17

No hablaron en el auto. Y Cath no lloró. Estaba agradecida por eso. Ya se sentía como una tonta…

Porque lo era.

¿En que había estado pensando, que realmente le gustaba a Levi? ¿Cómo pudo haber creído eso? Especialmente después de haber pasado las dos últimas semanas explicándose todas las razones por las cuales a él nunca le gustaría.

Tal vez había pensado que era posible porque Reagan lo hacía, y Reagan no era tonta.

Cuando volvieron a los dormitorios, Reagan detuvo a Cath de salir del auto.

—Espera.

Cath se sentó, sosteniendo la puerta del pasajero abierta.

—Lo siento —dijo Reagan—. Realmente no esperé que esto pasara.

—Solo quiero pretender que esto no pasó —dijo Cath, sintiendo las lágrimas ardientes otra vez en sus ojos—. No quiero hablar de eso y, quiero decir, yo sé que él es tu mejor amigo, pero realmente no quiero que hables con él acerca de lo que pasó esta noche. O sobre mí. Nunca. Ya me siento como una idiota.

—Claro —dijo Reagan—, lo que quieras.

—Quiero pretender que esto no sucedió.

—Está bien.

Reagan era buena para no hablar de las cosas.

No mencionó a Levi por el resto del fin de semana. Él llamó a Cath el sábado en la mañana, pero no contestó. Unos segundos después, el teléfono de Reagan sonó.

—No lo ignores por mi causa —dijo Cath—. Nunca sucedió.

—Hola… —dijo Reagan en el teléfono—. Sí… Bueno… Solo llámame cuando estés abajo. Cath está tratando de estudiar.

Media hora después, el teléfono de Reagan volvió a sonar, y se levantó para irse.

—Nos vemos —dijo.

Cath asintió.

—Hasta luego.

Levi trató de llamar a Cath otra vez ese fin de semana. Dos veces. Y una vez le envió un mensaje de texto que decía: Entonces encontraron la quinta liebre, ¿ahora qué? Negociarán con pan de jengibre, café con leche y pan de calabaza por esa información.

El hecho de que hubiera escrito mal «calabaza» hizo a Cath hacer una mueca de dolor.

Si no hubiera ido a la fiesta, si no hubiera visto a Levi en acción, habría pensado que en ese mensaje de texto él le estaba pidiendo ir a una cita.

Sabía que tendría que verlo otra vez. Él todavía era el mejor amigo de Reagan, y los dos aún estudiaban juntos.

Reagan probablemente lo mantendría completamente alejado si Cath lo quería, pero Cath no quería que Levi hiciera preguntas. Así que Cath se mantuvo alejada en su lugar. Empezó a ir a la biblioteca después de la cena y pasaba el rato en las estanterías de Nick. Nick generalmente no estaba allí; nadie lo estaba. Cath trajo su portátil y trató de trabajar en su proyecto final, una historia corta de diez mil palabras, para escritura de ficción. La había empezado media docena de veces, pero aún no tenía nada que quisiera terminar.

Por lo general acababa trabajando en Carry On, Simon. Cath estaba de buena racha, posteando capítulos largos casi cada noche. Cambiando de su tarea de escritura de ficción a Simon y Baz era como darse cuenta que había estado conduciendo en el camino equivocado. Podía sentir los músculos de sus antebrazos relajarse. Su escritura se volvió más rápida; su respiración se hizo más fácil. Se había atrapado asintiendo con su cabeza mientras escribía, casi como manteniendo el ritmo con las palabras que salían apresuradamente fuera de ella.

Cuando la biblioteca cerraba, Cath marcaba el 911 en su teléfono, luego corría al dormitorio tan rápido como podía con su dedo en llamar.

Pasó más de una semana antes de ver de nuevo a Levi. Llegó a casa de clase una tarde, y él estaba sentado en la cama de Reagan mientras ella escribía.

—Cather —dijo, sonriendo, quitándose los audífonos. Estaba escuchando una conferencia; lo sabía ahora. Reagan dijo que las escuchaba todo el tiempo, y que incluso guardaba las que realmente le gustaban.

