capiscol Marcial. Sin embargo, no creo que mi sobrino sea un estúpido y, si ella sigue creyendo la farsa que está representando, lo lamentaremos.

—Es un bufón —sentenció Nondi, ceñuda.

—Ese bufón ha reconquistado un número importante de planetas que Hanse Davion le arrebató a la Confederación hace treinta años. Tal vez sea inmaduro, pero no es imbécil. —La expresión de sus ojos de color azul oscuro se volvió más severa al añadir—: El simple hecho de que los Liao hayan sido derrotados en el pasado no implica que no puedan vencer en el futuro. Nuestra familia ha sobrevivido todo este tiempo, al igual que los Steiner, y seguiremos viviendo; quizá conozcamos incluso días de gloria.

Katrina sonrió y golpeó con suavidad la superficie sintética del escritorio con la punta del cortaplumas.

—El mandarín Liao tiene parte de razón, tía Nondi. Los Liao pueden ser muy astutos.

—De hecho, la maniobra de Candace ha sido bastante impresionante —reconoció Nondi, sonriendo.

Katrina, irritada, aceleró el ritmo de los golpes del cortaplumas sobre la mesa. Había querido que Morgan Kell fuese expulsado de las reuniones desde el momento en que Victor le dijo que había invitado al mercenario a la conferencia. Ella no podía prohibirle la entrada, ya que había aceptado que Kell asumiera la responsabilidad del Cordón de Defensa de Arc-Royal. Oponerse a su venida e intentar meterlo en cintura habría provocado una rebelión abierta y la secesión del territorio, algo que ella no podía permitirse. Victor habría reconocido el reino de Morgan Kell de forma inmediata y le habría brindado su apoyo, con lo que le habría arrancado otra región.

Aunque le molestaba la presencia de Morgan, la había emocionado lo que él había dicho sobre sus razones para establecer el Cordón de Defensa de Arc-Royal. Los Kell habían tenido siempre una lealtad inquebrantable hacia los Steiner. Morgan era primo de Arthur Luvon, el abuelo materno de Katrina. Muchos años atrás, había emprendido fantásticas aventuras con la primera Katrina Steiner. Lo que había hecho parecía muy correcto y adecuado, y Katrina casi se sentía avergonzada de dudar de él. Quizá su negativa a ayudarme cuando le pedí auxilio el año pasado se debió a que quería proteger la Alianza Lirana de los Clanes y no quería que nada lo distrajera de esa tarea.

—En efecto, ha sido muy astuta —dijo Katrina, asintiendo despacio con la cabeza—. ¿Seguirán adelante?

—¿Queréis decir si Morgan y mi hermana se casarán? —Tormano lanzó una carcajada—. No me lo puedo imaginar. Pero, por otra parte, hacen buena pareja.

—Son dignos el uno del otro —gruñó Nondi Steiner con desprecio.

—¿Qué tiene contra mi hermana?

—Nada, aunque se ha vuelto muy orgullosa desde que abandonó la Confederación de Capela y convirtió la Comunidad de Saint Ivés en un protectorado de la Mancomunidad Federada. Allí tengo tropas desplegadas a lo largo de toda la mitad lirana de la Mancomunidad. Ese planeta, Warlock, que ella entregó a Morgan no es más que una bola de hielo.

—Lo sé. Mi familia tenía un refugio vacacional en ese planeta, y allí aprendí a esquiar. —Tormano cruzó los brazos sobre el pecho y añadió—: General, no logro entender su animosidad contra el coronel Kell, después de todo lo que ha hecho por los liranos a lo largo de los años.

—Mi enemistad con él ya es vieja. Su primo y él ayudaron a mi hermana durante una época difícil de su vida. Todo eso estuvo muy bien, pero Morgan, su hermano y Arthur Luvon acabaron por ejercer una influencia indebida sobre Katrina. —Nondi frunció sus grises cejas—. La ablandaron y le quitaron toda su energía. De no haber sido por ellos, Katrina jamás habría vendido a su propia hija a Hanse Davion. Y esto, Katrina, lo digo sabiendo que tú fuiste el fruto de aquella unión. Eso demuestra que no hay mal que por bien no venga.

