Concerto grosso es una novela casi de historia-ficción. El lector vivirá la Roma de Vespasiano, los Estados Unidos del siglo XXI y el París de la Ilustración, en un recorrido dinámico, entretenido, a veces alucinante y estremecedor, siempre profundamente humano, matizado todo con un fino humor y un sentimiento de profunda actualidad. Porque la historia se repite, y los personajes —Marcos, Melania, Adolfo, Celia— pertenecen a todos los tiempos y a todos los países, y por ello pueden convivir con Marcial, con Plinio el Viejo, con Voltaire, con Franklin, con el conde de Cagliostro, con el Presidente americano Samuel Donovan y con el siniestro doctor Niedrig, como podrían convivir —y quizá convivan— con nosotros en este momento. Novela ágil, que se lee de un tirón, pero que deja un poso que obliga a meditar para potenciar nuestra responsabilidad individual y nuestra calidad de convivencia humana.

Asignarle un género a esta novela es equivocarse siempre, porque estamos ante una de esas obras que recorren el pensamiento en todas sus facetas, sin abandonar nunca un humorismo filosófico fino e inteligente, basado siempre en el pensamiento y jamás en la mera anécdota.