—Hola —dijo—, te debo una bebida. Tú escoges, caliente o fermentada. Pasé el examen de Rebeldes. ¿Te lo dijo Reagan? Obtuve una A.

—Eso es genial —dijo Cath, tratando de no dejar que su cara mostrara cuánto quería besarlo y matarlo.

Había pensado que Reagan tenía que trabajar esta noche. Ésa fue la única razón por la que Cath había venido a casa. Pero ella no tenía que quedarse aquí. Iba a reunirse con Nick en la biblioteca más tarde de todas maneras…

Cath fingió buscar algo que necesitaba de su escritorio. Un paquete de chicles.

—Está bien —dijo ella—, me voy.

—Pero si acabas de llegar —dijo Levi—, ¿no quieres quedarte y hablar acerca del simbolismo de la relación de Johnny con Ponyboy? ¿Y la lucha entre Sodapop y Darry? Oye, ¿crees que hay tal cosa como un fan fiction de Rebeldes?

—Me tengo que ir —dijo Cath, tratando de decírselo a Reagan—, me voy a reunir con alguien.

—¿Con quién te vas a reunir? —preguntó Levi.

—Con Nick, mi compañero de escritura.

—Oh. Está bien. ¿Quieres que te acompañe de regreso a casa más tarde?

—Nick probablemente me acompañará de regreso —dijo.

—Oh. —Levi frunció el ceño, pero sonrió—. Genial. Nos vemos.

No podía escaparse de él lo suficientemente rápido. Llegó a la biblioteca y escribió unas mil palabras de Carry On antes de que Nick apareciera.

—Cierra esa cosa —dijo Nick—, estás corrompiendo mis centros creativos con estática.

—Eso es lo que digo —dijo Cath, cerrando su portátil.

Nick parecía dudoso.

—Era una especie de metafísica «eso» es lo que dijo.

—Ah… —dejó su mochila y sacó su cuaderno—. ¿Estás trabajando en tu proyecto final?

—Indirectamente —dijo Cath.

—¿Qué significa eso?

—¿Alguna vez has escuchado acerca de lo que los escultores dicen que ellos en realidad no esculpen un objeto; esculpen todo lo que no es el objeto?

—No. —Él se sentó.

—Bueno, estoy escribiendo todo lo que no es mi proyecto final, así que cuando en realidad me siente a escribirlo, eso es todo lo que se quedará en mi mente.

—Chica inteligente —dijo él, empujando el cuaderno abierto hacia ella. Hojeó las páginas. Nick había llenado cinco páginas, por delante y por detrás, desde la última vez que se habían reunido.

—¿Qué hay de ti? —preguntó.

—No sé —dijo—. Puede ser que entregue una historia en la que trabajé este verano.

—¿No es eso hacer trampa?

—No lo creo. Es más como anticiparse realmente antes de lo previsto… Todo en lo que puedo pensar en este momento es en esta historia.

Él empujó de nuevo el cuaderno hacia Cath.

—Quiero que leas lo que hice.

Esta historia. Su historia. Nick siguió tratando de llamarla una historia de anti-amor.

—Pero no es una historia de anti-amor —había argumentado—. Es anti-todo lo que tú generalmente encuentras en una historia de amor. Ojos empalagosos y «tú me complementas».

—«Tú me complementas» es una estupenda línea —dijo Cath—. Ya desearías haber inventando «tú me complementas».

Cath no le dijo que había estado escribiendo historias de amor, reescribiendo la misma historia de amor, cada día durante los últimos cinco años. Que había estado escribiendo historias de amor sin la sustancia pegajosa, historias de amor a primera vista, historias de amor antes de la primera vista, historias de amor y odio…

No le dijo a Nick que escribir historias de amor era lo suyo. Su única cosa verdadera. Y que su historia de anti-amor la leía como el primer fanfic de alguien, Mary Sue a la décima potencia. El personaje principal era obviamente Nick y la chica era obviamente Winona Ryder más Natalie Portman más Selena Gomez.

En vez de eso Cath lo arregló. Reescribió su diálogo. Se refrenó ante una peculiaridad.

