Capítulo 21
Becca estaba sentada detrás de la mesa desde donde vigilaba la librería. Trataba de cuadrar todo y de hacerse cargo de los pedidos que tenía pendientes. Se iba... Dos días y se encontraría en otro planeta con Kreyson y Norim.
Aún no se lo creía pero era así. Tenía que hacer las maletas, a pesar de que Kreyson le había dicho que dispondría de todo en su hogar.
––¿Cómo que te vas? ––le preguntó Josh haciéndole perder el hilo de lo que apuntaba en el ordenador. Acababa de entrar en la tienda y aún sostenía la puerta para que entrara Alice.
––¿Qué?
––Alice dice que te vas.
Becca miró a su amiga y vio cómo esta se inclinaba pidiéndole perdón.
––Se suponía que iba a decírtelo esta noche en la cena ––replicó Becca.
––Sí, pues alguien se te adelantó. ¿En serio te vas?
––Sí... Quiero intentarlo.
Josh dio la vuelta a la mesa, cogió una silla y se sentó a su lado. Alice lo hizo encima de la mesa y los miró a ambos.
––Creo que haces bien, Becca. Ellos te adoran.
––Y yo a ellos.
––Entonces te vas... ––murmuró Josh, impactado por la noticia.
––Lo siento... No sabía que te lo tomarías así.
––No es eso. ¿Qué harás allí?
––Kreyson y Norim dicen que he de darme a conocer a su pueblo para saber si me aceptan como futura reina o no.
––Aceptarte... Espera un momento, ¿qué pasa si no lo hacen?
Becca torció la cabeza para no mirarlos.
––¿Becca?
––¿Te has vinculado ya a ellos? ––preguntó Josh. Odiaba cuando tenía ese sexto sentido.
––No...
––Entonces es eso... ¿Cuánto tiempo has conseguido?
––¿A qué te refieres, Josh? ––inquirió Alice que todavía no se había percatado de nada.
––Becca no se va para siempre. Sólo temporalmente, ¿verdad? ––El silencio de ella les sirvió como respuesta––. ¿Cuánto?
––Dos meses. En dos meses el pueblo decidirá si me acepta o no.
––¿Si no te acepta volveréis aquí? ––dijo con esperanza Alice. Becca se mordió el labio inferior evitando mirarlos––. ¿Becca?
––Los dejaras... ––contestó Josh.
Se estremeció ante esas palabras.
––¡No! ¡¡Becca no puedes hacerles eso!!
––Alice, entiéndelo... Son príncipes, no puedo hacer que decidan entre su pueblo y su vida, y yo.
––¡Pero ellos te aman!
––¡Y yo a ellos, Alice! ¡Por eso... por eso no puedo hacer que pierdan lo que han conocido durante toda su vida!
––¿Ellos lo saben?
––No... Me esforzaré al máximo para lograr que me acepten pero, si no, les pediré que me lleven de nuevo a la Tierra... sola.
––¿¡Eres tonta o qué!? ¿¿¡¡Qué hay de ellos y su vínculo!!?? ¡No sentirán nada por otra persona! Los están condenando a una vida sin amor.
Becca miró a los ojos de Alice. Estaba muy enfadada con ella y no quería dar su brazo a torcer. Se giró hacia Josh y vio la tranquilidad que emanaba. Estaba cruzado de brazos y la observaba en silencio.
––Tú lo entiendes, ¿verdad, Josh?
Descruzó los brazos y se echó hacia delante.
––Entiendo que no quieres privarles de su propia existencia. Pero lo que pretendes es condenaros a los tres. Ahora no es cosa de ellos, Becca, es cosa tuya. Ellos ya te han demostrado que son dignos de ti, ahora es tu turno y eso es lo que te asusta.
Ella se quedó boquiabierta ante las palabras de su amigo.
––Te escudas en el pueblo cuando lo que más te preocupa es no ser lo suficiente para ellos. Temes que te rechacen si los otros lo hacen y proteges tu corazón pensando en que la separación será mejor si es por su planeta y no por ti.
Los ojos se llenaron de lágrimas a punto de caer.
––¿Cómo...?
––Becca, te conozco demasiado como para no saber lo que pasa por esa cabeza que tienes. Es normal que estés asustada pero los tienes a ellos; sabes que puedes contarles lo que quieras.
––¡Por Dios, Becca, no te comportes así! ––soltó Alice bajando del escritorio y arrodillándose junto a ella––. Te aman y están dispuestos a perder su reino por ti, ¿de verdad crees que podrían rechazarte si su mundo lo hace?
––Pienso que, dentro de unos años, pueden ver en mí lo que perdieron. No podría soportar saber que se arrepienten.
––Por eso aún no te has conectado ––comentó Alice.
Becca asintió.
