41
La caza
Los insectos levantaban el vuelo de los cadáveres al paso de Guillermo y Suirilidam. El humano, aún excitado por la tensión de la lucha, atravesó el comedor a grandes zancadas directo hacia Irdili, decidido a conseguir las respuestas que necesitaba y también atento a una posible aparición del Ahrrimán.
La fiera sola había matado más individuos que la refriega entre los nam y los humanos, y lo había hecho con una crueldad más propia de una inteligencia razonadora que de una inteligencia instintiva. Sin embargo, Irdili había salvado la vida del monstruo desviando el disparo de Ferreira. Eso le enfurecía todavía más.
La ira y la indignación crecieron en su interior de una manera arrolladora al ver la masacre. Contó hasta veintiséis nam muertos muchos de ellos enviados al matadero por sus jefes. Quizá la vida de Irdili valiera la de esos desgraciados, pensó, pero de ninguna manera valía ni el sacrificio del comandante Grissom ni las vidas de Schlecker y Cobián.
Se preguntó si no estarían considerando las cosas al revés. Podía ser que Suirilidam e Irdili fueran las mascotas del Ahrrimán y que ese fuera el motivo por el que Irdili había desviado el disparo de Ferreira. O tal vez fuera una cría nam, como le había sugerido Beatriz.
Por otra parte, los nam habían aparecido al poco de comenzar a emitir la señal de socorro. ¿Una casualidad o entendían la lengua Común?
Vio a Nazaret en un lado del comedor, lejos de cualquiera, en estado de shock. Miraba sin ver por uno de los ventanales y era completamente ajena a lo que sucedía a su alrededor.
Sin embargo, Ferreira paseaba por entre los nam caídos y los empujaba con el cañón de su fusil. Pensó que verificaba si había alguno aún con vida, no sabía si para rematarlo o para ayudarle. Hiciera lo que hiciera el cabo, no se sentía con ganas de corregirle si era lo primero.
Irdili se arrodillaba al lado de cada cadáver y celebraba una corta ceremonia funeraria, o eso parecía. Guillermo se preguntó si el rito era para salvar sus almas o si, por el contrario, lo realizaba para enviar a sus enemigos directamente al peor de los infiernos que pudieran tener los nam, si es que tenían alguno.
El acto era una combinación de gestos y trinos que culminaba con su trompa tocando durante un instante el pecho de la víctima. Guillermo supuso que las solemnidades fúnebres de Irdili terminaban con la versión nam de un beso. La idea de ser tocado por su órgano carnoso y gusanoide, que le recordaba el pene erecto de un caballo, le pareció absolutamente repugnante.
Beatriz no estaba a la vista, ni en el pasillo ni en el comedor. La buscó en la cocina y por fin la encontró en el dormitorio. La Viuda realmente lo parecía mientras contemplaba meditabunda el cuerpo de Nicolás.
El cadáver del comandante estaba sobre una mesa, cubierto con la capa roja de Irdili. Su rostro, habitualmente ruborizado, ahora estaba completamente céreo y relajado. Hasta parecía esbozar una sonrisa.
Se acercó. Los cadáveres de Cobián y de Schlecker permanecían en el pasillo cubiertos por sendas mantas, a diferencia de los cuerpos de los nam que permanecían descubiertos.
—¿Estás bien? —le preguntó a Beatriz.
—Sí, gracias. Mi cuerpo mente se acostumbra a brog poco a poco —apartó la vista del cuerpo y añadió—: No dejar debemos que son sacrifice haya sido for nothing, ¿no parece te? —le preguntó ella.
Guillermo contempló en silencio el cadáver y al cabo de unos instantes dijo:
—Cumpliré sus órdenes. Se lo prometí —levantó la capa y no le fue difícil coger el implante que contenía el archivo Elvira de lo que quedaba del brazo del comandante.
—Creo razón tenía. Nam imporotante para Humanidad.
—Quizá —respondió él, no muy convencido—. Ahora me preocupa esa fiera, el Ahrrimán. Puede volver en cualquier momento y acabar con todos antes de que nos demos cuenta. Y también —continuó, señalando con el pulgar hacia el comedor, donde estaban Irdili y Suirilidam— quiero saber por qué no dejó que Ferreira lo matara.
