Capítulo 13
Becca miró a Norim como si hubiera preguntado la cosa más terrible del mundo. Estaba de broma, ¿verdad? Y sin embargo, su mirada inocente, igual que la de Kreyson, le confirmaba que no era así.
––¿No sabéis lo que es ser virgen? ––preguntó irguiéndose y encendiendo la luz de la lámpara que había en la mesita. Se quedó sentada en la cama entre ellos.
––No ––contestaron al unísono.
––¿En vuestro planeta....? La primera vez, las mujeres.... ¿no les duele?
––No, ellas siempre están preparadas para nosotros ––respondió Norim.
Becca se sintió un poco molesta por esa información. ¿Era porque no podía pensar en ellos dándole placer a otra chica o en el hecho de que ellas no tuvieran que pasar por una situación dolorosa para experimentar el amor?
––¿Qué es ser virgen, Becca? ¿Por qué te duele cuando entro? ––inquirió Kreyson.
––En los sueños no era así, nunca había nada que nos impidiera penetrarte ––replicó Norim.
––Eran sueños ––murmuró Kreyson––. No todo se crea en ellos, y ella no quiso eso, ¿verdad?
––¿Cómo os explico esto? ––Estaba sonrojada por tener que aclararle a unos hombres hechos y derechos lo que era la virginidad y cómo tenían que quitársela...––. A ver, las mujeres en la Tierra, cuando no han tenido relaciones, tienen.... Una especie de piel que hay que romper para poder realizar la penetración. ¡Un regalo!
––¿Un regalo? ––Kreyson arqueó una ceja.
––Sí, una mujer que no ha mantenido nunca relaciones es como un regalo, tienes que desenvolverla antes de disfrutarla.... ––¿De dónde se había sacado esa comparación?––. Veréis, mi cuerpo está como nuevo. Para tenerlo hay que desenvolverlo y eso es la piel que encuentras dentro. Tienes que romperla para entrar...
––Pero te hago daño cuando empujo.
––Sí... Es que ha de hacerse así la primera vez.
––¿¡Causándote dolor!? ––Kreyson elevó la voz asustando a Becca––. Lo siento ––se calmó.
––¿No se puede romper de alguna manera? A lo mejor con una daga.... ––sugirió Norim.
Becca cerró instintivamente las piernas y se volvió hacia él.
––¡Ni se te ocurra meterme nada raro dentro! ––exclamó temerosa de lo que pudieran hacerle.
Ambos se miraron entablando una conversación interna entre ellos y Becca se quedó esperando. Cuando se volvieron, esperaba que le dijeran que no querían estar con ella. Agachó la cabeza aguardando las palabras de rechazo, pero las que oyó en su lugar le llegaron al fondo de su alma.
––¿Me permitirás hacerte daño sólo por esta vez?
Alzó la mirada para ver a Kreyson esperando la respuesta a su pregunta. A su lado, Norim tenía en las comisuras una leve sonrisa también pendiente de la contestación.
––Sí... ––salió casi en un susurro de sus labios pero fue suficiente para que Kreyson recortara el espacio que los separaba y la besara con desesperación volviendo a encenderla al mismo estado en que estaba antes de la conversación.
––Túmbate, Becca. Tendrás que guiarnos para no causarte demasiado dolor ––le indicó Norim acariciándola ya y dejándole espacio para que pudiera tenderse sobre la cama.
Becca se movió y colocó en posición mientras Kreyson se ponía de nuevo entre sus piernas, algo más titubeante que antes. Alzó su mano para cogerle la de él y le dio un apretón para que la mirara.
––No pasa nada, Kreyson. Sólo esta vez. Sólo hoy dolerá.
––¿Seguro?
––Bueno... Puede que mañana esté un poco dolorida, pero no sentiré tanta molestia, eso seguro. Y, otra cosa... Sangraré...
––¿Cómo que sangrarás? ––preguntó Norim, serio de repente.
––Cuando la piel se rompa mancharé un poco, os lo digo para que no os asustéis.
––Becca, ¿estás segura? ¿No puede hacerse de otra forma? ––Kreyson trató de separarse de ella pero ésta le agarró la mano con más fuerza.
––Por favor, en los humanos es así. Siempre ha sido así. Dolor antes del placer; es lo que se dice.
––Pero no queremos hacerte daño ––protestó Norim.
––Lo sé, pero no es malo... Al menos no el tipo de sufrimiento que pueden traer las heridas o la guerra. Y se pasará, seguro que en unos segundos ya no me duele.
No demasiado satisfechos con la respuesta, y tensos por saber que Becca sangraría por lo que iban a hacerle, volvieron a retomar las caricias y besos, Norim en su cuello y pechos, y Kreyson entre sus muslos y sexo. De nuevo el calor inundó la habitación y Becca echó para atrás la cabeza tratando de controlar la excitación de su ser. Eran demasiado rápidos para ella y en cuestión de minutos volvieron a dejarla deseosa del pene de Kreyson.
