REENCUENTRO
—Bosquecito, bosquecito:
¿cómo estás, querido mío?
¡Oh, cuánto tiempo ha pasado
desde que ya no nos vemos!
Desde que me fui de ti,
cuánto mundo he recorrido.
—Ves, yo hago siempre lo mismo:
en invierno, escucho al viento
cómo me rompe las ramas,
cómo las aguas detiene,
cubre de nieve las sendas,
y hace callar las canciones.
Ves, yo hago siempre lo mismo:
en verano, escucho el canto
del sendero hacia la fuente
que ofrezco a todo el que llega
para que llene sus cántaros
y las mujeres me canten.
—Bosque de lindes tranquilas,
el tiempo pasa y regresa.
Tú, que eres tan joven, siempre
estás rejuvenecido.
—¿Qué puede valer mi tiempo
si hace siglos las estrellas
brillan encima del lago?
Me agita el viento y resueno,
y ya llueva o salga el sol,
corre lo mismo el Danubio.
Sólo el hombre es el que cambia,
errando sobre el planeta.
Nosotros seguimos firmes
y como fuimos seremos:
el mar con todos sus ríos,
el mundo con los desiertos,
la luna y el alto sol,
los bosques con las fontanas.
1879