10
La profesora Piper no terminó de calificar las escenas de narradores poco confiables, lo que puso a Nick irritado y paranoico, pero quería que todos comenzaran a trabajar en su proyecto final, una historia corta de diez mil palabras.
—No lo dejen para la noche anterior —dijo, sentándose en el escritorio y balanceando las piernas—. Lo van a leer como lo escribieron la noche anterior. No estoy interesada en una lluvia de ideas.
Cath no sabía cómo iba a hacer para que todo se mantuviera en orden dentro de su cabeza. El proyecto final, las tareas de escritura semanales, encabezando todas sus otras tareas para las demás clases. Todas las lecturas, todos los escritos. Los ensayos, las justificaciones, los reportes. Además de los martes y a veces jueves escribiendo con Nick. Al mismo tiempo Carry On. Más los correos, notas y comentarios…
Se sentía como si estuviera nadando en palabras. A veces, ahogándose en ellas.
—¿Alguna vez te has sentido. —Le preguntó a Nick un martes por la noche—, como si fueras un agujero negro. Un agujero negro invertido?
—¿Algo que sopla en vez de chupar?
—Algo que succiona —trató de explicar. Se encontraba sentada en su mesa, ubicada entre las estanterías, con la cabeza descansando en la mochila. Podía sentir el viento en el cuello—. Un agujero negro invertido de palabras.
—Así que el mundo está chupándote hasta secarte —dijo—. El lenguaje.
—No secar. No aún. Pero las palabras están fluyendo fuera de mí demasiado rápido y no sé de dónde vienen.
—Tal vez has pasado tus excedentes —dijo gravemente—, y ahora están hechos de huesos y sangre.
—Ahora están hechos de respiraciones —respondió.
Nick la miró, sus cejas uniéndose en una gruesa línea. Sus ojos eran de un color que no puedes ver en el arco iris. Índigo.
—No —dijo—. Nunca me he sentido así.
Se rió y sacudió la cabeza.
—Las palabras están saliendo de mí como las telarañas de Spider-Man. —Nick extendió las manos y tocó con los dedos índices sus palmas—. Fffffssh.
Cath trató de no reírse, por en su lugar, bostezó.
—Vamos —dijo Nick—, es medianoche.
Recogió sus libros. Nick siempre tomaba el computador portátil. Era su computador portátil después de todo, y trabajaba en su historia entre las citas de la biblioteca. (O encuentros o lo que sea que eso fuera).
Cuando salieron, hacía mucho más frío de lo que esperaba.
—Te veo mañana —dijo Nick mientras se alejaba—. Tal vez Piper tenga tus papeles listos.
Cath asintió y sacó el teléfono para llamar a su habitación.
—Hola —dijo alguien suavemente.
Saltó. Era Levi, inclinado contra la farola como el arquetípico «Hombre inclinado contra la farola».
—Siempre terminan a medianoche. —Sonrió—. Creí que sería mejor si llegaba antes. Hace demasiado frío como para estar esperando aquí.
—Gracias —dijo, caminando más allá de él, hacia los dormitorios.
Levi permanecía inusualmente silencioso.
—Así que, ¿ése es tu compañero de estudios? —preguntó una vez que se iban a medio camino del Pound.
—Sí —dijo Cath contra su bufanda. Sentía la respiración, húmeda y helada en la lana—. ¿Lo conoces?
—Lo he visto.
Cath permaneció en silencio. Hacía demasiado frío como para hablar, y se sentía más cansada de lo habitual.
—¿Alguna vez se ha ofrecido para llevarte a casa?
—Nunca se lo he pedido —dijo Cath silenciosamente—. Nunca te lo he pedido tampoco.
—Cierto —dijo Levi.
Más silencio. Más frío.
El aire aguijoneó la garganta de Cath cuando finalmente habló de nuevo.
—Así que tal vez no deberías hacerlo.
—No seas ridícula —dijo Levi—. Ése no era mi punto.
La primera vez que vio a Wren esa semana, en el almuerzo con Courtney, todo lo que Cath podía pensar era: Así que así es como luces cuando estás ocultándome un colosal secreto… como siempre.
Se preguntó si su hermana alguna vez iba a decirle sobre… lo que su padre le comentó. Se preguntó cuántas otras cosas importantes no le decía. Y, ¿cuándo había comenzado? ¿Cuándo comenzó a filtrar lo que le decía a Cath?
