LAS MUJERES EN LOS CAMPOS NAZIS
Algunos campos y ciertas áreas dentro de los campos de concentración eran diseñados específicamente para mujeres. En mayo de 1939, los nazis abrieron el campo Ravensbrück, el campo de concentración más grande creado para mujeres. Además de trabajar en los talleres de confección y cestería y ser sometidas a experimentos pseudomédicos de esterilización por los carniceros —porque me resulta difícil llamarlos médicos— Schumann, Clauberg y Mengele, en 1942 el régimen nazi decidió recompensar a los prisioneros de los campos de concentración construyendo burdeles y obligando a las mujeres, sobre todo judías y gitanas, a trabajar en ellos. En total, se abrieron diez burdeles, siendo el mayor de ellos el situado en Auschwitz, donde llegó a haber hasta 21 mujeres trabajando a la vez.
«Se les prometía que iban a ser liberadas después de medio año, si trabajaban en el burdel, pero estas promesas nunca se cumplían».
En su mayoría, eran mujeres jóvenes que debían trabajar a diario desde las ocho de la tarde a las diez de la noche y, a cambio, recibían más alimento, ropas limpias y un trato diferente. Los encuentros sexuales no podían durar más de 15 minutos, estaban vigilados y sólo se podía practicar la postura del misionero.
«Nos quitaron nuestra identidad, nuestra infancia, nuestra familia, nuestras vidas… ¡Todo!».