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ENCENDIÓ EL MOTOR. Su ronroneo suave empezó a sedarlo. De todos modos, estaba mucho más tranquilo que al venir. Ojalá que este padre Fermín Saldaño consiga algo.
Puso la primera y empezó a andar. Acarició el volante con sus dos manos. ¿Cuántas veces se lo había ofrecido a Olga? ¿Por qué algunos jóvenes se desviven por un magnífico super-sport como éste y a su hija ya dejó de interesarle después de la primera vuelta? ¿Qué es lo que tiene esta chica? ¿Se puede reducir todo a decir que es un conflicto generacional? ¡Vaya tontería!
Dobló en la esquina y se deslizó velozmente, como una bola de billar por la aterciopelada superficie.
Tengo suficientes referencias sobre el nuevo jefe de Policía. Con este sujeto no se juega. Le circula algo especial en la sangre que el Gobierno ha sabido descubrir. Anunció escalofriantes represiones. Ese cura Torres es un irresponsable. ¡Menos mal que se me ocurrió hablar con su tío! Tiene fama de ultrarreaccionario. Pero no es estúpido el hombre… No es estúpido. Claro: nos separa un Himalaya pero se deja hablar, entiende… razona. ¿Qué beneficio reportará a la sociedad otra manifestación si no está integrada en un plan de lucha coherente? ¿Qué consecuencias puede lograr la insurrección sin conspiración? Intentar conmover a un régimen sin haber planeado qué construir después, es inoperante y pueril: el mismo régimen volverá a controlar el poder porque tiene sus cuadros, sus técnicas y un campo conocido de maniobras. La insurrección es un arte, como la apotegmatizó Marx. El pueblo necesita una dirección inteligente, orgánica y eficaz. No bastan las buenas intenciones ni la audacia. Ya pasó la época de las barricadas. Latinoamérica no es París ni sus fuerzas de represión la blanda caballería de Luis Felipe…
Esto no lo entiende mi hija. Quizá sí lo entienda Torres. Es muy posible. Pero en su cabeza bailan otras intenciones: popularidad, demagogia, hacerse el mártir. Eso es: coronarse con un limbo. Acordaría con su mentalidad. ¡Imbécil! ¡Mil veces imbécil!
Se detuvo ante el semáforo.
Saldaño está más enfadado con su sobrino que yo con mi hija. Sin embargo, prometió hablarle. Entre curas deben entenderse mejor. Le deseo éxito. Olga no me oirá. Ya lo intenté demasiadas veces. Pasa por años de crisis: llegará el día de la recapacitación.
Luz verde. Arrancó.
No le diré nada a mi mujer. Mejor que no lo sepa nadie. Tampoco Saldaño lo difundirá. Ni él ni yo nos beneficiaremos comentando la entrevista… Jeh… He transpirado antes de decidirme… No estoy arrepentido; era lo único que podía hacer. ¿Quién sino él puede influir sobre Torres? Si fuera cristiano, creería que la Divina Providencia me hizo salir a tiempo de la cárcel para evitar una catástrofe… ¿Por qué me libraron a mí antes que a tantos otros? Olga dijo… (¡se ha vuelto ofensiva esta mocosa!) que soy un comunista inoperante y reaccionario, que ya no causo temor a nadie… ¿Qué pretende? ¿Que salga a la calle a matar policías? ¿Qué otra cosa hace su padrecito Torres? Yo, por lo menos, integro un Partido, una organización, una fuerza de verdad, con respaldo ideológico, político e incluso internacional. ¿Y su padrecito Torres? ¡Ah claro, lo respalda el ángel de la guarda!… Ojalá que Saldaño lo consiga persuadir para que busque la libertad de los estudiantes presos con otros métodos y olvide (o por lo menos posponga) su manifestación de protesta. Que emita una declaración, que reúna firmas, que lo haga gestionar al Obispo. Pero que no conduzca a esos jóvenes inexpertos hacia un fracaso seguro. ¡Ya quisiéramos tener nosotros las redes de la Iglesia! ¿Por qué no las emplea en vez de hacerse el aventurero?