Capítulo 25

 

 

 

Estaba nervioso y ansioso. No era su costumbre comportarse así en esa clase de eventos;  era moneda corriente en su carrera exponerse a cada noche que lo presentaba como máximo exponente. El Centro de la Literatura de Budapest, en Hungría, fue uno de los escenarios escogidos por Andrés Suanish para promocionar el libro que lo sacó de la cruel y temida posición donde un escritor de sus características jamás desearía estar. El lugar quedaba apostado en uno de los laterales de la Plaza de los Héroes, uno de los principales puntos históricos del país europeo. La cola de lectores llegaba a la esquina. La cantidad de concurrentes superó las expectativas de los organizadores.

La idea inicial, era que el escritor diera una breve charla explicando los años de ausencias y contando un poco algunos momentos de la historia que presentaba. No podía escapar al detalle de los problemas que superó y que la prensa esperaba publicar. Ya tenía preparado el discurso donde relataría los pormenores que una persona sin ideas puede enfrentar. No podía defraudar a quienes confiaron plenamente en él.

Mark se encargó de la elección del personal que llevaría delante cada etapa de la organización. Su equipo publicitario hizo una excelente labor. Cada uno de los países donde Andrés solía editar sus libros, ya estaban al tanto de la inminente salida de “Tres  muertes de un amor”.

Todo estaba preparado, las luces bajaron su intensidad, cuando por una escalera poco a poco descendió un Andrés Suanish emocionado casi al borde del llanto. Los flashes fotográficos lo encandilaban pero lo hacían volar por entre las nubes. Con cada disparo de las cámaras que querían captar el momento tan esperado por muchos, su corazón daba latidos vivos, calmantes, apañadores. Cacel no podía contener las lágrimas recurrentes. Muchas sensaciones se agolparon dentro de su ser. Se le vinieron a la memoria las imágenes desoladoras de su amado a la espera de eso que tanto había tardado en llegar. Porque sentían lo mismo. Cada uno con sus problemas y sus preocupaciones, que inconscientemente compartía con el otro. Se acordó de cómo se conocieron, de cada batalla que libraron juntos, y de todas las peleas desafiando al destino como el más aguerrido ejército de soñadores. Extrañó con el amor de madre, la falta de sus hijos junto a ella y a su padre. Añoraba a su Juan Andrés al que hacía tiempo no abrazaba. Un silencio templado, llenó cada rincón donde la gente esperaba oír las palabras de un Andrés feliz.

Al finalizar su discurso, los aplausos no tardaron en hacerse escuchar. Habló de sus huecos de inspiración, del rumbo que tomaba la literatura contemporánea, y por supuesto de su obra. La gente escuchaba con atención cada palabra que pronunciaba haciendo referencia a “Tres muertes de un amor”.

—Y aquí me ven, de pie y con algo interesante bajo el brazo—dijo con confianza.

Al cabo de unos instantes, la gente comenzó a formar fila, libro en mano, para sacarse una foto con su ídolo literario, y poder ver plasmada la firma del autor en su ejemplar.

Después de dos horas ininterrumpidas, Andrés pidió un breve receso para tomar algo y descansar. Mark hizo una seña a la  persona encargada de servir el catering y varios mozos comenzaron a caminar con copas y algunas exquisiteces entre los concurrentes.

—¿Y cómo la estas pasando?

Cacel estaba detrás de un decorado con la imagen de la tapa del libro. Andrés no podía contener su estado de cansancio, pero de alegría al fin.

—Esto es hermoso. ¿Sabes una cosa? Nunca creí volver a estar de ese lado del escritorio.

—Eso te demuestra que, amén a los problemas y que las cosas no salen como queremos, nunca hay que bajar los brazos—dijo su mujer abrazándolo.

—Es verdad. Muchas veces, la desesperación nos impide actuar conforme a lo que deberíamos hacer.

El teléfono celular de Cacel sonó un par de veces hasta que atendió la llamada procedente de Francia. Al cabo de un instante, le pasó el aparato a Andrés que sonreía sabiendo de quien se trataba.

—¡Hola papá! ¿ Cómo la estas pasando?– dijo una eufórica Victoria al otro lado de la línea.

—Muy bien mi vida. Me gustaría que estuvieran acá…Perdón, me gustaría que estuvieras acá conmigo—se corrigió.

Un tierno silencio se hizo entre la comunicación al escuchar lo que su padre, traicionado por su inconsciente habría dicho.

—Ya sé que nos hubieras querido ahí, pero esta semana vino por demás complicada en la universidad. Y con lo otro, ya sabes como pienso. Pero bueno, disfruta de esta noche. Y prometo que la próxima, porque sé que no será la ultima, estaré ahí con ustedes.