No puedo hacer esto, pensó Cath, no puedo ocultar secretos. Pero ella no tenía ningún secreto, y no quería ocultarle nada a su hermana. No cuando se sentía tan bien, tan fácil, saber que cuando se encontraba con Wren, no tenía que preocuparse de que desconociera las cosas.
Siguió esperando una oportunidad para hablar con ella sin que estuviera Courtney, pero siempre estaba alrededor. Y siempre hablando de las cosas más locas posibles. Como si su vida fuera una audición para un reality show de MTV.
Finalmente, después de unos pocos días, Cath decidió caminar a clases con su hermana después del almuerzo, aunque esto podría hacerla llegar tarde.
—¿Qué sucede? —preguntó Wren tan pronto como Courtney hizo su alegre camino a la clase de Economía. Comenzaba a nevar. Una húmeda nevada.
—Ya sabes que fui a casa el pasado fin de semana —dijo Cath.
—Sí. ¿Cómo está papá?
—Bien. Realmente bien. Está lanzando Gravioli.
—¿Gravioli? Eso es grande.
—Lo sé. Parecía estar metido en ello. Y no sucedió nada más, quiero decir, todo parecía bien.
—Te dije que no nos necesitaba —dijo Wren.
Cath resopló.
—Obviamente nos necesita. Si tuviera un gato, el hombre tendría un día pésimo lejos de la película Grey Gardens. Creo que come todas sus comidas en QuikTrip, y está durmiendo en el sofá.
—Creí que dijiste que se encontraba bien.
—Bueno. Para ser papá, está haciéndolo bien. Deberías venir a casa conmigo la próxima vez.
—La próxima vez será el Día de Acción de Gracias. Creo que estaré allí.
Cath se detuvo. Casi se encontraba en la siguiente clase de Wren, y no podía evitar más la peor parte.
—Papá me dijo… que ya te contó…
Wren exhaló como si supiera lo que se acercaba.
—Sí.
—Dijo que pensabas en ello.
—Sí.
—¿Por qué? —Cath trató realmente de no decirlo de forma quejumbrosa.
—Porque… —Wren reacomodó su mochila—, porque ella es nuestra mamá. Y estoy pensando en ello.
—Pero. —No era que no pudiera pensar en un argumento. Sino que tenía demasiados. Los argumentos en su cerebro eran como una multitud de personas intentando salir de un edificio en llamas y estancándose en la puerta—. Pero solo lo arruinará todo.
—Ya arruinó todo —dijo Wren—. No es como si pudiera dejarnos de nuevo.
—Sí. Puede.
Wren sacudió la cabeza.
—Solo voy a pensarlo.
—¿Me dirás si decides algo?
Su hermana frunció el ceño.
—No te lo diré si vas a enojarte.
—Tengo derecho a enojarme por cosas tristes.
—No me gusta —dijo Wren, mirando más allá de Cath, hacia la puerta—. Voy a llegar tarde.
También Cath.
* * *
—Ya somos compañeros de cuartos —discutió Baz—. No debería tener que ser su compañero de laboratorio también. Está pidiéndome que asuma más que mi parte justa del protagonismo del chico de mejillas sonrojadas.
Cada chica en el laboratorio permanecía sentada al borde de su banco, lista para tomar el lugar de Baz.
—Es suficiente sobre mis mejillas —murmuró Snow, sonrojándose heroicamente.
—Sinceramente, profesor —dijo Baz, agitando su varita hacia Snow de una forma que decía: Solo míralo. Snow cogió el final de la varita y la apuntó hacia el suelo.
El profesor Chilblains permaneció indiferente.
—Siéntese, señor Pitch. Está desperdiciando el preciado tiempo en el laboratorio.
Baz puso bruscamente sus libros en el puesto de Snow. Snow se puso las gafas de seguridad y las ajustó, lo que no hizo nada para atenuar sus azulados ojos o desafilar su mirada.
—Que conste —se quejó Snow—. No quiero pasar más tiempo contigo tampoco.
Chico estúpido… Baz suspiró para sí mismo, fijándose en los tensos hombros de Snow, el sonrojo de ira en su cuello y la abundante caída de cabello color bronce parcialmente atrapado en sus gafas… ¿Qué es lo que sabes sobre querer?
De «Las Cinco Veces Que Baz Fue A Química y Una No», publicado en Agosto del 2009 por los autores de FanFixx.net: Magicath y Wrenegade.