DIEGO MARÍN, NUESTRO PIONERO DEL AIRE
Todo el mundo reconoce a los hermanos Wright como los pioneros de la aviación, pero nosotros tenemos a Diego Marín Aguilera que se les adelantó 110 años.
Este humilde pastor de la localidad burgalesa de Coruña del Conde era un manitas y todo el día estaba ideando artilugios que ayudasen a su vecinos en sus tareas, pero tenía una ilusión: volar. Después de casi 6 años estudiando y observando las aves de la zona, se decidió, con ayuda del herrero, a construir un armazón y unas alas articuladas cubiertos de plumas de águila y buitre (hombre pájaro). El 15 de mayo de 1793, puso el gran avión de plumas en la peña más alta del castillo del pueblo y, desde allí, emprendió su vuelo. «Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria y en unos días volveré». Se lanzó y, después de recorrer unos 350 metros, tomó tierra por una avería en el aparato… Sin estrellarse, que, por otra parte, habría sido lo normal.
Como el primer intento tuvo éxito, continuó con las mejoras pero los paisanos, pensando que aquello era cosa del diablo, quemaron el invento. Dicen que cayó en una profunda depresión y falleció prematuramente a los 44 años.
El Ejército del Aire dedicó un monumento a la memoria de este pionero olvidado en el lugar desde donde saltó.