TAN FRESCA

Tan fresca, cómo me recuerdas

a la flor blanca del cerezo;

angelical entre los hombres,

en mi camino te apareces.

Apenas rozas las alfombras,

a tu paso la seda cruje,

y tu figura es tan ligera

que se diría cruza un sueño.

De los pliegues de tu ropaje

surges cual un mármol precioso.

Mi alma se prende en tus pupilas,

llenas de lágrimas y amor.

¡Oh sueño, sueño venturoso,

novia tierna de las leyendas,

no sonrías, que tu sonrisa

me muestra toda tu ternura!

Hasta qué punto tus encantos

pueden cegarme para siempre

y los murmullos de tu boca

y el estrecharme de tus brazos.

Pero, de pronto, un pensamiento

vela el fulgor de tu mirada:

es la sombra de la renuncia,

la oscuridad de los deseos.

Te vas y sé bien que mis pasos

no deben ya seguir los tuyos,

pues para siempre te he perdido,

¡oh novia, aliento de mi alma!

Fue mi pecado sólo verte

y nunca habré de perdonármelo.

Expiaré el sueño de luz

al tenderte inútil mis brazos.

Y así serás como una imagen

de la siempre Virgen María,

de luz la frente coronada.

¿Me dejas? ¿Cuándo volverás?

1879