—Irdili homenaje Grissom —Beatriz le miró con mucha seriedad, evitando contestarle—. Cubiereto le con capa de suya. Es máximo honra. Igual con Cobián y Schlecker.
—Dieron su vida por el bicho. Es lo mínimo. Como Eva y Baxter.
—Bicho nombre tiene —le replicó ella de repente, muy molesta. Puntualizó con energía—: Irdili.
Gitzi se indignó aún más de lo que ya estaba, y no lo ocultó:
—Por su culpa han muerto doce humanos: ocho piratas y cuatro de los nuestros, muchos más de los suyos y ni siquiera estamos aún a salvo porque su animal, o lo que sea en realidad, anda suelto y disfruta matando. Además, es seguro que otros nam vendrán a terminar la faena que no acabaron estos. Con todo eso, ¿aún quieres que le tenga respeto? Por ese ser —Guillermo no quiso tensar más la discusión utilizando la palabra bicho— ya hemos pagado suficiente, por mucho que llene de honras fúnebres a los nuestros. No los devolverá a la vida.
Beatriz, inexpresiva, aguantó su mirada sin titubeos. Guillermo se preguntó si al final Schlecker tenía razón y la mujer era controlada por los nam. Continuó:
—Es hora de que tu amigo responda una serie de preguntas, así que vamos a verle.
Dio media vuelta y se dirigió hacia el comedor sin mirar atrás, seguro de que Beatriz le seguía. Cuando llegó junto a Irdili, la Viuda estaba a su lado y Suirilidam junto al nam. Guillermo miró directamente a Irdili y le preguntó como si le pudiera entender:
—¿Por qué evitaste que Ferreira matara al Ahrrimán? ¿Es tu hijo?
Beatriz repitió la pregunta en voz alta y tradujo la contestación del nam:
—Ahrrimán enfermo. Ya advertencia antes ataque.
—¿Qué le pasa? —le preguntó Guillermo.
—El brog del Ahrrimán enfermó al contagiarse de nosotros, los humanos, y de nuestros microoraganismos. Con brog sano, el Ahura es bondad y obedece a Irdili. Con brog enfermo es Ahrrimán. Entonces no control.
—¿El bicho también lleva un gusano como tú y como él?
La parrafada de trinos, gorjeos y silbidos fue larga. Beatriz tradujo:
—Sí, dentro del morro. El brog y su huésped comparten la sangre y las defensas. Si uno enferma, el otro también. El Ahura sufría mucho a causa de la enfermedad y el dolor lo convirtió en Ahrrimán. Volvió a su esencia inicial, o sea, malo. Normal no Ahrrimán, sino Ahura. Ahora es tarde, todos estamos kaput, ya dijo Irdili. Ahora es maldad, es Ahrrimán.
—¿Alguna vez dejó de serlo? —preguntó Ferreira, incrédulo.
—Fue Ahura hasta que su brog enfermó —insistió Beatriz.
El nam soltó una serie de trinos y graznidos a Beatriz. Cuando terminó esta les explicó:
—Irdili cree que el brog del Ahrrimán está muerto, kaput. Durante el trance de la muerte, el brog se vuelve loco y eso convierte el Ahura en Ahrrimán.
—¿Cómo llegasteis al faro? ¿Qué hacéis aquí?
Beatriz formuló la pregunta. El nam respondió y ella tradujo:
—Su nave fue destruida. Llegaron aquí huyendo de sus enemigos. Se salvaron cuatro y el Ahrrimán —aclaró—. Este fue el único lugar donde podían esperar el rescate. Tres días sin comer. Mucha hambre. ¿Entiendes?
—¿Y dónde está el cuarto nam? —le preguntó Guillermo, asintiendo con la cabeza—. ¿Quién les atacó?
Beatriz hizo el inciso para preguntar y tras oír la respuesta de Irdili, le dijo:
—El cuarto nam fue en busca de ayuda. Era el navegante piloto en nave y sabía dónde ir para pedir auxilio. No había aire para todos en la nave. Fue él solo en pequeña nave.
