Capítulo 14

 

––¿Dónde vas? ––le preguntó Norim al ver que su hermano se levantaba.

––Necesito lavarme ––contestó deslizando el condón fuera de su miembro––. Y también debemos ocuparnos de ella. Ha sangrado mucho.

––Yo me ocupo, si quieres.

––No. Tú aún estás excitado, Norim. Debe ser una tortura estar a su lado y no poder hacer nada. Además, he sido yo quien le ha causado dolor.

––Kreyson... ––agachó la cabeza apenado por su hermano––. Está bien, déjame convocarte lo necesario.

––Gracias.

Entró en el baño y cerró la puerta. Apoyó en ella la espalda y echó la cabeza sobre ella. Todavía podía recordar el dolor de Becca en su propio cuerpo y eso lo aterraba. Jamás volvería a pasarle algo así a su lado; no le permitiría a nadie hacerle daño, ni aunque fuera para darle placer.

Se metió en la ducha y dejó que el agua fría calmara su espíritu.

****

Norim contempló a Becca dormir plácidamente con una sonrisa en los labios y, por contagio, el también sonrió. Volvió a abrazarla y besó la sien.

––Nuestra... ––susurró.

Tenían que convencerla. Ahora ya no había otro objetivo; Becca era para ellos, sólo para ellos, y harían lo que fuera por tenerla a su lado toda la vida.

Ella se removió hacia él y le pasó el brazo por la cintura rozando con su vientre el pene que seguía erecto. Siseó ante el contacto y respiró hondo pero eso no ayudó a relajarse pues el olor de la mujer lo estimuló más.

––Mierda... ––masculló––. Kreyson...

––¿Qué pasa? ––La voz llegó a su mente tan rápido como pronunció el nombre de su hermano.

––¿Te queda mucho?

––¿Por?

––Becca me ha abrazado.

––Bien por ti... ––ironizó él.

––Déjate de tonterías Kreyson. Sabes lo que me está pasando.

––¿En serio? No sé qué podría ser... ––contestó divertido con los sentimientos que le llegaban de su hermano.

––¡Trae aquí tu culo ahora mismo! ––gritó mientras la sonrisa de Kreyson inundaba su mente.

Abrió la puerta del baño y contempló a Becca abrazada con Norim. Se los veía bien si no fuera porque éste trataba de poner más distancia para que no lo rozara en cierta parte.

––La próxima vez yo voy primero.

––Si hubiera sabido lo que ha pasado desde el principio quizá te hubiera dejado los honores.

––Kreyson, no tienes que sentirte mal. No lo sabíamos, los informes no hablaban de eso.

––Hacerle daño a la mujer amada es mayor tortura que cualquier guerra en la que hemos participado.

––Yo también lo sentí... Tanto tus sentimientos como los de ella. No estuvo mal...

––Lo sé.... Sé que ella trató de explicárnoslo pero...

––¿Te sentirías mejor si yo también le hiciera daño?

Kreyson miró con asombro a su hermano.

––Porque como no me ayudes a apartarla de mi lado ahora te juro que la tomo en este momento.

Negó con la cabeza emitiendo algunas risitas y fue hasta Becca. La miró y su cuerpo comenzó a separarse de Norim y a elevarse unos centímetros de la cama.

––¿Me haces el favor y quitas las sábanas?

––No sabemos dónde tiene otras ––replicó él.

––Convoca unas. Y algo para lavarla.

Norim lo hizo. Convocó unas sábanas de satén en rosa pálido así como un cuenco de cristal con agua limpia y unos paños.

Kreyson colocó las antiguas que habían retirado sobre el colchón mientras bajaba el cuerpo de Becca, aún dormida.

––Yo me encargo. Vete a atender éso.

––No tardo.

Oyó el gruñido de su hermano y entró en el baño. Necesitaba ocuparse de él mismo y ya no aguantaba más estar en esa habitación sin poder acercarse a Becca para satisfacer su deseo.

