EXTRACTOS DEL BLOG DE LENA DOICHEVA
(Prueba adjunta al expediente de la catedral de Cristo Salvador)
«Domingo. Un único deseo: largarme de este país. Mi vida es aburrida como un domingo eterno. Si no me suicido es porque con frecuencia ya estoy muerta. He visto demasiadas veces a mamá recibiendo una paliza de cabrones mamados y no he sobrevivido. Cuando se marchaban, mamá me abofeteaba para que dejase de llorar. Por lo general acabábamos llorando juntas, yo pedía auxilio y ella perdón, acariciándome el pelo hasta que por fin yo me dormía, ahogada en sus lágrimas culpables. Fuera nevaba sin parar. Apenas exagero, venga a mi casa y verá.
Lunes. La palabra tabú en casa era: papá. Nací justo después de la caída de la URSS. Es extraño decirse que no he conocido nada de lo que mamá me cuenta: el apartamento comunitario que compartíamos con otras dos familias, los turnos para las duchas, la cocina con armarios separados, todo eso… Me imagino la vida colectiva como algo divertido, una convivencia a lo Friends, pero parece que no era tan guay cuando era obligatorio. No elegías con quién te topabas y tenías que tener cuidado con todo lo que decías. Por eso mamá se fue a trabajar de camarera en Francia. Debido a lo que le había ocurrido a su padre, los demás desconfiaban de ella, como si fuera culpa suya. Y cuando volvió la detestaban aún más. Nadie comprendía por qué había optado por volver a Leningrado para dar a luz después de la caída del muro. A su padre (mi abuelo) lo mataron en 1937 porque había depositado en el suelo el retrato de Stalin durante una conmemoración. Mamá siempre me ha dicho que Stalin había matado a todos los hombres inteligentes del país, que sólo quedaban idiotas bebedores y camorristas. Sin embargo ella no pudo vivir en otra parte (yo sueño con hacerlo). “El país renace de sus cenizas.” Ella repetía esta frase cuando yo era pequeña. Tardó años en recomprar a los coinquilinos las habitaciones una por una, hasta que al final nos quedamos solas en el piso mutilado, dividido como un rompecabezas, al que se entraba por la escalera de servicio. No sé lo que habría antes pero no vi renacer nada cuando yo nací. No había cenizas, sino mucho polvo por todas partes, nieve sucia en el viento.
Martes. No conocí a mi padre. Mamá me asegura que era un buen hombre, un hombre guapo, un francés sensible, inteligente, pero que tenía su vida hecha en París y que ella prefirió quererme ella sola. Sí, soy hija bastarda, como dicen allí. La hija de una madre soltera. Me gustaría saber más pero ella siempre se las arregla para llorar antes de responder a mis preguntas. Hoy he leído en una revista una frase del actor Peter Ustinov: “Los padres son huesos con los que los hijos hacen los dientes.” A mí me falta un padre que roer.
Miércoles. El sol me ha hecho sonreír esta mañana. Estoy reventada. Lo he decidido: dejo de tocarme. Tengo miedo de adquirir malas costumbres. No quiero ser demasiado autónoma en mi placer. Quiero necesitar a alguien para alcanzar el nirvana, espero el regreso de Vitaly.
Jueves. Llevo una camiseta “Be tough” que me deja al aire el ombligo, que mamá no quiere que me perfore. ¡El año pasado me tatuaron una especie de águila-dragón en la clavícula y mamá me exigió que la borrase! La pobre ave sólo se posó dos días en mi hombro… Es una putada porque eliminar el tatuaje con láser es todavía más doloroso que grabarlo. Me crié yo sola. Me eduqué yo misma como una niña salvaje. Mi madre nunca estaba, trabajaba todo el día en un restaurante, siempre la vi marcharse temprano y volver tarde. A veces unos abuelos efímeros desayunaban conmigo y yo me reunía con mamá por la noche para cenar juntas con su soledad. ¿Es generosidad o egoísmo tener a un niño en un pisito donde se sabe que crecerá solo? Las dos cosas. Mi madre se sacrificó sacrificándome. Me pregunto si yo sería capaz de hacer lo mismo. Dar la vida exige olvidarte de la tuya. Tania piensa como yo. (Tania es mi mejor amiga del instituto.) Se acabó este tipo de esclavitud. Queremos triunfar, utilizar nuestras dotes para construirnos un destino. No tendremos hijos, es la única manera de ser adolescentes para siempre. Además yo cuido a un bebé (como canguro) tres o cuatro noches a la semana y francamente me parece estúpido hacer un hijo para que lo críe una chica au pair. Tengo la sensación de que el bebé me quiere más que a su madre; es normal, me ve más que a ella. Yo le baño, le duermo, le hago mimos, le canto canciones de Avril Lavigne… Siento tristeza por él, tengo una impresión de abandono, de algo ya vivido… Me muerdo las uñas porque me gusta meterme los dedos en la boca como un bebé.
