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Mansión Dragonetti. Dos horas antes.

 

Meditando sentado en su sillón como era habitual en él, Lord Dragonetti se encontraba impaciente, cuando de repente la a todas luces demoníaca voz de su padre comenzó a oírse dentro de su cabeza.

–Tammuz, Tammuz, sal al jardín, estoy cruzando la atmósfera de tu planeta. Nada puede vernos, puesto que la nave está camuflada, invisible a los rudimentarios y obsoletos satélites de los humanos.

Emocionado como si de un niño que espera a los Reyes Magos se tratase, Mabus, corriendo se levantó del sillón y salió al inmenso jardín donde pudo observar como una majestuosa y enorme nave en forma de cigarro se posaba sobre la hierba. A pesar del tamaño, parecido al de un estadio de fútbol, no había problema de espacio. La nave sólo acaparaba una tercera parte de la finca.

Tras abrirse una compuerta lateral plateada, él pudo ver cómo Enki, su padre biológico y dos reptilianos más salieron de ella, vestidos con lo que parecían ser tecnológicas e iluminadas armaduras negras y brillantes, acompañadas de capuchas negras de tela que cubrían sus cabezas. Mabus quedó estupefacto y maravillado. Les invitó a pasar a su lujoso salón y cuando los tres Anunnakis se sentaron en el sofá de cuero, Enki clavó sus enormes y amarillos ojos de dragón sobre su hijo y le dijo:

–Ahora, hablemos de negocios. ¿Cuál es tu plan para adquirir el Tesoro de Lemuria?

–Pues Laplace de Shade, uno de mis hombres de confianza, que ha sido ungido con nuestra sangre azul, ha ido a buscar La Semilla a Salon de Provence por sí mismo cuando le dije que no hiciese nada debido a que últimamente tuvo muchos movimientos y la policía humana podría seguir su pista, así que a estas horas debe de estar pululando por allí.

Enki puso el grito en el cielo.

–¡Te desobedece un maldito esclavo híbrido y no le castigas por ello! ¡Eres un estúpido Tammuz! ¡Ya solo faltaba que hayas mandado insignificantes esclavos cabezas negras a dar con el Tesoro de Lemuria! ¿Cuál es tu plan, híbrido ignorante? ¡Habla!

–Pues era enviar chacales de la C.I.A., parte de la élite humana controlada por nosotros a espiar a Jack y a Lady hasta que encontrasen La Semilla, luego que los maten, se la roben, hagan un informe falso y me la vendan a un precio astronómico. Pero para nosotros el dinero no es problema.

Enki se levantó enfurecido destrozó la mesa de un brutal zarpazo y sus ojos se encogieron de manera agresiva.

–¡No puedo creer la patraña que estoy oyendo! ¿Conociendo lo traidores que son los malditos «cabezas negras», siempre sedientos de poder, y vas a confiar en ellos tratándose del Tesoro de Lemuria? ¡Esto es un ultraje, un escándalo! ¡De ninguna manera voy a permitir eso! –Enki cogió del cuello a su hijo híbrido, lo elevó del suelo con violencia y luego le dijo–. Lo que ahora vas a hacer es subir conmigo a la nave, ir a Salon De Provence, observar a nuestros enemigos con nuestra tecnología, y en cuanto la consigan, los mataremos, se la arrebataremos, y haremos volver a Baal. De lo contrario, yo mismo te destruiré. ¿Está claro?

Mabus asintió con la cabeza como pudo.

–Excelente –dijo a la vez que soltaba a su hijo y este caía contra el suelo–. Pues partamos ya.

–¿Pero padre y el oro? Que yo sepa, Nibiru lo necesita, ¿no es así?

–Sí. ¿Dónde lo tienes?

–Hay 20 toneladas en lingotes, ordenadamente acumulados en una cámara subterránea, bajo mi jardín.

–Bien, pues abre la cámara, mis criados utilizarán nuestros recursos para cargarla en la nave.

