27
Cuando se detuvieron frente a la calzada de ella, Cath exhaló completamente por primera vez en dos horas.
Levi se dejó caer hacia atrás y apoyó la cabeza en el asiento. Abrió y cerró las manos, estirando los dedos.
—No vamos a hacerlo de nuevo —dijo.
Cath se desabrochó el cinturón de seguridad y se deslizó hasta él, empujando sus brazos alrededor de los hombros. Levi sonrió tan amplio, ella deseó que no hubiera tenido un subidón de adrenalina por él, como para que sintiera que pudiera abrazar así. Sus brazos se movieron alrededor de su cintura, y ella lo abrazó con fuerza, su rostro en su abrigo.
La boca de Levi se encontraba cerca de su oído.
—No me deberías recompensar por poner en peligro tu vida, sabes. Piensa en el antecedente que le das.
Cath lo sostuvo con más fuerza. Él era bueno. Él era bueno, y ella no quería perderlo. No es como si sintiera que lo perdería en la interestatal. En general, ella no quería perderlo.
—Yo no habría pensado dos veces en tomar este camino de regreso a casa —le dijo en voz baja—. Yo mismo. Pero no debí haberlo hecho contigo. Lo siento.
Ella negó con la cabeza.
La calle estaba en silencio, y la cabina de la camioneta era gris oscura y blanco brillante, después de unos minutos, la mano de Levi se perdía por su espalda, de arriba hacia debajo de nuevo.
—Cather —susurró—, me gustas mucho…
Cuando salieron de la camioneta, el parabrisas estaba cubierto con nieve. Levi llevó su ropa. Cath lo dejó. Él estaba nervioso por lo de conocer a su padre, y ella estaba preocupada por su padre, punto. Había hablado con él todos los días, desde las vacaciones de Navidad, y había estado en su casa de visita; él parecía bastante bien con eso, pero con él nunca se sabía…
Cuando Cath abrió la puerta, ahí estaba él, justo en la sala de estar. Había papeles en todos lados, papel cebolla pegado a las paredes, todas sus ideas ordenadas en contenedores. Y su padre sentado en la mesa del café, mordiendo el final de un Sharpie.
—Cath —dijo él, sonriendo—. Oye. ¿es ya hora de Cath? —Miró hacia la ventana, luego miró a su muñeca; no llevaba ningún reloj. Entonces miró a Levi y se detuvo. Se quitó sus gafas y las puso en su cabeza, se puso de pie.
—Papá, éste es Levi. Él me dio un aventón. —Eso no se había oído bien. Cath intento de nuevo—. Es, um… Levi.
Levi le tendió la mano.
—Sr. Avery, un placer conocerlo. —Él estaba hablando arrastrado. Tal vez su acento era un tic nervioso.
—Mucho gusto —dijo su padre, luego dijo—: Levi.
—Siento mucho por sacar a Cather con este tiempo —dijo Levi—. De verdad no sabía que estaba tan mal.
Nada se registró en el rostro de su padre. Miró a las ventanas.
—¿Está mal afuera? Supongo que no estaba prestando atención.
El rostro de Levi estaba casi en blanco. Forzó una sonrisa cortés.
Su padre miró a Cath y recordó que iba a darle un abrazo.
—¿Tienes hambre? —le preguntó—. ¿Es tiempo de la cena? He estado en Franken-niebla todo el día.
—¿Consiguieron la cuenta de Frankenbeans? —preguntó ella.
—Sigue lanzando. Eternamente lanzando. Así que, Levi —dijo—. ¿Te quedas para la cena?
—Oh —dijo Levi—. Gracias, señor, pero pienso que es mejor que me vaya mientras todavía hay algo de luz.
Cath dio la vuelta.
—¿Estás bromeando? No puedes conducir a Lincoln en esto.
—Estaré bien —le respondió—. Cuatro ruedas. Llantas para la nieve. Celular.
—No —dijo Cath con dureza—. No seas idiota. Tuvimos suerte con llegar hasta aquí a salvo, no vas a volver.
Levi mordió sus labios y levanto sus cejas, impotente.
Su padre pasó por delante de ella a la puerta.
—Jesús —dijo desde el porche—. Ella tiene razón, Levi. Voy a decir tu nombre hasta que lo recuerde, ¿está bien eso?
—Claro, señor.
Cath tiró de la manga de Levi.
—Tú te quedas, ¿de acuerdo?
Él se humedeció el labio inferior con nerviosismo. Ella no estaba acostumbrada a verlo nervioso.
—Sí, señora —susurró.
