Capítulo 59

Natalia:

-¿Qué mosca le ha picado a este? - Pregunta Laura preocupada.

-Tuvimos ayer una pelea… - Digo como si nada.

No he querido contarle lo ocurrido anoche. Es demasiado personal para César, y sentiría que le estoy traicionando. Bastante mal he hecho ya…

-¿Y me entero ahora? - Me mira extrañada.

-No fue nada importante - Miento - Para mañana ya se le habrá pasado.

-¿Y por eso llevas todo el día metiéndote en el baño a llorar? ¿Crees que no lo noto?

-Lau…

-Que raro me resulta todo esto… Pero tú sabrás lo que estás haciendo. - Dice con tono cabreado.

Su teléfono suena y cuando mira la pantalla, todo gesto de enfado desaparece de su rostro, dejando paso a una gran sonrisa. Sé que es Alex. Llevan toda la tarde mandándose mensajitos. Cuando le responde, guarda su móvil en el bolso y se despide de mí. Seguro que han quedado abajo.

Me siento en el sofá y espero… Pasan las horas y César no sale del cuarto. Me gustaría poder hablar con él. Quiero saber a que atenerme y cuáles son sus pensamientos después de lo que hice. Al menos quiero disculparme ahora que parece que está más sereno.

Voy hasta la puerta y toco.

-Qué… - Le oigo decir de mala gana. Abro, no puedo aguantar más.

-César, tenemos que hablar… Creo que te debo una disculpa.

-No es el momento, estoy trabajando. Ya hablaremos-Dice sin dejar de mirar la pantalla del ordenador.

-Por favor… creo que obré mal y quiero que sepas lo que ocurrió, yo no busqué el álbum…

-Natalia por favor, déjame trabajar ¿De acuerdo? - Sigue sin mirarme ni una sola vez.

-Solo quería algo para leer y estaba entre los libros…

-¡Haz el favor de dejarme en paz!. Te he dicho que no es el momento. - Ahora sí me dirige la mirada. Lo que veo en sus ojos no me gusta.

Cierro la puerta y vuelvo al salón. Me acomodo en el sofá para seguir esperando.

Un portazo me despierta. Me levanto sobresaltada y busco el reloj. Son las ocho de la mañana, debí quedarme dormida anoche mientras esperaba. Miro a mi alrededor, y descubro una manta que yo no he traído. César debe haberme arropado, para que no tuviera frio. Me alivia saber que todavía tiene atenciones conmigo… pero me duele que no se haya despedido de mí.

Media hora después, Laura toca a la puerta. La pobre tiene el cielo ganado… se está portando genial. Sé que se preocupa, y lo hace de buena gana, pero son demasiadas molestias las que debe tomarse para poder estar aquí todos los días.

Me gustaría poder evitárselas.

-¡Buenos días Nataaa! - Dice cuando entra - ¿Se le ha pasado el rebote al Doctor Amor?

-Parece que todavía le va a durar un poco más -

Digo con la mirada baja.

-¡Joder!. ¿Pues que le has hecho? ¿Le has sodomizado mientras dormía?

-¡Lau!. - Le digo. - No tiene gracia.

-Por supuesto que no. Lo estoy diciendo en serio… - No puedo evitar reírme.

-No eres más tonta porque no has nacido antes… - Digo y ríe conmigo.

-¿Sabes qué?. Que él se lo pierde. Cuando le pique la jeringuilla, verás cómo quiere hacer las paces…

-Por favor, Lau… que cerda eres… - Niego con la cabeza.

El día pasa entre risas, como siempre que Laura está cerca. Se atreve a enseñarme mensajes de Alex en su teléfono. Jamás hubiera imaginado que sabía bromear así. Con lo serio que parece…

Ahora entiendo porque lleva todo el día con la misma sonrisa tonta que ayer…

Hoy por fin, puedo decir que me siento algo mejor. No es una mejoría para tirar cohetes…

pero no me canso tanto, y las náuseas están remitiendo. Cada cierto tiempo, me tomo un vaso de zumo, y me obligo a comer algo. Parece que funciona.

