36
Cath había estado escribiendo por cuatro horas, y cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta, se sintió como si estuviera de pie en el fondo de un lago, mirando hacia el sol.
Era Levi.
—Oye —dijo, poniéndose sus gafas—. ¿Por qué no me mandaste un mensaje? Habría bajado.
—Lo hice —dijo, besando su frente. Tomó su teléfono de su bolsillo. Se había perdido dos mensajes y una llamada. Su timbre estaba apagado.
—Lo siento —dijo ella, sacudiendo su cabeza—. Solo déjame empacar.
Levi cayó sobre la cama y la observó. Viéndolo allí, apoyado contra la pared, trajo tantos recuerdos y tanta ternura, ella se subió a la cama y comenzó besando su cara por todas partes.
Él sonrió y la cubrió con sus largos brazos.
—¿Tienes mucho que escribir?
—Sí —dijo, frotando su barbilla en la suya—. «Kilómetros que recorrer antes de dormir».
—¿No le has mostrado nada a tu profesora todavía?
Cath había comenzado a morder su barbilla y se alejó, mirando las marcas de dientes.
—¿Qué quieres decir?
—¿Has estado girando las cosas pieza por pieza, o estás esperando hasta que toda la historia esté terminada?
—Yo… he estado trabajando en Carry On.
—No, lo sé —dijo, sonriendo y alisando su mano en su pelo—. Pero estaba preguntando sobre tu proyecto de Redacción-Ficción. Quiero que lo leas para mí cuando esté terminado.
Cath se sentó de vuelta en la cama. Las manos de Levi no dejaron su cabeza y cadera.
—Yo… no estoy haciendo eso —dijo ella.
—¿No quieres leerlo para mí? ¿Es demasiado personal o algo?
—No. No lo es. Solo… no voy a hacerlo.
La sonrisa de Levi se desvaneció. Él todavía no lo entendía.
—No lo estoy escribiendo —dijo—. Fue un error decir que lo haría.
Sus manos se apretaron sobre ella.
—No, no lo fue. ¿Qué quieres decir? ¿No lo has comenzado?
Cath se sentó más lejos, bajándose de la cama y yendo a empacar su computador portátil.
—Me equivoqué cuando le dije a mi profesora que podía hacerlo, no puedo. No tengo ni una idea, y solo es demasiado. Ni siquiera estoy segura de que voy a terminar Carry On.
—Por supuesto que terminarás.
Ella lo miró bruscamente.
—Solo faltan nueve días.
Levi aún parecía confundido. Y tal vez un poco herido.
—Te quedan doce días hasta el final del semestre. Y unos catorce antes de regresar a Arnold, pero por lo que puedo decir, tienes el resto de tu vida para terminar Carry On.
Cath sintió que su cara se ponía dura.
—No lo entiendes —dijo—. En absoluto.
—Entonces explícamelo.
—Simon Snow y la Octava Danza sale en nueve días.
Levi se encogió de hombros.
—¿Y qué?
—Y que he estado trabajando dos años hacia esto.
—¿Hacia el final de Carry On?
—Sí. Y tengo que terminar antes de que termine la serie.
—¿Por qué? ¿Gemma Leslie te desafió a una carrera?
Cath metió el cable anudado en su bolso.
—No lo entiendes.
Levi suspiró duramente y pasó sus dedos por su pelo.
—Tienes razón. No lo hago.
Las manos de Cath temblaban mientras las empujó a través de los brazos de su chaqueta, un suéter grueso de tejido trenzado forrado con lana.
—No entiendo cómo puedes dejar esta clase dos veces —dijo Levi, con el ceño fruncido y confundido—. Tengo que luchar por cada calificación que consigo, mataría por una segunda oportunidad en la mayoría de mis clases. Y solo estás alejándote de este trabajo porque no te da la gana, porque tienes este plazo arbitrario, y es todo lo que puedes ver.
—No quiero hablar de esto —dijo.
—No quieres hablar en absoluto.
—Tienes razón. No tengo tiempo ahora para discutir contigo.
Era la peor cosa para decir. Levi la miró, golpeado. Cath buscó algo más que decir, pero todo a su alcance estaba equivocado.
—Tal vez solo debería quedarme aquí esta noche.
Sus ojos la recorrieron, con más frialdad de lo que hubiera creído posible. Había dos líneas profundas entre sus cejas.
