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BALONCESTO, DOS RETIRADAS
SUCESIVAS
Al final de su mandato, Montal había conseguido por fin un buen equipo de baloncesto, con los Solozábal, Epi, Flores, Sibilio, De la Cruz, López Abril y Ansa, que habían conseguido ganar la final de Copa en Zaragoza al Real Madrid, 103-96. Eso significaba el primer título nacional del Barça a los ¡veintiocho años! del anterior. Núñez había llegado a la presidencia poco antes y ya pudo festejar ese título como suyo. Muchos de sus colaboradores piensan que eso le hizo cambiar su idea inicial, que era la de cerrar la sección, como ya había hecho Llaudet, aunque provisionalmente, años atrás. Núñez tenía hasta ese momento la impresión de que lo único que hacía el Barça con el baloncesto era gastar dinero para dar mayor brillo a las victorias del Madrid. Pero aquella Copa le hizo pensar de otro modo. Además, con el fallecimiento de Bernabéu había salido del Madrid Saporta, que siempre había dicho: «Yo me iré del Madrid cinco minutos después que don Santiago». No fueron cinco minutos, pero sí solo el tiempo necesario para organizar el tránsito hacia De Carlos. Ferrándiz tampoco estaba ya. Ferrándiz, feliz con sus éxitos y sus ahorros, se retiró con 47 años y desde entonces solo volvió al club en algún periodo como asesor presidencial o, eventualmente, como delegado de la sección por breves periodos.
Así que Núñez lo pensó mejor y mantuvo el baloncesto. Y en la temporada 82-83 extendió a este espacio la lucha que tenía con TVE para obtener mayores ingresos por los partidos televisados en el Camp Nou. Ya está dicho que uno de sus primeros caballos de batalla fue desbancar al Madrid de su posición de privilegio en los contratos televisivos.
La transmisión de la Liga de baloncesto iba por otro lado. La entonces incipiente ACEB (que más adelante se haría con el control de los árbitros y el sistema de sanciones, arrebatándoselo a la Federación) tenía un acuerdo con TVE para que esta televisara partidos, cosa que era en sí interesante para el baloncesto, por sus patrocinadores, que tenían así, a cambio de su inversión, una exposición televisiva garantizada. El baloncesto había entrado ya en la moderna explotación publicitaria, con reclamos tanto en la estática alrededor de la pista como en las camisetas o en el propio nombre de casi todos los clubes. En esa temporada TVE había ofrecido el partido de la primera vuelta en el pabellón del Madrid. Cuando se dispuso a televisar el de la segunda vuelta, en el Palau Braugrana, Núñez negó el permiso, sin más razón que su pleito en otro espacio, el de las transmisiones de fútbol. La Asociación de Clubes se reunió y ante el perjuicio general que la medida ocasionó anunció el boicot al Barça, al que se pretendió impedir que participara en la Copa.
Pero Núñez se movió con habilidad, fue calando en todas las mentes la idea de que expulsar al Barça así, por las bravas, era una reacción desproporcionada (estábamos en años de la Transición, en los que en España se necesitaba mucha mano izquierda y mucha concordia para sacar las cosas adelante) y los clubes, salvo el Real Madrid, se volvieron atrás de su decisión. Tampoco TVE tomó represalias contra ellos y siguió televisando partidos para satisfacción de sus patrocinadores. Así que el Madrid quedó en fuera de juego, molesto, con Luis de Carlos indignado, entendiendo que todos habían abandonado a su club y le habían puesto al pie de los caballos. Para más enredar la situación, el Madrid y el Barcelona se jugaron aquella Liga en sistema de desempate. Entonces aún no había playoffs, se jugaba una liga regular y el que más puntos obtenía era el campeón. Para caso de empate a puntos se tenía en cuenta el basketaveraje. Pero en esa Liga se había suprimido por primera vez este y hubo de decidirse en un partido de desempate en Oviedo, que ganó el Barcelona. Eso no hizo sino aumentar el mal humor de Luis de Carlos.
