Capítulo 33

 

La melodía de la caja musical era el único sonido que salía de la habitación de Becca. Apoyada sobre la mesa, con los brazos cruzados usándolos de colchón para la cabeza, contemplaba con una sonrisa la cajita que Kreyson le había comprado días atrás. Todavía se lo agradecía cada vez que lo veía, aunque éste había aprendido a pedir en agradecimiento algunas cosas que la hacían ruborizarse.

Los días pasaban rápidos y estaba acostumbrada a estar por las mañanas sola mientras Kreyson y Norim se ocupaban de los asuntos del reino. Ese tiempo lo dedicaba con Alice y Josh en salir al pueblo y jugar con los niños o visitar algunos lugares especiales, siempre acompañados por algunos soldados de la Guardia Real, Gala incluido.

Los pequeños, cuando la veían aparecer, salían corriendo hacia ella para pedirle nuevas historias y no solía defraudarlos, siempre pensaba con rapidez una que les gustara según los gustos de los críos, aquello que quisieran escuchar. Sus amigos solían ayudarla escenificando muchas de las situaciones de los protagonistas y al final todos, niños, adultos y la mayoría de los que pasaban por allí, acababan involucrados en la narración, creando una nueva y diferente.

Estaba feliz. La gente la aceptaba, no parecía haber problemas y Norim en las audiencias con la gente tampoco escuchaba nada en contra de ellos; de hecho, la mayoría los invitaba a entrar y conocer su hogar para conversar. Todos les preguntaban sobre su planeta, lo que estaba bien visto y lo que no, si existían diferentes animales o herramientas.

Aún así, Kreyson no opinaba de igual manera a Norim o a ella. Seguía imponiendo la presencia de los soldados cada vez que salían y Gala tenía orden de sacarlos de allí si ocurría algo que hiciera peligrar su vida. Pero no pasaba nada, y sólo le había logrado sonsacar que era porque estaba preocupado por esos pocos reacios a su visita pues temía su reacción al enterarse del vínculo entre ellos. Ése era el motivo por el cual todavía dejaba que los soldados salieran con ellos, temerosa que, a sus amigos, les pudiera pasar algo por su culpa.

Cerró los ojos y unos segundos después sintió las cálidas manos de alguien acariciándole la espalda hacia sus hombros. Ronroneó curvando la espalda hacia el contacto, consciente de la proximidad de ese cuerpo.

––¿Te aburres? ––susurró Kreyson al oído enviándole pequeñas descargas por sus nervios.

––No... Me gusta escuchar la música.

––Esa melodía tiene un baile especial. ¿Quieres aprenderlo?

––No soy buena bailando ––contestó dejándose llevar por las caricias.

Sus manos parecían tocar donde ella lo necesitaba en ese momento, intuyendo sus peticiones aun sin haberse formulado en la mente. Depositó un beso en el cuello dejando que el gemido escapara de los labios de Becca mientras bajaba hasta la cintura apretando ligeramente para hacerle saber de sus intenciones. Ella miró hacia atrás y se levantó de la silla tal y como quería él.

Le dio la vuelta dejándola enfrentada, acercándose para probar el sabor de esos labios tan desatendidos desde largo tiempo atrás. Colocó su brazo al final de su espalda mientras el otro le cogía la palma separándose de ella con una sonrisa en su rostro por el mohín al hacerlo.

––Kreyson, de verdad, no soy buena.

––Has de aprender, dentro de unos días se celebrará el baile de presentación y es tradición que la pareja heredera baile.

Becca lo miró con incredulidad echándose éste a reír por los sentimientos que le llegaban de ella. No era terror, era algo mucho más interno... Pavor, miedo, ridículo, incluso emoción. Todavía no se decidía por uno solo.

––Estarás bien, tanto Norim como yo no nos separaremos de ti.

––No, eso ya, pero ¿tengo que bailar? ¿Es obligatorio? ¿Cuándo es el baile? ¿Y si no me da tiempo a..?

