CUANDO MATAR SE CONVIERTE EN UN JUEGO
Desde la invasión japonesa de Manchuria (noreste de China) en 1931 hasta la rendición japonesa en la II Guerra Mundial, los conflictos entre Japón y China, con mayor o menor intensidad, han sido constantes, pero ninguno comparable con la llamada masacre de Nanjing. Esta ciudad, antigua capital de China y capturada por las tropas japonesas en 1937, fue el escenario de ejecuciones masivas de soldados prisioneros chinos, violaciones sistemáticas, asesinatos a sangre fría de civiles… Más de 200.000 personas muertas. Pero todavía hay más y peor.
En este dantesco cuadro, cobraron protagonismo dos oficiales del Ejército Imperial japonés, Toshiaki Mukai y Tsuyoshi Noda. Los dos oficiales competían por ver cuál de ellos conseguía llegar antes a la cifra de 100 decapitaciones. Algunos periódicos, haciéndose eco de aquel macabro juego, publicaban fotografías de los contendientes con sus trofeos y del número de decapitaciones de cada uno, como si fuese el marcador de un partido de baloncesto: Mukai 106-Noda 105. Como no se supo quién había llegado antes al número 100, convocaron otro, esta vez 150.
Terminada la guerra, los documentos publicados sirvieron para que el Tribunal Penal Militar Internacional para el Lejano Oriente juzgara por crímenes de guerra y condenara a la pena de muerte a los dos oficiales. El 28 de enero de 1948 eran ejecutados por el gobierno chino. Años más tarde, en 2003, los familiares de Mukai y Noda interpusieron una demanda por difamación contra los periódicos y periodistas que habían publicado la noticia en 1937. Dos años más tarde, la Corte de Tokio rechazaba la demanda por existir pruebas suficientes de aquella atrocidad.