—¿Por qué tachaste eso? —dijo Nick esa noche, inclinándose sobre el hombro izquierdo de ella. Olía bien. (Noticias de última hora: Los chicos huelen bien)—. Me gustó esa parte —dijo él.

—Nuestro personaje detuvo su carro en un estacionamiento pensando en un diente de león.

—Es refrescante —dijo Nick—. Es romántico.

Cath negó con la cabeza. Su cola de caballo rozaba el cuello de Nick.

—Eso la hace parecer una idiota.

—¿Tienes algo en contra de los diente de león?

—Tengo algo en contra de las chicas de veinte años soñando con dientes de león. Deteniendo el auto para pensar en dientes de león.

—¿Además, el auto?

—No, no a los Volvos antiguos.

—Es un detalle del personaje.

—Es un cliché. Lo juro por Dios, todos los Volvos sobrevivientes fueron producidos entre 1970 y 1985 y están siendo conducidos por extravagantes chicas ficticias.

Nick hizo un puchero mirando el papel.

—Estás tachando todo.

—No estoy tachando todo.

—¿Qué estás dejando? —Se inclinó un poco más y observó lo que escribía.

—El ritmo —dijo Cath—. El ritmo es bueno.

—¿Sí? —Sonrió él.

—Sí. Se lee como un vals.

—¿Te pone celosa? —Sonrió un poco más. Sus colmillos estaban torcidos, pero no lo suficiente para necesitar ortodoncia.

—Definitivamente —dijo Cath—. Nunca pude escribir un vals.

A veces, cuando hablaban de esa manera, estaba segura de que estaban coqueteando. Pero cuando el cuaderno se cerraba, la luz que siempre se encendía en los ojos de Nick se apagaba. A media noche, él se iba apresuradamente a donde siempre iba, probablemente a envolver una cerveza alrededor de la cintura de una chica rubia. Besándola con sus colmillos torcidos mostrándose.

Cath siguió trabajando en la escena: una completa conversación nueva tomaba forma en el margen. Cuando levantó la mirada, Nick estaba aún sonriéndole.

—¿Qué? —preguntó.

—Nada —dijo, riéndose.

—¿Qué?

—Nada. Solo… es loco que esto funcione. Entre tú y yo. Que nosotros en realidad escribamos juntos. Es como. Pensar juntos.

—Es bueno —dijo Cath, de verdad pensándolo—. La escritura es solitaria.

—No podríamos haber imaginado que estaríamos en la misma longitud de onda. ¿Sabes? Somos tan diferentes.

—No somos tan diferentes.

—Totalmente diferentes —dijo él—. Míranos.

—Ambos nos estamos licenciando en inglés —dijo Cath—. Ambos somos blancos. Vivimos en Nebraska. Escuchamos la misma música, vemos los mismos programas de televisión, incluso tenemos el mismo par de Chuck Taylors.

—Sí. Pero es como John Lennon escribiendo con Taylor Swift en lugar de Paul McCartney.

—Supéralo —dijo Cath—. Tú no eres ni la mitad de hermoso que Taylor Swift.

—Sabes lo que quiero decir. —Nick le dio un toque en el brazo con la punta de su lapicero.

—Es bueno —dijo, mirándolo, sin estar segura de si estaban coqueteando. Pero bastante segura de que quería que no lo hicieran—. La escritura es solitaria.

No había tiempo para que Cath escribiera una página en su propio cuaderno. Ella y Nick pasaron el resto de su noche en las estanterías, renovando su sección. El Volvo se convirtió en un Neón oxidado, y el detalle del diente de león se eliminó por completo.

A las 11:45pm empacaron. Cuando llegaron a los escalones de la biblioteca, Nick ya estaba revisando su teléfono.

—Oye —dijo Cath—, ¿te gustaría pasar caminando por Pound Hall en tu camino hasta tu auto? Podemos caminar juntos.

Él no levantó la vista de su teléfono.

—Mejor no. Necesito ir a casa. Te veo en clase.

—Sí —dijo Cath—, nos vemos. —Sacó su teléfono y comenzó a marcar el 911 antes de que él desapareciera entre las sombras.