—Está bien —dijo su padre, caminando de vuelta a la sala de estar—. Cena… —Parecía que siguiera en Franken-niebla.
—Lo tengo —dijo Cath—. Tú sigue trabajando. Parece como que estás en algo.
Él le sonrió agradecido.
—Gracias, cariño. Solo dame otra media hora para ordenar esto. —Se volteó en su sitio—. Levi, quítate el abrigo.
Cath empezó a sacarse sus botas y a colgar su abrigo en un gancho. Tiró de la manga de Levi de nuevo.
—Sácate el abrigo.
Él lo hizo.
—Vamos —dijo ella, entrando en la cocina. Todo parecía en orden. Miró en la habitación de su padre y en el baño. No tenía pasta de dientes.
—Lo siento —dijo Levi, cuando entraron en la cocina.
—Cállate —dijo ella—. Me estás poniendo nerviosa.
—Debería irme.
—No tan nerviosa como estaría si conduces por una tormenta de nieve. Jesús. Siéntate. Está bien, ¿de acuerdo?
Sonrió la sonrisa Levi.
—Está bien. —Y se sentó en uno de los taburetes.
—Es raro verte aquí —dijo ella—. Como mundos chocando.
Levi pasó los dedos por su cabello, quitando un poco de nieve.
—Tu padre parece tranquilo.
—Está acostumbrado a tener chicos alrededor.
Levi enarcó una ceja.
—¿En serio?
—Mi hermana. —Dijo Cath, sintiendo sus mejillas calientes.
Ella abrió la nevera. Su abuela, obviamente, había estado aquí. Todas las botellas de condimentos de su padre habían desaparecido, y había contenedores Tupperware[40] marcados con lápiz graso. Además de leche de fresa, huevos, y yogurt. Abrió el congelador… Comidas Healthy Choice, probablemente las mismas comidas Healthy Choice de la última vez que Cath estuvo en casa.
Ella miró a Levi.
—¿Qué piensas de los huevos?
—Genial —dijo sonriendo—. Me siento genial acerca de los huevos.
Uno de los contenedores Tupperware tenía salchichas italianas con pimientos rojos. Cath los vació en un cuenco y decidió hacer huevos escalfados. Solo para lucirse. Tenía pan para las tostadas. Y mantequilla. Esto no estaría nada mal.
—¿Puedo ayudarte? —preguntó Levi.
—No. Lo tengo. —Miró sobre su hombro hacia él y sonrió, de vuelta a la estufa—. Déjame hacer algo por ti por una vez.
—Está bien. —Dijo—. ¿Qué está haciendo tu padre allí?
Ella se lo dijo. Le habló acerca del Maldito Kelly y Gravioli, y del tiempo que estuvo en El Gran Cañón con su familia de vacaciones, y que su padre se había sentado en el auto alquilado con un cuaderno y un bolígrafo.
Su padre había trabajado para una gran cantidad de clientes agrícolas este año, siendo esta Nebraska, y Levi reconoció la línea para un fertilizante: Mayores rendimientos, campos más brillantes. Confíe el próximo año en Spurt.
—Tu padre es un hombre loco —dijo él. Cath rió, y Levi la miró, avergonzado—. Eso no es lo que quise decir.
Comieron en el comedor, y en el transcurso de la cena, Cath sintió que tal vez no tenía que estar tan nerviosa. Levi estaba en una versión más agradable a su usual, todo-el-mundo-me-ama, y su padre parecía feliz de que estuviera en casa.
Sus huevos eran perfectos.
Lo único negativo fue cuando su padre preguntó por Wren. Cath se encogió de hombros y trató de cambiar de tema. Él no pareció darse cuenta. Estaba un poco nervioso esta noche, y un poco distante, pero Cath decidió que solo estaba perdido en su trabajo. Su color era bueno, y él le dijo que había estado corriendo todas las mañanas. De vez en cuando, parecía salir a la superficie y darle a Levi una mirada evaluadora.
Después de la cena, Levi insistió en limpiar la mesa y lavar los platos. En cuanto despareció en la cocina, su padre se inclinó hacia ella.
—¿Ése es tu novio? —Cath rodó los ojos, pero asintió.
—¿Por cuánto tiempo?
—Un mes —dijo Cath—. Más o menos. Un poco más. No lo sé.
—¿Cuántos años tiene?
—Veintiuno.
—Parece mayor…
—Es el cabello.
Su padre asintió.
—Parece simpático.
—Es el mejor —dijo Cath, tan sincera como le fue posible, esperando que él le creyera—. Es un buen chico, lo juro.
