Capítulo 27
Becca abrió los ojos y suspiró feliz. Amanecía en el planeta y se sentía colmada y relajada. Delante suya estaba Kreyson, su pecho subiendo y bajando a un ritmo regular. Algunos mechones de su pelo caían por delante. Sonrió y se acercó, quería notar el calor y sabor de esa piel en sus propios labios.
Kreyson se removió estrechándose más contra ella aun dormido en sus sueños. Agotado por las horas que había pasado poniéndose al día con los asuntos del reino, se negaba a despertar para otro día separado de Becca. También él quería pasar tiempo con ella, disfrutar de su rostro cuando descubriera las cosas tan diferentes de la Tierra.
Notó unos labios presionando contra su pecho, unas manos acariciándole, incluyendo su cicatriz. Protestó moviéndose un poco pero los labios también lo hicieron hasta el pezón y sintió una lengua caliente y húmeda mojándolo. Siseó dejando escapar un suspiro de su boca, echando la cabeza hacia atrás. Abrió los ojos y se agachó para mirar a Becca pegada a él. Ésta se elevó hacia él antes de abandonar su pecho e incorporarse con el codo en la cama.
––Buenos días ––saludó con la sonrisa más hermosa que podía haberlo recibido. Tenía el pelo revuelto y estaba sonrojada pero, para él, esa imagen sería una que querría ver durante toda su larga vida.
––Buenos días ––contestó, su voz algo ronca por el despertar y el deseo de tomarla de nuevo.
––¿Sabes dónde está Norim? ––Frunció las cejas mirando alrededor.
––¿Norim? ––preguntó en su cabeza.
––¿Ya has despertado? ––respondió éste––. Pensé que necesitarías dormir así que me he hecho cargo de tus tareas. ¿Becca está durmiendo?
––No, está despierta.
––Entonces disfruta de ella, hermano. Padre aún no ha llegado así que no te echarán de menos.
––Gracias, Norim.
––¿Y bien? ––inquirió Becca, paciente.
––Está ocupándose de algunas tareas. ¿Quieres que te lleve con él?
Becca sonrió empujando a Kreyson para que se tumbara de espaldas y ella poder descansar su cabeza sobre su pecho.
––No... Me apetece quedarme aquí contigo.
Kreyson cerró los ojos ante esas palabras tan sencillas y a la vez tan llenas. Su pecho se llenó de orgullo atrapando a Becca en su brazo para impedirle escapar. Durante varios minutos ambos se quedaron unidos en el silencio roto sólo por sus respiraciones. No quería salir de la cama, se negaba a ello, aunque debía hacerlo.
Becca volvió a incorporarse mientras la mano de Kreyson descendía por su espalda. Se giró para contemplarla, sus mejillas enrojecidas, sus labios entreabiertos en una sonrisa pura, la mirada de ella perdida en el deseo. Extendió el brazo acariciándole su rostro, siguiendo por su cuello hasta la cicatriz de su pecho. Un torrente de emociones llegaron a su mente jadeando por la intensidad. No tuvo más remedio que levantarse y sellar esos labios con los suyos, calmar el profundo ardor que veía en ella, que percibía en lo más hondo de su ser.
Rodeó con su amplia mano la nuca empujándola hacia él, hundiéndose en su beso mientras se abría, le ofrecía completa sumisión. Buscó su lengua provocándola para que entrara, siguiendo con ella su inspección, para después hacer lo mismo en la boca de ella. Se retiró un poco para morderle en pequeños bocados sus labios, lamiendo después de cada mordisco. Podía sentir temblar sus labios, hincharse por la atención recibida. Volvió de nuevo a su interior para probar ese lugar tan dulce.
Empujó con su cuerpo al de Becca para tenderla en la cama situándose encima sin llegar a aplastarla. La mano que tenía en la nuca bajó hasta rozarle uno de sus pechos gimiendo en respuesta. Presionó sobre su vientre su miembro endurecido y preparado ya. Becca movió sus caderas en busca de más contacto, frotándose ambos, sintiendo los testículos rozándole su sexo.
––Kreyson... ––susurró entre sus labios. Se separó de ellos bajando por el cuello lentamente, tomándose su tiempo para saborearla bien.
