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«MIENTRAS PLAZA SEA PRESIDENTE…»

«Mientras Plaza sea presidente, el Barça no será campeón.» Fue una de las frases más repetidas en nuestro fútbol a finales de los setenta y durante todos los ochenta. Aún resuena en el recuerdo de los clásicos. Plaza, José Plaza Pedraz, nació en 1919 y falleció en Madrid a los 82 años. Fue presidente del Comité Nacional de Árbitros en dos periodos: primero, bajo la presidencia de José Luis Costa, desde 1967 hasta 1970, cuando dimitió por el «caso Guruceta», que se explica en un capítulo anterior. Regresó al cargo, con Pablo Porta, en 1974, para mantenerse en él durante todo el mandato de este y el posterior, de José Luis Roca, hasta dimitir en 1990 con la llegada de Ángel María Villar, alegando cansancio pero sin ocultar problemas con este.

La frase «Mientras Plaza sea presidente, el Barça no será campeón» no fue lanzada por nadie del Barça, ni por un periódico catalán, sino por Antonio Camacho, árbitro madrileño al que José Plaza, de acuerdo con su presidente, Pablo Porta, apartó del arbitraje por considerarle, junto a algunos otros árbitros igualmente apartados del colectivo, miembro de una red que se dedicaba a la compra y venta de árbitros. El affaire puede seguirse muy bien a través de las páginas de Don Balón, en los números 24 al 33, en la primavera de 1976. En varios de los números hay bastantes páginas dedicadas al asunto, que en aquellos días también ocupó gran parte del tiempo en el programa del a la sazón célebre informador de radio José María García, que al tiempo era uno de los tres editores consejeros de la revista.

En el primero de los números citados, cuya portada ocupa el citado Antonio Camacho junto a un imponente Mercedes blanco (un coche al alcance de muy pocos en la época), con el titular «Cayó Camacho» tras una introducción al asunto y bajo el ladillo Medina Iglesias-Camacho, se puede leer:

Antonio Camacho Jiménez es un colegiado internacional que el próximo 12 de junio cumplirá CUARENTA Y DOS AÑOS. Pertenece al Colegio Castellano.

Hombre campechano y simpaticote, con legión de amigos y un espléndido Mercedes que le compró al presidente del Elche, don Manuel Martínez Valero, terciando en la operación —fue el que dio el cheque inicial— el conocido intermediario (compra y venta de futbolistas) don Roberto Dale. En su momento, y según propia manifestación del señor Camacho, le fue devuelto al señor Dale el importe de ese cheque que como decíamos adelantó en el curso de una cena en un restaurante madrileño.

Mariano Medina Iglesias, asturiano, seco y reservado —polo opuesto a don Antonio—, es también trencilla de Primera División. Don Mariano, casado recientemente, era administrativo de una ferretería ovetense, pero no hace mucho ha pasado a depender de una entidad bancaria, gracias, pienso, a la popularidad que le ha dado su uniforme negro y su SILBATO.

Citamos a los dos caballeros porque con un tercer protagonista, son las piezas angulares —con muy distinta intervención, por supuesto— del que posiblemente sea el MÁS SIGNIFICATIVO y ESCANDALOSO de los casos que componen de momento este affaire.

Primeras pruebas

El domingo 17 de diciembre de 1972 se jugó en Burgos el encuentro entre el once titular y el Barcelona. El director de la contienda fue el señor Medina Iglesias.

El 11 de febrero de 1973 (y valedero para el torneo liguero, temporada 72-73) se disputaba en Barcelona el choque entre azulgranas y béticos. El árbitro fue también el señor Medina Iglesias.

Aprovechando la presencia del asturiano en el Camp Nou el directivo azulgrana, señor Amat, visitó al trencilla en el vestuario, interesándose por saber si había recibido unas cortadoras.

Ante la extrañeza de Medina Iglesias, que no sabía por dónde iban los tiros, se concretó el asunto:

—¿No le ha dado a usted recientemente el señor Camacho un sobre con 100.000 pesetas?

Respuesta negativa y tajante del colegiado y fin de la primera parte.

La segunda comienza algunas semanas después, cuando Medina Iglesias llega a la capital de España para dirigir un partido del Real Madrid. Camacho le visita en el vestuario del Santiago Bernabéu y los dos colegiados hablan. El madrileño quiere puntualizar.

—Yo no llamé a Amat para pedirle eso. Fue él quien me lo dio.

