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Corte Real, la Tríada
Ciudad Tharkad, Tharkad
Distrito de Donegal, Alianza Lirana
14 de noviembre de 3058
A Victor Davion le pareció un tanto desconcertante que el Capiscol Marcial no hubiese llegado todavía de la sesión de revisión del ataque contra los Jaguares de Humo. Todos los miembros del comité de planificación estratégica habían sido llamados en diversas ocasiones para atender asuntos oficiales, pero Victor creía que dar por terminado el plan de ataque tendría prioridad absoluta. Me cuesta imaginar qué es lo que les puede parecer más importante que esto.
Victor se levantó mientras un mapa de la frontera entre el Condominio y los Jaguares de Humo aparecía en el centro de la sala.
—Esta es nuestra última oportunidad de revisar el plan y asegurarnos de que todo está decidido antes de enviarlo a la sesión política para su ratificación —anunció—. Si alguien tiene alguna objeción, que la haga aquí y ahora porque después no tendremos más ocasiones para realizar correcciones. ¿Está claro?
Los demás jefes militares presentes en la sala hicieron gestos de asentimiento.
—Bien. También quiero darles las gracias a todos ustedes a sus equipos por haber trabajado tan duro y tan bien. La Esfera Interior no ha tenido que planear una ofensiva que requiera este grado de cooperación desde que Aleksandr Kerensky se puso al frente de las Fuerzas de Defensa de la Liga Estelar para derrocar a Stefan Amaris en la Tierra. Esta operación tiene que funcionar, y funcionará, pero sólo gracias al esfuerzo que hemos realizado todos… y al que realizarán nuestros pueblos en el campo de batalla.
Salió de detrás de su mesa y se dirigió hacia el holograma que flotaba en el aire.
—Como hemos decidido, nuestra operación constará de cinco fases de ataques. La primera oleada se lanzará con todas las unidades con distintivos de las Fuerzas de Defensa y del Condominio. Los blancos iniciales son cinco planetas ocupados por los Jaguares: Hyner, Port Arthur, Asgard, Tazared y Kiamba. Unas unidades adicionales se dirigirán hacia planetas dominados por los Gatos Nova y los ocuparán para preparar la segunda oleada. ¿Sí, primer coronel Wu, cuál es su pregunta?
Wu Kang Kuo señaló el mapa.
—¿Qué garantías tenemos de que las tropas que se desplacen a los planetas de los Gatos Nova no encontrarán resistencia y serán destruidas? —preguntó.
—Nuestro gobierno sigue manteniendo conversaciones con los Gatos Nova —respondió Hohiro, incorporándose—, pero ellos ya han realizado desafíos preventivos de batalla que nos dan una idea clara del número y la calidad de las tropas defensoras que utilizarán para impedirnos la captura de esos planetas. En ningún caso encontraremos oposición.
—Pero ¿tendremos que combatir? —insistió Wu.
—Digamos que sí —intervino Phelan—. En el pasado, cuando unos Khanes negociaban un intercambio de tecnología o de planetas, se realizaba un desafío preventivo de la batalla. El resultado era un combate más bien ceremonial: no era una farsa, pero su resultado era bastante previsible. Se considera una manera de preservar el honor y respetar la tradición, al tiempo que se evita combatir por causas que en realidad tienen poca importancia.
—¿Y si deciden traicionarnos? —inquirió la mariscal Byran.
—Antes de la caída del planeta, sabremos si están respetando su desafío preventivo o no —respondió Phelan sonriendo—. Entonces podremos optar entre lanzarnos al combate o pedir refuerzos.
—¿Y si deciden tendernos una emboscada? —intervino rápidamente Morgan Hasek-Davion, en previsión de la inmediata réplica de la mariscal Byran a Phelan—. ¿Y si nos engañan y caemos en sus manos?
—No puedo garantizar que los Gatos Nova no nos traicionarán —contestó Phelan—. No obstante, la verdad es que, si quisieran cometer esa traición, sería un acto totalmente atípico en ellos. Antes creeré que podríamos designar hospitales, iglesias, escuelas y orfanatos como blancos militares, que los Gatos Nova vayan a atacarnos a traición.