—Gracias, tía Nondi.

Katrina sonrió y se esforzó para que el desprecio no se trasluciera en su voz. Le parecía un milagro que Nondi no se hubiera vuelto verde de envidia por la influencia de Morgan sobre la primera Katrina Steiner. La ira de Nondi hacia su hermana, originada porque se había sentido traicionada cuando Katrina empezó a hacer más caso a su marido que a ella, la empujó a aliarse con los enemigos políticos de Katrina al principio de su régimen. Aunque finalmente recobró el buen sentido e hizo las paces con su hermana, jamás perdonó a Morgan por el cambio que Katrina había experimentado.

—Morgan siempre quiso tener un papel protagonista en la historia —dijo Nondi—. En la Cuarta Guerra de Sucesión, dirigió sus propias operaciones contra el Condominio Draconis. Hace siete años, cuando los Clanes lanzaron su primera ofensiva, también ayudó a organizar la conferencia de Outreach. Quiere estar presente en los debates políticos porque cree que debería ser nombrado Primer Señor de la Liga Estelar.

—Un análisis interesante —opinó Katrina, asintiendo con gesto pensativo. Absolutamente enloquecido e incorrecto, pero interesante de todos modos. Eres una buena general, Nondi, pero no sirves para la política.

—En efecto, Arcontesa, es interesante, pero me parece que la general Steiner no ha acertado —dijo Tormano—. La misión de Morgan en las discusiones políticas será mantenerlas encauzadas. Me atrevo a decir que mi hermana Candace, el Capiscol Marcial e incluso el príncipe Magnusson tienen ese mismo objetivo. Todos ellos saben que no pueden ser el Primer Señor de la nueva Liga Estelar ni van a ser elegidos para ello, pero comprenden la importancia de que se realice esa elección.

—Una situación muy semejante a la suya, ¿verdad, mandarín Liao?

Katrina contempló con admiración cómo Tormano contrarrestaba el veneno de la pregunta de Nondi, sin demostrar el dolor que debía de haberle causado. Una cosa es ver frustrada la propia ambición y otra muy distinta que a uno lo mortifiquen con ello.

—Estoy de acuerdo, general, salvo en un aspecto: yo soy realista. Como el Trono Celestial de la Confederación de Capela no se encuentra entre mi trasero y el frío suelo, nunca podría ser candidato a ese puesto. Y el único modo de ocupar ese trono sería asesinar a mi hermana, mis sobrinos y mis sobrinas. Eso no va a suceder.

—En efecto, porque Kai Allard-Liao lo haría pedazos de inmediato —repuso Nondi con los ojos chispeantes.

—Es un motivo más para que me sienta satisfecho aconsejando a la Arcontesa —replicó Tormano, irguiendo la cabeza—. Tal vez me considere usted un mutante, pero no tengo la inclinación de los Liao a derramar la sangre de sus parientes.

Katrina dejó caer el cortaplumas sobre la mesa con un ruido seco para poner fin a la discusión.

—Prefiero volver a una línea de análisis más provechosa —dijo—. Supongamos que esta conferencia sirviera para constituir una nueva Liga Estelar. ¿Cuáles deberían ser nuestros objetivos?

—Debemos asegurarnos de que no se utilice a nuestras tropas como fuerza principal de esta operación militar —respondió Nondi, con expresión más severa—. No podemos permitirnos que la mayor proporción de sangre vertida sea la nuestra. Si nuestro ejército quedase debilitado cuando todo hubiese acabado, Victor se volvería contra nosotros y nos devoraría.

—Bien dicho, y vale la pena que lo recordemos —aprobó Katrina, sonriendo—. Supongo que te encargarás de esos detalles en las sesiones de planificación y que me mantendrás informada de todo lo que suceda en ellas.