Pero al parecer, de las CIEN MIL PESETAS no se supo nada más que lo que ya conocen; habían sido entregadas a Camacho.

Y esto que les acabamos de relatar es, línea más, línea menos, lo que obra en poder del Comité Nacional de Árbitros y de la Federación Española en una carta firmada por Medina Iglesias que le fue solicitada por el señor Plaza, al que le habían llegado rumores y quiso la comprobación auténtica de los hechos.

Exclusión

Desconocemos la reacción de Camacho, pero sí sabemos la postura que una vez recibida la carta ha adoptado el COMITÉ NACIONAL DE ÁRBITROS. Ha excluido al citado colegiado de los sorteos. Es decir: su bola no entra en el bombo desde hace dos jornadas y no entrará en lo que resta de competición.

Para la próxima temporada se ha pensado lo que se va a hacer con él.

El señor Camacho, si nuestras autoridades no cambian de criterio, perderá su condición de internacional y quedará sin ARBITRAR a disposición de su colegio regional, como sucede en otros países. Hacerle descender de categoría no parece aconsejable, dado que solo le queda una temporada en activo para llegar al límite de los CUARENTA Y SIETE.

Otro de los árbitros que tampoco entra en el bombo desde hace algunas semanas es el colegiado LÓPEZ SAMPER, también por decisión del Comité Nacional, y de acuerdo con las facultades que le confiere el vigente Reglamento.

Segunda División

Además de la carta ya citada de Medina Iglesias, el Comité Nacional y la Federación cuentan con otras aportaciones en esta lucha abierta y sin cuartel por limpiar todos los senderos.

Como Don Balón en su momento les informó, dos colegiados santanderinos, UNO DE PRIMERA DIVISIÓN y el otro de SEGUNDA (Olavarría y Sánchez Arminio) se llegaron hasta el Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol. Ante la gravedad de la denuncia se les invitó a que la formularan por escrito y así lo hicieron.

Pero lo que no se había dicho y ya les podemos anunciar es que la DENUNCIA no es contra ningún intermediario, sino contra un COMPAÑERO, también árbitro, Olasagasti.

Este es el asunto: Sánchez Arminio, joven y ya brillante trencilla de Santander (33 años), viajante de profesión y con dos hijos, tiene que dirigir el encuentro ALAVÉS-CORUÑA.

En la localidad norteña recibe la visita de ese compañero aludido proponiéndole lo que se imaginan. Sánchez Arminio habla con su presidente y este le ordena que siga adelante dejándose querer…

Así lo hace. Alguna llamada y el partido. Cumple religiosamente y el Alavés, que juega un fenomenal encuentro, vence por dos goles a cero al gallito gallego sin necesidad de ayudas.

Y Sánchez Arminio recibe un cheque de CUARENTA MIL PESETAS, cuya fotocopia obra también en la Federación.

Olavarría, otro de los denunciantes, descubre que le habían hecho «la cama» por la llamada de un directivo andaluz —industrial de cierta popularidad— que se extraña de que este no le haya pronunciado la consigna acordada por el intermediario al que al parecer le habían soltado las perras. Y precisamente aquí es donde intuye que algo se ha hecho a sus espaldas. Automáticamente, denuncia que te crió.

¿Y a quién denuncian los dos árbitros de Santander? Pues al colegiado guipuzcoano Olasagasti Echániz a quien el pasado sábado citaron en la Federación Española de Fútbol para prestar declaración ante el Comité de Competición.

Olasagasti lleva también varias jornadas sin entrar en el bombo y es casi seguro que ya no lo hará más. Se le ha ofrecido la posibilidad de que presente la dimisión, ya que en caso contrario será cesado.

Como ven, todo lamentable y poco edificante. La investigación sigue y la redacción de Don Balón continuará atenta en todos los frentes para seguir ofreciéndoles esta información de primera mano.

Concretando, y para que nadie pueda atesorar ninguna duda, por ahora quedan al margen del sorteo LÓPEZ SAMPER y CAMACHO en Primera (RIGO entra unas semanas sí y otras no) y PÉREZ QUINTAS, PASCUAL TEJERINA y OLASAGASTI en Segunda División.

Por el momento, esto es todo, pero dentro de poco puede ser mucho más, si la FEDERACIÓN sigue dispuesta, como lo viene haciendo, a respaldar a JOSÉ PLAZA… y conociendo a Pablo Porta como lo conocemos, la luz verde seguirá encendida.