—¿Papá? Soy Cath. Solo llamaba para saludar. Estaba pensando en volver a casa este fin de semana. Llámame.

—Papá, te estoy llamando en el trabajo ahora. Es jueves. Creo que voy a ir a casa mañana. Llámame, ¿de acuerdo? O mándame un e-mail. Te quiero.

—Hola, cariño, soy tu padre. No vuelvas a casa este fin de semana. Voy a estar fuera todo el fin de semana en el rodaje Gravioli. En Tulsa. Es decir, ve a casa si quieres. Da una gran fiesta. Como Tom Cruise en… Dios, ¿cuál es esa película? ¡No Top Business Gun-Risky! Da una gran fiesta. Invita a un montón de gente a ver Risky Business. No tengo ninguna bebida, pero todavía hay un poco de guiso de judías. Te quiero, Cath. ¿Sigues peleada con tu hermana? No lo hagas.

Love Library estaba más activa de lo normal ese fin de semana, era la semana antes de los exámenes y todo el mundo parecía estar atrincherándose. Cath tenía que moverse más y más en la biblioteca para buscar un cubículo de estudio vacío. Pensó en Levi y su teoría de que la biblioteca inventó más nuevas habitaciones de las que has visitado. Esta noche caminaba por una puerta de medio tamaño en una escalera. El cartel decía PILAS DEL SUR, y Cath juraría que nunca lo había visto antes.

Abrió la puerta, y había un paso inmediato hacia abajo en un pasillo de tamaño normal. Cath terminó en otra habitación silenciosa, el viento aún soplaba en la dirección opuesta.

Encontró un cubículo vacío, dejó su bolso y se quitó el abrigo. Una chica sentada al otro lado estaba mirando.

La chica se incorporó un poco, de modo que Cath pudo ver que estaba sonriendo. Miró rápidamente alrededor de la habitación, luego se inclinó hacia adelante, aferrándose a la pared del cubículo.

—No quiero molestarte, pero me encanta tu camisa.

Cath miró hacia abajo. Llevaba su camiseta de CARRY ON, SIMON de Etsy, la de Baz y las caras de Simon.

—Oh —dijo Cath—. Gracias.

—Siempre es muy interesante conocer a alguien que lee fanfiction en la vida real…

Cath debía parecer sorprendida.

—Oh Dios mío —dijo la chica—, ¿es que sabes lo que estoy diciendo?

—Sí —dijo Cath—. Por supuesto. Quiero decir, creo que sí. ¿Carry On, Simon?

—¡Sí! —La chica se rió en voz baja, y miró alrededor de la habitación—. Esto era casi vergonzoso. Quiero decir, es como tener una vida secreta. La gente piensa que es tan raro… Fanfiction. Ya sabes.

Cath asintió.

—¿Lees muchos fics?

—No tanto como antes —dijo la chica—. Era adicta en la secundaria. —Tenía el pelo rubio recogido en una coleta, y llevaba una camiseta que decía ¡VERDIGRE FOOTBALL. FIGHT, HAWKS, FIGHT! No se veía espeluznante…— ¿Qué hay de ti? —preguntó.

—Todavía leo mucho… —dijo Cath.

—Magicath es mi favorito absoluto —interrumpió la chica, como si no pudiera detenerla—. Estoy obsesionada con Carry On. ¿Estás al tanto?

—Sí.

—Ha estado publicando mucho últimamente. Cada vez que hay un nuevo capítulo, tengo que dejar todo para leerlo. Y luego volver a leerlo. Mi compañera de cuarto piensa que estoy loca.

—La mía también.

—Pero es tan bueno. Nadie describe a Simon y Baz como Magicath. Estoy enamorada de Baz. Como, enamorada. Yo solía ser una importante celestina Simon/Agatha.

Cath arrugó la nariz.

No.

—Lo sé, era joven.

—Si Agatha realmente se preocupaba por cualquiera de ellos —dijo Cath—, habría escogido uno.

—Lo sé, ¿cierto? Cuando Simon rompió con ella en Carry On, una buena escena.