––Quiero ver su planeta antes. Y si no resulta, ellos podrán volverse a enamorar de alguien pasados unos años. Como humana no vivo tanto como ellos.
––¡Becca! ––reprendió Alice. No pudo volver a respirar al ver el rostro desencajado de su amiga. La abrazó con fuerza dejando que se desahogara en sus brazos mientras Josh las miraba.
––Lo siento... De verdad. Y más por lo que va a pasar. ––Becca se echó a reír a pesar de que lloraba.
––¿Lo que va a pasar?
––En cualquier momento van a llegar sabiendo lo triste que estoy. Estarán como locos... ––contestó secándose las lágrimas de los ojos.
––¿Quienes?
La puerta de la calle se abrió de un portazo y Norim entró en la tienda jadeante. Miró a ambos lados hasta que localizó a Becca. Saltó por encima de la mesa y se arrodilló a su lado temeroso de tocarla.
––¿Qué te pasa? ––susurró.
Becca trató de sonreírle pero finalmente acabó echándole los brazos al cuello y dejando que él la consolara.
Kreyson cerró la puerta de la librería con cuidado, asustando a los amigos que no lo habían oído entrar. Se acercó entonces a su amada y a su hermano y posó la mano sobre la cabeza de ella mientras se agachaba.
––No vuelvas a darnos este susto, Becca. Otra vez no ––murmuró mientras la cogía y acercaba abrazándola con fuerza.
****
Becca se pasó el resto de los días preparando el viaje. Dejó de ir a la universidad y se encargó de cumplir con todo en la librería. Finalmente, puso las escrituras a nombre de sus amigos para que pudieran conservarla si así lo querían. Aunque ella volviera, Josh y Alice se merecían ese regalo por lo que hacían por ella.
Todavía no les había dicho nada, posponiéndolo para el día de la partida, un día que sería doloroso para ella. Se iba a un planeta desconocido y no podría comunicarse con ellos durante ese tiempo... Hacía años que no se separaban los tres.
Kreyson y Norim la ayudaban en lo que necesitaba y estaban siempre a su lado. Notaban los nervios y la tristeza en ella atribuyéndola al viaje y a lo desconocido que era su planeta. Por las noches, Becca solía aferrarse a ellos para dormir para tranquilizarse.
Y por fin llegó el día de la partida. Con ayuda de Josh, habían logrado encontrar un lugar apartado de la ciudad donde no llamarían demasiado la atención al agrandar la nave y prepararla para el viaje. Debían apresurarse para evitar que alguien de la Nasa detectara las emisiones del vehículo y por ello decidieron emprender el viaje a las dos de la mañana, cuando todo estaría más tranquilo aunque estaban preparados por si necesitaban crear una ilusión antes de que llegara quien no debía y ocultar así su presencia.
Becca llegó con ellos una hora antes para preparar el despegue. En el momento en que el taxi se marchó dejándolos en un descampado, a pesar de la cara que puso el taxista por el lugar escogido, Kreyson sacó la nave y ésta recuperó su tamaño normal.
Sin duda era impresionante y no se parecía en nada a algo construido en la Tierra. Temía entrar dentro de ella porque significaba comenzar su nueva vida. Decidió entonces esperar a sus amigos fuera mientras Kreyson y Norim se ocupaban de ponerla a punto.
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––Becca... ¿Falta mucho para la hora? ––le preguntó Kreyson acercándose a ella y arropándola con una manta.
Ella miró el reloj y rió con tristeza.
––En realidad ya ha pasado más de media hora. Supongo que también para ellos es difícil despedirse.
––Podemos esperar más si quieres.
––Nos han estado evitando estos días, Kreyson. Creo que en cierto modo se han enfadado porque me voy.
––No lo creo, Becca. Son tus mejores amigos, no van a dejarte ahora así.
––¡Eso mismo! ––gritaron desde la oscuridad.
Becca se puso de pie y trató de enfocar algo.
––¿Alice?
––¿Quieres darte prisa con eso, Josh? ––lanzó de pronto––. ¡¡Nos van a matar por llegar tan tarde!!
––Si tú no llevaras tanto equipaje a lo mejor hubiéramos llegado mucho antes ––replicó Josh.
––¿Qué pasa? ––preguntó Norim saliendo de la nave.
Ante ellos vieron emerger a Alice y Josh cargados de maletas. Ambos iban con una sonrisa en sus rostros.
––¿Dónde vais? ––preguntó Becca.
––¿Tú qué crees? Nos vamos contigo ––contestó Alice.
Kreyson tuvo que agarrar a Becca cuando las piernas cedieron y no la sostuvieron. Delante de ellos estaban dos auténticos locos que eran capaces de dejar sus vidas por acompañar a su amiga hasta un planeta lejano.