Miró la lámpara encendida y extendió el brazo tratando de apagarla. No se había percatado de la luz y prefería que no la vieran.
––¿Qué haces? ––le preguntó Norim cuando se estiró un poco.
––Quiero apagarla ––contestó.
––¿Por qué?
––No me gusta que me miréis. Quiero que esté a oscuras.
––Yo quiero la luz. Quiero mirarte mientras mi hermano te penetra y te corres, ver tu piel cubierta de sudor y tus ojos perdidos en ese orgasmo que sabemos aguarda por nosotros. Y cuando eso pase con Kreyson, entonces yo te cogeré y te llevaré más allá, te haré sentirme en cada fibra de tu ser y rogarás por mí.
Becca no reaccionaba. Su brazo estaba extendido hacia el cable de la lámpara pero no podía moverlo. La sinceridad de Norim, las palabras que acababa de usar, la dejaron sin posibilidad de respirar. Eran las que cualquier mujer querría escuchar de un hombre, o en este caso de dos, y ahí estaba diciéndoselas a ella.
En lugar de llegar a su destino, cambió de rumbo y lo buscó. Quería besarlo, lo ansiaba. Y él lo supo. Se acercó a ella y acogió los labios entre los suyos, presionándolos y abriéndolos para él, deleitándose con el sabor de su boca.
Gimió en ellos al notar a Kreyson presionándola abajo, pellizcando el clítoris y frotando sus dedos sobre su raja sin llegar a introducirlos. Las caderas de Becca se movieron sin poder evitarlo, creando una invitación para que siguiera.
Notó que éste se movía y se posicionaba de nuevo entre sus piernas, la cabeza de su pene punteando en la misma entrada.
––Becca... ––murmuró Kreyson.
Norim dejó de besarla y se apartó un poco sin perder el contacto con ella, una de sus manos sobre su vientre.
––Por favor, perdóname.
––No tengo que perdonar nada ––correspondió llenándosele los ojos de lágrimas––. Es el mayor regalo que vosotros me podéis dar a mí.
––¿Hacerte daño? ––preguntó con ironía.
Ella negó con la cabeza sonriendo.
––Siendo vuestra, por completo.
El pecho de Kreyson se hinchó de orgullo ante esas palabras y empujó un poco hacia dentro mientras Becca arqueaba las caderas para aceptar esa intrusión.
––¿Becca?
––Estoy bien. Eso no duele, es sólo la sorpresa ––tranquilizó.
Volvió a empujar otro poco y tuvo que apretar los dientes para no jadear. Empezaba a dolerle pero no quería que lo supieran, aún no.
Unos nuevos centímetros introducidos le dijeron que el pene de Kreyson estaba allí, en el himen, rozándolo levemente pero, tras la entrada anterior, provocándole dolor.
––Sigue... ––susurró ella sin poder decir más.
––Estás tensa, Becca, te estoy haciendo daño.
––No... sigue.... ––suplicó.
Buscó con la mano a Norim y éste se acercó más a ella besándole en el cuello y acariciándole los pechos.
––¿Esto ayuda? ––le preguntó mientras seguía dedicándose a ello.
La tensión comenzó a desaparecer al sentir los labios sobre ella, sus dedos pellizcando los pezones y frotándolos con algo más de brusquedad. Notó descender más humedad en sus partes y que ésta empapaba el miembro de Kreyson ofreciéndole un poco de movimiento en su estrechez.
––Parece que sí, está más deslizable ––afirmó.
––Sí... me ayuda... ––añadió Becca poniendo su mano sobre la espalda de Norim.
Kreyson volvió a empujar y Becca se arqueó y gritó. Le dolía, mucho. Sabía que no debía hacerlo porque los asustaría, pero no podía evitarlo, no si Kreyson seguía avanzando demasiado lento. Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos y sorbió tratando de calmarse.
––Becca, dejémoslo. No puedo verte así ––le dijo Kreyson saliendo un poco de ella.
––¡No! ––lloró––. ¡Por favor, no!
––Te duele... Puede haber otra forma.
––Tienes que hacerlo más rápido.
––¿Más rápido?
––De una vez, empuja de una sola vez.
Kreyson abrió los ojos ante lo que le pedía y negó.
––Te dolerá aún más. Si voy con cuidado te duele, si lo hago como me pides... No, no podría perdonármelo.
––Así dolerá menos.
Norim le secó las lágrimas de las mejillas y la obligó a mirarlo.
––¿Estás segura, Becca? ¿De verdad será menos? ––asintió mientras se enfocaba en esos ojos naranjas que tenía. Sufriría, pero sería menor a si lo atravesaran con la lentitud de Kreyson. Norim asintió y miró a Kreyson.
––Hazlo.
––Pero...
––Ella dice que es así. No entendemos mucho de humanos, ni quiero hacerlo a no ser que sea algo sobre Becca. Si ella lo soporta si lo haces rápido, hazlo. O lo haré yo.
––No.... Yo lo haré ––replicó él, su posesividad encubierta en esas palabras.