Kreyson la acalló con sus dedos sobre los labios. Estaba preocupándose demasiado y los nervios comenzaban a hacerle sentir incómoda.

––Yo te enseñaré y aprenderás en unos minutos. Sólo son diez pasos y después repetir variando el ángulo. Si quieres, podemos enseñarles a tus amigos también, así no sentirás que eres la única y puedes practicar con ellos mientras estamos ocupados.

––Estaría bien, pero ahora mismo no están, salieron al pueblo a visitar el mercado. Alice trajo algo de dinero y dice que puede cambiarlo por objetos.

Kreyson empezó a mecerla con él obligándola a colocar su otra mano en el pecho para seguir su ritmo. El balanceo era fácil, lo difícil era mantenerse fría con semejante cuerpo, y sabía lo que encontraría bajo la ropa, tan cerca de ella. La empujó levemente hacia él perdiendo el equilibrio. Adelantó la pierna derecha con temor a pisarle pero, donde debía estar la de Kreyson, había un hueco para la suya, la de él un espacio atrás.

––Primer paso ––informó sin perder la sonrisa.

Tiró de ella con sus manos para girarla sobre los pies unos cuarenta y cinco grados golpeando con suavidad la pierna izquierda para que retrocediera hacia atrás mientras él colocaba la suya en ese lugar.

––Segundo. Ahora repite.

––¿Todo igual? ––preguntó mirando los pies y después a él.

––Sí. Hasta el séptimo.

––¿Y después?

––Después ––oyó la voz de Norim a su espalda, el sonido vibrante en el lóbulo de la oreja, su soplido estremeciéndola en brazos de Kreyson––, hay que dar una vuelta completa y separarse un poco para dar dos movimientos quedando con el final en dos fases, cuando sigue la canción.

Notó el cuerpo de él presionarse con el suyo, atrapada entre los dos hombres, sintiendo las manos de Norim viajar hasta sus caderas para frotarse contra ella. Soltó un gemido

––Hay que dar una vuelta sobre sí misma mientras el hombre queda esperando para después mostrar la dominancia en el baile, obligar a  la pareja a replegarse hacia atrás dos pasos para el tercero levantarla y girar noventa grados. Y entonces empezar de nuevo.

––El final de canción es algo diferente ––intervino Kreyson, llamando su atención––. Tras esa vuelta, el hombre se mueve a tu alrededor hasta que es él quien decide iniciar el avance, atraparte entre sus brazos e inclinarte ligeramente.

––Creí... Creí que me enseñarías a bailar.. ––murmuró ella conteniendo la respiración. Hacía demasiado calor donde estaba, dos personajes emanando pasión y un aroma sexual imposible de pasar por alto. Se quejó de nuevo arqueando su trasero hacia Norim, su rostro buscando las atenciones de Kreyson.

Ambos gruñeron acercándose a su presa, tomando los labios de ella, el cuello el otro. Había un fuego creciendo, estallando en el momento en que sus deseos volvieron a unirse... Y aún no habían realizado el vínculo completo.

––Baile... ––susurró Becca en los labios de Kreyson. Éstos se combaron en una sonrisa separándose de ella.

––Baile ––convino él––. Aunque no sé cuánto tiempo podremos tenerte y no llevarte a la cama, Becca. Eres una adicción para nosotros.

––Una de la que nunca querremos deshacernos ––afirmó Norim.

Becca cerró los ojos dejando que la felicidad la inundara y llegara hasta ellos. Kreyson se alejó y lo mismo hizo Norim dejándole espacio para calmarse antes de proseguir con las lecciones de baile.

Durante los siguientes minutos los dos la ayudaron a aprender los pasos. Sin embargo, la excitación seguía en el ambiente y pronto la impaciencia por recorrer sus cuerpos los instaron a prestar atención a otras cosas, no al baile.

Norim empujó a Becca hacia la mesa para poder apoyarse en ella cuando los golpes en la puerta los detuvieron. Se miraron entre ellos y después a Kreyson pero ninguno sabía el motivo por el cual podían interrumpirlos.