»Los motivos hay que buscarlos específicamente en su esencia como unidades de los Clanes —prosiguió—. Si nos tendieran esa clase de emboscada, desplegando más tropas de las que han envidado en su desafío, se convertirían en dezgra, es decir, sería una deshonra para ellos. Una traición de la magnitud que estamos discutiendo desencadenaría sanciones contra ellos y la posibilidad de su absorción por otro clan. Los Gatos Nova no son lo bastante fuertes para resistir una asimilación, por lo que semejante acción sería muy contraproducente.
—¿Acaso establecer una alianza con la Esfera Interior no los convertirá también en dezgra? —preguntó Wu.
—En realidad no se trata de una alianza, porque asumiremos el control de los planetas mediante una conquista. En ese sentido no perderán su honor, por lo que no serán dezgra. Esto está muy bien, porque la posibilidad del deshonor es una de las cosas que desataría una reacción negativa por su parte. Todo lo que nos pidan que hagamos para ocupar estos mundos, debemos hacerlo de forma honrada o los Gatos Nova podrían volverse contra nosotros. Sea como sea nuestra ocupación de esos planetas, los Gatos Nova no serán muy queridos por el resto de los Clanes a causa de la forma como transcurrirá la campaña. La razón de todo esto sólo puede ser que alguien muy respetado entre ellos ha tenido unas visiones que los empujan a hacerlo; es la única explicación lógica de sus actos.
—¿Confías en ellos? —inquirió Morgan.
El Khan del clan de los Lobos asintió con la cabeza.
—Le cedo con gusto la dirección de mis tropas en el ataque contra sus planetas si lo desea, aunque preferiríamos enfrentarnos a los Jaguares.
—¿Alguna otra pregunta? —dijo Victor, mirando alrededor. Al ver que nadie decía nada, hizo una indicación con la cabeza a Doc Trevena, y la imagen holográfica cambió—. La segunda fase de la ofensiva representa un salto en el avance, ya que se elude la siguiente línea lógica de planetas y en su jugar se atacan los mundos situados más allá del frente. Debemos atacar planetas que los Jaguares hayan dejado indefensos o con guarniciones de segunda línea, mientras sus Constelaciones de primera línea están destinadas a nuestros siguientes blancos lógicos. Tendremos nuestras bases de tránsito en algunos planetas de los Gatos Nova, así como en las regiones estelares de Wolcott y Brocchi; por consiguiente, tendremos apoyos para atacar más lejos de lo que ellos esperan.
Victor hizo otra señal y la imagen volvió a cambiar.
—La tercera fase —continuó— será un ataque aun más profundo en la zona de ocupación y utilizaremos nuestras tropas de reserva para atacar los planetas que habíamos eludido en la fase anterior. ¿Cuál es su pregunta, sir Paul Masters?
El jefe de los Caballeros de la Esfera Interior señaló el mapa y preguntó:
—Entiendo que, con esta doctrina de la guerra basada en la entropía, nuestro plan obligará a los Clanes a desplazarse, y sin duda aplaudo la idea. No obstante, todavía no veo claro cómo los obligaremos a que se dirijan al lugar que queremos. Si yo fuera un jefe militar de los Jaguares de Humo, recurriría a la estrategia que utilizó Escipión el Africano contra Aníbal y lanzaría un ataque al corazón de la Esfera Interior. Eso nos obligaría a reaccionar y frenaría nuestro avance.
—Estoy de acuerdo. Por eso, nuestra reserva estratégica estará preparada para acudir donde aterricen ellos y atacarlos. Interrumpiremos sus líneas de suministros, y el Condominio ha aumentado sus esfuerzos para modernizar sus defensas y para que los planetas que puedan conquistar sean muy difíciles de ser ocupados de nuevo. Recuerde que esta vez los Clanes no contarán con la colaboración de ComStar para administrar sus planetas, por lo que tendrán problemas para conservar los que conquisten.
—El Condominio es consciente de la carga que podría caer sobre nuestro pueblo si esta estrategia se empleara contra nosotros —dijo Hohiro—. Confiamos en que no será así, por supuesto, pero será el deber de todo ciudadano resistir y aguantar. Lo saben y lo aceptarán, por el bien del Condominio y de la Esfera Interior.
—Puede que tengan que aguantar más de lo que esperábamos —resonó la voz grave y solemne del Capiscol Marcial, que entraba en la sala en aquellos momentos—. Perdónenme por llegar tarde, pero me ha retenido un asunto de gran importancia.
