3
Era imposible escribir así.
En primer lugar, la habitación era demasiado pequeña. Un diminuto rectángulo, lo suficientemente amplio solo para las camas a cada lado de la puerta —cuando la puerta se abría, de hecho golpeaba la orilla del colchón de Cath— y solo lo suficientemente profundo como para meter un escritorio a cada lado de las camas y las ventanas. Si alguna hubiera traído un sofá, ocuparía todo el espacio disponible en el centro de la habitación.
Ninguna trajo un sofá. O una televisión. O alguna linda lámpara.
Reagan no parecía haber traído nada personal, además de su ropa y una tostadora completamente ilegal, además de Levi, quien estaba tumbado en su cama con los ojos cerrados, escuchando música, mientras Reagan golpeaba su computadora (una PC de mierda como la de Cath).
Cath estaba acostumbrada a compartir una habitación; siempre había compartido la habitación con Wren. Pero su cuarto era casi tres veces más grande que éste. Y Wren no ocupaba tanto espacio como Reagan. Espacio figurativo, espacio en su mente. Wren no se sentía como compañía.
Cath aún no sabía qué pensar de Reagan…
Por un lado, Reagan no parecía interesada en permanecer despierta toda la noche, trenzándose el cabello una a la otra y convirtiéndose en mejores amigas por siempre. Eso era un alivio.
Por otro lado, Reagan no parecía interesada en Cath en absoluto.
En realidad eso también era un alivio. Reagan daba miedo.
Hacía todo enérgicamente. Abría la puerta y la cerraba de golpe. Era más grande que Cath, un poco más alta y mucho más voluptuosa (en serio voluptuosa). Parecía más grande. En el interior también.
Cuando Reagan estaba en la habitación, Cath trataba de mantenerse fuera de su camino, trataba de no hacer contacto visual, ella pretendía que Cath no estaba allí, así que Cath fingía eso también. Generalmente eso parecía funcionar para ambas.
Pero justo en ese momento, pretender no existir le hacía a Cath muy difícil el escribir.
Estaba trabajando en una complicada escena: Simon y Baz discutiendo acerca de si los vampiros podían ser realmente considerados buenos y también si los dos debían ir juntos al baile de graduación. Se suponía que todo iba a ser divertido, romántico, y meditado, que por lo general eran especialidades de Cath (era muy buena con la traición también. Y dragones parlantes).
Pero no podía pasar de: «Simon recorrió su cabello castaño miel con los ojos y suspiró». No podía ni siquiera conseguir que Baz se moviera. No podía dejar de pensar en Reagan y Levi sentados detrás de ella. Su cerebro atascado en ¡ALERTA DE INTRUSO!
Además, se moría de hambre. Tan pronto como Reagan y Levi salieran de la habitación a cenar, Cath se iba a comer un frasco entero de mantequilla de maní. Si alguna vez se iban a cenar. Reagan seguía golpeando como si fuera a escribir a través del escritorio, y Levi seguía sin marcharse, y el estómago de Cath comenzaba a gruñir.
Agarró una barra de proteínas y salió de la habitación, pensando que daría un rápido paseo por el pasillo para despejar la cabeza.
Pero el pasillo era prácticamente un conocer y saludar. Cada puerta estaba abierta, a excepción de la de ellas. Las chicas se arremolinaban alrededor hablando y riendo. Todo el piso olía a palomitas de maíz quemadas en el microondas. Se metió en el baño y se sentó en uno de los compartimientos, desenvolviendo la barra de proteínas y dejando caer lágrimas nerviosas por las mejillas.
Dios, pensó. Dios. Está bien, esto no es tan malo. En realidad no hay nada de malo. ¿Qué pasa Cath? Nada.
Se sintió tensa por todas partes ¡Colapsando! Y su estómago estaba ardiendo.
Sacó el teléfono y se preguntó qué estaba haciendo Wren. Probablemente coreografiando una secuencia de baile para las canciones de Lady Gaga. Probablemente probándose suéteres de su compañera de cuarto. Probablemente no estaba sentada en un inodoro, comiendo una barra de almendras y linaza.
Podía llamar a Abel… pero sabía que se iba para Missouri Tech mañana por la mañana. Su familia le estaba dando una gran fiesta esta noche con tamales caseros y yoyos de coco de su abuela —que eran tan especiales, que ni siquiera los vendían en la panadería de la familia—. Abel trabajaba en la panadería, y su familia vivía encima de ésta. Su cabello siempre olía a canela y levadura… Jesús, Cath tenía hambre.
Empujó el envoltorio de la barra de proteínas en el cesto de higiene femenina y se enjuagó la cara antes de irse a la habitación.