Un reportaje de Don Balón.

Hasta aquí el informe, de firma colectiva, pero en cuyo estilo de escritura se adivina la figura de José María García. El informe venía a plasmar sospechas e inquietudes que el periodista había estado adelantando en su célebre programa, Hora 25, de la Cadena SER.

En resumen: algunos árbitros estarían cobrando como intermediarios para comprar la voluntad de compañeros en determinados partidos. En ocasiones (o muy frecuentemente, eso no se llegó a saber), el «comprado» no sabía que estaba comprado. Si el partido no salía como el pagador había pretendido, se le decía que el «comprado» se había arrugado a última hora y se devolvía el dinero. Si el partido salía como el pagador había deseado, el árbitro que intermediaba en la operación se quedaba con el dinero, y el árbitro que había dirigido el partido quedaba como un corrupto, sin serlo.

El número siguiente de Don Balón (25), de 23 de marzo del 76, abundaba en el asunto. La portada estaba ocupada por Olavarría, señalando que no aceptó un soborno de un millón por condicionar dos partidos que detalla dentro. El mismo número reflejaba en su reportaje sobre el caso la coincidencia en un detalle con la revista Barrabás (revista-cómic de fútbol, de buenos contenidos, gran sentido humorístico y bastante notoriedad en la época), que el mismo lunes en que había salido el Don Balón de la denuncia daba una relación de los directivos de los clubes que frecuentaban más a la clase arbitral, y en el caso del Barcelona citaba precisamente a Amat, el mismo que señalaba Medina Iglesias en su escrito al comité como el hombre que se había interesado por si le había llegado el dinero a través de Camacho.

Aparte de eso, daba nota de la reacción de los implicados, que negaron en primera instancia y amenazaron con los tribunales, como se suele. Y salió a relucir otro asunto: la denuncia de Medina Iglesias (estamos hablando de la temporada 75-76, pero el Burgos-Barcelona de marras se jugó en la 72-73) fue presentada en el Comité de Árbitros en febrero del 73, justo después de la visita de marras de Amat en el vestuario del Camp Nou, en los prolegómenos del Betis-Barcelona. José Plaza era el tercer presidente del comité desde aquello. Cuando llegó la denuncia el presidente era Pardo Hidalgo (que para la fecha en que estalló el escándalo era jefe de personal del Atlético de Madrid), a este le sucedió Rodríguez Barroso y a este, a su vez, Plaza, que fue el que se decidió a tomar cartas en el asunto. En la página 10, un artículo de Francisco Yagüe, reputado periodista de la época, detalla el asunto y se extraña de ello.

En números sucesivos sigue con el asunto, que ocupó gran parte del tiempo del programa Hora 25 de José María García. Los árbitros sospechosos fueron apartados del bombo, y en el número 31 aparece en portada Rigo, bajo el titular: Rigo, otro que cae. El reportaje correspondiente informa de que Rigo lleva tres meses sin entrar en el bombo, pero nadie sabe si está o no implicado en aquel affaire o si los motivos son otros. En realidad, Rigo, con su fama de barcelonista tan extendida, había llegado a ser recusado por nueve clubes: Real Sociedad, Hércules, Betis, Athletic, Valencia, Las Palmas, Zaragoza, Real Madrid y Elche. Pero aun con este dato era difícil explicar que, entrando en mayo y ya en la jornada 32, solo hubiera arbitrado cuatro partidos: Sporting-Santander, en la jornada tercera; Sevilla-Espanyol, en la quinta; Barcelona-Sporting, en la decimoséptima, y Sporting-Oviedo, en la vigésimo primera. Después de esta, nada. Tres meses sin arbitrar. El reportaje incluye una entrevista con él, en la que se extraña, dice no saber el por qué, y dice: «Siempre me respondían con los mismos argumentos: decían que mi bola estaba en el bombo pero no salía».

Comoquiera que José María García le había relacionado en un programa con la trama de compraventa, dice: «Sí, en todo este affaire de los árbitros mi nombre no había salido para nada, porque además no tiene por qué salir. Por ese lado yo estaba (y estoy) tranquilo. Mi nombre solo sonó en boca de un señor que tiene una emisión radiofónica a altas horas de la noche. Repito que fue la única referencia, aunque no le di importancia».