Se ajustó el parche sobre el ojo derecho mientras se dirigía a la mesa de la Mancomunidad Federada y entregó un holodisco a Doc Trevena.
—Por favor, abra el archivo XR1 —dijo.
—¿Qué es esto? —preguntó Victor.
—Nuestra salvación o nuestra condena, depende de nuestra reacción al respecto —contestó el Capiscol Marcial, y señaló el nuevo mapa que apareció en el centro de la sala—. Damas y caballeros, aquí tienen la Ruta del Éxodo.
Victor miró el mapa; reconoció en la parte inferior el límite de la Esfera Interior, donde los Clanes habían conquistado un área semejante a una cuña. Desde ella, un rosario de estrellas doradas se elevaba como un rayo hacia el techo de la sala. Conducía a una estrella lejana que brillaba con fuerza.
El Príncipe de la Mancomunidad Federada parpadeó, perplejo. Vienen de muy lejos y son muy distintos de nosotros en sus costumbres y cultura. Para salvarse de la destrucción, han generado sus propias tradiciones y mitos, se inspiraron para sus nombres en animales de los planetas que conquistaron, y para su simbolismo en las estrellas en las que confiaban para sobrevivir. Se transformaron en guerreros por excelencia. Ahora tenemos una ruta a uno de los planetas que les dio la vida.
Anastasius Focht, con las manos a la espalda, contempló el mapa estelar y prosiguió:
—Tengo a varias personas trabajando para relacionar estas estrellas con las localizadas por nuestros astrónomos, a fin poder determinar la verdadera ubicación de las estaciones de tránsito y encontrar el lugar de destino final. Éste es un mapa aproximado de la ruta que conduce a Huntress, planeta natal de los Jaguares de Humo. Ésta es la fuente de su poder y nuestro objetivo final.
—Bien —declaró Sharon Byran, golpeando la mesa con el puño—. Olvidemos todas estas menudencias y vayamos directamente por ese planeta Huntress.
—Imposible —replicó Victor—. Aquí hay muchas cosas que desconocemos. No sabemos cuál es la fiabilidad de la información.
—La considero fiable en un noventa y nueve por ciento —afirmó Focht—. Si hay algún error, espero que sea involuntario y fácil de enmendar. Tal vez algunos de ustedes ya sepan que ComStar empezó hace algún tiempo un proceso de infiltración en los Clanes. El resultado de esta operación es la entrega de esta información. Además de la Ruta del Éxodo, también he actualizado los archivos de la disposición de las tropas de los Jaguares de Humo en la Esfera Interior, incluyendo tablas de organización y equipamiento, inventario de suministros y otros datos. Nos han entregado los Jaguares de Humo en una bandeja de plata.
—¿Es uno de sus hombres el que nos ha traído esta información, o es otra persona? —inquirió Victor, cruzando los brazos sobre el pecho.
—Quien nos ha entregado los datos es un hombre de los Clanes, convencido por uno de nuestros agentes.
—¿Por qué ha traicionado a su clan?
—Está muy trillada la expresión de que todo el mundo tiene un precio, pero la verdad es que este guerrero había ascendido en la jerarquía de su clan todo lo que había podido. Tenía treinta años y no tardaría en comenzar su decadencia en el mundo de los Clanes. —Focht suspiró y añadió—: Llegó a la conclusión de que los jefes de los Jaguares de Humo estaban equivocados en muchos aspectos y habían traicionado el verdadero propósito de Nicholas Kerensky, el fundador de los Clanes. Cree que el mal que representan los Jaguares de Humo debe ser destruido.
—Ese hombre es a los Jaguares de Humo lo que la Palabra de Blake es a ComStar —comentó Victor con una mueca de disgusto.
—Es una analogía desafortunada, pero aceptable.
—¿Cuál ha sido el precio del traidor? —preguntó Wu Kang Kuo.
—Ha pedido que le den un puesto de mando para poder conducir guerreros a la batalla. Le he ofrecido el mando de mi unidad de protección personal.
—Eso no es posible —repuso la mariscal Byran, contrariada—. Si vamos a recorrer esa ruta para destruir a los Jaguares de Humo, no puede haber entre nosotros alguien que pueda cambiar de opinión y traicionarnos. Ese ataque tiene que llegar como una sorpresa total.