Reagan y Levi se estaban yendo. Gracias a Dios, por fin.
—Nos vemos —dijo Reagan.
—Chao —sonrió Levi.
Cath se sintió colapsar cuando la puerta se cerró tras ellos.
Agarró otra barra de proteínas, se dejó caer en la vieja silla de capitán —le estaba empezando a gustar esa silla— y abrió el cajón para apoyar el pie.
Simon recorrió su cabello castaño miel con los ojos y suspiró.
Solo porque no pueda pensar en ningún vampiro heroico, no quiere decir que no existen.
Baz dejó de tratar de hacer levitar su baúl y le dio a Simon un destello de colmillo brillante.
Los buenos visten de blanco —dijo Baz—. ¿Alguna vez has tratado de quitar sangre de una capa blanca?
Selleck Hall era un dormitorio en el centro del campus. Podías comer ahí incluso si no vivías ahí. Cath usualmente esperaba en el vestíbulo a Wren y Courtney, así no tendría que entrar a la cafetería sola.
—Así que, ¿cómo es tu compañera de cuarto? —preguntó Courtney mientras se movían a través de la fila de la barra de ensaladas. Le preguntaba como si Cath y ella fueran viejas amigas, tampoco tenía ni idea de cómo era Courtney, fuera de su gusto por el queso cottage con melocotones.
La barra de ensaladas en el Selleck era completamente pésima. Cottage con melocotones, peras en conserva con queso rallado Cheddar.
—¿Qué es esto? —preguntó Courtney, levantando una cucharada de riñón frío y ensalada de judías verdes.
—Tal vez otra cosa de Nebraska Occidental —dijo Wren— hay chicos en nuestro dormitorio que usan sombreros de vaquero todo el tiempo, incluso cuando están caminando por el pasillo.
—Voy a conseguir una mesa —dijo Courtney.
—Oye. —Cath observó las verduras en el plato de Wren—. ¿Alguna vez escribimos algún fic de Simon y Baz bailando?
—No recuerdo —dijo Wren—. ¿Por qué? ¿Estás escribiendo una escena de baile?
—Un vals. Arriba en las murallas.
—Romántico. —Wren miró a su alrededor buscando a Courtney.
—Estoy preocupada porque estoy haciendo a Simon demasiado blando.
—Simon es blando.
—Desearía que lo estuvieras leyéndolo —dijo Cath, siguiéndola a la mesa.
—¿No lo está leyendo cada estudiante de noveno grado en Norteamérica? —Wren se sentó a la par de Courtney.
—Y Japón —dijo Cath, sentándose—. Soy extrañamente grande en Japón.
Courtney se inclinó hacía Cath, zambulléndose, como si tuviera un gran secreto.
—Cath, Wren me dijo que tú escribes historias de Simon Snow. Es genial. Soy una gran admiradora de él. Leí todos los libros cuando era una niña.
Cath desenvolvió el sándwich con escepticismo.
—No han acabado —dijo.
Courtney tomó un bocado del queso cottage, no captando la corrección.
—Quiero decir —dijo Cath— los libros no han terminado. El libro ocho no sale hasta el próximo año…
—Cuéntanos acerca de tu compañera de cuarto —dijo Wren, sonriendo rotundamente a Cath.
—No hay nada que contar.
—Entonces inventa algo.
Wren estaba irritada. Lo que irritaba a Cath. Pero entonces Cath pensó sobre lo contenta que estaba de comer alimentos que requerían cubiertos y hablar con alguien que no era un extraño, y decidió hacer un esfuerzo con la nueva y brillante compañera de cuarto de Wren.
—Su nombre es Reagan. Tiene el cabello castaño rojizo. Y fuma.
Courtney arrugó la nariz.
—¿En el cuarto?
—Realmente no ha estado mucho tiempo en el cuarto.
Wren miraba recelosa.
—¿No han hablado?
—Hemos dicho hola —dijo Cath—. He hablado un poco con su novio.
—¿Cómo luce su novio? —preguntó Wren.
—No lo sé. ¿Alto?
—Bueno, solo han pasado pocos días. Estoy segura de que llegarás a conocerla. —Luego Wren cambió el tema a algo que sucedió en una fiesta a la que ella y Courtney habían ido. Solo habían estado viviendo juntas dos semanas y ya tenían una gran cantidad de bromas que superaban a Cath.
Cath comió el sándwich de pavo y dos porciones de papas fritas a la francesa, y metió un segundo sándwich en el bolso cuando Wren no estaba prestando atención.
