Capítulo 54

Laura se sienta atrás conmigo. Durante todo el camino, voy viendo cruzar sus miradas a través del espejo retrovisor. Tengo que volver mi cara hacia la ventana para que no me vean sonreír.

No puedo evitarlo.

Me fijo que un todoterreno con lunas tintadas, nos sigue de cerca.

-Alex, ¿Ese coche es el que nos acompaña?

-Así es - Dice serio.

No volvemos a hablar nada más hasta que llegamos a la puerta del hospital.

Estaciona y saca su teléfono.

-César. Ya estamos aquí - Oigo decir a Alex.

Miro hacia la puerta, y veo a César salir con el teléfono todavía en la oreja.

Capta todas las miradas de las mujeres que hay alrededor. Las que están en grupo, cuchichean y le señalan. Sé cuánto les atrae… Tiene puesto su uniforme verde, y de su cuello cuelga un fonendoscopio.

-De acuerdo - Alex cuelga y César hace lo mismo.

Llega hasta el coche y abre mi puerta. Una tarjeta cuelga de su bolsillo, en la que pone “Doctor Engel”.

-Hola preciosa ¿Cómo estás?. Tienes peor cara - Frunce su frente.

-Estoy regular - Le digo. - Tengo altibajos. Unos ratos mejor… otros peor…

-Vamos a ver que descubrimos - Me ofrece su mano y con su ayuda, bajo del coche.

-Voy contigo, espera - Dice Laura mientras hace intento de bajarse.

-No. - Dice César rápidamente - Ya me hago cargo yo, luego que te llame. Tú ve a descansar que debes estar agotada. Muchas gracias por el favor - Le guiña un ojo

- Alex, ¿puedes llevar a Laura hasta su coche?

-Sin problema - Dice seriamente.

Sonrío de nuevo. Laura me descubre, y hace un gesto para que pare.

César cierra la puerta y el coche arranca.

-¿Ha pasado algo? - Me pregunta mirando fijamente al todoterreno que va detrás de ellos.

-Mmm, realmente no - Le digo mientras caminamos hasta el interior del hospital.

- Me pareció haber visto a Mario durante un segundo, cuando salimos del hotel, y Alex se alarmó. Pero estoy segura de que ha sido producto de mi imaginación.

Revisó la zona y no encontró nada. Es imposible que haya podido desaparecer de esa manera. -

Me mira fijamente, pero no dice nada.

Caminamos por varios pasillos, subimos dos tramos de escaleras, otro pasillo más… si tuviera que salir corriendo, no encontraría la salida, es como un laberinto. Giramos a la derecha. Mas metros de pasillo… Finalmente nos paramos en una sala, y en la puerta pone “Doctora Nova” en letras azules.

-Siéntate - Me dice señalando la silla más cercana.

Se acerca a la puerta y la golpea con los nudillos. Antes de que nadie conteste abre e introduce solo su cabeza dentro de la consulta.

-Nova. Ya estamos aquí - Cierra y se sienta conmigo. - No tardará en hacernos pasar. ¿Has tenido muchas nauseas?

-Más de las que me gustaría… - Contesto. - Hoy me encuentro además demasiado cansada…

La puerta se abre y los dos miramos al mismo tiempo.

La Doctora Nova nos sonríe amablemente.

-Hola. Ya podéis pasar - Camina hasta su escritorio. - Tomad asiento - Señala dos sillas que hay delante de su mesa. Nos sentamos. - ¿Cómo va todo? - Me mira.

-No demasiado bien - Digo sincera - No siento mejoría.

-¿Te ha pasado esto más veces?

-Así tan fuerte no, pero hace unas semanas.

Tuve vómitos y la garganta inflamada. César me recetó un medicamento, y en un par de días me sentí mejor…

-Veamos que tengo en tu informe - Teclea en su ordenador y se coloca las gafas para leer mejor. - Hipoglucemia… Desvanecimiento… A espera de menstruación… - Me mira por encima de las gafas - ¿Hay posibilidad de embarazo?

-No… tomo la píldora.

-Hay medicamentos que interactúan con la píldora, joven. Y acabas de decirme que César te recetó alguno.

-Nova. Se lo que Natalia toma, no soy novato. - César está ofendido - No voy a recetarle medicamentos que reduzcan su concentración de hormonas. Soy el primer interesado en que eso no ocurra. - En su última frase, además de dejar claro que no quiere hijos, admite que nos acostamos juntos.

-De acuerdo… También dices que vomitaste esos días… - Me mira de nuevo - Y eso conlleva un riesgo. Si vomitas dentro de las tres horas siguientes a tomarla, debes tomar otra. Lo sabes… ¿Verdad?.

-Sí -Pero lo cierto es que no recuerdo si vomité dentro de las tres horas siguientes. -Ayer me bajó la menstruación - Digo para reafirmar.