Y así se llegó a la Copa, en cuya semifinal fueron emparejados por las bolitas el Madrid y el Barcelona. El Madrid anunció que en cumplimiento del acuerdo general (acuerdo del que ya se habían echado atrás todos los clubes menos el propio Real Madrid) no pensaba jugar contra el Barcelona. Y así lo hizo. El Madrid se negó a jugar y dejó paso libre al Barcelona hasta la final, que ganó al Inmobanco y se hizo así con el doblete. Núñez había obtenido una doble victoria, política y deportiva.
No pasaría más de un año hasta la siguiente bronca. Fue al término de la Liga 83-84, la primera que se jugaba por la fórmula de playoffs. La ACEB, que para entonces ya era ACB, había tomado el control del campeonato y estableció esa nueva fórmula, tomada directamente de los Estados Unidos, de la NBA. Los ocho primeros clasificados del campeonato se disputarían el título, por sistema de eliminación directa, a tres partidos. Se jugaría uno más en la cancha del que entre ellos dos hubiera quedado por delante en la liga regular.
Y la final del primer playoff enfrentó al Madrid y al Barça. Definitivamente, Núñez había formado un equipo de baloncesto competitivo desde la base heredada por Montal. Le estaba dando una continuidad y había encontrado en esta sección un segundo medio ideal de hostigamiento al poder madridista.
Se jugó el primer partido en el Palau Blaugrana y ganó el Madrid con un estrepitoso marcador de 65-80, que parecía dejar sentenciado el título. El Barça, para equilibrarlo, debería ganar una primera vez al Madrid, en Madrid, para forzar el desempate, y a continuación ganarle el tercer partido, también en Madrid. Y todo ello nada más haberse percibido tal diferencia de estado de forma y de juego entre los dos equipos.
El viernes 13 de abril de 1984 se enfrentan ambos contendientes en el pabellón del Madrid y al término de un choque emocionante, tenso y a ratos brutal, gana el Barcelona por 79-81, prórroga mediante.
Pero antes de que terminase el tiempo reglamentario se habían producido unos hechos que desembocarían en la retirada del Barcelona. Ante un bloqueo de Davis, el madridista López Iturriaga había contestado con un violento codazo (el partido estaba muy caliente desde mucho antes), lo que dio lugar a que Davis se revolviera y la emprendiera a puñetazos con él, derribándole al suelo. Fernando Martín acudió en socorro de su compañero y golpeó a su vez a Davis. Los árbitros pudieron a duras penas disolver la bronca y expulsaron a los tres. El partido siguió, con emoción máxima y alternativas, hasta la prórroga, a cuyo final se produjo la ya mencionada victoria culé, 79-81. Había que jugar un tercer partido y, según lo establecido, debía ser el día siguiente, en el mismo escenario.
Pero antes tenía que fallar el Comité de Competición, que se reunió de urgencia. Mientras, en los vestuarios, Lolo Sáinz, entrenador del Madrid, se manifiesta indignado con el arbitraje de Marcé: «La única personal de bloqueo en ataque se la han pitado a Rullán, cuando resulta que Davis y Starks se pasan todo el partido golpeando. […] Marcé jugó muy bien para el Barcelona. Pero es una campaña y los dos árbitros han salido mediatizados, lo cual demuestra que no son árbitros para dirigir estos encuentros». En lo de campaña se refiere, claro, a las continuas quejas que durante toda la temporada habían salido del Barça de Núñez contra los arbitrajes del Madrid, fuera en fútbol o en baloncesto.
Y mientras, Fernando Martín afirmaba que «siempre que alguien agreda a un compañero mío yo estaré ahí para defenderle». López Iturriaga se manifestaba con una sinceridad que iba a ser decisiva en los sucesos posteriores. «Ha sido una acción lamentable de la que pido disculpas por haber afeado el espectáculo. En un bloqueo yo le he dado un codazo a Davis. Luego se ha abalanzado sobre mí. Luego no he visto más; cuando el árbitro me ha expulsado me he ido de la cancha.» Es decir, López Iturriaga se reconocía como agresor.