Viernes. Mamá tiene un vibrador en forma de tubo de barra de labios, lo he encontrado en su mesilla. Tengo fatiga nerviosa. Lo he utilizado toda la tarde, es agotador, es como una droga portátil, infinitamente renovable y totalmente gratuita. Las mañas innobles en las que pienso para llegar al placer me dan vergüenza, por eso no os las diré. Descubrí el orgasmo a los once años, frotándome los muslos entre sí. Pero con esto…, con esta máquina infernal… He llegado a la cocina toda roja y cubierta de sudor para preparar la cena con mi cabecita de ángel intachable. Me he santiguado para bendecir la cena y pagar mi deuda.
Viernes aún. Calculo que me he pasado una cuarta parte de mi vida viendo la tele. No sé si tengo más ganas de romperla que de entrar en ella. Hoy mamá ha recibido una llamada del padre Ierojpromandrita de Moscú, un antiguo amigo de ella. Conoce al tío que organiza el casting de Aristo Style. Es uno de esos desfiles para tontitas que enseñan el culo a viejos asquerosos: sobre esto pienso lo mismo que sobre la tele. No quería ir, pero bueno. O eso o las clases de física, mi vida tediosa, mi ciudad fantasma…, no cuesta nada probar. Os contaré todo en este site. Intentaré poner las fotos en línea si consigo mandarlas. Si no, mirad los retratos de Sasha Gachulinkova que ha hecho Elina Kechicheva, ella tampoco está mal (toooo gorgeouuus!!), sin olvidar a Irina Kulikova y a Ekaterina Kiseleva. ¡Buscad en Google a esas señoritas y ya me diréis algo! Pero venid a verme después, actualizo mi blog a diario.
Sábado. Quisiera morir joven, pero mucho más tarde. Quiero ser famosa. Mamá se burla de mí. Sin embargo es ella la que me ha acostumbrado a que me adoren. Su religión se prosterna delante de iconos. No es pecado querer convertirse en uno. Y además es ella la que me ha inscrito en ese concurso, la que me ha acompañado durante meses al ortodoncista que me ha puesto fundas en los dientes y alambres que me cortan las encías y aparatos rosas pringosos de saliva repugnante, todo para que tenga la sonrisa más bonita del barrio. No puede reprocharme que quiera amortizar su inversión bucal. Más vale hacer desfiles de modelos que marchas militares. ¡Resumiendo, no sé lo que quiero, pero lo tendré!
Domingo. El casting es el martes que viene, en el Hotel Europa. He estado todo el día probando trapos con Tania. Nos hemos maquillado como lolitas góticas, qué pasada. Está loca: ha robado toda la lencería de su hermana mayor. Hemos jugado a ninfómanas lesbianas y sacado fotos locas vestidas de chachas, más o menos en pelotas, de cualquier manera. Está convencida de que voy a ganar. Bueno, es verdad que somos dos manga maids cañones, pero lo siento por vosotros, mis queridos lectores, no siempre consigo mandar mis fotos, y además quitarían todo misterio a mi blog. Prefiero dejaros imaginar cómo nos besamos en mi cama cubierta de vestidos pastel y cintas rosas…, nuestros botines atados…, nuestra frente que se calienta en medio de osos de peluche.
Lunes. Escribir un blog es ya una forma de exhibicionismo, quizás más grave que desfilar desnuda por una pasarela delante de obsesos franceses.
