¿VENDERÍAS TUS PRINCIPIOS POR 500 MILLONES?
Dejando a un lado la máxima del gran Groucho Marx: «Éstos son mis principios. Si no te gustan, tengo otros», en esta sociedad escasa de valores y de principios, en la que manda el vil metal, la respuesta, siendo sinceros, sería sí. Pero, a fecha de hoy, todavía existen lugares en los que los principios están por encima del dinero, aun viviendo en la pobreza. Además, este lugar está incrustado en EE. UU.
En 1851, se firmó el primer tratado de Fuerte Laramie en el que los EE. UU. reconocían a la Nación Lakota la propiedad de las tierras ocupadas (unos 80.000 kilómetros cuadrados) y, a cambio, los indios permitían el paso de los colonos blancos. Lamentablemente para los lakotas, se descubrió oro en las montañas de Montana. La «fiebre del oro» arrastró a miles de buscadores y el gobierno americano envió al ejército para construir más fuertes y proteger un corredor (sendero de Bozeman) que, atravesando el territorio de caza de los indios, llegaba hasta las minas.
Esto ocasionó enfrentamientos entre indios, mineros y ejército, con escaramuzas, pequeños enfrentamientos y grandes batallas como Little Big Horn (Toro Sentado derrotó a Custer y su 7º de Caballería). Los lakotas defendieron a muerte sus montañas sagradas, Black Hills. Al final, debido a la superioridad del ejército americano, los indios fueron derrotados, unos huyeron a Canadá y otros fueron recluidos en pequeñas reservas. En 1877, en su nueva posición de superioridad, el Congreso de los EE. UU. se apropió de las Black Hills.
En 1981, tras varias comisiones, reclamaciones, apelaciones y demás cuestiones legales entre el gobierno federal y los representantes de la Nación Lakota, la Corte Suprema confirma la sentencia por la que se indemnizaba a la Nación Lakota con 122,5 millones de dólares y, a la vez, denegaba cualquier derecho de los lakotas a recuperar la propiedad de las territorios fijados en el primer tratado de 1851.
«A fecha de hoy, esa cantidad podría ascender a unos 500 millones. Sus legítimos dueños malviven vendiendo baratijas pero siguen luchando porque se respete el tratado roto por el hombre blanco y poder recuperar sus montañas sagradas. A otros les habría faltado tiempo para coger el dinero».