La temporada termina con los árbitros sospechosos apartados, más o menos discretamente. Entre el sistema de puntuación, recusaciones y bombo final, había medios para ello. Mientras, Plaza anuncia la elaboración de un dosier para final de temporada. Hay un acto de conciliación el viernes 28 de abril del 76 en el juzgado número 10 de Madrid, que queda en nada, puesto que las imputaciones que se le hacían a Camacho no habían sido hechas por Plaza, sino por medios informativos. Pero Camacho sigue sin arbitrar.

Y al comenzar la siguiente, la 76-77, Camacho pasa al ataque, con una agresiva entrevista concedida al diario deportivo Dicen, en la que lanza el gran titular:

«Mientras Plaza sea presidente, el Barcelona no volverá a ser campeón».

En esta, le desafía a un debate en televisión para aclararlo todo y se extraña de que siendo trapero haya llegado a hacerse millonario, lo que no deja de tomarse como una insinuación de que se estaría cobrando los favores de alguien. «No tiene nada contra mí. Todo lo hace por venganza, porque yo no quise secundar el plante en el caso Guruceta», afirmaba Camacho, desenterrando un fantasma familiar para el mundo barcelonista.

La respuesta de Plaza llega en el inminente número, el 51, de Don Balón, que tanto siguió el asunto. Plaza explica que Camacho no arbitra «por el artículo 113 de nuestro reglamento, cuyas modificaciones fueron aprobadas en la última asamblea. Tenemos ciertos informes que nos aconsejan obrar en este sentido. Lo que no voy a decir es cómo los hemos obtenido».

Pero el propio redactor de la entrevista, Juan José Paradinas, explica con sencillez en un párrafo propio la miga del asunto. El párrafo es el que sigue: «Sucede que el Comité Nacional de Árbitros tiene pruebas suficientes para apartar del terreno de juego al señor Camacho, para concretar en uno de los protagonistas más destacados. Ahora bien, estas pruebas ante un tribunal no son válidas, ya que quienes las han aportado de forma secreta y personal no están dispuestos a declarar ante un juez […]». Aclara que siguen siendo árbitros. Pero en el futuro no se les designará para ningún partido.

Al tiempo, Plaza defiende su derecho a haberse enriquecido como trapero: «No le importa a él ni a nadie. No son fruto de un año de trabajo, sino de una dedicación de más de dieciséis años». Plaza vendía sobrantes de empresas textiles al Banco de España y a la Casa de la Moneda para la fabricación de billetes y eso le proporcionó una posición desahogada, que incluía un piso en Madrid, un chalé en Alicante y un Mercedes, según las declaración de Camacho en Dicen, y que Plaza no refuta.

La frase «Mientras Plaza sea presidente, el Barça no volverá a ser campeón» hizo fortuna entre todos los rivales del Madrid, particularmente entre los barcelonistas, y fue muy frecuentemente utilizada en su contra, olvidando que nace de un árbitro depurado por serios indicios de corrupción. Hoy ninguno de los dos vive, ni Camacho ni Plaza. Camacho no volvió a arbitrar, ni López Samper, que hizo mutis por el foro con más discreción, ni Rigo, al que se relacionó con el asunto. La Federación envolvió en el silencio su investigación, pero la sensación final es que el colectivo se sintió aliviado por la salida de ellos tres, particularmente la de Camacho. En el mismo número 51 de Don Balón en el que aparecen las declaraciones de Plaza, hablan muchos árbitros, todos a favor de la decisión adoptada.

Estos son los titulares que la propia revista extrae de sus declaraciones. López Cuadrado: «Plaza solo nos pide imparcialidad». Guruceta: «En estas bajezas yo no caigo». Franco Martínez: «No pitamos al dictado de nadie». Borrás del Barrio: «Camacho tendría que dar las gracias a Plaza y Porta por su silencio». Sánchez Arminio: «Camacho no sabe lo que dice». Ausocúa Sanz: «Camacho miente». Acebal Pezón: «No a Camacho y sí a Plaza». Olavarría: «Las declaraciones de Camacho, absurdas». Santana Páez: «Este señor no es un compañero para mí». Soriano Aladrén: «Plaza es el liberador de nuestros problemas». Balsa Ron: «¿Por qué no dijo eso Camacho cuando arbitraba?». Soto Montesinos: «Si no arbitra, por algo será». Son, informa la revista, todos los árbitros consultados, excepto Orellana, que («él sabrá por qué», se lee en el texto) no quiso opinar.