—No sabía que habías roto con Abel.
Después de que los platos estuvieron hechos. —Cath los secó— ella y Levi iban a ver una película, pero su padre se estremeció cuando empezó a mover sus papeles del sofá.
—¿Ustedes chicos no tienen en mente ver televisión arriba? Lo prometo, Cath, soy todo tuyo mañana. Yo solo.
—Claro —dijo ella—. No demasiado tarde, ¿de acuerdo?
Él sonrió, pero cuando ella se la iba a devolver, ya estaba de regreso en su cuaderno.
Cath miró a Levi y con un movimiento de cabeza le indicó que subieran las escaleras. Ella lo sintió detrás suyo, conteniendo el estómago todo el camino. Cuando llegaron a la cima, Levi tocó la parte posterior de su brazo, y ella se alejó de él, hacia su dormitorio.
Parecía la habitación de una niña, ahora que se lo estaba imaginando a través de sus ojos. Era grande, con techo inclinado, alfombra color rosa profundo, y a juego, dos camas a cada lado, con edredón color crema.
Cada centímetro de las paredes y techos estaban cubiertos por posters y fotografías; ella y Wren nunca quitaron las cosas a medida que envejecían. Ponían cosas nuevas. Estilo Shabby Simon Snow.
Cuando Cath miró a Levi, sus ojos brillaban, se mordía el labio inferior. Ella lo empujó y él se echó a reír.
—Ésta es la cosa más adorable que jamás he visto —dijo él.
Ella suspiró.
—Está bien…
—No, en serio. Siento que esta habitación debe ser conservada para que la gente del futuro vea como eran los adolescentes del siglo veintiuno.
—Lo entiendo.
—Oh Dios —dijo Levi, sin dejar de reír—. No puedo soportarlo. —Empezó a caminar de vuelta a las escaleras, y luego, después de un segundo, se acercó de nuevo y volvió a estallar en carcajadas.
—Está bien —dijo Cath, acercándose a su cama y sentándose para apoyarse en la cabecera. Su edredón era rosa y verde pálido. Tenía fundas de Simon Snow. Había un móvil Sanrio encima de su cabeza, como un atrapa sueños.
Levi se acercó a la cama y se sentó en el medio.
—Te ves tan deslumbrantemente linda en estos momentos, que siento que debo hacer un agujero en un trozo de papel solo para verte.
Ella rodó los ojos, y Levi empujó sus pies, para poner sus piernas a través de los tobillos.
—Todavía no puedo creer que tu padre me envió a tu habitación la primera vez que me conoce. Lo único que él sabe sobre mí es que te llevé afuera en una tormenta de nieve.
—Él es así —dijo Cath—. Nunca nos ha mantenido atadas a una correa.
—¿Nunca? ¿Ni siquiera cuando eran niñas?
—Nop. —Negó con la cabeza—. Confía en nosotras. Además, tú lo viste, su mente divaga.
—Bueno, cuando conozcas a mis padres, no esperes que mi madre nos pierda de vista.
—Apuesto a que Reagan amaría eso.
Los ojos de Levi se ampliaron.
—No hay un amor perdido entre mi madre y Reagan, créeme. La hermana mayor de Reagan quedó embarazada en su último año, y mi mamá estaba bastante segura de que esto se propagó en las familias. Tenía un círculo de oración por nosotros. Cuando se enteró de que rompimos, en realidad elevó sus manos al cielo.
Cath sonrió incómoda y tiró una almohada a su regazo, cogiendo la tela.
—¿Te molesta cuando hablo de Reagan? —preguntó.
—Yo soy quién la trajo a colación.
—¿Cierto?
—Un poco —dijo Cath—. Cuéntame más de tu madre.
—Por fin consigo tenerte en una habitación, y ahora estamos hablando de mi exnovia y mi madre.
Cath le sonrió a la almohada.
—Bueno… —dijo—. Mi mamá creció en un rancho. Acomodada. Ella es activa en su iglesia.
—¿Qué?
—Bautista.
—¿Cómo se llama?
—Marlisse —dijo—. ¿Cómo se llama tu madre?
—Laura.
—¿Cómo es ella?
Elevó sus cejas y se encogió de hombros.
—Fue una artista. Quiero decir, quizás aún lo es. Ella y mi padre se conocieron en una agencia publicitaria fuera de la universidad. —Llevó una de sus rodillas contra las de ella—. Y…
Cath suspiró.
