Día 13
HE INTENTANDO hacer la compra esta mañana. El proceso ha resultado ser muy interesante: he creado una lista que he enviado al email de una señora que se llama Rose Marie R. S., ella ha contestado diciendo que tenía que rehacerla pues contenía productos que no podía comprar, así que obedecí añadiendo al listado todo lo que tengo vetado, y entonces ha venido un agente a verme.
El oficial resultó ser mi agente asignado, el mismo que no vino antes porque aún no me habían asignado ninguno. Me dijo que debo llamarle: Agente Scotland, para ti, reclusa, y que habría venido de todos modos —sin necesidad de que intentara comprar nada extraño— porque hoy tocaba la revisión médica. Sí, el Síndrome de Wilson por fin me sirve para algo; tras trece días de encierro finalmente he tomado el aire aunque fuera al entrar y salir del coche patrulla. No me ha dejado bajar la ventanilla.
Cuarenta y cinco. Han sido las veces que él ha puesto los ojos en blanco y apretado la mandíbula al mirar por el retrovisor. Intenté sacar conversación, así que le pedí ir al supermercado. Ni se ha reído. Cuando llegué a casa tenía un paquete frente a la puerta, y ha sido, con diferencia, el momento más emocionante de mi vida en las últimas semanas: el Agente Scotland, para ti, reclusa ha sacado su arma y se ha puesto frente a mí, medio agachado, como si estuviera a punto de llevar a cabo la redada del año; caminó despacio, indicando sin girarse que no me moviera, se acercó al paquete, le pegó una patada, el bulto se movió un poco, él se puso tenso, y entonces la bolsa de papel se tumbó y llenó la alfombra de la entrada con caca de perro. Los críos del vecino no tienen bastante con los huevos podridos.
—Todo controlado —dijo enfundando el arma—. Sigue andando, reclusa.
He tenido que morderme la boca por dentro para no reírme. Es un señor mayor, diría que demasiado para seguir ejerciendo como agente de la ley, lo cual me lleva a pensar que quizá por eso está encasquetado de niñera conmigo.
Entré en casa y ahí terminó la gracia —al menos para mí—: se conoce que la señora Rose Marie R. S. se encargó de hacer ella misma mi lista de la compra: unas cuantas manzanas, tofu, yogur desnatado, leche de soja, dos bolsitas de galletas digestivas y un paquete de compresas extra largas para las noche de flujo intenso.
Estoy comiendo una manzana. Creo que la señora Rose Marie tiene problemas digestivos o intenta decirme algo.