Mark apareció desde un costado para avisarle que todo estaba listo para continuar con la firma de ejemplares. Andrés asintió con la cabeza y salió detrás del decorado para volver a sentarse otra vez en la silla.

Luego de tres horas casi interminables de la extensa fila, algunos pocos quedaban para concluir. Andrés firmaba el libro de una mujer de casi setenta años que llevaba una remera estampada con la cara del escritor, cuando vio un rostro por demás de llamativo. No eran las extrañas facciones en el rostro de ese hombre casi al final de la fila lo que lo inquietaban. Sus ojos transmitían algo profundo. No pudo determinar con esas primeras impresiones si se trataba de algún sentimiento asociado a la bondad o a la maldad. Apuraba la mano con cada firma y trataba que la fila avanzara con rapidez. Buscaba a su alrededor algún auxilio para salir de tan confusa situación. Cacel y Mark, las personas de las que necesitaba su atención, charlaban más allá sin prestarle atención. Cuando llegó el turno de ese al que esperaba desde varios minutos, el clima dentro del Centro mutó considerablemente. La atmosfera que respiraba se tornó pesada e insostenible. Andrés comenzó a ponerse nervioso sin que ninguna de las personas que lo acompañaban, lo notara. Estiró la mano para alcanzar el libro del misterioso hombre. Esperaba finalizar pronto con la escena en la que era protagonista, para cenar tranquilamente junto a Cacel y a todos los responsables de la exitosa presentación. Deseaba liberar tensiones y poder darle a su espíritu una tregua. Para su sorpresa, el hombre no llevaba ningún ejemplar. Lo tomó de la mano colocándole un papel arrugado y se acercó para que el autor escuchara con nitidez lo que quería expresarle.

—Le quedan cuatro, señor escritor. Felicidades por su primera historia. Las otras serán mejores. Lo prometo– pronunció sin quitarle la mirada.

El hombre se enderezó, y salió caminando como si nada hubiera pasado. Andrés lo observó retirarse, apretando ese pedazo de papel entre sus dedos. Todo a su alrededor comenzó a girar, los colores se mezclaron casi en un tono indefinido donde reinaba el desconcierto, y los sonidos se confundieron en un caos auditivo que lo aturdía. Andrés no pudo asimilar los hechos hasta que sintió su cuerpo desvanecerse y caer pesadamente sobre el piso. Lo siguiente que vio entre nubarrones, antes de ver cómo sus sentidos se apagaban, fue un gran revuelo a su alrededor donde muchos, incluidos Cacel y Mark, se agolparon en su entorno para reanimarlo. Y de repente todo se volvió oscuro y se desmayó.

 

 

El escritor de la tragedia
titlepage.xhtml
CR!2Q4JQ3KG6S5T7CTRTB4C33AF43BE_split_000.html
CR!2Q4JQ3KG6S5T7CTRTB4C33AF43BE_split_001.html
CR!2Q4JQ3KG6S5T7CTRTB4C33AF43BE_split_002.html
CR!2Q4JQ3KG6S5T7CTRTB4C33AF43BE_split_003.html
CR!2Q4JQ3KG6S5T7CTRTB4C33AF43BE_split_004.html
Section0001.html
Section0002.html
Section0003.html
Section0004.html
Section0005.html
Section0006.html
Section0007.html
Section0008.html
Section0009.html
Section0010.html
Section0011.html
Section0012.html
Section0013.html
Section0014.html
Section0015.html
Section0016.html
Section0017.html
Section0018.html
Section0019.html
Section0020.html
Section0021.html
Section0022.html
Section0023.html
Section0024.html
Section0025.html
Section0026.html
Section0027.html
Section0028.html
Section0029.html
Section0030.html
Section0031.html
Section0032.html
Section0033.html
Section0034.html
Section0035.html
Section0036.html
Section0037.html
Section0038.html
Section0039.html
Section0040.html
Section0041.html
Section0042.html
Section0043.html
Section0044.html
Section0045.html
Section0046.html
Section0047.html
Section0048.html
Section0049.html
Section0050.html
Section0051.html
Section0052.html
Section0053.html
Section0054.html
Section0055.html
Section0056.html
Section0057.html
Section0058.html
Section0059.html
Section0060.html
Section0061.html
Section0062.html
Section0063.html
Section0064.html
Section0065.html
Section0066.html
Section0067.html
Section0068.html
Section0069.html
Section0070.html
Section0071.html
Section0072.html
Section0073.html
Section0074.html
Section0075.html
Section0076.html
Section0077.html
Section0078.html
Section0079.html
Section0080.html
Section0081.html