Martes. La cita en el Hotel Europa ha salido muy bien. El organizador se llama Octave, me ha admitido como candidata con la condición de que me haga pasar por chechena, y además me ha invitado a hacer fotos en su habitación. Es muy gentleman, me ha dicho que mis piernas eran dos flechas clavadas en su corazón. Y también que mi belleza era tan fuerte que iba a comprarse unas gafas anti-UVB (Ultra Violent Beauty). Le he recitado un verso de Baudelaire que conocía en francés. “Soy hermosa, oh mortales, como un sueño de piedra”, al tío le ha dejado patidifuso que sepa chapurrear algunas palabras en su idioma. Le he explicado que mi madre había vivido en Francia. No ha admitido a Tania, que estaba furiosa. Sucio ambiente a lo Oneguin la noche misma. Acabamos insultándonos mientras fumábamos petardos en la calle. Para tranquilizarla le digo que yo estaba enchufada por el cura de Moscú.
Miércoles. Cada vez que Tania me habla de Vitaly, mi enamorado, noto que me ruborizo y empiezo a atarme los cordones. Se ha convertido en un reflejo pavloviano. Basta con que alguien pronuncie su nombre para que yo me arrodille, con la cabeza gacha delante de mis Converse para ocultar mi frente granate. Y sin embargo me he dejado besar por el francés en el Jardín de Verano. Hemos paseado todo el día, hemos ido a Peterhof en taxi, es increíble lo tímido que era comparado con los tíos de mi clase. He llevado a Octave al Russkaya Rybalka, un restaurante a la orilla del mar donde los clientes pueden pescar su pescado antes de comérselo. Se ha echado a llorar cuando paseábamos por el parque de la residencia de Pedro el Grande. Hay que reconocer que le he calentado un poco al dejarme rociar por la fuente sorpresa en forma de pino, esa en la que te acercas a una flor roja grande antes de que un chorro de agua te deje empapada. ¡Maldito bromista el zar! Cien mil muertos por hacer bromas de colegial. Octave se reía al principio, pero al cabo de un momento se ha puesto a mirarme sin reírse y he comprendido que se ponía serio. No es por jactarme, pero he cogido la costumbre de ese tipo de fase, cada vez que un chico deja de bromear y me mira fijamente, sin pestañear, con ese aire duro y melancólico del enamorado, sé que es el comienzo de las complicaciones. Muy flaco y perdido, con el pelo revuelto, con ojeras y la chaqueta negra, me recordaba a Raskólnikov cuando el borracho en la fonda al principio del libro le dice: “Todos los hombres necesitan saber adónde ir.” Estoy un poco despistada, no sé por qué Octave se interesa por mí más que por otras chicas. Como si no viera que soy caprichosa, vulgar, codiciosa, inconsistente y además idiota y trivial. Cuando me repite que soy shikarno y que tengo los pechos convexos, cuando me apoda su “Juventud” no logro saber si me toma el pelo o si habla en serio. Quizás no sea importante, siempre que pasemos buenos ratos juntos. Como todos los depresivos suspira continuamente, igual que un corredor agotado. Es extraño que los viejos sean más románticos que nosotros. ¡El tiempo que pierden! O bien es como una droga: se chutan en los sentimientos. Por eso quizás siempre he frecuentado a chicos mucho mayores que yo, he fumado canutos desde los trece años, probado el éxtasis y el folleteo el año pasado. Quiero ser vieja para ser libre. En realidad no he tenido infancia, mamá tomaba coca delante de mí cuando yo tenía ocho años, cada mañana en el desayuno había tíos distintos andando en calzoncillos por la cocina y robándome los cereales, yo era agresiva, mentirosa y ladrona, me echaban de todas las escuelas, ahora soy una bebé con cuerpo de mujer, con una cara de niña y un corazón bien escondido que protejo demasiado y que sólo pide llenarse de lágrimas. Siento que esto acabará mal, pero no ahora mismo, por favor, un segundo más, señor verdugo.
Jueves. Olienka se burla de mí todo el día, “así que la starlet”, “hola, bebé Vodianova”, etcétera. Tania sigue enfadada porque he accedido a desfilar después de que Octave la echase como a un trapo viejo. Yo me mato a repetirle que me ha elegido porque acepté interpretar la comedia de la pequeña chechena: como el mundo se burla de nosotras, es hora de pagarle con la misma moneda.
