Capítulo 58
-¡IMPOSIBLE!… debí leer mal - Estoy teniendo una taquicardia. Trato de calmarme y vuelvo a revisarlo - No… no puede ser, es imposible.
Toma la píldora y está con el periodo. Sé que una gran cantidad de mujeres embarazadas, experimentan episodios de perdidas vaginales durante el primer trimestre, haciéndoles creer que tienen la menstruación… o incluso podría ser una amenaza de aborto… pero… ¡NO!. ¡E IMPOSIBLE!. Natalia no puede estar embarazada - Busco mi teléfono y llamo a la Doctora Nova.
Mis manos tiemblan y me cuesta marcar los números.
-¿Si? - Contesta rápidamente.
-Nova, aquí Engel. -Prácticamente le grito. No controlo el tono de mi voz - Necesito que me saques de una duda. ¿Pediste un test de embarazo a Natalia?. - Quiero creer que se lo pidió a otra paciente, y los de laboratorio, con el problema en los ordenadores, han mezclado los resultados con los de ella.
-Sí. Finalmente pedí esa prueba. - Mi corazón se desboca - Como médico, necesito asegurarme antes de hacer cualquier otra cosa… Ya sabes como funciona. ¿Por qué preguntas?. ¿Han llegado ya los resultados? - Mi cuerpo se hiela al instante. Trato de relajarme para poder contestar. Empiezo a perder el control.
-¡DA POSITIVO!… ¿Es posible que haya un error, verdad? - Mi barbilla comienza a moverse involuntariamente.
-No tiene por qué ser erróneo Engel, todos los síntomas que tiene, son propios de una gestante…
-¡Pero puede haber un error! ¿Verdad? -Necesito que me diga que sí, o definitivamente me volveré loco aquí mismo.
-Si… podría haberlo. - Dice sabiendo que estoy alterándome - Podemos repetirle el test en la consulta el próximo día, y así salir de dudas. - Sus palabras parece que sirven, y logro retomar el control. Pero mi respiración es tan agitada, que estoy empezando a hiperventilar.
-Gracias Nova. - Cuelgo.
Definitivamente ha habido un error con las pruebas. Natalia no me engañaría en algo así.
Sabe perfectamente lo que pienso de tener hijos… Me aseguró que se cuidaba.
Salgo de la consulta y camino rápidamente hasta la calle, necesito aire urgente.
Mis compañeros me saludan pero les ignoro, lo único que quiero es salir de aquí cuanto antes.
Estoy a punto de perder la razón, y el camino hasta la salida, hoy se me hace mucho más largo. En mitad de uno de los pasillos, tengo que parar y poner las manos sobre mis rodillas para tomar oxígeno.
Por fin llego hasta la puerta. Siento alivio cuando la abro, y los ruidos de la calle se filtran en mis oídos. Camino hasta el aparcamiento y entro en mi coche.
Necesito algo que me distraiga. - ¡Música! - Enciendo el equipo de sonido y suena el tema “Jesus Built My Hotrod” del grupo “Ministry”.
Subo el volumen al máximo. El salpicadero vibra por los decibelios, pero necesito algo que reviente mis tímpanos. No puedo dejarme llevar por mi cabeza. Arranco el motor y abro la ventanilla, quiero que el aire golpee en mi rostro. Salgo del estacionamiento y tomo la carretera.
Cientos de imágenes aparecen a gran velocidad en mi cabeza. Yo en medio de una crisis y un niño pequeño mirando. Yo golpeando a Natalia y el niño viéndolo todo. Yo apuñalando su cuerpo. - ¡NOOOO!- Grito y golpeo el volante. El coche hace un quiebro y casi salgo volando por la cuneta. - No por favor… por favor… más imágenes no… - Necesito mantener la calma…
Estoy acelerando más de lo que acostumbro, pero no me importa. En este momento le he perdido el miedo a todo. Presiono el botón repeat para que la canción no pare, tomo un desvío y conduzco hacia las afueras. Apenas hay coches por esta carretera. Grito una y otra vez.
Necesito sacar este dolor de dentro de mí.
En un segundo de lucidez, soy capaz de pensar.
- Es posible que no esté embaraza. Es posible que sea una falsa alarma… Todavía tenemos que repetirle la prueba en la consulta de Nova - Esa frase consigue que mi pobre corazón, baje de pulsaciones. Mi cuerpo arde debido a mi presión sanguínea. Inspiro y el aire llega hasta el final de mis pulmones. Creo que lo estoy consiguiéndolo. - Vamos César - Me digo. - Vamos amigo, sé que estás por ahí, sal y pon orden - Vuelvo a inspirar… Siento hormigueo en mis brazos, buena señal. Otra bocanada más y recuerdo las palabras de la Doctora Luz, mi antigua psicóloga. “Inhala paz, y exhala ansiedad…”. Hago el ejercicio de respiración como me indicó, y poco a
poco voy recobrando la calma.
Me fijo en el paisaje y rápidamente se dónde estoy. Inconscientemente estaba dirigiéndome a la casa donde vivía con mis padres… Casi he llegado. Paro en una zona verde a la que solía venir con mis amigos. Aquí jugábamos al escondite.