La hora de que César regrese se acerca, y mi cuerpo comienza a tensarse. No puedo evitar sentir nerviosismo… Tengo muchas ganas de verle, pero también miedo de que él, no piense lo mismo. Espero que su reacción no sea como la de ayer… Ojalá me dé la oportunidad de disculparme y podamos hablar. Realmente lo necesito, para quitarme este peso que tengo encima. Quiero hacerle ver, que no era mi intención rebuscar en su pasado. El álbum estaba allí… y mi curiosidad se disparó con el.

Estuvo mal, pero jamás hubiera hurgado por la casa con la intención de buscar algo así…

La puerta se abre, y César entra. Está visiblemente cansado y saluda con poca gana.

Camina hasta el cuarto donde está el portátil.

-No tiene buena pinta - Susurra Laura cerca de mi oído. - Tendrás que ponerte ropa interior sexy si quieres conseguir su atención. - Sonríe.

-Luego trataré de hablar con él… - Ahora soy yo la que susurra.

Tengo la impresión de que va a estar muy difícil, pero no quiero darle demasiados detalles a Laura. Si la doy alguna pista, querrá tirar del hilo hasta que le cuente todo.

-Pues como mi trabajo ya está hecho aquí, me voy que he quedado - Sonríe y ya se con quién.

-Muchas gracias Lau - Nos abrazamos fuertemente.

-Hasta mañana Doctor Buenorro - Grita Laura.

-Hasta mañana y gracias - Le oigo decir, pero no sale de la habitación.

Acompaño a mi amiga hasta la puerta y cierro.

Durante unos segundos, me quedo mirando fijamente al vacío. Creo que debería intentar hablar con él de nuevo…

Camino hasta donde está, y le veo en el sillón frente a la pantalla.

-¿Podemos hablar?

-No. - Dice secamente.

-César… Estoy angustiada. Necesito hablar contigo de una vez.

-Tengo mucho trabajo acumulado - No me mira.

-Entiendo que estés enfadado… - Lo intento de nuevo - Pero te aseguro que ya tengo suficiente castigo, con pensar en el daño que te he causado…

-Te acabo de decir que no es el momento. Por favor, ¿Puedes dejarme trabajar?

Agacho mi cabeza y me voy de allí. Entro a la habitación que compartimos y me meto en la cama. Al menos, sentiré su calor cuando se acueste… Le espero despierta durante un largo rato. Me mensajeo con Laura, y finalmente el cansancio me gana la batalla.

Un golpe me despierta. Algo se ha roto. Me levanto sobresaltada y veo que son casi las ocho de la mañana. Miro a mi alrededor, y compruebo que no ha dormido conmigo…

Me pongo mis zapatillas y camino hasta la cocina. César está barriendo trozos de un vaso, debe haberse caído al suelo.

-Tienes consulta con la Doctora Nova a las cuatro. Hoy tengo guardia, pero me escaparé un rato para acompañarte a por los resultados.

Alex te traerá de vuelta.- Es lo único que dice.

Tira a la basura los cristales.

-No hace falta que vengas… - Respondo. - Puedo ir sola. Después te contaré si quieres saber.

-Prefiero estar delante. - Sigue habiendo algo en su mirada que no me acaba de gustar…

No me da tiempo a responder, cuando coge sus cosas y se marcha. Me hace daño su actitud.

Me siento realmente incómoda aquí ya… han pasado dos días desde el incidente con el álbum.

He tratado de pedirle perdón en varias ocasiones, y me esquiva completamente. Se cierra en la habitación donde tiene el ordenador, con la excusa de que está trabajando, y duerme en otro cuarto. Cuando volvamos hoy de la consulta, no tendremos más remedio que hablar, quiera o no. Esto no puede seguir así… Si no se arregla, o me sigue evitando, me marcho. Estoy loca por él… Le quiero… ya no tengo dudas, pero no aguanto más. Puedo llegar a entenderle, puedo ayudarle, puedo soportar sus crisis… pero si no me da ninguna oportunidad para arreglar las cosas, no hay nada que hacer…

Llamaré esta noche a Javier. Es el único de mi familia que sabe por encima lo que está pasando con Mario… desde que estuve con él en el hospital, no ha dejado de preocuparse. Todos los días me manda algún mensaje. No me quedará más remedio que contarle todo… Va a tener que ayudarme… no tengo medios para hacerlo sola.

