Capítulo 73
No puedo creer que lo hayamos hecho aquí…
Estoy agotada y apenas puedo mantenerme en pie. Ha sido maravilloso, pero todavía siento demasiada debilidad cuando hago algún esfuerzo. César no me permite sentarme en el suelo como era mi intención. Toma nuestras ropas y me ayuda a vestirme.
-¿Puedes caminar? - Antes de que pueda contestar, siento mi cuerpo elevarse. Me lleva en brazos hasta la cama y se echa en ella conmigo. - Me hacías tanta falta… - Dice mientras retira de mi cara un mechón de mi cabello.
-La misma que tu a mi… - Me acurruco en su pecho.
-Ha sido increíble - Apoya su barbilla en mi cabeza, y me rodea con su brazo.
No sé que tendrá esa parte de su cuerpo para mí, pero cada vez que me acomodo en él, una sensación de paz me invade y caigo profundamente dormida. Esta vez, no es diferente…
Cuando despierto, César no está en la habitación. Me parece extraño, solo falta cuando tiene que trabajar y hoy tenía el día libre. Me levanto con esfuerzo y salgo al pasillo.
-¡Enhorabuena tío!. Vaya puntería - Le está diciendo Alex mientras le abraza.
Estoy segura de que se lo acaba de contar.
Cuando César se da cuenta de que estoy en la puerta, me sonríe y viene hasta mi.
Alex le acompaña.
-Hola cariño - Pasa su mano por mis hombros y besa mi cabeza. Me encanta sentir sus muestras de cariño. Nunca me cansaré de ellas. - ¿Qué haces levantada?.
Deberías seguir en la cama, hoy ya has gastado demasiadas energías - Me guiña uno de sus ojos.
-Enhorabuena Natalia - Me dice Alex - Y ya no solo por el embarazo doble, si no por haber conseguido que César acepte algo así - Sonríe - Si te soy sincero, jamás imaginé que mis ojos verían esto - Los tres reímos.
Comienzo a fatigarme y entramos a la habitación para que pueda descansar.
Mientras me acomodo en la cama, hablan entre ellos de algo relacionado con Manuel.
-¿Qué ocurre con Manuel? -Pregunto preocupada. - ¿Cómo está?. - Me parece extraño que no haya tenido noticias de él en todo este tiempo.
-Creo que ya no habrá problema en que lo sepa - Dice César seriamente.
Me asusto. Estoy segura de que algo le ha pasado. Solo espero que no intentara defenderme el día de la agresión, y Mario también le hiriera a él.
-¿Recuerdas lo que te dije cuando volvíamos de ver a tu padre? - Dice Alex y le miro extrañada.- Cuando llamó Manuel preocupado, y te aconsejé que no informaras a nadie de tus salidas, porque sospechaba que Mario sabía demasiado. - Asiento.
Lo recuerdo - Pues estaba en lo cierto, pero no imaginaba hasta que punto. - Mis ojos se abren - Manuel resultó ser el traidor…
-¿Manuel?. No… debe haber alguna confusión. - Digo segura - Él es una buena persona…
-Si no vuelvo a por… - César hace una pausa - Si no vuelvo a la habitación hace unas semanas.
Habría acabado con tu vida, Natalia. Le sorprendí cortando el cable de tu respirador.
-¿Me lo dices en serio? - No puedo creer que ese hombre al que adoro, haya querido hacerme algo así.
-Hay algo más… Erika ha sido quien ha movido todos los hilos.
-¡Erika!. - Mi corazón bombea con fuerza - Cuando salía a la calle, ella estaba allí.
-¿Estaba allí? - Dice César extrañado.
-Si… y cuando pase a su lado, segundos antes de la agresión me dijo: “Un placer haberte conocido” y esbozó una amplia sonrisa…
-¡Mierda! - César golpea una de las mesas y todo lo que hay encima vibra - ¡Maldita sea!. ¿Cómo no me di cuenta antes? - Alex y yo le miramos atentos - Tenía prohibido ir al hotel si yo no estaba en él.
Y cuando me llamó el día que fuimos a la habitación de Mario, me dijo que había visto a Natalia en un charco de sangre…
-¿A la habitación de Mario? - Cada vez siento más confusión. Vuelven a mirarse.
-Mario ha estado ingresado en este hospital…
Alex y yo le hicimos una visita…
-¿Po qué ha estado ingresado? ¿Le golpeasteis?