Con cuidado de no hacerle daño con los colmillos, mordisqueó el camino hasta la clavícula donde lamió el hueco presionando con su lengua. Dejó que ésta se arrastrara por su figura bajando más hasta sus pechos, primero uno y después otro, mordiendo y tirando de los pezones entre sus dientes. Sus oídos estaban atentos a los dulces sonidos que Becca hacía, su cuerpo pendiente del de ella, sus manos entrelazadas a cada lado del colchón apretadas cada vez que él se hacía con sus senos.
––Kreyson...
––¿Mmm?
––Te quiero...
Levantó la cabeza de inmediato mirándola sorprendido. Esbozó una sonrisa acariciándole la mejilla.
––Te quiero ––repitió.
Cerró los ojos mientras la frase se reproducía en su mente una y otra vez. Quería grabarse la voz de ella, las palabras. Todo. Los abrió y le cogió la cara.
––Otra vez, Becca, por favor. Dilo otra vez.
––Te quiero ––besó su nariz––. Te quiero. ––Otro beso en los labios––. Te quiero. ––Un último en su corazón.
****
––Por eso consideramos que lo mejor para el tratado en este caso es...
––¡Joder! ––exclamó Norim removiéndose en la silla. Todos los ojos se centraron en él sin que le importara, él intentando buscar una posición que no le importunara tanto aunque con los sentimientos que le llegaban de Kreyson y Becca eso era imposible.
––Príncipe Norim... ¿Está bien? ––preguntó uno de los consejeros.
––Jodido... Estoy jodido ––contestó sobresaltando al resto.
––Quizá sería mejor esperar al Príncipe Kreyson para tomar una decisión.
––Ya os he dicho que está ocupado en estos momentos. Además, si alguno fuera a molestarlo ahora creo que acabaría perdiendo la vida...
Los demás se miraron entre sí mientras Norim miraba al techo suspirando. De haberlo sabido, se hubiera quedado en la habitación con ellos.
****
Sentada a horcajadas sobre Kreyson, Becca no podía dejar de acariciarle el pecho, de seguir con sus dedos la cicatriz y lamer el rastro hasta hacerle removerse. Las manos de él estaban sobre sus caderas manteniéndola fija cerca de su miembro, palpitante entre sus nalgas y espalda. Podía notar el calor que se desprendía así como los movimientos de éste. Se apoyó en los codos y levantó el cuerpo para llegar de nuevo a sus labios. Durante todo el tiempo, Kreyson la había dejado hacer todo lo que quería. Entró en su boca de la misma forma que él hacía arrancándole un gruñido para batallar y ganar en la de ella.
––Kreyson... ¿Por qué? ––preguntó separándose de él.
––¿Por qué qué?
––¿Por qué te contienes? Siempre estás preocupado por hacerme daño, pendiente de mí. No soy de cristal.
––No quiero perderte, Becca ––respondió cogiéndole un mechón del pelo––. Ahora que te he encontrado no lo soportaría ni tampoco que tú nos abandonaras.
Becca sintió una puñalada en su corazón. ¿Sería capaz de dejarlos si el pueblo no la aceptaba? Lo más doloroso de su vida sería renunciar a ellos, volverles la espalda a dos hombres que le habían hecho el mayor regalo que cualquiera querría: ser amada. Iba a luchar con todo lo que tenía y era para lograr ser aceptada. Su objetivo no era el planeta o la corona; eran ellos.
––No te contengas ––le susurró al oído––. Déjame verte como nadie te ha visto jamás.
Kreyson la agarró de la cintura y dio la vuelta en la cama quedando ella de espaldas sobre el colchón. El brusco movimiento había hecho que gritara asustada pero éste pronto fue acallado por la boca de él. Le costaba aguantarle, un beso devorador que la dejaba sin respiración.
Se separó con brusquedad y apartó de ella.
––Date la vuelta.
Becca lo miró un momento, sus ojos fijos.
––Becca ––avisó.
Apoyándose en los codos y manos se puso de espaldas a él. En ese momento Kreyson avanzó y, agarrando la sábana, la pasó por el cabecero de la cama atando con ella las manos. Ella intentó tirar para liberarse pero estaba bien sujeta, aunque no lo suficiente para sentir dolor.
––Kreyson...
––No te voy a hacer daño, Becca, jamás te lo haría. Pero como a mi hermano, a mí también me gusta jugar. Y ahora mismo tú eres mi juguete favorito.