—Por supuesto, Arcontesa. Sharon Byran será nuestro representante en esas reuniones y será informada de vuestros deseos. —La voz de Nondi sonó un poco trémula al añadir—. ¿No era esta respuesta la que esperabais?

—¡Oh, sí! Era exactamente lo que esperaba que dijeras; por eso eres mi consejera militar. —Katrina se volvió a Tormano y le preguntó—: Si la votación se celebrase mañana, ¿quién sería el nuevo Primer Señor?

Tormano frunció el entrecejo y reflexionó unos instantes.

—Yo pondría como número uno de la lista a vos o a Victor, seguidos de Thomas Marik. Si suponemos que se definiera una especie de liderazgo rotatorio, parecería adecuado nombraros Primer Señor a vos, porque sois la anfitriona de este histórico encuentro.

—¿Por qué es Victor candidato?

—Eso, Arcontesa, debería ser obvio —replicó Tormano, lanzándole una mirada de reprobación—. Victor encabezó la coalición que combatió en Coventry y elaboró un plan que evitó el derramamiento de sangre. Por mucho que protesten Sun-Tzu y otros, una victoria incruenta ha sido mucho más presentable ante la opinión pública de la Liga de Mundos Libres y de la Confederación de Capela que intentar explicar por qué murieron tropas en la defensa de un planeta lirano. Está claro que el Capiscol Marcial está preparando a Victor para que se ponga al frente de la fuerza aliada contra los Clanes y, si se pretende utilizar el resurgimiento de la Liga Estelar como un arma contra los Clanes, ¿quién mejor para dirigir las nuevas Fuerzas de Defensa que el nuevo Primer Señor?

—Victor tendrá que pasar por encima de mi cadáver —exclamó Nondi, dando un puñetazo sobre el brazo de la silla.

—¿Por qué dices eso, tía Nondi? —inquirió Katrina, frunciendo el entrecejo.

—Porque… porque Victor no es… el adecuado.

La Arcontesa recogió el cortaplumas y volvió a juguetear con él.

—No intentarás decir que Victor no es un guerrero experto, ¿verdad?

—Por supuesto que no. Es muy bueno en lo que hace, pero sólo tiene unos años de experiencia, cuando debería tener décadas. Disponemos de personas más veteranas: Morgan Hasek-Davion, Theodore Kurita, Narimasa Asano, Sharon Byran… Hay muchas personas que podrían y deberían dirigir esa fuerza militar antes que Victor.

—Pero olvidas dos detalles importantes, tía Nondi. El primero es que Victor tiene tanta experiencia como el que más en combatir contra los Clanes. Y el segundo —Katrina sonrió con cautela—, si Victor encabeza la fuerza militar, tendrá que irse con ella. Mi hermano dirigirá las tropas y, sin duda, combatirá en las batallas. Tú misma has resaltado que es una amenaza para nuestro reino. ¿Por qué habríamos de negarle la posibilidad de que lo maten?

—¿Por qué darle la oportunidad de regresar a la Esfera Interior como el hombre que ha derrotado a los Clanes? —replicó Nondi, entornando los ojos hasta casi cerrarlos.

—Porque el tiempo que necesitará para conseguirlo (y, por lo que sabemos, podría tardar décadas) nos permitirá definir su papel cuando regrese. Si se va, no podrá gobernar la Mancomunidad Federada. ¿A quién pondrá en su lugar?

—A menos que reaparezca su hermano Peter, o que Morgan Hasek-Davion no se vaya con el ejército aliado, supongo que dejaría como regente a Yvonne. —Tormano titubeó por unos instantes y luego asintió con la cabeza—. Yvonne, sin ninguna duda. Aunque vuestro hermano Arthur sea dos años mayor que ella, sus estudios indican que no es el mejor aspirante a ese puesto.