-Tuve que dispararle Natalia… - Dice Alex -¡El petardo!. - Digo rápidamente poniendo las manos en mi boca - Oí un ruido, como la explosión de un petardo… ¿Ha muerto? - Después de todo lo que me estaban ocultando, ya me espero cualquier cosa.
-No ha muerto cariño - Responde César - Pero te aseguro, que después de como ha quedado, es lo único que deseará el resto de su vida.
-¡Dios mío! - Vuelvo a sobresaltarme - ¿Qué tiene?
-Ha quedado tetrapléjico, no podrá moverse más.
-No… - Mis ojos se empañan.
César me mira extrañado. Siento lástima por Mario. Después de todo, aunque haya estado a punto de acabar conmigo, ha formado parte de mi vida durante varios años. Le conozco demasiado bien, y puedo hacerme una idea de lo que estará sufriendo.
-Lo merecía Natalia - Dice César apretando sus puños.
-No, nadie merece algo así… Es un castigo demasiado cruel. - Tengo un extraño sentimiento de culpabilidad. Todo esto ha venido porque decidí apartarme de él.
-Quizás tengas razón… - Trata de relajarse. Se sienta a mi lado en la cama y me abraza - Nadie merece algo así. Es posible que la rabia que siento por lo que te hizo, no me deje ver más allá… - Besa mi cabeza - Pero ya no se puede hacer nada. No va a servir de nada que llores por él. Si no hubiera hecho lo que hizo, no estaría ahora así. - Tiene razón. Fue su culpa por querer vengarse de mí. Yo solo hice lo que tenía que hacer.
-¿Erika también esta presa? - Pregunto mientras me recupero del mal rato.
-Es la única que nos falta todavía - Dice Alex - Está en paradero desconocido, pero la encontraremos. No creo que vuelva a España sabiendo lo que le espera.
Por el momento, podéis estar tranquilos.
No acaban de convencerme sus palabras, pero no me queda más remedio. Espero que la detengan pronto. Esa mujer está demasiado loca.
Alex se marcha y la habitación se queda en silencio. No puedo parar de pensar en mi doble embarazo, en lo que ha pasado con Mario, y la traición de Manuel y Erika. Demasiadas emociones para un solo día. Estoy agotada y con un fuerte dolor de cabeza.
César peina mi cabello con las yemas de sus dedos. Sabe que me relaja. No para de hacerlo hasta que me duermo.
Al día siguiente, mis padres vienen a visitarme.
Me alegra ver que mis hermanos vienen con ellos. Llevaba varios días sin verles. Tras algunos minutos hablando, decido que es el momento de darles la noticia. César me mira sonriente, sabe lo que voy a hacer.
-¿Os habéis dado cuenta de cuanto estoy engordando? - Me hago la tonta.
-Sí… bueno. Aquí te dan muy bien de comer hija - Dice mi padre.
-¿Y por qué será que solo se me agarra a la barriga? - Todos miran a César esperando que les ayude a salir del apuro. Por el rabillo del ojo veo como se encoge de hombros.
-Deben ser los genes. Mira Natalia. - David agarra y mueve la gran barriga de mi padre.
Todos reímos.
-De eso no hay duda - Dice César riendo más fuerte. Soy la única que capta el doble sentido de su frase.
-Igual estoy embarazada y no lo sé - Todos se quedan callados - ¿Por qué no reís ahora? - Siguen callados y vuelven a mirar a César. Está apoyado en una de las mesas con sus brazos cruzados y sonriendo ampliamente. No quiere perderse el espectáculo.
-¿Lo sabes ya, verdad? - Dice Javier temeroso por si mete la pata.
-Si. Lo se… - Todos expulsan el aire de sus pulmones aliviados. - ¿Os parece bonito haberme ocultado algo así? - César vuelve a ser el centro de las miradas.
- No le miréis a él. Miradme a mi que todavía tengo otra cosa que deciros. - Cuando creen que les voy a reprochar algo más.
Suelto la bomba. - ¡SON GEMELOS!.
-¡SIIIIIIIII! - Mis hermanos gritan y se lanzan encima de César con tanta efusividad, que casi le tiran al suelo. Mis padres vienen hasta mi cama.
-¡DOS MUÑECOS, HIJA!. Dos nietecitos… - Mi padre me estruja entusiasmado. -
¡Les voy a malcriar!.
-La que te espera, cariño - Dice mi madre señalando a mis hermanos, que todavía están abrazando y felicitando a César. Deja varios besos sobre mi cara. - No me puedo creer que mi niña vaya a ser madre…
-Ni yo… mamá… Creeme, ni yo… - Niego incrédula con mi cabeza.