––Que lo haga quien quiera, pero por favor... ––intervino Becca.
Norim se movió esa vez para tocarle el clítoris y estimularla para que padeciera lo menos posible. Sólo cuando la vio arquearse buscando más placer le pidió a su hermano mentalmente que empujara.
Becca se arqueó y gritó con fuerza al sentir avanzar con rapidez el pene de Kreyson y atravesar de una sola vez el himen desgarrándoselo limpiamente. No podía coger aire a los pulmones debido a la impresión que acababa de causarle. El dolor, aunque intenso, remitía poco a poco. Las lágrimas se le escapaban sin poder evitarlo.
––¡¡Becca!! ––exclamaron los dos.
Kreyson se inclinó sobre ella con cuidado de no moverse y Norim también se acercó.
––Becca, pequeña... ¿Te duele?
Ella se mordió el labio y negó con la cabeza. Los ojos cerrados y apretados no le conferían mucha veracidad a su negativa pero era lo que podía hacer en ese momento. Fue respirando con lentitud dejando que el sentimiento fuera desapareciendo.
––Becca, perdóname... ––Kreyson estaba destrozado por lo que acababa de hacer. Sentía sus emociones como sabía que Norim lo hacía. La habían lastimado mucho y entendería que los rechazara en ese momento.
Trató de moverse para sacar lentamente su miembro del canal cuando ella gimió.
––Por favor... Quieto... ––susurró ella.
––No me moveré. Si es lo que quieres, me estaré quieto.
––Becca, dinos, ¿qué hacemos para que te sientas mejor? ––se interesó Norim, deseoso de cualquier cosa que calmara el cuerpo ahora angustiado.
Abrió los ojos empañados en lágrimas mirándolos, los dos aterrados ante la visión de ella lastimada por su culpa. Extendió sus manos hacia ellos y cada uno le cogió una.
––Lo siento... ––esbozó una sonrisa para ellos.
––¿Por qué?
––Porque os he asustado. No os gustaría ver vuestras caras ahora. ––Se echó a reír a pesar de que aún lloraba y Norim se aproximó para abrazarla. También Kreyson quería hacerlo pero se mantuvo inmóvil a fin de no provocarle más sensaciones negativas de las que le habían dado ya.
Notó la contracción de Becca al apretarle en su interior y la miró desconcertado.
––¿Becca?
De nuevo volvió a hacer presión a la par que movía las caderas sacando un poco de su pene hacia fuera para volver a introducirlo. Kreyson le cogió las caderas para detenerla y trató de entender algo.
––Ya... puedes moverte.
––¿No te hace daño?
––El dolor se va si te mueves... ––contestó.
No estaba muy convencido de ello pero, presto a probarlo, se expulsó unos centímetros hacia fuera y volvió a entrar en ella. Becca gimió pero sus sentimientos ya no llevaban pesar y desaparecían siendo sustituido por el placer.
––¿Rápido? ––le preguntó Kreyson.
––No.... Ahora lento...
Siguiendo sus órdenes, Kreyson empezó a deslizarse con lentitud, entrando y saliendo. Se mordió la lengua al ver que la sangre de ella salía de su cuerpo a través del condón manchando las sábanas de la cama. No quería volver a vivir esa experiencia de nuevo, no con ella. Sintió compasión por todas las mujeres humanas que tenían que pasar por un dolor de ese calibre para experimentar el amor y dio gracias por poder consolar a Becca.
Norim la estaba besando en esos momentos, tranquilizando su alma y volviendo a encenderla para ellos. Iba reaccionando a las caricias y sus caderas lo guiaban para aumentar los embistes.
Estaba aún muy estrecha para su pene y se sentía apretado cada vez que entraba. Pero también notaba sus contracciones y sabía que estaba llegando, que un clímax se aproximaba y se dijo que no se correría hasta que ella no lo hiciera.
––Kreyson... Kreyson... ––murmuró ella jadeante cuando fue consciente de la llegada del orgasmo.
––Déjate llevar ––siseó él.
––Dánoslo, Becca. Es nuestro ––agregó Norim.
Becca gritó de nuevo, esta vez llena de placer, y se vació por completo mientras el pene de Kreyson seguía atormentándola sin detenerse. No le importó que el canal se estrechara, seguía entrando y saliendo aun cuando ella se corría y trataba de respirar y no desmayarse ante la sensación que le provocaba.
Finalmente, Kreyson se liberó también en el condón, un pequeño calor inundándole y fusionándose con el de su orgasmo. Cayó a su lado jadeante mientras salía por completo con lentitud.
Se volvió hacia él para sonreírle mientras Kreyson le acariciaba la mejilla.
––Lo siento.
––No. Gracias... Por quererme... ––se volvió hacia Norim––. A los dos... Gracias.
Se le cerraron los párpados antes de poder decir nada más y el agotamiento la sumió en el sueño en unos segundos.
Kreyson y Norim se acercaron a ella para abrazarla y besarla. Acababan de vivir una de las peores experiencias y esperaban que no hubiera ninguna más.