Viernes. Mañana es el día en que haré el ridículo delante de todo San Petersburgo. ¿Por qué siempre tengo la sensación de que todos se divierten menos yo? ¿Las demás chicas se dicen lo mismo o soy yo la única anormal? Me da igual: sé que soy muy feliz cuando escucho a Michelle Branch toda la tarde, pensando en francés tumbada en el césped del jardín Alexándrovski… Él dijo que nuestra diferencia de edad era sólo un desfase horario. Veo cómo los chicos dejan de hablar cuando me siento en el Tiffany de la perspectiva Nevski. Intentan una expresión agradable pero veo sus ojos inquietos. Mañana, quizás… No quiero que él crea que puedo sentir algo por él. Puede que mi vida cambie, pero si sigue igual no me molesta. Siempre tendré a mi madre y las canciones de mi MP3, ayer por la noche la vi bailar con música de Jerry Lee Lewis hasta las cinco de la madrugada, siempre me quedará la plaza de las Artes y los pequeños puentes sobre los canales donde puedo sentarme hasta la caída de la tarde fumando mierda con Tania… Y Spas Na Krovi, la catedral construida con la sangre de Alejandro II, asesinado por una bomba terrorista el 1 de marzo de 1881. Se diría un cornete de pistacho, vainilla y fresa que se derrite sobre los turistas en pantalón corto.
Sábado. Perdón, no he tenido tiempo de mantener este blog, con todo lo que pasó ayer. Voy a intentar contar el día por orden, sin olvidar nada, pero no será fácil, tantas cosas ocurrieron en tan poco tiempo… Bueno, ¡en primer lugar, gané el concurso Aristo Style of the Moment! No os digo nada nuevo, salió en todos los periódicos. ¡Voy a ir a París a hacer las fotos de la publicidad para Ideal! La ceremonia fue horrible, no veía nada con todos los flashes, ¡pensé que se me iba a crispar el nervio vago y a caerme encima del jurado! Mamá lloró, yo lloré, Octave lanzó gritos en el micrófono, todo el mundo aplaudió a Miss Chechenia en Petersburgo, era surrealista. Fue allí donde empecé a beber, me sentía un poco innoble sobre las baldosas de los camerinos, me miré en el espejo de los baños y flipé sola: primero al pensar que qué hacía yo allí y después porque había ganado; estaba asqueada. Mi madre rompió a llorar de nuevo cuando le presenté a Octave. Realmente necesita un descanso, mi pequeña mamá demasiado emotiva… Octave entró en mi camerino y yo dije: “Mamá, te presento al hombre que ha organizado toda esta velada. Octave, te presento a mi madre.” En lugar de agradecérselo, ¡ella se va corriendo con la cara en las manos! ¡La loca! Con una madre así, ¿cómo queréis que yo sea normal?
Después, Octave se sintió muy mal cuando dediqué mi triunfo en el escenario a Vitaly, mi novio surfista, que se ha marchado a practicar snowboard durante seis meses en la Antártida. ¡Al final todo el mundo estaba deprimido porque yo había ganado este trofeo de mierda! Octave aparenta ser más joven de lo que es. Finge que está hastiado pero tiene una mirada tan triste que te dan ganas de estrecharle en los brazos, de sosegarle. Tuve ganas de decirle: “Si quieres yo puedo salvarte, puedo llevarte lejos de aquí, pero no me acostaré contigo.” Es una idiotez, ya sé, pero creo que se ha enamorado de mí. Una vez, olvidé decíroslo, una noche de la semana pasada dormimos juntos, le dije a mamá que me quedaba en casa de Tania y en realidad yo estaba en la habitación del hotel de Octave viendo Mujeres desesperadas, pero él había tomado somníferos y entonces no hicimos nada, y no sé si a mí me apetecía o no… Sé que fui fiel a Vitaly pero quizás si él lo hubiese intentado yo habría cedido. Octave decía que me quería demasiado para apremiarme, que teníamos todo el tiempo para hacerlo más adelante, que no tenía prisa. Luego se puso a sudar y a gritar cosas repugnantes. “Tú crees que intento follarme a chicas calzándome un calcetín de caucho en la polla, ¿eh? ¡No entiendes nada! ¡Quiero que me aprietes muy fuerte contra ti y que me expliques lo felices que seremos!” Cosas así. Bueno, lo transcribo aquí porque aquí colecciono frases, al fin y al cabo. Volvamos a Miss Aristo. Después del cóctel de la victoria, me hizo beber también Russky Standard… Quiso que hiciéramos como si nos casáramos en su suite. Como yo estaba bebida, ligué un vestido blanco Isabel Marant en el armario de la agencia y él cogió otra camisa negra y un vaquero nuevo (total, que se vistió igual pero en limpio). Me regaló un anillo de pedida que parpadea y yo le di mi pulsera marihuana. En aquel momento me pareció divertido y nada serio, pero de hecho, vista ahora, la falsa boda fue un poco siniestra.