Guillermo continuó imperturbable:
—¿Y el tercer nam?
—Tercero nam es fue cuidador y es kaput tu ver yo ver.
Guillermo asintió.
—Irdili es el Autoridad religiosa de nam —continuó ella—. Su igual humano sería un Papa, un gran Rabino y un gran Mulah, todos en uno.
Ferreira, que se había acercado, ironizó:
—¿Y por eso este alienígena ha acabado en este agujero de mierda? ¿Porque es más que un Papa? ¿No te jode el hijoeputa? ¡Está mintiendo más que si fuera humano!
—¿Y Suirilidam es su sirviente? ¿Él es su amo? —preguntó Guillermo.
—Suirilidam es soldado escolta a él. Fiel. Otros todos escolta kaput en nave.
Guillermo miró a Beatriz con escepticismo. Levantó una ceja y preguntó:
—¿Y por qué querían matar a Irdili? —preguntó.
Tras una conversación, Beatriz les explicó:
—Porque él es el, el… El encargado de la paz y los otros se oponen a él. No tengo palabra para ese concepto. Es la paz del Ahura. Ahora no es Ahura, es Ahrrimán. No tengo palabras humanas más cercanas a la idea nam bien y mal. Hay nam que matarle quieren porque no buscan paz sino las Tres Fuentes. El poder. Vendrán a buscarle. Tenías razón. Nam muy así. Insistentes. Obstinados.
Irdili se volvió hacia Suirilidam e intercambió con él una serie de trinos y graznidos. En un momento de la conversación, Irdili explotó en numerosos gorjeos.
Beatriz tradujo:
—Irdili se quiere explicar. La primera noche que todos nosotros enfermos, Baxter salió y entonces Ahura se volvió Ahrrimán. Suirilidam intentó que Ahrrimán no kaput Baxter, pero no pudo evitarlo. El Ahrrimán es muy rápido y muy listo. La capa de Suirilidam quedó manchada con la sangre de Baxter, tú ver yo ver —tras varios trinos de Irdili, Beatriz continuó—: Con Eva pasó otra cosa, otro problema. Suirilidam pidió a Eva no vengas, vete, vete. Eva quedarse. Suirilidam te vayas te vayas. Suirilidam intenta protegerla pero Ahrrimán cogerla. Suirilidam le dio su cuchillo a Eva. Suirilidam buscó a Eva toda noche por todo el faro pero ella kaput igualmente. Suirilidam no vio cuando Eva fue cogida por el Ahrrimán. Suirilidam grande pena por Eva, lágrimas, corazón roto y oscuro. Negro, muy negro, triste ya. No olvida Eva nunca.
A continuación, Suirilidam sacó un pañuelo de su cinturón y lo abrió frente a Irdili, mostrándole con gran reverencia el mechón que Guillermo había cortado del penacho del Ahrrimán.
—¿Qué hace?
Beatriz intervino:
—Has logrado herir al Ahrrimán, Guillermo. Ha sido una hazaña solo conseguida por el gran luchador nam Sin-lere-de-lendo —Beatriz dijo el nombre del héroe con dificultad—. Suirilidam te admira y quiere decirlo antes de que todos kaput.
Guillermo se tomó medio minuto para pensar. Le dijo a Beatriz:
—Dile a Suirilidam que me siento muy honrado por el honor que me dispensa y que no pienso acabar muerto. Dile también que quisiera hacerle una pregunta.
Beatriz le transmitió el deseo a Irdili que a su vez se lo dijo a Suirilidam, que respondió de inmediato a Irdili. Guillermo esperó en vano una reacción por parte del nam como mirarle o dirigirse a él pero no hubo nada de eso. No lograba acostumbrarse a la falta de expresión de los nam.
Beatriz le dijo:
—Dice que responderá fielmente cualquier pregunta que le hagas.
—Pregúntale entonces por qué su amo protegió al animal cuando Ferreira pudo acabar con él.
Beatriz formuló la pregunta e Irdili la respondió de inmediato sin transmitírsela a Suirilidam.