-Está bien. Túmbate en la camilla por favor. Voy a revisarte.

César se levanta conmigo y espera a que me tumbe. Cuando ya estoy colocada, la Doctora Nova pone un tensiómetro alrededor de mi brazo. Mientras se hincha, revisa mi garganta con un abatelenguas de madera. Siento náuseas al instante y tiene que retirarle antes de poder revisarme correctamente. El tensiómetro pita y marca un número.

-Hipotensión - Dice César y le miro extrañada - Tranquila, es la tensión baja.

La Doctora me ausculta.

-Creo oír un pequeño soplo - Dice mientras cambia el frio metal de un lugar a otro.

-Déjame ver - Dice César retirando su estetoscopio del cuello y colocándolo en sus oídos. La Doctora se aparta. Tras un minuto… - Sí. Tienes razón. Se escucha un pequeño soplo de fondo. - Arruga su frente.

Están empezando a asustarme demasiado. Lo primero que viene a mi cabeza, es mi pobre padre y su infarto de hace poco más de un mes.

La revisión continúa y ambos me realizan varias pruebas más. Comprueban mis reflejos, mi saturación de oxígeno en sangre, mi azúcar…

que sigue bajo. La reacción de mis pupilas a la luz… y varias cosas más que no logro descifrar.

Tras unos minutos hablando de varias posibilidades, César me ayuda a levantarme para que vuelva la silla.

-Voy a realizarte algunas pruebas - Me dice la Doctora Nova - Entre ellas, un análisis completo de sangre, otro hormonal, un electrocardiograma, y un estudio de glucosa.

Con los síntomas que tienes, hay varias posibilidades, y lo primero que queremos descartar, son las enfermedades más graves. - Miro asustada - Otras veces, este tipo de problemas, igual que vienen se van… y solo quedan en un susto.

-Espero que sea eso - Digo preocupada.

-Te harán alguna esta tarde, pero mañana tendrás que venir en ayunas para hacerte las que resten, y dentro de cuatro días, te veo aquí de nuevo para darte el resultado. - Apunta el día y la hora en una tarjeta azul y me la entrega.

-Gracias - Nos despedimos y salimos de la consulta.

César lleva varios papeles en su mano y los va revisando mientras caminamos.

-Tenemos que ir a la sala de electrocardiogramas. Me alegra que esa prueba te la vayan a hacer hoy, así veremos que pasa con ese soplo.

-¿Debería preocuparme? - Le digo ya preocupada.

-No… sería un soplo de grado 1 en todo caso.

No debes preocuparte, pero en algunos casos, son el chivato de que algo no va bien. Y eso es lo que vamos a investigar.

No sé como tomarme eso, si estaba intentando tranquilizarme… ha fallado completamente.

Caminamos durante algunos metros más, hasta que llegamos a otra sala. Toca la puerta como en la anterior, saluda a alguien y me hace un gesto para que entre.

A las nueve de la noche, hemos acabado con las pruebas previstas para el día.

Por lo que César me adelanta, el problema cardíaco está descartado. Mis latidos son regulares y el pequeño soplo es mínimo.

Ahora estoy algo más relajada, pero agotada y de mal humor. Quiero irme a casa y protesto mentalmente, cada vez que se para a saludar a alguien.

-Ven, vamos por aquí - Me dice - Adelantaremos más y nos interrumpirán menos…

- Toma mi brazo y caminamos.

-Si por favor… - Resoplo.

Aunque todo el edificio parece ser un laberinto idéntico, hay algo en esa zona que llama mi atención, me resulta familiar… Yo he pasado alguna vez por aquí, estoy segura. Parece que César sabe lo que pienso.

-¿Recuerdas cuando nos escapamos de Mario? - Sonríe y descubro porqué me sonaba todo. - Fue por este pasillo por el que salimos al exterior - Me mira con ternura.

-Si… fue lo más parecido a ver luz al final del túnel - Reímos mientras señalo luces al final pasillo.

Antes de salir a la calle, manda un mensaje a alguien.

Llegamos al aparcamiento y Alex está esperándonos fuera, aparcado al lado del coche de César. Le saludamos y mientras yo subo al coche, César se queda hablando con él. Me gustaría poder estar en la conversación, pero estoy tan cansada, que lo único en lo que pienso, es en sentarme.

Casi estoy dormida, cuando oigo la puerta abrirse.

-Ya nos vamos a casa preciosa - Se acerca a mí y besa mi cara.

-Gracias… estoy agotada.

No recuerdo el viaje de vuelta, estoy segura que lo pasé dormida. Cuando llegamos a la casa, intenta desesperadamente hacerme comer algo, pero me niego en rotundo. No puedo entrar nada en mi estómago, siento que se me ha dado la vuelta como quien se la da a un calcetín.