El acta arbitral, en lo que se refiere a los incidentes, tenía esta redacción:
En el transcurso del minuto 15 de la segunda parte el jugador número 14 del Real Madrid, López Iturriaga, licencia n.º 121.599, ha propinado un codazo intencionado al jugador del F. C. Barcelona número 14, Mike Davis, licencia n.º 430.353, el cual lo repelió dando un puñetazo en la espalda al jugador citado en primer lugar.
Seguidamente, el jugador número 10 del Real Madrid, Fernando Martín, licencia n.º 187.567, se desplazó al lugar de los incidentes propinando un puñetazo en la cara del jugador Davis, organizándose un tumulto que detuvo el partido cinco minutos, aproximadamente.
El comité se reunió esa misma noche. Los diarios cerraron sin la noticia de su decisión. As daba un suelto en el que informaba de que a las 2.15 de la madrugada seguía reunido el comité. Todo el mundo daba por seguro que los tres jugadores envueltos en la gresca serían sancionados. El Barça incluso aspiraba a un cierre del pabellón del Madrid por los incidentes finales del público.
Pero ya antes de empezar la reunión, el propio presidente del comité, Eugenio Mazón, declaró en TVE que probablemente uno de los tres jugadores no sería sancionado. Le hizo la entrevista María Antonia Iglesias, periodista de la época que era singularmente detestada por los barcelonistas y por los hinchas del Joventut, que la conocían como «La Merengona». La entrevista les pareció a los barcelonistas un conchabeo en el que ella le sacaba a Mazón el compromiso de que Iturriaga no sería sancionado. Eso provocó gran irritación en el Barça, hasta el punto en que en la propia edición que daba la noticia del partido, El Mundo Deportivo ya llevaba un suelto en el que anunciaba que el Barça podría retirarse si no se sancionaba a los dos madridistas. El mismo suelto señalaba, por otra parte, que uno de los dos árbitros, el madrileño José Gárate, no había querido firmar el acta.
La decisión se conoció ya a las tres de la madrugada del sábado. El comité suspendía por seis partidos a Mike Davis, por tres a Fernando Martín y daba vía libre a López Iturriaga para jugar el tercer partido. En la delegación del Barça la noticia, aunque en cierto modo temida, cayó como una bomba, a pesar de que ya se olían algo. El delegado del club, Josep María Miralles, telefoneó a Núñez y de esa conversación salió la decisión de no presentarse. Los jugadores habían permanecido despiertos hasta conocerse la decisión. Se fueron a dormir un corto rato, o nada, y a las 6.15 se levantaron para coger el primer puente aéreo, que despegaba a las 8 h. El Barça se negaba a jugar el tercer partido en esa fecha, y presentaba un recurso contra la decisión.
Pero la ACB mantuvo el partido. Pese a la certeza de que el Barça no iba a presentarse, el Madrid puso las entradas a la venta y la taquilla alcanzó el millón seiscientas mil pesetas. A la hora del comienzo había casi dos mil aficionados, eufóricos, con sus banderas del Madrid y españolas. Lolo Sáinz y sus jugadores saltaron a la cancha a la hora convenida para calentar. A las 6.30 los árbitros pusieron en marcha sus cronómetros, dejaron transcurrir el cuarto de hora de cortesía previsto en los reglamentos y dieron por ganador al Madrid tras levantar acta.
El Comité de Apelación estuvo reunido de urgencia por si aparecía un recurso del Barça, pero el club catalán tenía cuatro días de plazo para elaborarlo, así que en ningún momento se planteó hacerlo con esa urgencia. Simplemente decidió no jugar, y no jugó. Tampoco se entiende la exigencia de jugar el partido en un plazo inferior al fijado para apelar, porque eso deja sin sentido la propia posibilidad de apelar.