—No pedí su consejo antes de hacer mi oferta a Trent —dijo fríamente el Capiscol Marcial—, ni lamento mi decisión. He hecho la oferta y ha sido aceptada. Era la condición para conseguir esta información.
Victor lanzó una mirada irritada a Byran y les espetó:
—Y quítese de la cabeza que vamos a lanzar un ataque fulminante a larga distancia contra los Jaguares de Humo. Tenemos nuestra estrategia y nos ceñiremos a ella. Es útil saber dónde está su guarida y nos proporciona un objetivo, pero atacar Huntress no es la tarea que vamos a realizar. Nada de incursiones.
—Estáis equivocado, Victor —intervino Morgan Hasek-Davion, poniéndose en pie.
—¿Qué?
—Os equivocáis con lo de la incursión. —Morgan señaló el holograma—. Nuestra planificación no cambiará porque ahora disponemos de esta información, y las misiones que hemos diseñado tienen que realizarse, pero en todo este asunto siempre ha habido una cuestión que me preocupaba. Está relacionado con la guerra basada en la entropía y la presentación que hizo el doctor Pondsmith el primer día. Entre otras cosas, comentó que tenemos que causar una «conmoción» en el bando enemigo antes de su derrumbamiento.
—Los vamos a conmocionar. Vamos a atacarlos muy fuerte, con Equipos Regimentales de Combate completos. —Victor intentó que no se trasluciera en su voz la sensación de haber sido traicionado, pero no lo consiguió por completo—. Los atacaremos con muchísima dureza.
—Pero ¿será suficiente? —Morgan se inclinó hacia adelante y se apoyó en la mesa—. Cuando se analiza el arte militar de los Clanes en su nivel más fundamental, la doctrina subyacente siempre es la de minimizar las pérdidas.
Sharon Byran soltó una carcajada.
—¡Vaya disparate! ¿Cómo puedes decir eso?
—Puedo decirlo porque he estudiado el tema que estamos tratando, gracias. Mediante el procedimiento de las pujas, los Clanes limitan las pérdidas. Sólo comprometen las tropas que desean. Actúan según unas reglas que funcionan muy bien cuando el adversario se somete también a ellas, pero esas mismas reglas aíslan a los Clanes del verdadero horror de la guerra. No quiero decir con esto que no sean crueles e implacables, sino que han encontrado una manera de dividir la consiguiente tragedia en distintas categorías.
—Sí, exacto —dijo Victor—. Por eso vamos a llevar la guerra a su territorio y ponerlos a la defensiva.
—De acuerdo, Victor. Pero, si actuamos según sus reglas, lo único que haremos es legitimarlas. Los animaremos a considerar la guerra como un juego o una competición. Tal vez ganemos una ronda, pero ellos siempre estarán listos para la siguiente.
—Creía, mariscal Hasek-Davion, que ésa era la razón por la que planificamos la eliminación de un clan entero —intervino Focht, entornando su único ojo.
—Cierto, Capiscol Marcial, pero no creo que hayamos reflexionado lo suficiente sobre lo que significa la palabra «eliminación». La alusión de Paul Masters a Aníbal y las guerras púnicas me ha hecho tomar plena conciencia de ello. Creo que lo que necesitamos es un ataque a Huntress para arrasarlo, del mismo modo que Escipión el Africano arrasó Cartago. Debemos recordar a los Clanes el salvajismo de la guerra para que sepan que no la consideramos un juego.
Morgan inclinó la cabeza con gesto cansado por unos instantes; luego levantó la mirada de nuevo.
—Debo admitir que, en los últimos treinta años, he visto muchas guerras y he odiado cada minuto de ellas, pero hay ocasiones en que desencadenar una destrucción total es la única forma de convencer al enemigo de que uno no va a dejarse matar. Creo que los Clanes necesitan esa clase de lección, y un ataque a Huntress es la oportunidad perfecta para enseñársela.
Phelan Kell mostró su acuerdo con un asentimiento de cabeza.