—¿No creíste que fuera demasiado tiempo?

—No —dijo la chica—, ¿verdad?

—No estaba segura.

—No creo que los capítulos sean demasiado largos. Solo quiero más, más y más. —La chica agitó sus manos en frente de su boca como si estuviera comiendo galletas Cookie Monster—. Te lo estoy diciendo, estoy obsesionada con Carry On. Siento que algo grande está por suceder pronto.

—Yo también —dijo Cath—. Creo que el mago podría encender a Simon.

—¡No! ¿Eso crees?

—Solo tengo un presentimiento.

—Me mató el tiempo que les tomó a Simon y Baz reunirse. Y ahora me muero de ganas de que tengan una gran escena de amor. Ésa es mi única queja acerca de Carry On, no hay suficiente acción Simon/Baz.

—Casi nunca escribe escenas de amor —dijo Cath, sintiendo sus mejillas rosadas.

—Sí, pero cuando lo hace, es caliente.

—¿Eso crees?

—Umm —rió la chica—. Sí.

—Por eso la gente piensa que somos locos pervertidos —dijo Cath.

La chica solo se rió un poco más.

—Lo sé. A veces me olvido de que todavía hay un libro de verdad por publicarse, es difícil para mí imaginarme que la historia va a terminar de otra manera que la forma en que Magicath escribe.

—A veces… —dijo Cath—, cuando estoy leyendo canon, me olvido de que Simon y Baz no están enamorados.

—¿Cierto? Me encanta Gemma T. Leslie, siempre lo hará, me siento como si fuera la principal fuerza en mi infancia, y sé que Magicath no existiría sin GTL. Pero ahora, creo que me gusta Magicath más. Como que podría ser mi escritora favorita. Y ni siquiera escribió un libro…

La mandíbula de Cath estaba colgando ligeramente abierta, y negaba con la cabeza.

—Eso es una locura.

—Lo sé —dijo la chica—, pero creo que es verdad… ¡Oh Dios mío, lo siento! Estoy hablando por los codos. Nunca me pongo a hablar de estas cosas en la vida real. Excepto con mi novio. Él sabe lo que es un bicho raro. Estoy en ello.

—No te disculpes —dijo Cath—. Fue genial.

La chica se sentó y también lo hizo Cath. Abrió su portátil y pensó por un momento en la profesora Piper, luego abrió el último capítulo de Carry On. Algo grande estaba a punto de suceder pronto.

—Papá, soy Cath. ¿Estas de vuelta de Tulsa? Solo llámame. —¿Papá? Es Cath. Llámame.

—Hey, Cath, es tu padre. Ya estoy de vuelta. Estoy bien. No te preocupes por mí. Preocúpate por la escuela. No, borra eso, no te preocupes en absoluto. Trata de no preocuparte, Cath, es una manera increíble de estar. Como volar. Te quiero, cariño, dile a tu hermana «hola».

—¿Papá? Sé que no quieres que me preocupe. Pero me preocuparía menos si me llamaras. Y no a las 3 a. m.

—Diez días… —dijo la profesora Piper.

En lugar de sentarse en su lugar de siempre en su escritorio, estaba cerca de las ventanas. Nevando afuera, ya había nevado mucho este año, y no era sino principios de diciembre, y la profesora parecía una figura dramática contra el cristal de hielo.

—Me gustaría creer que terminaron con los cuentos —dijo, volviendo sus ojos azules a ella—. Que solo están ajustando y retocando ahora, tirando hasta del último hilo suelto… —Caminó hacia su escritorio y le sonrió a algunos de ellos, uno por uno. Cath sintió un escalofrío cuando sus ojos se encontraron—… pero soy escritora, también —dijo la profesora—. Sé lo que se siente estar distraído. Buscar distracciones. El hacer cada pequeña cosa en lugar de enfrentar una página en blanco. —Sonrió a uno de los muchachos—. Una pantalla en blanco…

»Así que si no han terminado, o si no han comenzado, lo entiendo, lo hago. Pero les imploro… empezar ahora. Enciérrense lejos del mundo. Apaguen el Internet, con barricada de la puerta. Escribir como si vuestra vida dependiera de ello. Escribir como si vuestro futuro dependiera de ello. Porque les puedo prometer una cosa… —Dejó que sus ojos se posaran en otro de sus favoritos y sonrió—. Si están pensando en tomar mi curso avanzado el próximo semestre, no podrán, a menos que tengan una B en esta clase. Y este cuento es la mitad de la nota final.