––¿Qué pasa? ––preguntó Kreyson alejándose de Becca. La puerta se abrió un poco apareciendo uno de los guardias.

––Príncipe Kreyson, mis disculpas. El Rey ha pedido la presencia de Lady Becca en la sala de audiencias.

––¿La mía? ––preguntó ella tensándose––. ¿Por qué?

––Lady, hay gente preguntando por vos. Niños sobre todo. El Rey estaba con la reunión pero es a vos a quien quieren ver.

Becca miró hacia Kreyson, éste sonriéndole. Podía sentir el amor hacia ella, pero, más aún, las palabras que pronunció llegando profundas a su corazón.

––Lo has conseguido.

Tuvo poco tiempo de reacción cuando Norim la alzó en brazos dando vueltas con ella, las risas siendo protagonistas. Becca se aferró escondiendo su cara en el cuello de él mientras lo abrazaba con fuerza. Si eso quería decir que la aceptaban, tal vez podría haber un futuro con ellos, un “para siempre felices”.

****

Becca espió desde la esquina la congregación que había en la sala. Eran demasiadas personas, ¿todas esperaban que ella apareciera? A su lado, Norim y Kreyson esperaban pacientes a que diera el primer paso.

––¿Quieres que vayamos contigo? ––preguntó Kreyson.

––No. Es mejor que no nos vean mucho juntos, ¿verdad?

––Sólo hasta el día del baile. Después podremos estar cuanto queramos.

––Entonces iré sola. Tampoco me va a pasar nada.

––Hay soldados en la sala protegiendo a nuestro padre ––le informó Norim––. Si pasa algo actuarán, no has de tener miedo.

Becca se giró hacia Norim y lo besó en agradecimiento.

––Lo sé. ––Hizo lo mismo con Kreyson y dejó que la condujeran hasta la sala. Alertando a los que allí estaban, le abrieron un pasillo hasta llegar donde estaba Pahaliah.

Las personas congregadas la miraban con sonrisas y afabilidad, tanta, que correspondió ella con su sonrisa e inclinaciones. Los niños saltaban y chillaban porque había llegado y se maravillaba por verlos a todos expectantes. ¿De verdad la aceptaban?

Se fijó en Pahaliah, sentado en su trono, observándola. Parecía algo serio, como si no le gustara lo que veía. Eso hizo que se preocupara un poco pero se enfrentó a su mirada sin bajarla ni sentirse inferior tal y como se esperaba de ella.

––Rey Pahaliah ––saludó inclinando un poco la cabeza como había visto hacer a los del pueblo––. ¿Me ha llamado?

––Al parecer has sabido ganarte a muchos del planeta, Becca, y solicitan unas horas contigo en esta sala todos los días. ––Becca lo miró confundida. ¿Qué esperaba de ella?––. ¿Te han explicado qué se hace aquí?

––Krey... El Príncipe Kreyson y el Príncipe Norim me hablaron de los encuentros con el pueblo para resolver problemas y ser partícipes de la gestión, organización y vida del pueblo.

––Así es. Obviamente no te dejaré sola y estaré contigo las primeras ocasiones pero me han planteado esta petición secundada por las personas que ves aquí y no es algo que un Rey deba despreciar. ¿Estarías dispuesta a dedicar parte de tu tiempo en Rochel para con el pueblo?

––Por supuesto ––contestó.

Las ovaciones de los niños silenciaron el resto de palabras que Pahaliah pronunció y Becca no pudo menos que reír por el gesto de enojo del Rey mientras los adultos trataban de calmar a los pequeños.

––Decía que tomes asiento a mi lado y te guiaré y enseñaré ––repitió cuando los gritos se acallaron.

––Sí.

Miró de reojo hacia atrás sintiendo la presencia de Kreyson y Norim. No la habían dejado sola, ¿acaso lo había pensado?

––Ahora viene la parte difícil, Becca ––susurró Pahaliah––. Que te acepten como prometida de los príncipes.