Katrina hizo un saludo a Tormano con el cortaplumas y dijo:

—Son las palabras más amables que he oído nunca para decir que Arthur se guía más por el corazón que por el cerebro, lo cual, por desgracia, es cierto. Yvonne no representa ninguna amenaza para la Alianza Lirana. Eso quiere decir que, mientras Victor se dedica a destruir la mayor amenaza para este reino, y tal vez incluso consiga que acaben con él, nosotros podremos construir nuestro propio futuro.

—Olvidáis que los Halcones de Jade están estacionados en nuestra frontera —gruñó Nondi—. Si Victor los ataca, ellos pueden atacarnos a nosotros y obligarlo a realizar la clase de guerra defensiva que él quiere rehuir.

—No tengo ningún temor a un ataque de los Halcones de Jade.

—¿Ah, no? —se extrañó Nondi.

Tormano carraspeó con suavidad y dijo:

—Lo que la Arcontesa quiere decir es lo siguiente, general: lo más probable es que la guerra contra los Clanes se inicie desde el espacio lirano y contra los Halcones de Jade. Si no se hiciera así, los Halcones de Jade tienen una mentalidad tan conservadora que, sin duda, acudirían en defensa de sus planetas natales. En cualquier caso, no constituyen una seria amenaza sustancial y la posibilidad de que nos ataquen es mínima.

Katrina hizo otro fugaz saludo a Tormano con el cortaplumas. Nondi no está al corriente de mi alianza con los Lobos encabezados por Vlad Ward. Sus fuerzas mantendrán alejados a los Halcones de mi reino, o entre ambos podremos triturarlos. Nondi se pondría como una furia si conociera este acuerdo, por lo que me alegro de que Tormano haya intervenido para desviar su atención de mí. Tormano me resulta útil y, una vez más, ha demostrado que los Liao son muy listos.

—Amigos, creo entender lo que tenemos que hacer para llegar a la situación que deseamos, es decir, mi elección como Primer Señor. En primer lugar, tengo que hablar con mis iguales y atraerlos a mi propuesta sobre quién debería ser Primer Señor. También hablaré con Morgan Kell para suavizar nuestras diferencias.

—Será una pérdida de tiempo, Katrina.

—Tal vez, tía, pero se tratará de mi tiempo.

—Escucha, pequeña —dijo la anciana en tono familiar—, eres muy capaz de seducir a tus enemigos, pero no a Morgan Kell.

¿Quién crees que soy, Nondi? ¿Una estúpida como Isis Marik? He aprendido a hacer que la gente baile a mi son después de observar mucho a mi madre. Theodore Kurita puede ordenar a cualquiera de sus vasallos que se suicide, pero a mi madre le bastaba suspirar y guiñar un ojo para convencer a masas enteras de que se mataran, y lo habrían hecho creyendo que aquel acto daba sentido a sus vidas. No, los sentimientos de Morgan Kell por la dinastía Steiner lo hacen vulnerable a mis argucias.

—Te agradezco tu aviso, tía Nondi —repuso—. Actuaré con precaución. —Se volvió hacia Tormano y añadió—: Quiero que examine los archivos de todos los delegados. Quiero que se satisfagan y registren todas sus necesidades. No quiero información para realizar chantajes, aunque, si se obtiene, la aceptaré. Quiero que todos sepan que me encargaré de que disfruten de las distracciones que deseen. Quiero despertar en ellos un sentimiento de gratitud tal que, cuando alguien decida honrarme presentándome como candidata al título de Primer Señor de la Liga Estelar, todos los demás piensen que merezco semejante honor.

—Entiendo lo que queréis, Arcontesa, y lo cumpliré —contestó Tormano, inclinando la cabeza—. No obstante, creo que encontraréis un duro rival en vuestro hermano.

—Sin duda. Por eso te he dado estas órdenes, y a Nondi las suyas. —Katrina dejó el cortaplumas sobre la mesa con cuidado y concluyó—: He manejado a Victor toda mi vida. Yo misma supervisaré su caída.