Pero, decía, la frase quedó: «Mientras Plaza sea presidente, el Barça no volverá a ser campeón». Plaza se convirtió en una obsesión, en una especie de anticristo, para el Barça, que además veía que pasaban los años y, efectivamente, no ganaba el título. Núñez acuñó la expresión «los hijos de Plaza» para referirse a los árbitros, y Nicolau Casaus, vicepresidente del club, hombre de edad, ejemplo de seny, el que siempre acompañaba al equipo en los desplazamientos (Núñez jamás iba y Gaspart solo lo hacía en ocasiones muy significadas), llegó a acusar a Plaza de ser «hombre de viejo odio a Cataluña».

Y lo llamativo es que además casi fue verdad. El Barça jamás ganó la Liga (sí la Copa) durante el mandato de Plaza. En La Vanguardia de 15 de noviembre de 1985 puede leerse un curioso estudio, firmado por Domingo García y X. García Luque, revelador al respecto, y que justificaría los recelos (o más que eso) por parte del mundo culé al mando de Plaza: en su primer periodo, de 1967 a 1970, el Madrid ganó la 67-68 y la 68-69, y el Atlético la 69-70, en la que el Madrid fue sexto, puesto insólito para el club de Chamartín, dicho sea de paso. En todo caso, el Madrid ganó dos de tres Ligas. Luego, Plaza está fuera hasta la temporada 75-76, y en ella ganan la Liga el Valencia (70-71), el Real Madrid (71-72), el Atlético de Madrid (72-73), el Barcelona (73-74) y el Real Madrid (74-75). El Madrid gana dos de cinco Ligas. Regresa Plaza en la 75-76, con poder único para la designación de los árbitros (esto tendrá gran importancia a ojos del barcelonismo, que siempre quiso que compartiera ese poder) y los cinco títulos de ese periodo van así: Real Madrid (75-76); el Atlético de Madrid (76-77), con el Madrid duodécimo, conste, clasificación excepcionalmente mala; Real Madrid (77-78); Real Madrid (78-79); Real Madrid (79-80). El Madrid gana cuatro de cinco Ligas. Por fin los adversarios del Madrid consiguen que a partir de ese momento Plaza comparta el poder de nombrar árbitros con Vara de Rey y Martínez Lafuente, y la sucesión de títulos es esta: Real Sociedad (80-81), Real Sociedad (81-82), Athletic de Bilbao (82-83), Athletic de Bilbao (83-84) y Barcelona (84-85). Era el Barça de Venables. Es la primera Liga del Barça desde la frase de Camacho, pronunciada ocho años atrás. Hasta ahí el estudio, que data de esa fecha y justifica un titular contundente: con Plaza en el poder, el Madrid solo había dejado de ganar dos Ligas. El poder omnímodo, se entiende. Cuando no estuvo o compartió las designaciones con otras dos personas, el Madrid ganó menos frecuentemente la Liga.

Luego, aún con Plaza, vendrían las cinco Ligas consecutivas de la Quinta del Buitre, las 85-86, 86-87, 87-88, 88-89 y 89-90. Con la llegada de Villar sale Plaza y justo llega el periodo del dream team, que gana cuatro Ligas consecutivas, la segunda y la tercera en aquellas polémicas últimas jornadas, en las que el Madrid salió muy dolido de los arbitrajes que sufrió en Tenerife, tema que trataré en capítulo aparte.

En fin, Plaza dimitió en solidaridad con Guruceta y a su regreso eliminó a Camacho por formar parte de una red de corrupción de árbitros en la que habría tomado parte activa el directivo del Barcelona señor Amat. Además de eso, al final de su primer periodo quitó la internacionalidad a Rigo, el árbitro favorito del Barcelona, al que se la reintegraron los sucesores de Plaza, Pardo Hidalgo y Rodríguez Barroso; pero a su regreso, en 1975, se la volvió a quitar y finalmente le borró discretamente, al tiempo que a Camacho y López Samper. Y luego está el cúmulo de Ligas ganadas por el Madrid en sus periodos de mayor dominio. Núñez consiguió, con su peso en la Federación, en la que llegó a ser vicepresidente, que Plaza diluyera su poder a partir de la 80-81 en ese triunvirato formado con Vara de Rey y Martínez Lafuente. Hasta mayo de 1985, cuando el Madrid consigue colar en los últimos instantes de la asamblea que Plaza vuelva a ser designador único, al tiempo que desaparecen las recusaciones. Y no deja de ser llamativo que el Madrid, que no había ganado ninguna de las cinco Ligas anteriores, ganara las cinco siguientes, todas hasta la salida de Plaza, que cayó en el 90, con la llegada de Villar. Es igualmente verdad que ese periodo de cinco Ligas coincide con la eclosión de la Quinta del Buitre, eso puede justificar el dominio blanco. Los años anteriores tuvo equipos de menos vuelo. Pero la coincidencia estadística está ahí, y no dejó de pesar como prueba de cargo contra Plaza entre quienes le señalaban como madridista y evocaban, una y otra vez, la frase de Camacho.