****

Kreyson miró a Becca y le acarició un lado de su cara. Iba a compensarla por ese dolor; aprendería todo lo que ella quisiera para estar a su lado, ya fuera en Rochel o en la Tierra. Ahora que la conocía, que podía tocarla y sentirla con más profundidad no iba a dejarla, no podía pensar en eso... Ya no era cosa del vínculo; era ella. No existía vida sin Becca. Y sabía que a Norim le pasaba lo mismo.

Limpió con mucho cuidado la zona sensible hasta que los restos de sangre desaparecieron. Rebuscó en su mesita por unas bragas y, cuando encontró las que le gustaban, se las colocó con cuidado de no despertarla.

Norim salía del baño cuando acabó de arroparla con las sábanas. Estaba más tranquilo por haberse liberado de su presión.

––¿Podremos acostarnos con ella?

––No lo sé... Ella no dijo nada. No sé si le gustará.

––Después de lo pasado no creo que diga mucho, ¿no?

––La cama es demasiado pequeña para los tres. Puedes quedarte si quieres.

––No... Será mejor entonces que la dejemos descansar. Además, no sé si aguantaría estar a su lado y no poder tocarla como quiero.

Apagaron la luz de la lámpara y salieron del cuarto entornando la puerta para escucharla dormir desde fuera.

––¿Crees que acabaremos convenciéndola?

––Creo que hemos dado un gran paso. Pero aún no está nada decidido ––contestó su hermano.

****

Becca se movió en la cama al oír demasiado ruido. Le molestaba para seguir durmiendo y se quejó tratando de callarlo. ¿Se había dejado la tele puesta? ¿O era el móvil? No... Se oían voces de personas...

Abrió los ojos tratando de adaptarse a la luz que entraba por la ventana y parpadeó varias veces. Se sentía extasiada y recordó la noche tan maravillosa que había tenido con sus chicos. Su primera vez, ahora podía decir que había probado el sexo aunque esperaba las siguientes menos dolorosas.

Una pequeña explosión hizo que chillara del susto y saltara de la cama corriendo hacia el salón y de allí siguiendo el humo que salía hasta la cocina.

Norim trataba de apagar el fuego que se había generado en el tostador mientras Kreyson abría la ventana para que la nube negra que habían provocado saliera.

––¿Qué ha pasado? ––preguntó en el marco de la puerta.

––Lo siento. Te hemos despertado ––dijo Norim apartando la mirada del fuego, quemándose por no estar pendiente.

––Norim, primero el fuego, después la tentación ––le recordó su hermano llevando un vaso de agua hacia el tostador––. ¿Estás bien?

Becca salió corriendo hacia él antes de que tirara el contenido sobre el aparato. Todavía estaba enchufado y podía provocar cualquier otra cosa.

––Vale, yo me ocupo vosotros... ––Se afanó por extinguir el fuego y miró alrededor de la cocina––. ¿Qué habéis hecho?

Todo estaba patas arriba. La mayoría de los muebles abiertos con algunos alimentos volcados mientras otros estaban sobre la encimera. Una masa sospechosa le hizo arrugar la nariz mientras observaba el tostador que acababa de pasar a mejor vida.

––Tuvimos que probar la comida antes de saber si a ti te gustaría.

Desenchufó el tostador con cuidado y miró la masa.

––¿Macarrones para desayunar?

––¿Qué son macarrones?

Becca se echó a reír sin remedio. Iba a tener que enseñarles muchas cosas, como si fueran dos niños pequeños.

––Creo que de la comida me encargo yo. No me gustaría salir volando por dejaros a vosotros.

––Lo sentimos ––se disculpó Kreyson––. Sólo queríamos hacerte un desayuno. Pero tus alimentos son muy diferentes a los nuestros.

––Es un gesto precioso, Kreyson. Pero podíais haber salido lastimados.

––Yo me quemé... ––recordó Norim enseñándole el dedo a Becca.

