MORTUA EST!
Antorcha de guardia sobre húmedas tumbas,
un son de campanas ritmando las horas,
un sueño que hunde su ala en la amargura,
así atravesaste del mundo los límites.
Has quedado muerta cuando el aire era
un campo sereno con ríos de flores
y las nubes negras fingiendo palacios
eran visitadas por la reina-luna.
Te veo cual una plateada sombra
de alas desplegadas huyendo hacia el cielo,
remontando nubes, oh pálido espíritu,
a través de lluvias y nieve de estrellas.
Un rayo te alza, un canto te eleva
con tus manos blancas en cruz sobre el seno,
y se oye la rueca de los sortilegios
hilar plata y oro por aire y por agua.
Veo tu alma pura cruzando el espacio
y miro la arcilla que aquí nos quedó…
tan blanca, tan fría, tumbada en su caja
mientras tu sonrisa parece vivir.
Y así me interrogo herido de dudas:
¿por qué estarás muerta, ángel de faz pálida?
¿No eras tú tan joven? ¿No eras tú tan bella?
¿Has ido a apagar algún astro ardiente?
Puede que allá lejos existan palacios
con arcadas de oro todas de luceros,
con ríos de fuego y puentes de plata,
con costas de mirra y flores que canten,
para que los cruces, oh mi santa reina
de largos cabellos, pupilas de luz,
celeste la túnica, salpicada de oro,
la pálida frente de laurel ornada.
La muerte es abismo, es mar estrellado,
mientras que la vida es fango rebelde.
Muerte, eternidad florida de soles,
y la vida un cuento desierto y horrible.
Pero ser pudiera… Mi cabeza es ya
un baldío donde las ideas luchan…
Si los soles mueren y caen las estrellas,
bien puedo creer que todo es la Nada.
Tal vez nuestra bóveda celeste se hunda,
que su inmensa noche desplomada acabe,
que su cielo negro tamice sus mundos
como presa efímera de la muerte eterna…
Entonces, si todo es así… para siempre
tu cálido aliento no volverá más,
y tu voz tan dulce por los siglos muda…
nos dirá que sólo fue arcilla este ángel.
Sin embargo, aquí, polvo bello y muerto,
sobre tu sepulcro apoyo mi arpa.
No lloro tu muerte, la hallo venturosa
pues una luz huye del caos del mundo.
Y además… ¿quién sabe lo que es lo mejor?
Ser o no ser… Pero lo que todos saben
es que ya no sienten dolor los difuntos.
¡Las penas son tantas, tan poco el placer!
¿Ser? Locura triste, locura vacía;
el oído miente, el ojo te engaña,
lo que un siglo afirma, otros lo desmienten.
Más vale la Nada que este ensueño de ave.
Veo que los sueños los sueños persiguen,
hasta que sucumben en la tumba abierta
y ya no sé adónde tender mis ideas.
¿Río como loco? ¿Estoy maldiciendo?
¿Para qué? ¿No es todo tan sólo locura?
Tu muerte, ángel mío, ¿por qué sucedió?
¿Es que habrá razones para ello en el mundo?
¿Para qué has vivido si morir debías?
Si en esto hay sentido, es falso y ateo.
En tu frente pálida no está escrito Dios.
1871