Se asentó entre sus piernas, su miembro entre las nalgas. Presionó su pecho sobre la espalda empujando con ello su pene. Empezó a besarla por un hombro, la nuca y el otro hombro.
––Sé que no me harás daño ––murmuró ella––. Quiero conocer todo de ti.
––Gracias.
Kreyson siguió besando su espalda a pesar de los intentos de ella por apartarse. Sus besos eran demasiado para ella, parecían ascuas de fuego sobre la piel provocando más y más. Intentó mover las piernas pero sólo la risa de él la frustró. No podía con un cuerpo como el suyo, era imposible.
Cuando llegaba al final de la espalda, Kreyson se bajó de sus piernas extendiéndolas todo lo máximo que podía y quedando entre medias. Siguió con un dedo la raja del trasero y avanzó hasta su sexo, palpitante y húmedo por él. No hizo ningún intento por entrar, sólo acariciaba sus labios. Becca lanzó un quejido y contoneó las caderas para empujar por sí misma esa parte juguetona. El sonido de una palmada en su nalga la paralizó por un momento. Notó su figura tumbarse sobre ella sin llegar a descansar su peso. Le mordió el lóbulo de la oreja soplándole después.
––Si te mueves de nuevo no tendré piedad ––amenazó.
––No eres justo...
––Te has divertido conmigo, ahora me toca a mí. No querías que me contuviera. Ahora la pregunta es... ¿Te arrepentirás?
––Nunca ––respondió con rapidez mirándole con seriedad a los ojos––. Para mí eres Kreyson, no me importa si te contienes con los demás, no quiero que lo hagas conmigo. Te quiero.
Kreyson no pudo apartar la mirada de Becca. Ella sería la mujer perfecta, aquella que lo entendería si se enfadaba o se ponía triste, que no le importaría ayudarle cuando las tareas del reino se hacían tan pesadas que le quitaban el hambre y el sueño y no había en quién apoyarse para solucionarlo antes del tiempo límite establecido por su padre.
––Te quiero ––pronunció.
Los labios de Becca crearon una sonrisa sólo para él.
––Demuéstramelo ––retó pícara.
Kreyson rió abiertamente antes de besarla. Se apartó de ella demasiado pronto para su gusto y volvió a bajar hasta su sexo.
Empezó a jugar con los rizos mientras ella apretaba los dientes sollozando e intentando anclarse en su sitio. Apartó con sus dedos los labios introduciéndose dentro y buscando ese botón que sabía que estaría hinchado y dolorido. Obvió su canal palpitante antes de crear círculos alrededor del clítoris, cada vez más cerrados, hasta llegar a hacerlos encima mismo de esa perla, presionando y realizando círculos también.
Becca gritó aferrando las sábanas. Estaba a punto de correrse y sólo habían empezado. Si en ese momento le metía algo en su canal explotaría sin que hubiera entrado ni la mitad. Sin embargo, los dedos de Kreyson abandonaron su sexo y ella no pudo evitar lanzar un sonido lastimero por perderlos. Éstos se situaron entre sus nalgas, frotando con ellos en su agujero antes de extenderla para tener más visibilidad del mismo. Bajó la cabeza y empezó a lamerla una y otra vez mientras su centro lloraba por atención.
––Kreyson, no puedo más...
––Esperarás...
––No, de verdad, Kreyson, necesito correrme... Me dará algo si no lo hago...
––No te correrás.
––Por favor...
Kreyson le mordió una nalga apaciguándola después mientras ella gritaba por el susto.
––Voy a reclamar todo tu cuerpo, Becca. Nos perteneces, para siempre.
––Déjame correrme...
Él volvió a sonreír.
––Cuando yo lo diga ––recalcó volviendo a su trabajo en el trasero de ella.
––Mandón... ––masculló ella ganándose un nuevo mordisco.
Las atenciones de Kreyson la abrumaban. Norim era salvaje y dominante pero Kreyson... Su aura de poder estaba presente, la opresión y el hecho de querer satisfacerse llevándola al límite. Era lo mismo que su hermano pero todo era más sensual. Norim en ese aspecto era primitivo con las sensaciones que el otro lograba de su cuerpo, como si supiera exactamente dónde, cuánto, cuándo, y cómo tocar esos puntos.
