Capítulo 29
CRITICAS
En Washington el subsecretario Phillips llamó a Jay Pierrepont Moffat a su despacho «para leerle una serie de cartas del embajador Dodd»,[531] según observaba Moffat en su diario. Entre ellas se encontraban cartas recientes en las cuales Dodd repetía sus quejas por la riqueza de los funcionarios del Servicio de Exteriores y el número de judíos de su personal,[532] y una que se atrevía a sugerir la política exterior que debía proseguir Estados Unidos. La nación, había escrito Dodd, debía eliminar su «actitud distante y de superioridad»,[533] porque «otra lucha a vida o muerte en Europa nos afectaría a todos, especialmente si se da un conflicto similar en el Lejano Oriente (como creo que se sospecha en los cónclaves secretos)». Dodd comprendía que el Congreso se mostrase reacio a verse implicado en el extranjero, pero añadía: «Sin embargo, creo que los hechos cuentan, aunque los odiemos».
Aunque Phillips y Moffat se sentían desencantados con Dodd, reconocían que tenían un poder limitado sobre él, debido a su relación con Roosevelt, cosa que permitía a Dodd esquivar al Departamento de Estado y comunicarse directamente con el presidente cuando lo deseara. Entonces, en el despacho de Phillips, leyeron las cartas de Dodd y menearon la cabeza. «Como de costumbre», escribió Moffat en su diario, «se siente insatisfecho con todo».[534] En una carta, Dodd había descrito a dos de sus funcionarios de la embajada como «competentes, pero sin cualificación alguna», cosa que obligó a Moffat a criticarle: «Cosa que vaya usted a saber lo que significa».
El miércoles 3 de enero Phillips, con tono distante y altanero, escribió a Dodd para responder a algunas de las quejas de éste, sobre todo centrándose en el traslado del sobrino de Phillips, Orme Wilson, a Berlín. La llegada de Wilson el noviembre anterior había provocado un brote de angustia competitiva en la embajada. Phillips ahora censuraba a Dodd por no haber manejado mejor la situación. «Espero que no le resulte difícil poner freno a comentarios de naturaleza poco deseable entre los miembros de su personal.»[535]
En cuanto a la repetida queja de Dodd sobre los hábitos de trabajo y cualificaciones de los hombres del Servicio de Exteriores, Phillips escribía: «Confieso que no comprendo su sensación de que “alguien en el departamento está alentando actitudes y conductas erróneas”».[536]
Citaba la observación anterior de Dodd de que había demasiados judíos entre el personal administrativo de la embajada, pero aseguraba que estaba «algo confuso» y no sabía cómo resolver ese tema. Dodd previamente le había dicho que no quería trasladar a nadie, pero ahora parece que sí quería. «¿Desea hacer algún traslado?», preguntaba Phillips. Y añadía: «Si… el tema racial necesita alguna corrección con vistas a la especial situación de Alemania, sería perfectamente posible que el Departamento lo hiciese, si usted lo recomienda de manera específica».
* * *
Ese mismo miércoles, en Berlín, Dodd preparó una carta para Roosevelt que consideraba tan delicada que no sólo la escribió con escritura normal, sino que se la envió primero a su amigo el coronel House, para que House se la entregase al presidente en persona. Dodd pedía que Phillips fuese trasladado de su puesto de subsecretario y se le diese un puesto distinto, quizá como embajador en algún sitio. Sugería París, y añadía que la partida de Phillips de Washington «limitaría un poco el favoritismo que allí prevalece».[537]
Y escribía: «No crea que tengo motivos privados ni ninguna queja personal sobre nada. Espero» (¿espero?) «que sea el servicio público únicamente lo que motive esta carta».