––Pero me aceptan, no cambiaría nada.  ––Él negó.

––Cambiaría todo, desde el hecho de no ser del planeta, hasta el no tener poderes. Te verán débil y no querrán a una reina así en el trono.

––Entonces les demostraré que no soy débil ––replicó con decisión––. Si me conocen y aceptan en este momento, sabrán que puedo dar algo a este mundo a cambio de quedarme aquí.

––¿Quieres quedarte aquí? ––preguntó él––. Perder tu tierra, tus amigos, ¿todo?

––Kreyson y Norim serían mi vida, sin ellos no hay lugar al que pueda pertenecer.

Pahaliah estudió los ojos de Becca antes de apartar su mirada.

––Te ayudaré en lo que pueda. Pero será duro.

––No espero lo contrario ––convino ella mirando al frente, como el Rey.

Vio cómo unos niños se adelantaban del grupo algo cohibidos, seguramente por la presencia del monarca, aunque sus miradas se dirigían a ella. Sonrió infundiéndoles valentía para hablar hasta que uno de ellos dio un paso adelante.

––Lady, nos gustaría pedir una nueva historia.

––No es el momento de eso ––rechazó Pahaliah. Los chiquillos se desinflaron con sus ilusiones––. Pero esta es la audiencia con Lady Becca, y es a ella a quien le corresponde decidir ––añadió mirándola.

Observó a los demás, pendientes de su decisión pero también anhelantes algunos de esa narración.

––¿Sobre qué os gustaría escuchar esta vez?

****

Tenía entre sus piernas algunos libros del planeta y hojas en la mesa en las que intentaba apuntar datos importantes. Desde que días atrás Pahaliah estableciera con ella unas horas para dedicarlas a la gente del pueblo, las responsabilidades habían crecido y ya no era sólo ese tiempo sino que, también cuando salía a pasear, la gente la paraba para pedirle consejo u opiniones.

Lo mismo ocurría con Alice y Josh, el segundo casi siempre con los eruditos aprendiendo sobre distintas disciplinas, mientras que su amiga se había volcado con la historia del planeta y encontraba comparaciones con las antiguas civilizaciones de la Tierra. Incluso había formulado una teoría según la cual algunos de los habitantes de Rochel habían tenido que ir allí y enseñado.

Los días transcurrían rápidos pero cada vez pensaba más en la posibilidad de quedarse finalmente. La noche siguiente sería el baile de presentación, la prueba de fuego pues en el mismo se anunciaría el vínculo existente entre Kreyson, Norim y ella y podía haber dos alternativas: ser aceptada, o rechazada.

Pahaliah la había asesorado bien en eso y hablado en privado sin que ellos se enteraran. Tras ver la forma que el pueblo los aceptaba a todos, cómo se ganaron a su gente e incluso las amistades forjadas con otras razas de planetas diferentes, había claudicado en su favor y ayudado a mediar en los problemas que surgían en sus audiencias. Junto a los otros, tenían una forma curiosa de ver las cosas, a veces no práctica, pero a la larga solucionaba muchas trabas.

Aerial también había sucumbido al encanto de ellos encontrando tiempo para charlar y escuchar las historias de su planeta, o para preguntarles cómo serían las cosas. Sospechaba que ella sería una de las primeras en ir a la Tierra en cuanto pudiera, tal era su afán por descubrir lo que le contaban del mismo.

Miró el papel y el tomo entre sus piernas y gritó de frustración creando un borrón ante la palabra escrita. Kreyson levantó la cabeza de lo que estaba leyendo mirándola curioso. Desde que ella formaba parte de las tareas reales él y Norim se repartían sus deberes para tener algo de tiempo con ella.

––¿Qué pasa?

––¿Por qué es tan difícil la escritura? A mí me parece chino con tantos trazos y después nunca sé si lo que pongo es o no lo adecuado ––se quejó ella.

Kreyson dejó la lectura en la mesa y se levantó para acudir a su lado. Echó un vistazo al papel y después al códice entre sus piernas evitando esbozar nada en su rostro para no enfadarla.