—Bien —dijo, poniéndose de pie—. Nos vemos en nueve días.
Él estaba en la puerta antes de que pudiera balbucear:
—¿Qué?
Cath no estaba tratando de buscar una pelea de nueve días, ella solo había querido escapar de esta noche, no tenía tiempo para sentirse culpable por la Redacción-Ficción. Incluso pensar en esa estúpida historia hizo sentir a Cath agarrada y abierta.
Se acostó en la cama y comenzó a llorar. Su almohada no olía como Levi. No olía como a ninguno de ellos.
Él no lo entendía.
Cuando el último libro de Simon Snow saliera, todo habría terminado. Todo. Todos esos años de imaginación y reinvención. Gemma T. Leslie conseguiría la última palabra, y eso sería todo, todo lo que Cath había construido en los últimos dos años se convertiría en un universo alternativo. Oficialmente incompatible…
La idea la hizo reír húmeda y patéticamente en su almohada.
Como si vencer a GTL con un golpe no hiciera ninguna diferencia.
Como si Cath en realidad pudiera hacer que Baz y Simon vivieran felices para siempre solo diciendo que era así. Lo siento, Gemma, aprecio lo que has hecho aquí, pero creo que podemos aceptar que se suponía que acabara así.
No era una carrera. Gemma T. Leslie ni siquiera sabía que Cath existía. Gracias a Dios.
Y aun así… cuando Cath cerró sus ojos, lo único que podía ver era a Baz y Simon.
Todo lo que podía oír era a ellos hablando en su cabeza. Eran suyos, como siempre lo había sido. Se amaban porque ella creía que lo hacían. La necesitaban para arreglarlo todo. La necesitaban para transportarlos.
Baz y Simon en su cabeza. Levi en su estómago.
Levi en alguna parte, se ha ido.
En nueve días, se habría terminado. En doce días Cath no sería más una estudiante de primer año. Y en catorce…
Dios, era una idiota.
¿Siempre vas a ser tan estúpida? ¿Toda tu miserable vida?
Cath gritó hasta que se sintió inútil, entonces tropezó fuera de la cama para tomar un trago de agua. Cuando abrió la puerta, Levi estaba sentado en el pasillo, con las piernas dobladas en frente de él, inclinado en sus rodillas. Levantó la vista cuando ella salió.
—Soy tan idiota —dijo.
Cath cayó entre sus rodillas y lo abrazó.
—No puedo creer que dije eso —dijo él—. Ni siquiera puedo llegar a las nueve horas sin verte.
—No, tienes razón —dijo Cath—. He estado actuando loca. Todo esto es una locura. Ni siquiera es real.
—Eso no es a lo que me refería, esto es real. Tienes que terminarlo.
—Sí —dijo, besando su barbilla, tratando de recordar dónde lo había dejado—. Pero hoy no. Tenías razón. Hay tiempo. Ellos esperarán por mí. —Empujó sus manos dentro de su chaqueta.
Él la sostuvo por los hombros.
—Uno hace lo que tiene que hacer —dijo—. Solo déjame estar allí. Por las próximas dos semanas, ¿de acuerdo?
Asintió. Catorce días. Con Levi. Y luego las cortinas cerradas por este año.
* * *
—Tal vez pelear con él no es la respuesta —dijo Simon.
—¿Qué? —Baz estaba apoyado contra un árbol, tratando de recuperar el aliento. Su cabello colgaba en mechones viscosos, y su rostro estaba manchado con barro y sangre. Simon probablemente se veía aún peor—. No estás renunciando ahora —dijo Baz, buscando el pecho de Simon y tirando de él hacia adelante, ferozmente, por las correas abrochadas de su capa—. No te dejaré.
—No estoy rindiéndome —dijo Simon—. Solo… tal vez pelear no es la respuesta. No fue la respuesta contigo.
Baz arqueó una elegante ceja.
—¿Vas a besar al Humdrum, ése es tu plan? Porque él es la evidencia. Y se parece a ti. Ambos son vanidosos y desviados, Snow, incluso para ti.
Simon manejó una sonrisa y llevó una mano al cuello de Baz, sosteniéndolo con firmeza.
—No sé lo que voy a hacer. Pero he terminado la pelea, Baz. Si seguimos así, no quedará nada por lo que luchar.
De Carry On, Simon, publicado en abril del 2012 por FanFixx.net, autor Magicath.