—Hasta que usted lo ha expuesto de esta forma, Morgan, no había reflexionado de verdad sobre los aspectos relativos a zonas de seguridad de la doctrina de la guerra de los Clanes. Incluso cuando un clan es absorbido, su identidad se conserva gracias al programa reproductivo. Natasha Kerensky llevaba en sus venas parte de la sangre de los Hacedores de Viudas, un clan que los Lobos absorbieron hace mucho tiempo.
—Excelente, Phelan, pero ¿qué dices del otro asunto planteado por Morgan? —inquirió Victor con expresión muy contrariada—. ¿Será necesario arrasar Huntress para conmocionar a los Jaguares de Humo?
Phelan, incómodo, se encogió de hombros.
—Considero acertado que nuestro ataque sea impactante y precipite su desplome, pero será planeta por planeta, no a nivel de todo el clan. Sé que la única vez que un clan fue exterminado, como he comentado antes, dio como resultado que aun ahora los Clanes se niegan a decir su nombre. Sé que el motivo oficial es por la ofensa que desencadenó la campaña contra ellos. También creo que es por la terrible barbarie que supuso. El clan sin nombre fue masacrado por completo: hombres, mujeres y niños. No creo que nadie guardase recuerdos agradables de aquella guerra.
—Ni deberían tenerlos —intervino Paul Masters, poniéndose en pie de un respingo—. Me parece increíble que ustedes consideren siquiera la matanza de inocentes.
—No creo que eso sea necesario, sir Paul —señaló Morgan—. Lo que creo que debemos hacer es arrasar los aspectos militares de Huntress. Podemos convertirlo en un mundo agrario capaz de abastecer a sus habitantes, pero eliminando todo rastro de la casta de guerreros. Destruiremos sus bases, sustituyéndolas por grandes cráteres humeantes en la superficie del planeta. Los únicos recuerdos visibles de la guerra serán las ruinas ennegrecidas de las instalaciones militares.
—¿Y los prisioneros militares? ¿Y los heridos?
—Si repudian la casta de guerreros, vivirán —contestó Morgan con gesto impasible—. De lo contrario, los juzgaremos por crímenes contra la humanidad y serán ejecutados.
Masters palideció.
—¿Cómo puede decir algo así?
—Puedo decirlo porque es lo que debe hacerse —replicó Morgan—. ¿Qué creían ustedes que tendríamos que hacer cuando acordamos la eliminación de un clan, y convencimos a nuestros líderes para que lo aprobasen? ¿Acaso esperaban una ley de los Clanes que cambiase el nombre de los Jaguares de Humo por otro, para absolverlos de toda responsabilidad por lo que han hecho? ¿Ya han olvidado lo que hicieron con Edo en Turtle Bay? ¿Han olvidado la batalla de Luthien? ¿Han olvidado a todos los hombres y mujeres que han muerto en toda la Esfera Interior a causa de los Clanes?
—El ojo por ojo es una doctrina maligna —dijo Masters, meneando la cabeza.
—No estoy hablando de revancha, sino de disuasión —repuso Morgan, peinándose sus largos cabellos con los dedos—. Queremos que termine la invasión. Tenemos que demostrar a los Clanes que podemos luchar de forma más eficaz y mejor que ellos. Tenemos que dejarlos aturdidos; por eso vamos a eliminar un clan. Ahora tenemos los medios para hacerlo, mediante la ofensiva que hemos planificado y el ataque a Huntress. Entre ambas acciones destruiremos un clan y dejaremos las cosas claras a los demás.
Victor levantó una mano para contener la réplica de Paul Masters.
—Aun si admitimos que lo que dices puede ser cierto, ¿dónde encontraremos las tropas que tendremos que enviar?
—Tenéis que ponerme al mando de una fuerza de reserva estratégica que incluirá algunas de las unidades de elite de la Esfera Interior. Propongo que la mitad de estas unidades parta hacia Huntress. No podremos seguir esta ruta con exactitud, pero estoy seguro de que los expertos del Capiscol Marcial podrán usar la información que han reunido el Cuerpo Expedicionario y otras misiones de exploración para encontrar una ruta alternativa. Dado que nuestras unidades de reserva tendrán sus bases en el Condominio, podemos utilizar su monopolio de los medios de comunicación para seguir produciendo noticias distorsionadas que convenzan a los Clanes de que seguimos allí, esperando para entrar en acción, cuando en realidad estamos dirigiéndonos a Huntress.