Suirilidam pareció olvidar su manifiesto de admiración y se acercó silbando por lo bajo. A pesar de eso, Guillermo le dijo a Irdili con la cara a un palmo de su rostro, casi escupiéndole las palabras:
—Escucha nam, santopadre o lo que quiera que seas. He visto como mata esa alimaña y he visto su deseo de hacer daño. No es un depredador, es un asesino. Nam y humanos debemos colaborar para acabar con esa fiera. Si no lo hacemos acabará comiéndose nuestra médula y la tuya, o el equivalente que coma de los nam. Sabes eso y, sin embargo le has protegido todo este tiempo y lo sigues haciendo ahora. ¿Por qué?
—Ahura religión nam. Muy importante, muy más que todo.
—No entiendo. ¿Es su dios o algo parecido?
—Es Ahura. Es uno de los sagrados.
—Mata por placer y ¿crees que es un dios? Estás loco.
—Ahora es no Ahura. Antes, cuando Ahura, Irdili pidió comandante Grissom ayuda para capturarlo y ponerlo en jaula. Entonces aparecer nosotros y acusar a ellos. Antes y entonces Irdili pensar en brog para mí para comunicar. Ahora tarde, ahora Ahrrimán. Imposible.
—Contesta de una vez, nam: ¿Quieres acabar con él? ¿Sí o no?
Irdili se tambaleó.
—¿Qué le pasa? —preguntó Guillermo.
Irdili trinó:
—Dice que es Sot-So —contestó Beatriz, y aclaró—: Tabú.
—¿Sí o no? —insistió Guillermo.
Más trinos y gorjeos llenaron el aire.
—Dice que tienes razón. Dice que nos necesitamos pero que es imposible matar al Ahrrimán. Nadie lo ha hecho nunca.
—Lo mataremos —aseguró Guillermo—. Es solo un animal.
—¿Y cómo piensas matarle, sargento? —se rio Ferreira—. ¡Si él solo se ha cargado a más de una docena de los suyos sin esforzarse y a los nuestros ni te digo! Yo hubiera podido hacerlo, de no ser por él.
Guillermo le dijo a Beatriz, tajante:
—Dile a Irdili que vamos a eliminar a su Ahrrimán y que no dudaré en matarles a él y a Suirilidam si intentan impedirlo.
—Insiste en que no se le puede matar al Ahrrimán.
—¿Nos lo van a impedir…? —y añadió en tono sarcástico—: ¿O es que es inmortal?
—Dice que no lo impedirán, pero que es más útil prepararse para acabar kaput.
—¿Por qué? —retrucó Guillermo, harto de que ese pretendido Personaje se resignara a ser asesinado por su mascota.
—A lo largo de generaciones solo ha sucedido una vez que el brog kaput y que apareciera el Ahrrimán en el mundo. Cuando eso pasó, kaput todos los que vivían en el templo isla salvo dos. Tuvieron que abandonar la región. Los mejores guerreros fueron enviados para capturar al Ahrrimán, pero este los mató a todos salvo al gran Sinleredelendo —esta vez, Beatriz pronunció el nombre con facilidad—, que volvió malherido pero con el penacho del Ahrrimán como triunfo. En la actualidad la región sigue desierta. Nadie se atreve a volver allí. Tabú. Isla.
—¿Qué conviene que sepamos del animal? —preguntó Guillermo.
—Es un cazador perfecto. Es inteligente para matar y desarrolla estrategias. Terriblemente cruel y astuto. Engaña. Trampas hace. Es maldad. Es invencible. Es el más rápido —concluyó Beatriz, tan convencida de lo que decía como si ella también fuera nam.
Guillermo miró hacia Suirilidam. El nam se había apartado y les daba la espalda. Beatriz miró también.
—¿Qué le pasa? —preguntó señalándolo.
—Se preparara para kaput, morir —aclaró ella después de una corta conversación con el nam—. Suirilidam cree que los humanos somos traeremos una gran desgracia a la nación nam —Beatriz concluyó—: Ellos también son supersticiosos. Creen que las flores que puso el comandante les han dado mala suerte.
—¿Las flores?