Al menos, parece que mi mejoría continúa, anoche le dije a Laura que se tomara el día libre. Me siento más fuerte. Además, ya sé distinguir los síntomas que me produce la bajada de azúcar. Solo tengo que comer algo azucarado cuando empiezo a encontrarme mal, y todo se soluciona rápidamente. Sigo notándome extraña…

Hasta el periodo me vino raro este mes, pero por lo demás, parece que voy remontando. A ver que dicen los análisis.

El día se hace largo estando sola. Echo de menos a mi amiga y en algún momento me arrepiento de haberle pedido que no viniera.

Con ella todo hubiera sido más fácil.

Todavía faltan diez minutos para que den las tres de la tarde, cuando mi teléfono suena.

Tengo un mensaje de un número desconocido.

“Apunta mi móvil nuevo. Soy Alex. Estoy esperándote abajo.”

Tomo mis cosas y me marcho rápidamente. No quiero hacerle esperar.

Antes de salir por la puerta del hotel, veo a la indeseable Erika cerca de la salida. Tomo aire y camino deprisa.

-Un placer haberte conocido - Dice casi susurrando cuando paso por su lado.

La miro extrañada, y me lanza una triunfante sonrisa, seguida de un guiño. -¿Le habrá contado César lo ocurrido? - Me digo. Una sensación de angustia rodea mi cuerpo y me inquieto. Me dolería si fuera así.

Cuando salgo por la puerta, compruebo que Alex está aparcado en la acera de enfrente. A unos quince metros de mí. Tiene el móvil en sus manos y está

tecleando rápidamente. En su cara puede apreciarse una amplia sonrisa. Es la primera vez que le veo así, y creo saber quién es la responsable… No puedo evitar sonreír yo también aprovechando que no me ve. Bajo los escalones y voy hacia él.

Un brazo rodea violentamente mi cuello, tirando de mí y presionando mi boca. El olor tan nauseabundo que desprende, despierta todas mis alarmas. Se de quien se trata… Me esfuerzo por soltarme, pero estoy inmovilizada.

Forcejeo, pero es inútil. Mario es más fuerte.

Intento gritar pero no puedo. Su brazo está colocado estratégicamente para evitar que lo haga.

Un enorme dolor se apodera de mí estómago.

Algo puntiagudo lo acaba de perforar… Mis ojos se abren por la impresión y suelto todo el aire que retengo en mis pulmones. Casi no puedo volver a llenarlos. Saca el objeto de mi cuerpo con rapidez. Duele incluso más, y vuelve a clavarlo. Esta vez, se de que se trata. El frio acero atraviesa mis costillas, y se introduce en mi pulmón. Puedo ver su mano cada vez que la alza para tomar impulso. Está totalmente ensangrentada.

Alex no se da cuenta. El pobre, sigue risueño tecleando.

Otra puñalada más se hunde en mi cuerpo… - Se acabó… - Me digo. Ha ido directa a mi corazón.

- Hasta aquí ha llegado mi vida… - Mario sabe que lo está consiguiendo.

-¿Creías que te ibas a librar de mí?. - Sigue dañándome - Esto es lo que merecen las putas como tu… - Habla cerca de mi oído.

Cierro mis ojos y me dejo hacer. Me rindo. Ya no tengo fuerza para seguir luchando… Ni ninguna oportunidad. Cuanto antes acabe conmigo, menos sufriré…

Varios pensamientos cruzan mi mente en un segundo… - Pobre César… Estoy muriendo igual que ellas… no lo soportará. Pobre de mi padre…

espero que no empeore con la noticia - Noto como mi órgano, lucha por seguir bombeando - Pobre de mí familia… Ojalá no sufran demasiado por mí… - En un último y desesperado intento, consigo morder su brazo. Libera mi boca, y a duras penas logro emitir un grito. Consigo llamar la atención de Alex con el. Mario me suelta y se aleja rápidamente. Alex sale del coche. Oigo a lo lejos, algo parecido a la explosión de un petardo.

Caigo al suelo. Mi corazón a penas late ya… Le noto bombear con esfuerzo en mi boca. El dolor desaparece, y solo queda en mi cuerpo, la sensación del frio asfalto… La gente grita. Veo zapatos moverse rápidamente a mi alrededor.

Estoy tumbada sobre un charco de sangre. Sé que es mía…

Mi corazón no puede más, y finalmente se para.

- César, perdóname. No quise hacerte daño. Te quiero…