—Elena Olgavovna Doicheva, alumna de instituto, ¿quieres tomar por esposo a Octave Marie François Parango, publicitario en paro y cazador de chicas, aquí presente?
—Tengo que pensarlo…
—¡Ni hablar!
—Bueno, pues da.
—Octave Marie François Parango, escritor homosexual rechazado y contrabandista de carne, ¿aceptas tomar por esposa a Elena Olgavovna Doicheva, estudiante de novillos recurrentes, aquí presente, para serle fiel y protegerla hasta que la muerte os separe?
—Veamos… ¿puede repetir la pregunta?
—¡Que te den por el culo!
—¡Sí!
Tras el intercambio de asentimientos ante el espejo del cuarto de baño, nos echamos arroz por encima, ¡había por todas partes, hasta en la entrada! Me invitó a bailar el slow, yo elegí Everytime, de Britney Spears, en su iPod Bose (me encanta el clip en que ella se abre las venas en la bañera). Desde que le expliqué que Lenochka quiere decir pequeña Lena, repite sin parar Lenochka Lenochka como un sonado. Es un tío realmente sorprendente. Nunca he conocido a nadie parecido. ¡Es como un niño que hace chiquilladas, tengo la sensación de ser mayor que él! Me hace reír como una loca. Cuando me dijo te quiero, yo dije te quiero mucho en broma, pero yo creo que él hablaba en serio. Es engorroso, pero creo que me gusta que me quieran hasta ese punto, me alimenta, me da fuerzas. Mi madre siempre me ha puesto en guardia contra los tíos que hacen bonitas declaraciones de amor: son los más peligrosos, te hacen sufrir mucho más que los que se conforman con querer follarte. Te emborrachan con bellas palabras hasta el alba, te comparan con la Venus de Cranach o con Jessica Alba, adivinan tu signo astrológico, sobre todo cuando es Virgo, no les dejes que te hagan perder el tiempo, dice mi madre. Me gusta escuchar la voz de Octave cuando camina a mi lado y me explica cosas, la vida parece más clara con él, más simple y también más entretenida. Miro su chaquetón raído y tengo la sensación de que ya nada es complicado. Cuando me besa a veces abro los ojos para ver si él cierra los suyos. Y como él hace lo mismo, los dos parecemos un par de gilipollas que se besan con los ojos como platos. Entonces los cerramos antes de volver a abrirlos, también al mismo tiempo. Y nos reímos. Es una estupidez. Me gustaría que él fuera mi amigo, un amigo mayor, curtido, que me ayudara a descubrir el mundo. He hablado con Octave de la ausencia de mi padre, de lo duro que fue crecer sin él y encontrar condones por el suelo en el cuarto de mi madre sin saber para qué servía aquel tubo de plástico lleno de leche concentrada. Me contó una historia que me hizo llorar. La de un niño que ve sufrir un infarto a su padre. El niño tendrá unos cuatro años, es demasiado pequeño para comprender de inmediato, intenta levantar los párpados de su progenitor, zarandearle los brazos, hacerle cosquillas. Al cabo de un rato capta que su padre no volverá a moverse. El bebé lleva al padre en sus brazos, es el mundo al revés. Entonces el niño se deshace en lágrimas, pide socorro, está desamparado. Besa la cara de su padre inmóvil… Entonces el padre abre un ojo y se echa a reír. ¡Era una broma, fingía estar muerto, no iba a dejarle en la estacada de este modo! Al secarme las lágrimas, me dijo que acababa de contarme la vida de Jesucristo; es la primera vez que entiendo algo de ella. Jesús no es el Hijo de Dios, sino nuestro padre. Un padre ausente que ha subido al cielo, pero vivo, no muerto. Me llevó a la fiesta en casa del oligarca, yo estaba completamente borracha, me acuerdo de que Serguéi dejaba propinas de diez mil dólares, no he visto nunca tantos billetes juntos. En el coche decía lo primero que se le pasaba por la cabeza:
—Adán y Eva estaban en el paraíso y se lo pasaban pipa con su cuerpo carnal, estaban a gusto, desnudos como robots, no se daban cuenta de que estaban desnudos, y Dios les dijo que no comieran del árbol del jardín del Edén, pero la primera pareja era tan gilipollas como las demás, aquellos dos huevones querían su libre arbitrio, y es lo que nos metió dentro, desde el nacimiento del mundo, esa puta libertad que nos ha destruido, no olvidemos nunca el lema de Félix Dzerzhinski: “Si conserváis vuestra libertad no significa que seáis inocentes, sino que no hemos hecho bien nuestro trabajo.”