Yo siempre ganaba… Por desgracia, tenía experiencia en eso de esconderme…
Tomo una nueva bocanada de aire y trato de terminar de calmarme. Parece que está funcionando.
Descubro que todavía está en pie el árbol de los secretos. Así es como lo llamaba, debido a que tenía un gran agujero en la base de su tronco, y ahí guardaba mis tesoros. Apago la música y bajo del coche.
Camino hasta el y retiro un buen puñado de ramas y hojas secas… - Aquí estás. - Acabo de encontrar el hueco. No puedo evitar sonreír. Después de todo…
también tuve algunos ratos buenos. Introduzco una de mis manos en el, y consigo atrapar algo.
Cuando lo saco, descubro que es una pequeña figura de Mazinger Z.
Un superhéroe que me tenía completamente entregado. Es increíble, pero el simple hecho de tocarlo, hace que me tranquilice. Mi cerebro debe tener algún tipo de anclaje con él. Lo guardo en mi bolsillo, quiero conservarlo. Mi madre, incluso llegó a comprarme su imagen en cartón a tamaño real, y la colocó en el cabecero de mi cama. Decía que era mi guardián, y que no tuviera miedo, porque él me protegería. Desde aquel día, cada vez que las cosas se ponían feas, entraba a mi cuarto, y me sentía mejor.
Vuelvo a meter mi mano dentro del árbol. Hay algo más. Saco un llavero oxidado y varios recuerdos vienen a mi mente mientras lo miro. -
“Te has portado como un hombrecito, te lo has merecido”- Me lo regaló un Doctor, por no llorar cuando cosieron una herida en mi cabeza.
Siempre quise ser como aquellos médicos que nos curaban, cuando a mi padre se le iba la mano. Para mí, eran lo más parecido a dioses.
Me daban una cucharadita de jarabe, y todo el dolor físico desaparecía. Yo quería hacer lo mismo con mi madre, y con mi hermana. Quería calmar su dolor así. Decidí entonces, lo que quería ser de mayor.
Mi teléfono suena.
-César. Tardas en llegar al hotel. ¿Todo bien? - Es Alex.
-Todo bien Alex, necesitaba un poco de aire antes de llegar a casa, y vine a pasear por las afueras…
-De acuerdo. Cuando llegues avísame.
-Lo haré. - Cuelgo.
Debería avisar a Natalia para que no se preocupe, pero hasta que no tenga la prueba con resultado negativo en mis manos, no seré capaz de mirarle a la cara.
He confiado totalmente en ella, espero que no me haya fallado en esto también, o por mucho que me duela, tendremos que hablar seriamente.
Subo de nuevo al coche y doy la vuelta donde puedo, intento evitar bajar hasta la casa.
Además de que está Erika en ella, solo me trae malos recuerdos…
La reforma está casi terminada, una empresa de confianza se está haciendo cargo.
Solo falta la parte externa y los jardines. En cuanto esté todo terminado, la venderé. Me ha costado años decidirme, pero llegué a la conclusión, de que necesito cerrar ese círculo de mi vida, y creo que esa es la mejor manera.
Abro la guantera. Dejo ahí el llavero. Lo mandaré a limpiar, quiero conservarlo.
Meto la mano en mi bolsillo y saco la figura de Mazinger Z. Vuelvo a guardármela. Separarme de ella me pone nervioso. Creo que acaba de convertirse en mi amuleto.
Arranco el coche, cambio la música y tomo la carretera hacia al hotel. Las imágenes de un niño a mi lado mientras estoy fuera de control, no paran de bombardear mi mente. Trato de calmarme de nuevo, autoconvenciéndome de que es imposible.
Cuando por fin llego, ya es de noche. Alex me da las luces de su coche, yo hago lo mismo. Ya no tengo que avisarle, sabe que estoy aquí.
Subo a casa y abro la puerta. Laura es la primera en recibirme.
-Vaya horas guapo… Voy a tener que empezar a cobrarte horas extra. Menos mal que mañana no trabajo - Dice frunciendo su ceño.
Tiene razón. Estaba tan alterado, que no pensé en nadie en ese momento.
Necesitaba evadirme como fuera, o iba a volverme loco.
-Lo siento - Digo sincero.
Natalia sale del baño y se queda mirándome. Mi corazón se encoge. Aunque tiene mala cara, sigue estando preciosa. Sé que ha llorado, por como están de rojos e hinchados sus ojos.
No dice nada, solo espera a que yo hable primero. No se me ocurre que decir, me agobio y camino hasta la habitación donde estaba el álbum. Lo cambié de sitio antes de irme a trabajar.
Me siento en mi sillón de oficina, y enciendo el portátil. Preparo todo el trabajo del día siguiente, y reviso los informes de mis pacientes. Todo con tal de no salir de aquí, y mantener mi mente ocupada… Hasta que no sepa que realmente no está embarazada, no podré ser yo con ella. Me está costando mucho mantener la calma, y cualquier chispa, podría hacer saltar por los aires la bomba que llevo dentro…