—Las que preparó el comandante como decoración. Nam supersticiosos.
—Tengo una pregunta para Irdili. Espero que me conteste. ¿Cuántos brog más lleva al cuello? ¿Nos va a poner alguno?
El nam respondió y Beatriz tradujo la respuesta:
—Mi brog es cría perfecta, reserva nam de alto rango —dijo sin disimular su orgullo— Irdili prefirió dármela a mí al ver que Ahura era cada vez más Ahrrimán. Necesitaba que les ayudáramos a capturar a Ahura.
—¿Ayudarle a qué? ¿A capturar al Ahrrimán, como ha dicho antes? ¿Solo para eso?
—Más que eso. A completar su misión.
—¿Qué misión? Por cierto —le dijo con satisfacción—, cada vez hablas mejor.
Beatriz puso cara de ignorancia.
—Ya no intercalas vocales y las frases son correctas. Decías poroteger en lugar de proteger.
Ella se encogió de hombros y continuó:
—La misión por la que le quieren kaput, digo muerto, es que Irdili tiene que llevar la piedra de la paz, la que lleva al cuello, a quien tiene que recibirla para lograr la Unidad. Si no hay Unidad, la nación nam continuará dividida y habrá muchos kaput en todo el mundo nam.
De súbito, Irdili se encogió como si le doliera el vientre.
—¿Y ahora qué le pasa? —le preguntó Guillermo.
Beatriz esperó con preocupación en la mirada a que el nam se recuperara antes de preguntar. La respuesta fue:
—Para Irdili, admitir que se haga daño a Ahura-Ahrrimán es una decisión muy difícil. Sería el segundo máximo sacerdote de todas las generaciones nam que lo permitiera. La sola idea de acabar con él le produce un daño real.
—¿Y qué hemos de hacer nosotros? ¿Dejarnos matar? —intervino Nazaret.
Guillermo le respondió directamente:
—Iremos tras ese animal. Le buscaremos cubierta a cubierta. Si no lo matamos antes, lo empujaremos hasta el mirador y allí lo eliminaremos. Comenzaremos por la esclusa principal —se volvió hacia Beatriz—: Necesito saber si Suirilidam nos puede ayudar y si será capaz de matarle cuando llegue el momento.
—Irdili dice que sí, que Suirilidam nos ayudará y que no vacilará, pero ruega por lo más sagrado para nosotros que se lo traigamos vivo antes de matarlo. Existe una mínima posibilidad de tornarle Ahura. El primer Ahrrimán era salvaje y fue domesticado sin brog. Asegura que si no logra pacificarlo, lo matará él mismo para que nadie más se manche las manos con ese sacrilegio. Acepta su destino, dice.
—Bien, porque nos hará falta. Ocupémonos de nuestros muertos para adecentar esta cubierta y luego cazaremos a ese hijoeputa. Por cierto, pregúntale desde cuándo saben los nam de nuestra existencia —le pidió Guillermo.
Beatriz mostró su sorpresa. Irdili tardó un momento en contestar. Ella tradujo:
—Nos conocen desde hace tiempo, pero las naciones nam decidieron no entrar en contacto con nosotros.
Guillermo sonrió con cinismo:
—Eso explica que llegaran tan rápido al faro. Entendieron el mensaje de socorro. ¿Por qué no quieren conocernos?
—Por varias razones. La primera es una profecía que advierte sobre los humanos. Dice que traeremos el desastre a sus naciones, pero Irdili no es de esa opinión; dice que es más bien de la contraria.
Guillermo la miró con escepticismo.
—¿Eso piensa él? ¿Y cuáles son las otras razones?
—Que somos una especie tan competitiva y territorial como la suya. Temen que eso pueda causar conflictos. Irdili cree que eso es fácil de solucionar.
—¿Y alguna más?
—Sí… —Beatriz dudó antes de decirlo—: La principal: que no somos esclavistas como ellos.
Guillermo halló entonces explicación a los ataques suicidas y la falta de precauciones. «Los manejaron como desechables», pensó. «Aún más que los Anónimos».
—Nos conocen demasiado bien —murmuró—. Con razón no nos tenían miedo.