Su letra, hermosa para él, formaba las palabras de su planeta con trazos irregulares y temblorosos, pero algunas de ellas no tenían sentido en el contexto, otras eran ininteligibles.

––¿Para qué es esto?

––Quiero aprender el idioma y Pahaliah me enseñó algunas palabras. Aerial también me ha ayudado a leerlo pero me cuesta identificar y más aún escribirlo.

––¿Por qué quieres aprender?

––Quiero leer... No conozco mucho de la historia de Rochel ni de las leyendas, cuentos y demás cosas que se le cuentan a los niños, me gustaría saberlo. Y... echo de menos tener un libro entre mis manos ––reconoció. 

Kreyson le cogió el ejemplar reconociéndolo como uno de los que contaban las leyendas del planeta y sonrió. Debía ser cosa de su madre prestarle precisamente ese que tanto les encantaba a Norim y a él de pequeños.

––¿Has leído algo de éste? ––Quiso saber escondiendo la sonrisa y los pensamientos que acechaban peligrosos.

––Sí, las primeras hojas las leí con tu madre y me ayudó a traducirlo y entenderlo bien. Pero no logro escribir las palabras.

––¿Quieres aprender? ––susurró con su voz un tono más grave, la que se le ponía cuando empezaba a excitarse.

––¿Kreyson?

Éste se agachó dejando el material en la mesa, acercándose a ella.

––Yo te voy a enseñar, de una manera que jamás olvidarás ––le susurró dejándola saber lo que estaba por venir.

Se apartó un momento para quitarse su chaqueta y avisar a Norim de lo que iba a iniciar. Esperaba que no estuviera demasiado ocupado ni con gente a su alrededor pues no tenía en mente resistir la tentación de tener a Becca para él sólo y hacerle aprender a escribir y leer... A su manera.

––Quítate el colgante, Becca ––le ordenó sin volverse. Cerciorado de dónde estaba su hermano, iba a disfrutar; no, ambos lo harían.

––No nos entenderemos si lo hago ––replicó apretándolo en su mano.

Kreyson se colocó detrás de ella acariciando con los dedos el cordón que rodeaba el cuello provocándole un cosquilleo. Lo cogió con tirando suavemente de él hasta que Becca soltó el dije y pudo sacarlo por la cabeza. Tomó la mano de ella depositándoselo, cerrando en torno a él.

––Suéltalo sólo cuando leas. Si quieres decirme algo no tienes más que tocarlo de nuevo.

––De acuerdo.

Esperó a que él pusiera el libro delante señalándole la primera página, aquella que ya leyera con Aerial.

––Esa la he leído ––le recordó.

––¿Reconoces todas las palabras?

Becca se mordió el labio. No, había algunas olvidadas e incluso otras no sabía cómo se habría trazado o leído. Negó con la cabeza queriendo señalarle alguna que ya no supiera pero Kreyson se apartó sentándose en la silla de enfrente.

––Suelta el colgante y empieza a leer. ––La intensidad con la que esos ojos la miraban estaba consumiéndola, sus sentidos alerta por algo inexplicable, el ambiente alrededor crispado.

No podía darle una negativa, no a menos que quisiera otra cosa de él. Quería aprender y Kreyson sería paciente y...

––Becca, no me hagas esperar ––apresuró, su voz contenida por el deseo.

El vientre de Becca se contrajo ante el sonido como si presagiara algo. Dejó el colgante sobre la mesa mirando con atención a Kreyson, callado y fijo en ella, sus manos entrelazadas sobre la mesa. Se concentró en el libro intentando descifrar las letras y pronunciarlas.

