¡OH, QUÉDATE…!

«¡Oh, queda, queda conmigo,

te quiero, te adoro tanto!

Todos tus deseos, todos

tan sólo yo sé escucharlos.

En la sombra de la luna,

te comparo a una princesa,

que se refleja en las aguas

con sus dulces ojos negros.

Y entre el rumor de las ondas

y el ondular de las hierbas,

te hago escuchar, misterioso,

el rebaño de los ciervos.

Feliz te veo, traspuesta,

cómo cantas en voz baja

y en el agua reluciente

avanzas tu pie desnudo.

Al ver de la luna llena

su antorcha sobre los lagos,

tus años son un instante

y los instantes los siglos».

Así, tan tierno, habló el bosque,

moviendo sus altas ramas.

A su invitación silbé

y me fui al campo riendo.

Hoy quisiera regresar;

ya nada comprendería…

Dime, infancia, ¿dónde estás

con tú bosque y tantas cosas?

1879