Así lo hicieron. Mabus y los reptiles bajaron a la cámara subterránea y cuando uno de ellos tocó aquellos palés con una especie de mando con una luz azul, que a todas luces hizo de varita mágica, éstos se elevaron varios centímetros del suelo. Aquello era una placa que controlaba la gravedad y la energía electromagnética de lo que tocaba, fruto de la avanzada ingeniería de los Nephilim, que ellos utilizaban en su planeta para transportar objetos pesados sin el menor esfuerzo y que resultaba de lo más útil. De la enorme nave, salieron dos Nephilim más y entre los cuatro, cuando Enki les dio la orden en cuneiforme, su idioma natal, en cuestión de veinte minutos lo subieron todo en la enorme sala de carga de la nave. Luego, Mabus subió con ellos y cuando Enki dio una orden a sus siervos, estos pulsaron varios de los tecnológicos botones y cuando la nave cerró la compuerta y comenzó a elevarse, se activó el avanzado sistema de camuflaje, haciéndola invisible desde el exterior. Mabus al ver lo avanzado que era todo aquello, quedó impresionado. Enki, cogió lo que parecía ser un avanzado monitor táctil y dijo.

–Tammuz, mira esto: Utilizando los datos de registro mundial que te otorgaron tus siervos de la élite humana, aplicados al satélite integrado, cargados desde el ordenador inteligente de la nave, podemos observar a cualquier persona que se encuentre en cualquier punto del planeta en tiempo real, solo has de escribir su nombre y el satélite, tras escanear el planeta con un potente láser para detectar al sujeto en cuestión envía unos nanorobots con cámara y micrófono a su ubicación haciéndonos ver en tiempo real dónde está desde éste monitor. Sobra decir que esto, es algo que supera con creces a la anticuada tecnología humana. Pues cuando les ayudamos a crear beneficios a través de la energía, y no le enseñamos la toroidal, única energía limpia del universo, lo hicimos para que ellos mismos frenen su avance persiguiendo su propia ambición. Un plan brillante, que a nuestro modo de ver funcionó, cuando vimos cómo tu siervo J. P. Morgan hizo la vida imposible al científico Nikola Tesla cuando la descubrió por sí mismo. Definitivamente, estos humanos son más idiotas de lo que creen. Ahora observa y contempla nuestra brillante superioridad. Somos el ojo que todo lo ve. Coge éste conector, y escribe el nombre de nuestro enemigo.

Enki abrió del todo su enorme garra y le puso el monitor táctil en la mano. Mabus, maravillado por la increíble superioridad a lo más avanzado que tenía la C.I.A., escribió en el monitor Jack Mool de Notredame y al momento, una voz que parecía de mujer joven con eco comenzó a hablar.

«Iniciando escaneo… Objetivo localizado, en Salon de Provence, sur de Francia, antigua región de Lorena, Iniciando transmisión audiovisual».

Desde el momento en que los dos sofisticados nanorobots salieron disparados del subsuelo de la nave, Mabus miró el monitor y pudo ver todo lo que la nítida imagen de la cámara captaba mientras surcaba el cielo hacia el sur cruzando Francia a gran velocidad: pájaros, nubes, montañas, ríos, carreteras y ciudades.

Unos minutos más tarde, los sofisticados robots llegaron a su destino, y vieron a Jack y a Lady salir de un taxi, vestidos con botines y ropa deportiva por lo que Mabus pensó que desde la casa del mentor, recogieron lo básico y cogieron un avión. Enki, nuevamente de forma oral ordenó al ordenador que pilotase la nave, en modo camuflado hasta donde están ellos y el suelo vibró ligeramente, debido a que la nave salió disparada hacia el sur. Mientras, Mabus pasó el sonido a modo envolvente y en un segundo, lo que Jack y Lady decían resonaría en toda la nave, la cual iba hacia ellos, tan camuflada como rápida.

El secreto de Nostradamus
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