En casa de Serguéi la decoración era a base de candelabros y pantallas planas, cortinas ligeras y camas blancas, yo nunca había puesto los pies en una casa tan bonita, nunca había visto tanta gente sublime y Octave desapareció. Yo no comprendía nada. No volví a verle. No quiero volver a verle. Creo que había un somnífero en mi vaso, no sé quién lo puso, seguramente él, no le comprendo, entró en mi vida con sus grandes palabras y desapareció dejándome totalmente sola, es un cabrón y un sádico y un impotente, y ojalá vuelva pronto mi verdadero novio.
No me acuerdo de lo que pasó después, alguien debió de llevarme a casa, me desperté en mi cama. ¡Vestida con la ropa de la víspera, qué asco! Y con mi porquería de trofeo en la mesilla. (La verdad es que me acuerdo de algunas cosas pero me da vergüenza contároslas. Gocé muchas veces, gritando como una auténtica puerca.)
Lunes. Tengo catorce años y tres meses: Octave me ha dicho que es la edad de la Julieta de Shakespeare. De todas maneras, Jerry Lee Lewis, el ídolo de mi madre, se casó con su prima Myra cuando ella tenía trece años. A los trece, yo me rellenaba el sujetador con algodón para entrar en la disco. Fumaba porros en clase todos los días, tomaba éxtasis pero nunca coca (tantos malos viajes de mi madre). Siempre he salido con tíos mucho mayores que yo, odiaba la escuela, me expulsaron diez veces, era agresiva por timidez, mentía sin parar y robaba en las tiendas: ¡una verdadera cleptomitómana! Me desfloraron a los trece años, con una trompa mortal, yo soplaba mucho, como todos los alumnos de mi clase, los tíos eran sustitutos de mi padre, os digo todo esto muy deprisa para explicar por qué la fiesta en casa de Serguéi no me traumatiza. Yo me decía a menudo a mí misma: ¡entro en el Oneguin y ni siquiera tengo la regla! Mentía sobre mi edad, decía que tenía diecisiete años, me maquillaba y me vestía de mayor, con los ojos pintados, unos tacones muy altos, unas faldas muy cortas. Muchas veces dejaba a los tíos para no tener que follar. A los trece años todas las chicas de mi clase ya habían follado pero yo no tenía amigas, mi belleza les ponía celosas y a mí me volvía asocial, y como cambiaba con frecuencia de escuela de todas maneras no tenía tiempo para encariñarme. El año pasado me obligué a acostarme sin placer y me alivió mucho librarme de aquel peso. Tengo ganas, sin embargo, de mudarme a Tashkent. Allí vives como un príncipe, en una casa con criados, por cien dólares al mes. La comida es deliciosa, la gente es educada, hace bueno, le he escrito a Vitaly que podríamos ser felices en Tashkent, que me gustaría ser su princesa uzbeca después de haberme hecho pasar por una top-model chechena. Tengo que irme de aquí. He firmado mi contrato con Ideal, tengo el billete de avión en el bolsillo, Serguéi me acosa con su móvil. Mi new life empieza… Reanudaré este blog cuando pueda, ¡y si no adiós y perdón por dejaros plantados, mis numerosos fans y grupis !Nichevo strashnovo… (No pasa nada, no importa…)»