Ella lo cogió y lo besó antes de metérselo en la boca y lamerlo con su lengua. La respiración de Norim se hizo más rápida y sus ojos se dilataron.

––¿Ahora puedo yo? ––preguntó él, su voz más oscura que antes.

––S.... No... Tengo que prepararme para ir a la universidad. Seguramente Alice llegará en cualquier momento.

––Universidad... ¿Donde llegamos ayer?

––Sí, es el edificio en el que las personas estudian para trabajar en algo. ¿Vosotros estudiasteis?

––Leyes, escritura, política... Lo necesario para dirigir el planeta una vez que nuestros padres no estén ––respondió Kreyson.

––Aquí las cosas no van a tanto, al menos no con la gente normal.

––Nos gustaría saber más de tu planeta.

––Me encantará enseñaros. Pero primero hay que recoger todo esto. Y tengo que ir a la universidad.... Ahora que lo pienso, ¿y vosotros? ¿Os quedáis aquí?

––¿Quedarnos? ––preguntó Norim metiendo el dedo en la masa y llevándoselo a la boca.

Becca cogió el cuenco y lo tiró a la basura a pesar de las protestas de Norim. A saber lo que habían echado en él.

––Sí. ¿Qué vais a hacer mientras voy a clase?

––¿No podemos ir contigo?

––¿A la universidad?

––¿No quieres? ––inquirió Kreyson.

––No es eso. Pero estaré horas ocupada y no podré hacer nada. En las clases hay que estar en silencio y...

––¿Y?

––Se supone que hay que prestar atención. Con vosotros a mi lado mi interés se centra sólo en vosotros ––se sinceró. Enrojeció y agachó la mirada.

Kreyson se puso a su lado y le cogió con sus dedos la barbilla levantándosela hasta que lo miró.

––¿Estás bien? ¿Te duele?

––Oh, no. Estoy bien. Te dije que sólo era esa vez. Las mujeres pasamos por eso casi siempre cuando es la primera relación.

––Me toca a mí ––saltó Norim situándose en la espalda de ella y rodeándole la cintura.

Becca giró la cabeza hacia él y lo miró.

––¿Queréis....? Me refiero, ayer ya...

––Siempre querremos estar contigo Becca. Mañana, tarde y noche ––contestó Kreyson.

––Yo....

El sonido del timbre le evitó responder lo que pensaba y se apartó de ellos.

––¿¡Eh!? ––se quejó Norim.

Tanto Kreyson como Becca soltaron unas risitas. Fue hasta la puerta y la abrió. Alice estaba allí preparada para las clases mientras ella aún se encontraba en camisón.

––Vaya, veo que fue una noche subida de tono.

––¿Por qué lo dices?

––Porque tienes todo el cuello lleno de chupetones.

Becca salió corriendo hacia un espejo y se contempló esa zona y parte de los hombros marcados con los besos que la habían deleitado la noche anterior.

––¿Quién fue? ––preguntó.

––¿El qué?

––Las marcas... ¿No podríais haberlo hecho sin ellas?

––¿Por qué? ––inquirió Norim––. ¿Es malo?

––¡Por supuesto que no! ––exclamó Alice––. Sólo tendrá que buscar un jersey de cuello alto. No les hagas esto más difícil, Becca.

––¿¡Yo!? ¡¡Casi prenden la cocina!!

––¿En serio? Venga, va, tú a cambiarte y yo me ocupo de estos dos...

––Te lo advierto, Alice. No vayas a pervertirlos más de lo que ya son.

Alice se echó mano al corazón y compuso el gesto más triste que pudo.

––Pero si soy una santa...

––Sí, una santa en el infierno...  ––masculló Becca cerrando la puerta del dormitorio.

Alice se volvió automáticamente hacia ellos con una sonrisa que no presagiaba nada bueno.

––Hora de aprender, hombretones.

 

 

Amar por partida doble
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