Y un episodio más terminó de remachar el clavo a los que veían en Plaza un instrumento del madridismo: el sábado 9 de noviembre de 1985 jugaron el Barça y el Madrid en el Camp Nou, bajo arbitraje de Urío Velázquez. Ganó el Barça 2-0, pero del partido quedó una jugada que aunque luego no tuvo influencia decisiva levantó polvareda: Schuster lanzó un pase profundo a Marcos, detrás de la defensa del Madrid; Marcos corrió por él, controló, y ante la salida de Ochotorena cedió al costado para que Archibald marcara a puerta vacía. Gol legal, pero el árbitro lo anuló por una confusión absurda bastante extendida en esas fechas, a mi juicio, por interpretar mal una de las aclaraciones a las normas del Reglamento de fútbol comentado de Escartín, la biblia de la época para estos casos. El pase fue adelantado, pero Archibald venía por detrás de Marcos, por detrás del balón, y por tanto no existía fuera de juego.

Un paréntesis para los aficionados: la mejor forma de definir y entender el fuera de juego es la afirmación: «Está en fuera de juego todo jugador que esté delante del balón salvo en los siguientes casos:…». Y ahí vienen las excepciones: que esté en su propio campo, que el balón proceda de un saque de portería o de banda, que entre él y la línea de fondo haya dos o más adversarios (o al menos uno y otro en línea, según la reciente corrección), etcétera… Pero la condición esencial para estar en fuera de juego es estar por delante del balón, como en rugby. Luego vienen las excepciones.

Bueno, pues Plaza, tras examinar la jugada en su gabinete con algunos de sus ayudantes, salió en defensa de Urío Velázquez y declaró que el gol estaba bien anulado, porque el pase era hacia delante. Y lo mismo sentenció la moviola de TVE (que entonces se seguía con tremenda devoción), en la que intervenía Rodríguez Barroso, el anterior presidente del Comité. Aquello fue horroroso, porque abonó todos los argumentos del barcelonismo: que los que dirigían o habían dirigido el arbitraje español o no tenían ni idea o hacían todo lo posible por dar la razón al Madrid en todo, o ambas cosas a la vez.

Felizmente, al día siguiente, en comunicado oficial, bastante enrevesado, hay que decirlo, Plaza rectificó. Pero el bochorno fue notable.

Fue un desliz tremendo sobre el que escribí yo mismo un artículo en El País (12.11.85), del que me he decidido a aportar aquí este extracto:

[…] Lo de Plaza es de verdad penoso. Ha sido árbitro durante 20 años, cuatro como internacional, y presidente del Colegio en dos periodos: de 1967 a 1970 y desde 1975 hasta ahora. Con todo y eso, justificó el gol anulado con la peregrina teoría del «pase adelantado» que tantos líos va a crear en el futuro. Para él no era relevante que Archibald estuviera por detrás del balón y no por delante. Ayer, tras un minucioso examen de la jugada a través de la «moviola» y una consulta al Reglamento, rectificó. Bienvenida sea su rectificación, pero ¿con qué criterios habrá estado decidiendo este hombre partidos, primero, y ascensos, descensos, internacionalidades y designaciones de árbitros, después? […].

Plaza falleció en junio de 2002, a la edad de 82 años, doce después de haber dejado sus responsabilidades en el arbitraje. Las biografías que se publicaron entonces señalaron que antes de arbitrar fue jugador juvenil en el Plus Ultra y en el Atlético Aviación. Luego ha corrido, entre tantas cosas que se han escrito de él, la falsedad de que jugó en el Madrid, quizá una deducción errónea basada en que, muchos años después de los tiempos de Plaza como jugador juvenil, el Plus Ultra devino en filial del Madrid, hasta que cambió el nombre por el de Castilla. Pero como cuadra con esa leyenda de madridista de corazón que se le ha construido, circula esa versión de que jugó en el Madrid.

Nacidos para incordiarse
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