Presionó uno de sus dedos en el agujero ya lubricado y empujó hasta que lo metió por completo. Becca jadeó ante la forma tan brusca pero no tuvo tiempo para protestar pues empezó a moverlo expandiendo el agujero, entrando y saliendo. Notó su aliento en la nuca, los labios presionándola suavemente, la lengua punteando esa zona erógena.
––¿Sabes que también desde aquí puedo provocarte un orgasmo? ––picó.
Becca bien lo sabía por lo que estaba sintiendo. No podía parar de apretar el dedo de Kreyson ni su canal dejaba de gotear y vibrar clamando por atención. Iba a volverse loca. Más cuando un segundo se unió al primero en su ano y la otra mano de Kreyson le rozó los labios de su sexo. Jadeó ante esos contactos esperando que siguieran. Cuando él cumplió con ese deseo ya no pudo pensar en mucho más. Toda su sangre parecía estar acumulada en esa zona y su amado estaba colmándola de un placer sin igual.
Oyó un gruñido salir de su garganta y se volvió hacia él. Apretaba los dientes fijo en su sexo, donde las dos manos se afanaban por llevarla no sabía dónde. No podía contener la excitación y sus caderas se movían inconscientes con las entradas de él hasta que sacó ambas dejándola desamparada. Aunque no por mucho tiempo.
Kreyson presionó su pene en la entrada de la vagina metiéndose de un sólo golpe. Becca se echó hacia delante ayudándose de sus pies para tratar de liberarse de él pero la presión sobre los hombros la fijaron. Apretó los ojos con fuerza intentando centrarse en cualquier otra cosa que no fuera lo que tenía entre sus piernas.
––Lo siento ––susurró Kreyson besándole la mejilla––. No pude resistirme. ¿Quieres que salga?
Becca lo miró, sus ojos apagados de nuevo por la preocupación de haber hecho algo mal.
––No... Me has asustado, pero ya estoy bien. ––Para dar más veracidad a sus palabras fue ella quien empezó a moverse en torno a él.
Kreyson siseó ante el placer que le otorgaba y la besó antes de empezar a embestirla.
La postura que tenían hacía que fuera difícil para él entrar pero aún así se esforzaba por enterrarse en lo más profundo. Las sábanas y colchón le servían para frotar su sexo y el clítoris cada vez que él empujaba lo que la llevaba cada vez más cerca del precipicio de su orgasmo. Pero, cuando estaba a punto, Kreyson salió de ella.
––¡Kreyson! ––chilló molesta por haberlo perdido.
Se echó a reír antes de situar su miembro en el ano y empujar, esta vez de forma más delicada. Para él sería la primera vez; las anteriores había rechazado penetrarla por ahí por miedo a hacerle daño pero ahora no parecía que eso le importara.
––¿Te duele? ––preguntó cuando metió el glande.
Becca notaba su agujero extendido y la sensación era diferente a la de Norim. Él lo hacía con lentitud y dulzura, preocupándose por la otra persona. Pero sin detenerse. Notó cómo empujaba más adentro sin esperar la respuesta. Becca empezó a impulsarse hacia él para ayudarle. Cada vez que lo hacía, notaba la entrada y ensanchamiento por su miembro hasta que finalmente estuvo dentro.
––¿Becca?
––Estoy... bien...
––¿Seguro?
Becca apretó su canal y Kreyson bufó alzando la cabeza para respirar profundo.
––Seguro... ––dijo entre risas.
Empezó a incitarla primero con movimientos lentos, después más rápidos y profundos. Becca lo sentía arrastrarse por su canal, dilatarlo cuando trataba de recuperar su forma. El calor en su cuerpo empezaba a crecer y sabía que una capa de sudor estaba alrededor suyo. Los pechos le dolían por estar presionados en el colchón y las manos, al no poder disponer de ellas, las tenía rígidas. Pero todo ello era secundario teniendo a Kreyson a su lado. Podía oír los jadeos de él, sentir su piel cuando chocaba con su espalda, cómo ambas en contacto ardían siendo una.
Sintió la fuerza del orgasmo y siseó ante las sensaciones. Necesitaba correrse....
––Kreyson... ––murmuró––. Por favor...
––No. ––La negativa no hizo que las ansias disminuyeran sino todo lo contrario y por un momento no pudo resistirse. Pero cuando éste salió de su cuerpo con rapidez para impedirle tener su ansiado premio, sollozó––. Quiero que te corras cuando esté dentro de ti, Becca ––murmuró él.