Sus labios se curvaron con la primera palabra. Era la más sencilla, la había practicado varias veces con Aerial hasta lograr su entonación pero, en ese momento... Miró dubitativa a Kreyson del que manó un murmullo intrincado y hermoso, la forma perfecta de vocalizarla. Ahora entendía lo de quitarse el colgante. Con él, su dicción era falsa, mitad conseguida por una, mitad por ese aparato. Trató de igualar su forma, encontrar el sonido exacto a pesar de los temblores seductores que la de Kreyson le provocaba. Adoraba esa voz. Pero él seguía repitiéndolo con suavidad y tranquilidad, sin cambiar su gesto por enfado o nervios al ser lenta en su aprendizaje.

Tras varias repeticiones, la sonrisa de él le dio la seguridad de haberlo hecho bien, una llena de felicidad acompañándola para fijarse en la segunda. Frunció el ceño. Aerial le había dicho que esa palabra podía significar dos cosas diferentes según se pronunciara de una u otra forma.

––Sigue ––anunció Kreyson en su idioma.

Becca lo miró dándose cuenta que tenía el colgante en la mano.

––¿Cómo lo has hecho? ¿No he de hablar para registrar el idioma?

––No cuando ya lo ha registrado ––contestó Kreyson––. Ahora sigue.

Miró hacia el texto y a Kreyson. ¿Se podía enfadar si le pedía pronunciarla él primero?

––¿Puedes pronunciarla? ––preguntó antes de que soltara el colgante.

––¿No la sabes?

Ella negó.

––Sí, pero si lo hago de una forma u otra no será lo mismo y ahora no estoy segura de que lo sepa hacer.

––Está bien.

Soltó el colgante y dijo la palabra con lentitud. Becca sonrió repitiendo de inmediato, una entonación más fácil y rápida.

Kreyson asintió instándola a seguir, retocando de vez en cuando a Becca, esperando paciente hasta que la voz de ella salía de los labios formando el sonido de su idioma, hipnotizado por escucharla con un suave acento extraño.

Conforme avanzaba se daba cuenta de algunas dificultades a las que se enfrentaba mirándolo de reojo en busca de su aprobación. Terminada la primera hoja, Becca quiso pasar la página.

––No.

Se volvió hacia él al escucharle hablar aunque sin saber qué quería. Tocó con la mano el colgante iluminándose levemente.

––¿Qué?

––No pases la página. Vuelve a empezar a leer y, si te equivocas, aceptarás tu castigo.

––¿Castigo? ––susurró atragantándose.

Kreyson sonrió de forma enigmática. Se echó sobre el respaldo de la silla fijo en ella esperando que continuara. Ni una palabra más salió de él y Becca no dejaba de darle vueltas a ese “castigo”, no temerosa, sino curiosa y anhelante por ese ansia que tenía.

Lamiéndose los labios, separó su mano del colgante y empezó a leer las mismas palabras esperando pronunciarlas correctamente. Parecía ir todo bien, cogía velocidad, al menos hasta que el roce de algo en su nuca la hizo respingar mirando hacia atrás en busca del autor de esa caricia.

––Becca, te has equivocado ––le indicó, tranquilo, Kreyson. Ella se volvió hacia él esperando una explicación pero sus ojos rosas no parecían decirle nada más––. Repite ––apartó la mano del colgante cruzándose de brazos.

––Kreyson, ¿qué ha sido eso?

Sonrió mirando hacia el libro.

Reinició la lectura pensando en que su mente le había engañado, tratando entonces de no equivocarse. El roce de algo sobre sus pechos le hizo saltar de la silla cubriéndoselos con los brazos.

––Mal.

Becca lo miró sin comprender bien. Esta vez no era su imaginación, alguien la había tocado.

––Kreyson... ––titubeó. Éste volvió a tocar el colgante.

––Te advertí de un castigo si te equivocabas.

––Sí, pero así no puedo concentrarme. ¿Cómo lo haces?

––Mi poder. Sigue leyendo.

Negó con la cabeza cuando algo le rozó el cuello como si unos labios se marcaran sobre su piel. La respiración ya iba acelerada, el sonrojo por la excitación en aumento.

––Prometí enseñarte. Lee.