Reagan finalmente estuvo en el cuarto esa noche (Levi no, gracias a Dios). Se fue a la cama mientras Cath seguía escribiendo.
—¿Te molesta la luz? —preguntó Cath, señalando la lámpara incorporada en su escritorio—. Podría apagarla.
—Está bien —dijo Reagan.
Cath se puso los auriculares así que no escucharía los ruidos de Reagan quedándose dormida. Respiración. Roce de sábanas. Crujidos de la cama.
¿Cómo puede dormirse así con un extraño en la habitación? Se preguntó Cath. Dejó los auriculares, cuando finalmente se metió en la cama y estiró el edredón por encima de su cabeza.
—¿Todavía no has hablado con ella? —preguntó Wren en el almuerzo, la siguiente semana.
—Hablamos —dijo Cath—. Ella dice: «¿Te importaría cerrar la ventana?» y también dice: «Esta bien», «Hola». Intercambiamos «Holas» a diario. A veces dos veces al día.
—Se está poniendo raro —dijo Wren.
Cath picó su puré de papas.
—Me estoy acostumbrando a ello.
—Sigue siendo raro.
—¿De verdad? —preguntó Cath—. ¿Tú de verdad vas a empezar a hablar acerca de cómo me quedé atrapada con una rara compañera de cuarto?
Wren suspiró.
—¿Qué hay acerca de su novio?
—No lo he visto desde hace unos días.
—¿Qué vas a hacer este fin de semana?
—Tarea, supongo. Escribir de Simon.
—Courtney y yo vamos a ir a una fiesta esta noche.
—¿En dónde?
—¡La Casa Triángulo! —dijo Courtney. Lo dijo de la misma manera en que diría «La mansión Playboy» si fueras una D-bag[6] total.
—¿Qué es la Casa Triángulo? —preguntó Cath.
—Es una fraternidad de ingeniería —dijo Wren.
—¿Así que se emborrachan y construyen puentes?
—Se emborrachan y diseñan puentes. ¿Quieres venir?
—Nah. —Cath tomó un bocado de carne asada y papas; era siempre la cena de los domingos en el comedor Selleck—. Nerds borrachos, no es lo mío.
—Te gustan los nerds.
—No los nerds que se unen a las fraternidades —dijo Cath—. Ésa es una subclase de nerds en la que no estoy interesada.
—¿Le hiciste firmar una promesa de sobriedad a Abel antes de partir hacia Missouri?
—¿Abel es tu novio? —preguntó Courtney—. ¿Es lindo?
Cath la ignoró.
—Abel no se va a convertir en un borracho. Ni siquiera puede tolerar la cafeína.
—Eso es una lógica defectuosa.
—Sabes que no me gustan las fiestas, Wren.
—Y tú sabes lo que dice papá: «Tienes que probar algo antes de que puedas decir que no te gusta».
—¿En serio? ¿Estás usando a papá para llevarme a una fiesta? He probado las fiestas. Ahí tienes la de Jesse, con el tequila…
—¿Haz probado el tequila?
—No, pero tú lo hiciste, y te ayudé a limpiar todo cuando vomitaste. Wren sonrió tristemente y se alisó el flequillo cruzado de su frente.
—Beber tequila es más sobre el viaje que el destino.
—Me llamarás —preguntó Cath—. ¿Cierto?
—¿Si vomito?
—Si necesitas ayuda.
—No necesitaré ayuda.
—Pero ¿me llamarás?
—Dios, Cath. Sí. Relájate. ¿Está bien?
* * *
—Pero, señor —presionó Simon—. ¿Por qué tengo que ser su compañero de cuarto cada año? ¿Todos los años hasta que dejemos Watford?
El mago sonrió con indulgencia y le revolvió el pelo marrón miel.
—Ser emparejado con tu compañero de cuarto es una tradición sagrada en Watford —su voz era suave pero firme—. El Crisol los ubica juntos. Tienen que estar atentos el uno del otro, para conocerse tan bien como hermanos.
—Sí. Pero, señor. —Simon se removió en su silla—. El Crisol debe haber cometido un error. Mi compañero de cuarto es un completo imbécil. Puede ser malo. La semana pasada alguien hechizó mi computadora portátil para que se cerrara, y sé que fue él. Prácticamente rió a carcajadas.
El Mago dio a su barba unas cuantas caricias solemnes. Ésta era corta y puntiaguda y solo le cubría el mentón.
—El Crisol los pone juntos, Simon. Quiere decir que tienes que cuidar de él.
Del capítulo 3, Simon Snow y la Segunda Serpiente, copyright © 2003 por Gemma T. Leslie.