»Esta clase es para escritores —dijo—. Para las personas que están dispuestas a dejar de lado sus temores y perderse las distracciones. Los quiero, lo hago, pero si van a perder el tiempo, no voy a perder el mío. —Se detuvo ante el escritorio de Nick y le sonrió—. ¿De acuerdo? —le dijo solo a él.

Nick asintió con la cabeza. Cath miró a su escritorio.

No había lavado las sábanas, pero no había ningún resto de Levi en ellas.

Cath empujó su cara en la almohada con tanta indiferencia como pudo, a pesar de que no había nadie más en la habitación para juzgarlo.

Su almohada olía como una funda de almohada sucia. Y un poco como a comida mejicana.

Cath cerró los ojos y se imaginó a Levi tumbado a su lado, con las piernas tocando y cruzando las suyas. Recordó la forma en que su garganta había raspado esa noche y la forma en que había puesto su brazo a su alrededor, como si quisiera sostenerla, como si quisiera que todo fuera fácil para ella.

Se acordó de su camisa de franela. Y de su boca rosada. Y cómo no había pasado suficiente tiempo con sus dedos en la parte posterior de su pelo.

Y entonces estaba llorando y su nariz picaba. Lavó la almohada, ya que, en este punto, ¿qué más daba?

* * *

Simon corrió tan rápido como pudo. Más rápido. Lanzó hechizos en sus pies y piernas, lanzó hechizos en las ramas y piedras en su camino.

Ya podría ser demasiado tarde, al principio pensó que lo era, cuando vio a Agatha acostada en el suelo del bosque… Pero era un montón temblando. Agatha podía tener miedo, pero todavía estaba entera.

Baz estaba arrodillado sobre ella, temblando igual de fuerte. Su cabello caía hacia adelante de una manera que normalmente no permitiría, y su pálida piel brillaba extrañamente bajo la luna, como el interior de una concha. Simon se preguntó por un momento por qué Agatha no estaba tratando de escapar. Debe estar aturdida, pensó. Los vampiros podían hacer eso, ¿no es así?

—Ve. Lejos —siseó Baz.

—Baz… —dijo Simon, sosteniendo su mano.

—No me mires a mí.

Simon evitó los ojos de Baz, pero no apartó la mirada.

—No tengo miedo —dijo.

—Deberías tenerlo. Podría matarlos a los dos. Ella primero, luego tú, antes de que te des cuenta de que lo estaba haciendo. Soy tan rápido, Simon… —Su voz se quebró en las dos últimas palabras.

—Lo sé…

—Y tan fuerte…

—Lo sé.

—Y tan sediento.

La voz de Simon era casi un susurro.

—Lo sé.

Los hombros de Baz temblaban. Agatha comenzó a sentarse, debía estar recuperándose. Simon la miró con gravedad y sacudió la cabeza. Dio otro paso hacia ellos. Estaba cerca. Al alcance de Baz.

—No te tengo miedo, Baz.

—¿Por qué no? —gimió Baz. Fue un gemido animal. Herido.

—Porque te conozco. Y sé que no me harías daño. —Simon tendió la mano y suavemente empujó hacia atrás el mechón de pelo negro. La cabeza de Baz se inclinó hacia arriba con el toque, sus colmillos aparecieron brillantes—. Eres tan fuerte, Baz.

Baz llegó a él entonces, agarrando a Simon por la cintura y presionando su cara contra su estómago.

Agatha se deslizó entre ellos y corrió hacia la fortaleza. Simon sostuvo a Baz por la parte de atrás de su cuello y curvó su cuerpo sobre él.

—Lo sé —dijo—. Lo sé todo.

De Carry On, Simon, Febrero de 2011 por FanFixx.net, autor Magicath.