—Y ella no quería casarse o embarazarse ni nada por el estilo. Ni siquiera estaban saliendo en serio, ella estaba intentando conseguir un trabajo en Minneapolis o Chicago… Pero se quedó embarazada… Creo que corría en su familia también, hubo generaciones de embarazos… así que se casaron. —Cath levantó la mirada hacia él—. Y fue un desastre. Ella no quería un bebé, por lo que dos fue una desagradable sorpresa.
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Te lo dijo tu papá?
—Ella nos lo dijo. Pensó que debemos saber quién era realmente y cómo había terminado en tan lamentable situación, supongo que no íbamos a cometer los mismos errores.
—¿Qué esperaba que aprendieras?
—No lo sé —dijo Cath—. ¿Mantenerme alejada de los hombres? Quizás solo «Usa condón». O «Mantenerse alejada de los hombres que no saben cómo funciona un condón».
—Me estás haciendo apreciar el círculo de oración.
Cath rió con un medio suspiro.
—¿Cuándo se fue? —preguntó. Él ya sabía que su madre se había ido. Cath le había dicho una vez, en una forma que hizo saber que no quería entrar en detalles. Pero ahora…
—Cuando teníamos ocho años —dijo ella.
—¿La has visto de nuevo?
—No. —Cath lo miró—. No creo que nadie la vuelva a ver regresar. Quiero decir, cuando eres un niño, no esperas que tu madre se largue, no importa por qué, ¿sabes? Incluso si piensas que no le agradas.
—Estoy seguro de que le gustas.
—Se marchó —dijo Cath—. Y nunca regresó. ¿Quién hace eso?
—No lo sé… Alguien a quien le falta una tuerca.
Cath sintió lágrimas en sus ojos, e intentó parpadearlas fuera.
—¿La extrañas? —preguntó Levi.
—No —dijo Cath, en voz baja—. No me podría importar menos ella. Echo de menos a Wren.
Levi estiró sus piernas de vuelta y se inclinó hacia delante, subiendo a la cama de Cath hasta que estuvo sentado junto a ella. Pasó el brazo por sus hombros y la atrajo hacia su pecho.
—¿Estás bien?
Ella asintió y se apoyó en él con vacilación, como si no estuviera segura de cómo encajar. Él trazó círculos en su hombro con su pulgar.
—Sabes —dijo—. Sigo queriendo decir Simon Snow vomitó aquí… Pero es más como que alguien comió Simon Snow… Como que alguien fue a todo-lo-que-pueda-comer en el buffet Simon Snow y luego vomitó aquí.
Cath rió.
—Me gusta.
—Nunca dije que no me gustara.
Mientras estaban hablando, era fácil. Y Levi siempre estaba hablando.
Le habló de 4-H.
—¿Qué representan las H?
—La cabeza, el corazón, las manos, la salud. ¿No tienen 4-H[41] en el sur de Omaha?
—Lo hacen, pero es sinónimo de fuerza, hip hop, y Amigo, no juego eso.
—Bueno, siento escuchar eso. Te perdiste un montón de cunicultura competitiva.
—¿Criaste conejos?
—Conejos ganadores de premios —dijo—. Y un año, una cerda.
—Es como si hubieras crecido en un planeta diferente.
—Cabeza, corazón, manos, salud… Eso es realmente muy bonito, ¿no te parece?
—¿Hay fotos de ti en algún lugar con conejos?
—Y cintas azules —dijo.
—Podría tener que hacer una cámara estenopeica solo para mirarlos.
—¿Es una broma? Era tan lindo, tendrías que usar gafas especiales. Oh, eh, acabo de recordar la promesa del 4-H… «Prometo mi cabeza para pensamientos más claros, mi corazón a una mayor lealtad, mis manos para un servicio más grande, y mi salud para vivir mejor, para mi club, mi comunidad, mi país y mi mundo».
Cath cerró los ojos.
—¿Dónde están esas gafas?
Luego él le dijo sobre la feria… más conejos, más cerdas, más un año de importantes decisiones sobre brownies… Y le mostró a ella fotos de sus cuatro hermanas rubias, en su teléfono.
Cath no podía llevar un registro de sus nombres. Todos eran de la Biblia.
—Antiguo Testamento —dijo Levi. Una de ellas tenía la edad de Cath, y otra todavía estaba en el instituto.
—¿No te asusta?
—¿Qué?
—¿Salir con alguien tan joven como tu hermana pequeña?
—Salir con mi hermana pequeña me asustaría.
—Sigo siendo una adolescente.
Se encogió de hombros.
—Tú eres legal.
Ella le empujó.