Por fin desiste, pero me obliga a tomar un vaso zumo, alegando que es por mi azúcar.

***

La mañana siguiente llega más pronto de lo que me gustaría. Si por mí fuera, me quedaría en la cama hasta las dos de la tarde… Otra vez las malditas náuseas y los mareos me acompañan en cuanto me pongo en pie. César tiene que sujetarme para que no me caiga. No sé que diablos está pasándome, pero no me gusta nada.

Mi cabeza duele.

Llegamos al hospital, y una amable enfermera es la encargada de sacarme la muestra de sangre.

Cuando ha terminado y estoy bajando mi manga, me da una bolsita transparente con un bote dentro.

-Tienes que entrar a ese baño, y traer una muestra de orina - Me dice.

-No recuerdo que la Doctora Nova lo pidiera - Le digo extrañada.

-Aquí está marcada esa prueba - Me muestra el papel.

- Pero estoy menstruando…

-¿Llevas tampón? - Pregunta.

-Sí - Respondo rápidamente.

-Entonces no hay problema.

-De acuerdo… - Camino hasta el baño y hago lo que me pide.

Dos horas después, estoy de regreso en casa.

César se ha quedado en el hospital y yo he venido con Alex.

Laura acaba de llegar… - Otro día más en el que no podré ver el álbum… - Pienso.

Como si Dios oyera mis plegarias, unas horas más tarde, Laura cae profundamente dormida mientras escucha música. Debe estar agotada, apenas la dejamos dormir estos días.

Sigilosamente, camino hasta la habitación. Veo que el álbum sigue allí y no puedo evitar sentir nerviosismo. Camino hasta el. Lo saco lentamente para no hacer ruido, y me siento en la silla que hay en el escritorio, estoy algo mareada y no quiero caerme.

Abro la primera página y ahí están de nuevo esas fotos tan antiguas. Paso a la siguiente y miro con detenimiento, no veo nada que llame mi atención. Deben ser de Alemania, los paisajes que hay detrás de las personas, muestran tejados poco habituales en España. A medida que voy hojeando, las fotos son más actuales.

Una en la que salen dos niños juntos, llama mi atención. Ambos tienen los mismos ojos que César. Deben ser hermanos… la niña tiene al niño rubio sobre sus piernas, y se puede apreciar cariño entre ellos. Le está sonriendo tiernamente, y su postura es demasiado maternal para su corta edad.

Más fotos parecidas. Ella es mayor que él, y en casi todas, le tiene agarrado de la mano. Cuanto más miro al niño, más creo que es César de pequeño. Tiene sus mismas facciones… En otra, una mujer morena está con ellos. Está muy delgada, pero apenas se le ve la cara, tiene varios mechones de su pelo tapándola.

Descubro otra más, debe ser del mismo día, porque tienen las mismas ropas. En esta se le puede ver más de cerca. Hay una sombra oscura bajo su ojo izquierdo.

Mi piel se eriza al recordar el motivo que provocaba eso en los míos. Tuve varios así mientras vivía con Mario. Pero no voy a ser tan mal pensada. Puede haberse golpeado con algo.

Sigo buscando, y mis ojos se paran en una foto muy llamativa. Hay cuatro personas en ella. Están delante de este mismo hotel. Son los dos niños de antes, algo más crecidos, la mujer morena, y un hombre rubio muy alto. Con letra de niño pequeño, hay escrita una frase en una de las esquinas.

MI FAMILIA Y YO.

César

Mi corazón se encoge. Es él, no hay duda. Los demás deben ser, su madre, su hermana y su padre. Mirando mejor, puedo descubrir el parecido que tiene con el hombre rubio. La niña, se parece más a la mujer.

Me fijo más en sus caras, y puedo ver que hay tristeza en ellos. Sobre todo en la de su madre.

Pero ahora es la niña quien tiene esa maldita sombra en su ojo, y otra en su pómulo. El niño está llorando, mientras su padre parece tener sujeto fuertemente uno de sus pequeños brazos. Sin duda, es una foto muy forzada, por sus expresiones, ninguno quería estar en ese lugar.

Paso otra de las hojas y algo cae al suelo.

Mientras me agacho para cogerlo, puedo ver que es un recorte de periódico antiguo. Lo tomo despacio y leo lo que pone.

UN EMPRESARIO ALEMÁN, MATA A SU HIJA Y ESPOSA ESPAÑOLAS.

Los cuerpos fueron hallados este sábado en un chalet a las afueras de la capital.

Hanna Engel de 13 años, recibió 9 heridas de arma blanca, mientras que su madre Ana María Blanco, de 35, registra cuarenta y seis heridas en su cuerpo. Se cree que los hechos ocurrieron ante los ojos de su hijo de 8 años, por el estado de shock en el que le encontraron los servicios sanitarios, cuando accedieron al lugar.

-¡DIOS MÍO!…