LOS SICARIOS, FANÁTICOS… RELIGIOSOS
Según la RAE, los sicarios son asesinos asalariados, pero el origen de este término nada tiene que ver con «asesinos a sueldo». El sicario deriva de la palabra latina Sicarius (los hombres daga) y a su vez de sicae (pequeña daga). Se llamaba así a un grupo de fanáticos que trataron de expulsar a los romanos de Judea.
En el año 66, los judíos de la provincia romana de Judea se rebelaron contra la ocupación en la conocida como Primera Guerra Judeo-Romana. Al frente de esta rebelión, estaban los zelotes (un movimiento político nacionalista fundado por Judas el Galileo), caracterizados por su vehemencia e integrismo religioso y cuyo objetivo era una Judea independiente del Imperio Romano. Todavía más fanáticos: los sicarios. Estos últimos se mezclaban entre la gente y, con las pequeñas dagas ocultas entre sus ropajes, asesinaban a romanos y a los judíos que simpatizaban con los opresores. Tras infligir una severa derrota a la Legio XII Fulminata en una emboscada, el emperador Nerón envió varias legiones, con el general Vespasiano al frente, y aplastó la revuelta en la zona norte de Judea. Los que lograron escapar se refugiaron en Jerusalén. Con el nombramiento de Vespasiano como emperador, su hijo Tito quedó al frente de las legiones para tomar Jerusalén. La dificultad en tomar la capital obligó a Tito a sitiarla y rendirla por hambre. Los zelotes y sicarios no iban a rendirse, incluso arrojaban desde las murallas a los que abogaban por la rendición. En el año 70, los romanos consiguieron derribar las murallas y arrasaron Jerusalén.
Tito partió triunfal hacia Roma y dejó a Lucio Flavio Silva para que rematase la faena: tomar Masada, el último reducto donde se habían refugiado casi mil sicarios. Cuando en el año 73 consiguieron tomarla sólo encontraron cadáveres: todos se habían suicidado.