Al Madrid se le dio como campeón, en suma. El hecho mereció mucha atención más allá de la prensa deportiva. Abc dedicó su portada del domingo al hecho. Sobre una foto de Sibilio y Corbalán, saltando en disputa por un balón, y bajo el título «El Madrid y el Barcelona, en guerra» insertaba un texto en el que deploraba los hechos. Y llevaba un editorial en el interior en el que deploraba la creciente politización de los partidos entre ambos equipos.
El Barça emitió una dura nota, en la que respaldaba plenamente la retirada de su equipo y señalaba que […] «esto es la gota que colma el vaso de nuestra paciencia histórica, ya que no es posible la competición honesta sin justicia deportiva, y esta no puede existir si es administrada por unas estructuras absolutamente violadas a favor de un determinado club, prueba de lo cual es el inconcebible comportamiento del presidente del Comité de Competición, que en vez de encerrarse en la necesaria discreción del juez, acude inmediatamente ante las cámaras de Televisión Española para montar, junto con la comentarista de este medio, un show grotesco y absolutamente parcial, que ha indignado totalmente a nuestra afición» […].
La irritación en Barcelona era máxima, y llegó a especularse con que Epi, Solozábal y De la Cruz, llamados a la Selección, que debía concentrarse el lunes, de nuevo en Madrid, no acudirían. Pero no fue así. Acudieron.
El recurso llegó a Apelación el martes. El miércoles fue desestimado. El Madrid fue proclamado campeón. Ya en septiembre, el recurso llegó al Comité de Disciplina Deportiva del Consejo Superior de Deportes, donde se retocó la sanción: a López Iturriaga le pusieron tres partidos, a Fernando Martín le bajaron los tres a uno y a Davis le mantuvieron los seis. Pero para entonces todo el asunto había sido objeto de una amnistía por parte de la Federación Española, de modo que todos pudieron jugar libremente al inicio de la nueva temporada. El indulto tuvo lugar por la medalla de plata conseguida en los JJ. OO. de Los Ángeles, éxito en el que estuvieron mezclados los tres barcelonistas citados (Epi, Solozábal y De la Cruz), con madridistas como Fernando Martín y López Iturriaga, protagonistas de la reyerta, entre otros.
El Barça no tuvo ninguna sanción por su retirada. Para eso también fue oportuno el indulto. Pero solo hubiera faltado eso. El Madrid tampoco había tenido ninguna sanción por su retirada de la Copa el año anterior. No solo eso: fue a la Recopa, pues al haber hecho el Barça doblete, fue a la Copa de Europa; el finalista derrotado, el Inmobanco, se había disuelto. El Cotonificio de Badalona (que en el ínterín tomó el nombre de Licor 43), derrotado por el Inmobanco en la semifinal, reclamó su derecho, pero se dio prioridad al Madrid, pese a que se había retirado de su semifinal ante el Barça, lo que provocó otra oleada de indignación en Cataluña.
Estos choques tan seguidos estaban dando aviso, en realidad, de la determinación de Núñez de plantar muy seriamente cara al poder del Madrid en baloncesto, que había sido más arrasador aún que en fútbol a partir de los sesenta, que ya es decir. En ese sentido, el Barça maniobró bien para acercar los centros de poder del baloncesto. Cuando la Ley del Deporte dio lugar a la creación de ligas profesionales en fútbol y baloncesto y este deporte creó la propia, el Barcelona había conseguido que se fijase su sede en la Ciudad Condal. Eran los tiempos de la Transición, del viento autonómico, en los que estaba muy discutida la concentración de poder en Madrid, vista como una de las características del Franquismo. En el caso del baloncesto, se sumaba la presencia de los bastantes clubes catalanes como para justificar tal pretensión. Pero, curiosamente, si Núñez lo logró fue por un voto madrileño, el del Estudiantes. Fernando Bernal, secretario del club estudiantil, dio el voto decisivo que se llevó a la entonces llamada ACEB (Asociación de Clubes Españoles de Baloncesto) a Barcelona. El Estudiantes tampoco se había sentido nunca cómodo bajo la bota del Madrid, su peor rival. (Acababa de llevarse a los hermanos Fernando y Antonio Martín, como años atrás se había llevado a los Ramos o a tantos otros.) Estudiantes pensó que manejada la ACEB lejos de manos madridistas tendría mejor futuro. Luego no sería exactamente así, pero…
En 1986 la ACEB pierde la E de Españoles para convertirse en ACB, «nombre más comercial y próximo al sentir de la NBA», según el propio comunicado. El argumento es válido, pero desde Madrid, por supuesto, se ve como una maniobra inspirada por nacionalistas catalanes y desagrada. Finalmente, en 1991 la ACB firma un convenio con la Federación, entonces presidida por Ernesto Segura de Luna, por el cual esta cede el control del arbitraje a la asociación de clubes. Y el régimen disciplinario, es decir, las sanciones a jugadores y clubes.