Con manos temblorosas sostuvo la obra de nuevo, sentada en la silla. Le faltaba poco para el final, si conseguía llegar... Algo le separó las piernas rozándole en su centro. El tomo cayó a la mesa, de nuevo queriendo proteger esa parte torturada por algo invisible y tremendamente erótico. Pero no llegaron a su objetivo, presas de una fuerza, inmovilizadas en los brazos de la silla.

El roce no cesaba a pesar de los intentos por apartarse de él. Kreyson se levantó recogiendo el libro, apoyándose en la mesa frente a ella. Pasó el colgante por la cabeza de Becca y ésta se fijó en la protuberancia de su entrepierna, ¡estaba muy excitado! Le señaló las tres últimas palabras de la página.

––Te equivocaste. Recibes tres castigos.

––Krey... Kreyson, por favor ––suplicó, la voz cargada de deseo.

––El primer castigo estás cumpliéndolo ––señaló. 

Becca chilló al sentir que tocaban los pechos, los pezones pellizcados y retorcidos exprimiéndole un gemido.

––No te muevas ––gruñó al ver los intentos por escapar.

––Por favor, por favor, por fa...

La acalló con un beso obligándola a abrir la boca para dejarlo entrar mientras seguía abrumada por los poderes de Kreyson. Ya no podía obviar el hecho de desearlo. Perseguía la lengua con afán encerrándola entre los labios para librarse de ellos, frustrando a Becca quien reanudaba la persecución. Los sonidos se convirtieron en parte de los besos, las sensaciones sobrepasándola en los pechos, sexo y boca.

Notó las manos de él sobre su camisa, los botones desabrochándose tanto por arriba como por abajo. Cuando las yemas rozaban su piel el cosquilleo creado se extendía como un fuego en todo el cuerpo. Se arqueó sin remedio en tanto Kreyson se alejaba, la ropa siendo separada del cuerpo con su poder.

––Kreyson, suéltame ––le pidió al verse despojada de la prenda. Su semblante serio la hizo temblar de anticipación por lo siguiente.

––Córrete ––pronunció.

Sin darse cuenta de lo que había estado aguantando, Becca sintió estremecerse todo el cuerpo, las bragas mojarse con su propio clímax. Perdió toda fuerza, laxa en la silla sostenida por el poder de él.

Los brazos de Kreyson la levantaron de la silla protegiéndola del frío. Era consciente de la dureza bajo su trasero, los intentos de él por no rozarse en esa zona.

––Krey... son... ––¿Desde cuándo los orgasmos la consumían al punto de imposibilitarle hablar?

––Vamos a seguir con la clase.

––¿Seguir? No puedo ni mover un dedo ––contestó ella percibiendo el colchón en la espalda. Observó a Kreyson gatear por la cama, desabrochando sus pantalones, sacándolos del camino.

––Voy a enseñarte a escribir ––le explicó ocupado en quitarle las bragas. Desaparecidas éstas, la cogió acostándola boca abajo, soltando las presillas del sujetador para eliminarlo de ella. Pasó sus piernas por encima, su entrepierna apretada aún en su ropa, palpable entre las nalgas de ella.

––Krey... ––Becca giró la cabeza para preguntarle qué tenía planeado, su voz perdida a mitad de palabra al ver una libreta levitando en el aire junto a un lápiz. Ambos cayeron a su lado.

––Te enseñaré a caligrafiar la palabra que quieras. Sólo has de copiar los trazos que yo haga.

––¿Dónde escribirás tú?

Sonrió en respuesta.

––Coge la libreta y el lápiz y dime qué palabra quieres saber ––exhortó acariciándole la espalda, hundiendo más profundamente su pene sobre las nalgas instándola a sollozar por semejante tortura.

Becca agarró el lápiz con rapidez pensando que así él se apartaría pero no fue así. Las manos seguían navegando por la espalda en un suave masaje.

––La palabra, Becca.

––Prin... Príncipe... ––murmuró ella.

Kreyson detuvo las manos por un segundo para después continuar.