—Cath, solo soy dos años y medio mayor que tú.
—Años universitarios —dijo—. Eso es como una década.
Él rodó sus ojos.
—Mi padre pensó que tenías treinta.
Echó hacia atrás su barbilla.
—No lo hizo… ¿En serio?
Ella rió.
—No.
Levi vio que ella tenía, «¿Adivina la escena de Simon?». Insistió en que jugaran. Cath pensó en hacerle papilla, pero su memoria estaba loca, y todas las preguntas eran de películas, no de libros.
—Es una pena que no haya preguntas sobre subtexto homosexual —dijo Levi—. Quiero que me hagas una cinta azul cuando gane esto.
A medianoche, Cath comenzó a pensar en su padre que estaba en la planta baja y que realmente debía dormir poco.
—¿Estás cansado? —le preguntó a Levi.
—¿Monto mi propia tienda?
—Se llama dosel, y no. Tienes tu propio sofá. Si le digo a mi papá que estás cansado, se va a obligar a dejar de trabajar.
Levi asintió.
—¿Necesitas pijamas o algo?
—Puedo dormir con la ropa puesta. No es más que una noche.
Ella encontró un cepillo de dientes de sobra para él, sacó una sábana limpia, y agarró una de sus almohadas.
Cuando llegaron abajo, los papeles se habían multiplicado… Pero su padre valientemente había despejado el sofá y besó a Cath en la frente. Ella le hizo prometer no seguir trabajando en su habitación.
—No hagas esto en frente de la compañía. —Cath preparó el sofá, y cuando Levi salió del baño, con la cara y la parte delantera del cabello húmedo, ella le tendió la almohada. Él se sentó en el sofá y le sonrió.
—¿Necesitas algo más? —preguntó.
Él negó con la cabeza. Cath dio un paso hacia atrás y él le agarró la mano. Ella recorrió con sus dedos la palma de él, alejándose.
—Buenas noches —dijo ella.
—Buenas noches, cariño.
Cath se despertó a las tres, con la mente muy clara y su corazón latiendo demasiado rápido.
Se acercó de puntillas a las escaleras, pero sabía que todavía crujirían.
Caminó por la cocina, se aseguró de que la estufa estuviera apagada, que la puerta trasera estuviera cerrada, que todo estaba bien…
La puerta de su padre está abierta; ella estuvo en la entrada hasta que pudo escucharlo respirar. Entonces caminó lo más silenciosamente que pudo hasta el sofá. La puerta principal estaba cerrada con llave. Las cortinas sin echar. Una máquina quitanieves se arrastraba por su calle.
Cuando se dio la vuelta, Levi se había incorporado sobre su codo y la estaba mirando.
Se había quitado el suéter y llevaba una camiseta blanca. Su pelo era un lío, y sus labios y ojos estaban de sueño.
Cabeza, corazón, manos…
—¿Qué pasa? —susurró.
Cath sacudió su cabeza y se apresuró a subir las escaleras.
Levi tuvo que salir antes del desayuno, tenía que llegar a Starbucks. Jim Flowers, el meteorólogo favorito de su padre, dijo que las carreteras estaban mucho mejor, pero que todo el mundo debía «Tomar las cosas con calma».
Su padre dijo que debía llevar a Cath de regreso a la escuela el domingo, pero Levi miró al nevado Honda y dijo que no habría problema para regresar.
—Así que… —dijo su padre. Estaban de pie en el porche, mirando la camioneta de Levi doblar la esquina—. Ése es tu nuevo novio.
Asintió.
—¿Todavía muriendo por regresar a casa? ¿Transferirte a UNO? ¿Gastar tu vida cuidando de tu padre mentalmente inestable?
Cath pasó junto a él dentro de la sala de estar.
—¿Desayuno?
Fue un buen fin de semana. Cinco mil palabras de Carry On. Tacos de pescado con rábano y repollo rallado. Solo dos conversaciones más sobre Wren. Y el domingo por la tarde Levi la llevó de regreso, llevándola dos pasos por delante a la vez.
* * *
El Humdrum recuperó una pequeña bola roja en su mano. Simon había llevado la bola a todas partes, por lo menos un año. La había perdido cuando llegó a Watford… No la había necesitado más.
—Estás mintiendo —dijo Simon—. Tú no eres yo. No eres parte de mí.
—Soy lo que queda de ti —dijo el Humdrum. Y Simon juraría que su voz nunca fue tan alta y tan dulce.
Del capítulo 23, Simon Snow y el Séptimo Roble, copyright © 2010 por Gemma T. Leslie.