Día 18

 

 

 

ENTERRARON A mis padres en el panteón familiar. Ahora tiene tres inquilinos. El tío Alex me lo ha comunicado vía email ayer por la tarde. Se conoce que está tan ocupado que no pudo darme la noticia por teléfono. Su mujer, Marie, todavía no me ha llamado. Ni ella ni nadie. Sé que les dieron sepultura a los pocos días de lo ocurrido, sé —porque duele cada vez que lo pienso— que no me permitieron ir al entierro, sé —porque lo oí comentar a un par de oficiales— que acudió mucha gente y que había una corona que decía: «Tus adorados hijos os echarán de menos». Metafórico o no, el que haya elegido las palabras no tuvo en cuenta que un hijo está muerto y la otra prisionera. Ha sido un detalle, sin embargo. El único que tuvieron conmigo aunque metieran la pata.

Mi compañero Wilson decidió que lleva demasiado en silencio y he tenido una crisis horrible. Estoy tirada en el sueño del cuarto de baño; hay una mancha en el techo que me recuerda la cara de un mapache. O será la de Jesús. Supongo que cada uno ve lo que necesita para sentirse mejor.

Sí. Es un mapache.

Llevo desde las cinco de la mañana aquí. Hace un par de horas que ha salido el sol.

Creo que debería de llamar al Agente Scotland, para ti, reclusa.