Hasta estos días sigue así. El baloncesto profesional es controlado desde Cataluña. Y se puede pensar bienintencionadamente que por simple coincidencia, pero el hecho es que la hegemonía del Madrid se desmoronó por completo. Hasta 1982 se habían disputado veintisiete campeonatos de Liga, de los que el Madrid ganó 22, el Barcelona 3 y el Joventut de Badalona, la popular y simpática penya, las 2 restantes. Desde la 83-84 (primera Liga con la entonces ACEB, ya residenciada en Barcelona) hasta la 90-91, el reparto es este: Barça, 4; Madrid, 3; Joventut, 1. El Barça ya rebasa al Madrid. Ha conseguido cuatro títulos, la mitad de los del periodo, más en ocho años que en los veintisiete anteriores. Y desde la 91-92, es decir, desde que la barcelonesa ACB controla los arbitrajes y el sistema de sanciones, el balance es: Barça, 9; Madrid, 5; Baskonia (el equipo de Vitoria, que ha ido cambiando de nombre según el patrocinador), 3; Joventut, Manresa y Unicaja, 1 cada uno. El Barça distancia al Madrid definitivamente.
Por muy bien que hicieran las cosas el uno y mal el otro, y al revés, según el periodo tratado, tal vuelco resulta imposible de explicar sin tener en cuenta las ventajas que da estar lo más próximo posible al gobierno de la competición.
Por cierto, este es un frente de guerra en el que estuvo a punto de haber desarme. A los dos clubes les cuesta mucho dinero año tras año. Son secciones muy deficitarias y más cada vez a partir de que con Núñez el Barça se tomó tan en serio este frente. Cuando fichó a Jiménez por cien millones, Mendoza me comentó: «El baloncesto es la próxima ruina que nos viene». Tanto fue así que llegaron a estar preocupados y Antón Parera sugirió la disolución de ambas secciones. Aprovechó un momento en que empezó un runrún entre otros clubes de la ACB en el sentido de que los dos grandes distorsionaban el mercado, que con su formidable capital procedente del fútbol y su obsesión recíproca por perseguirse estaban pagando cantidades que creaban una inflación muy negativa. «Alguien hasta propuso que no hubiera ningún club que tuviera sección de otro deporte. No se llegó a aprobar eso, no sé ni si se llegó a votar, pero me pareció lo suficiente. Si no nos querían y nosotros no queríamos perder dinero, ¿para qué seguir? Así que hablé con Núñez y le dije que podríamos ponernos de acuerdo con el Madrid y cerrar los dos al tiempo. Me dijo que sí. Hablé con Mendoza y hasta concertamos un punto de encuentro neutral para convocar una conferencia de prensa y anunciarlo: el Gran Hotel de Zaragoza. Pero a última hora Núñez desistió.»
—¿Por qué?
—Porque no se fiaba de Mendoza. Le hizo muchas jugarretas y él temía que, después de anunciarlo, Mendoza siguiera con la sección alegando presiones de la afición o algo así.