Enfoque alternativo

En especial han sido las aportaciones de la arqueología las que han llevado a los historiadores a poner en tela de juicio la vieja tesis, y en este sentido vale la pena recordar que A. H.M. Jones publicó su gran obra, The Later Roman Empire, en 1964, mucho antes de que se produjera el actual interés por la arqueología tardorromana y protomedieval. Lo cierto es que este libro habría sido muy diferente hoy día. Pero en el fondo todo esto también tiene que ver con las nuevas maneras de plantearse el tema. Aunque en la actualidad sigue estando bastante vigente el viejo concepto de decadencia,[142] muchos historiadores se han visto influidos por otros enfoques muy distintos, especialmente los comparativos. Lo más interesante quizá sea que el vivo debate en torno a la economía antigua en general suscitado a raíz de la publicación en 1973 de la obra deM. I. Finley, La economía de la Antigüedad,[143] ha afectado no sólo al Principado, sino también a la etapa final del imperio, superando así hasta cierto punto la hipotética gran línea divisoria que suponían el siglo III y las reformas de Diocleciano.[144] El modelo antiguo se basa en la tesis del reforzamiento masivo del control gubernamental y el consiguiente aumento de los gastos del gobierno, innovaciones atribuidas generalmente a Diocleciano. Pero si esas reformas hubieran tenido en realidad un carácter meramente revisionista, nos habríamos visto obligados a poner en tela de juicio el modelo general, y habríamos tenido que prestar más atención en particular a las estructuras económicas básicas, que aguantaron perfectamente durante toda la historia del imperio romano.[145]