––Estabas dentro... ––se quejó ella.
––Sí. Pero quiero sentirte apretarme con fuerza entre tus piernas, darme ese orgasmo para mí. El único que me pertenece sólo a mí.
Dicho esto, Kreyson volvió a entrar en su sexo, esta vez más lento. Sabía que estaba a punto así que no forzaría las cosas. Iba a prolongar ese instante hasta que él reventara. Empujó poco a poco, saliendo y entrando en base a los propios movimientos de Becca.
Pronto se encontró desatándola y levantándola de la cama para empalarla con su lanza mientras aguantaba el peso de ambos con sus rodillas.
Sus manos se dedicaron a calmar los pechos, doloridos por estar tanto tiempo presionados. Cada vez que rozaba los pezones, Becca se estremecía empujándose contra su espalda. Su respiración ya no sucedía si no era mediante jadeos y gemidos y a él le pasaba lo mismo.
Ella se cogió al cuello de Kreyson para ayudarlo en sus embistes. Eso hizo que sus pechos se elevaran más y éste rugió por la vista de esas dos joyas.
––Si Norim estuviera aquí estoy seguro que esas puntas no estarían tan desamparadas.
Becca se estremeció apretando su canal ante la imagen de su hermano lamiendo sus senos.
––Pero por ahora... ––cogió esas perlas con el pulgar e índice de cada mano y empezó a apretar y empujar como si ordeñara.
Ella no pudo resistirse más y gritó.
––Córrete, Becca. Déjame sentir el placer que te he dado ––susurró en su oído.
Becca empezó a temblar en el momento en que algo en su interior se rompió y empezó a explotar. Era como si no tuviera fin. Una dulce muerte era lo que esperaba al final del túnel, no la imagen que, al echar hacia atrás, vio en Kreyson, total y completa felicidad. Sintió las últimas embestidas de él antes de llenar su canal del calor de su semilla rugiendo como un león, cruzando sus manos en torno al pecho de Becca y aprisionándola junto al suyo hasta que terminó. Cayeron en la cama incapaces de moverse.
****
Norim sudaba mientras trataba de escuchar lo que los consejeros querían pero era imposible. Kreyson se había entregado a Becca y ella lo aceptaba, eso ya era una alegría, pero los sentimientos que recibía.... Su pene parecía a punto de estallar y en el momento en que su hermano llevaba al culmen a Becca, las puertas se abrieron para dejar a su padre pasar.
Todos se pusieron en pie y Norim lo intentó. De veras que lo hizo. Sólo que ese movimiento, al presionar su miembro contra los pantalones, hizo que gruñera apoyándose en el brazo del sillón. Pero no podía detenerlo. Becca estaba en sus pensamientos, y Kreyson lo había hecho partícipe al decirle lo que él haría con los pezones de ella.
Después todo se había movido. Sintió cómo los dos llegaban hasta el clímax y no pudo evitar llegar él mismo. Se apoyó demasiado en la silla y cayó al suelo a cuatro patas mientras su cuerpo se estremecía por el orgasmo. Intentaba recuperar algo de la respiración y entender lo que demonios estuvieran diciéndole los que se acercaban a él.
Cuando los oídos se destaponaron lo suficiente pudo centrarse en lo que decían.
––Estoy bien... ––gruñó apoyando una mano sobre el sillón caído y levantando una rodilla––. No necesito ningún médico.
––¿Estás seguro? ––preguntó su padre.
––Un médico no... Necesito a Becca ––replicó de pie. Sus pantalones dejaban claro lo que acababa de pasar y algunos de los consejeros apartaron la mirada cohibidos.
Pahaliah miró a su hijo sorprendido por su comportamiento. El día anterior había sido Kreyson y ahora él. ¿Tan fuerte era el vínculo que los unía a los tres? Norim no se molestaba en ocultar su excitación y lo miraba desafiante.
––Ve a cambiarte. Podéis pasar la mañana con Becca. Pero os quiero a los dos trabajando esta tarde.
––Sí, Padre ––contestó contento por esa victoria.
Dio la espalda y salió con orgullo de la habitación. Pahaliah sonrió ante la personalidad de su segundo. Si esa chica era capaz de hacerles perder así la cabeza a los dos, quizá la había juzgado mal.