—¿Qué unidades utilizaría? —preguntó Focht, mirando a Morgan con recelo.
—Mi unidad, el Primero de Ulanos de Kathil; también la Caballería Ligera de Eridani, los Montañeses de Northwind, algunos de sus ComGuardias, si puede prestarme algunos y preferiblemente la unidad de Invasores, el Undécimo de Guardias Liranos de la mariscal Byran, la Segunda Espada de Luz, uno de los regimientos de la Caballería Blindada de McCarron y el Segundo de Lanceros de Saint Ivés. —Morgan sonrió a Kai Allard-Liao y añadió—: Me encantaría tenerte a mi lado, Kai, pero el Primero de Lanceros tiene que ser muy visible para atraer la atención de los Jaguares.
—Lo entiendo —dijo Kai—. Si yo no estuviera con Victor, los Clanes podrían sospechar del engaño.
—También me gustaría contar con los Caballeros de la Esfera Interior —indicó Morgan a Paul Masters.
—¿Por qué? No somos partidarios de las matanzas generalizadas.
—Tal vez la fuerza expedicionaria necesite de la voz de la conciencia. Hay un límite que no quiero traspasar, y me será muy útil tenerlos allí para recordármelo.
—Puedo consentir esa misión.
—Se lo agradecería. —Morgan se volvió hacia Phelan—. Te pediría que trajeras a tu pueblo, pero creo que esta fuerza expedicionaria tiene que estar compuesta exclusivamente por unidades de la Esfera Interior. No temo que me traiciones, pero…
—Lo entiendo —contestó Phelan con una hosca sonrisa—. También serviremos como pararrayos de los Jaguares de Humo, por lo que nuestra permanencia aquí los mantendrá concentrados en la Esfera Interior.
—Puede contar con cualquiera de mis unidades, mariscal Hasek-Davion —intervino Haakon Magnusson.
—Gracias, príncipe Haakon, pero prefiero que sus tropas estén disponibles para liberar los planetas de su nación. Hacer retroceder a los Clanes por el área de la línea de tregua es una tarea tan importante que no me atrevo a debilitar sus fuerzas. Si puede prescindir de algunos consejeros para que colaboren con mi equipo, agradeceré esta contribución.
Victor se frotó la cara. No podía creer lo que estaba oyendo. Toda nuestra cuidadosa planificación ha quedado reducida a cenizas por la información de un traidor a los Clanes. Algunas de las mejores unidades de la Esfera Interior van a ser enviadas lejos de aquí, en un ataque enloquecido que puede tener éxito o no. Si lo tiene, podría reducir nuestra campaña a la mitad. Si no, una parte importante de la flor y nata de los guerreros de la Esfera Interior puede desaparecer a cientos de años luz de sus hogares. Nunca sabremos lo que les sucedió, ni tendremos ningún registro de lo que hicieron ni de cómo murieron.
—Morgan, tú sabes que esta idea de una incursión tan profunda es una locura —dijo a Morgan.
—No más que el plan que pensasteis para atacar a los Clanes en Twycross hace ocho años.
Victor sintió un escalofrío. De no haber sido por el heroísmo de Kai, en Twycross habríamos muerto muchos.
—No tendrás a Kai a tu lado si las cosas se ponen feas.
—Si, como dices, las cosas se ponen feas, más me vale esperar que Kai y vos lleguéis desde este lado de la Ruta del Éxodo. —La expresión de Morgan se suavizó, pero una cierta fatiga le tensaba los párpados—. Es una misión que podemos llevar a cabo con los medios de que disponemos, y los beneficios son muy superiores a los riesgos que conlleva. Tenemos que hacerlo, así que lo haremos.
Victor miró alrededor y vio gestos respetuosos de asentimiento. Entornó los ojos, pero tuvo que asentir con los demás.
—En tal caso, si tenemos que hacerlo, vamos a asegurarnos de que lo hacemos bien —dijo, arremangándose—. Tenemos veinticuatro horas para preparar todos los detalles antes de presentar el proyecto a la sesión política. Esperemos que sorprenda a los Clanes tanto como nos ha sorprendido a nosotros.
Victor inspiró hondo y, en un tono más sereno, añadió:
—Hemos de hacer todo lo posible para asegurarnos de que la Ruta del Éxodo no se convierta en un camino sin retorno al infierno.