––Empieza ––avisó antes de dejar su fricción y apoyarse en el colchón para inclinarse sobre ella. La lengua de Kreyson trazó una línea horizontal. Repitió la acción gruñendo por la pasividad de Becca quien no podía estarse quieta. La mano de él le apretó la suya. Volvió a lamerla y la guió en el papel trazando una horizontal.

Una nueva señal en su espalda la hizo ser más rápida esa vez y dibujar ella sola la raya en la libreta seguida por la tercera, cuarta y quinta. Un beso en el centro de la espalda lo alejó.

––A ver ––pidió Kreyson a una Becca tratando de recuperarse. Ya volvía a estar en su limite, la humedad filtrándose entre sus piernas––. Otra palabra.

––Por favor... ––suplicó escondiendo la cabeza en el colchón––. No más...

––Otra, Becca.

––Amar...

Kreyson la miró conteniendo el aliento, ella bajo su cuerpo. Se arrancó la camisa saltando los botones, los pantalones liberando su verga.

––Date la vuelta ––siseó mientras lidiaba con su ropa.

Becca obedeció quedando boca arriba, pronto cubierta por Kreyson, su cara arrullada por las manos, las caderas bamboleando mientras su pene se frotaba contra el sexo y vientre. Ella cerró los ojos deleitándose, de los labios un sonido de ronroneo. Notó cómo la punta se posicionaba en su canal, lo abría, avanzaba hacia dentro proporcionándole olas de placer. Abrió la boca sin pronunciar sonido, sólo el gesto con una gran sonrisa que le hizo reír.

––Aún no te acostumbras.

––Eres muy grande. A veces pienso que me partirás.

Rió ante la ocurrencia de ella, su pene completamente encerrado en ella.

––Quizá deba quedarme dentro más tiempo ––le susurró tomando entre los labios el lóbulo de la oreja. Podía apreciar los temblores de los músculos de ella, el contraste entre presión y liberación sobre su miembro.

Atendió con su poder los pechos pellizcando y creando círculos sobre ellos entre tanto él disfrutaba de su boca, la suavidad de su piel mientras las manos la acariciaban a todo lo largo.

––Me correré... ––El cuerpo de ella se contrajo, sus ojos dilatados ante la liberación inminente.

Kreyson salió de ella embistiendo en un sólo empujón, estallando en ella el orgasmo. Se agarró a los hombros de él marcándolo con las uñas, gritando, el canal oprimiéndolo de tal forma que estuvo a punto de correrse.

Dos eran las respiraciones entrecortadas, Kreyson tranquilo y paciente manteniéndose en espera.

––¿Estás bien, pequeña? ––asintió sonriendo, calmando el dolor que seguro tendría donde lo había herido.

––No te has corrido.

––No. Necesito más de ti, Becca ––susurró marcando un ritmo lento y circular.

Ella apretó los ojos conteniendo el nuevo orgasmo que se avecinaba. Rodeó las caderas con las piernas levantando su sexo para que pudiera introducirse más adentro. Kreyson gruñó aumentando los embistes cada vez más fuertes y rápidos, desesperados por llegar más profundo en ella.

––Kreyson... ––susurró. Nuevas arremetidas la catapultaron a una explosión fusionada con la de él, una espiral envolvente dejándolos saciados y agotados.

––Te amo ––declaró Kreyson.

––Yo también.... ––correspondió––. Pero todavía no sé cómo se escribe “amar”.

 

 

Amar por partida doble
titlepage.xhtml
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_000.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_001.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_002.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_003.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_004.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_005.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_006.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_007.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_008.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_009.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_010.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_011.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_012.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_013.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_014.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_015.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_016.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_017.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_018.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_019.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_020.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_021.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_022.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_023.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_024.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_025.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_026.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_027.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_028.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_029.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_030.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_031.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_032.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_033.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_034.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_035.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_036.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_037.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_038.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_039.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_040.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_041.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_042.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_043.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_044.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_045.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_046.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_047.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_048.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_049.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_050.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_051.html
CR!406BQTCXKH4RFC8GGMVPXPSZYERW_split_052.html