12
Tras despertar con una ligera molestia en la espalda, fruto del hecho de haber dormido en aquel sillón toda la noche, Márquez abrió los ojos y sintió que éstos le molestaban debido a los potentes rayos de sol que impactaron de lleno sobre ellos tras filtrarse por los pequeños agujeros de la persiana de la habitación, de modo que tuvo que cerrarlos, frotárselos y volver a abrirlos lentamente. Miró a su alrededor y al mirar se percató de que Jack, ya no estaba en su cama, pues estaba deshecha y vacía. Se asustó y dijo en voz alta mientras se levantaba:
–¿Jack?
Para su consuelo, Jack solo se levantó para ir al pequeño baño que había insertado en la propia habitación, justo al lateral de la puerta.
–Sí, disculpe inspectora. Estaba en el baño, duchándome y cambiándome.
Lady frunció el ceño.
–Muy mal hecho Jack. Estás herido, aún es pronto para eso. ¿Cómo has podido levantarte si anoche estabas entubado en y precarias condiciones?
Jack salió de aquel baño con el torso desnudo y solo con un pantalón azul del esterilizado pijama que dan a los enfermos ingresados en el hospital y Lady, al verlo con su abdomen firme y marcado, su piel morena y sus musculosos brazos, se quedó boquiabierta pensando que era como un adonis muy apuesto y atractivo para su gusto. Jack se percató de ello y esbozó una sonrisa picarona.
–Pues, esta mañana me visitó el traumatólogo y tras inspeccionarme, percatarse de que no tengo lesiones internas, quitarme la sonda urinaria, la vía intravenosa y darme un calmante, me dijo que si seguía así, en un par de días estaré listo para volver a casa. Luego al salir de la habitación se cruzó con la enfermera y le dijo que a partir de ahora solo estoy en observación y que mis heridas eran más leves de lo que parecían. Te has quedado boquiabierta eh, dime, ¿Acaso te gusta lo que ves?
Lady encogió sus ojos y se cruzó de brazos en señal de falso coraje por vacilarle y acto seguido levantó la ceja para decirle sarcásticamente.
–Jack, te mentiría si te dijese que no me siento atraída por lo que veo… Pero tengo unos principios y unas normas, nunca mezclo sentimientos con asuntos laborales, y te diré algo más… Si piensas llegar a algo conmigo, te advierto que soy una mujer que odia a los hombres arrogantes, y a los niñatos creídos, así que vas por mal camino, chico. A mi modo de ver, eres ambas cosas, –le exclamó guiñándole un ojo.
Jack se tumbó de nuevo en su cama sin dejar su sonrisa picarona y Márquez, tras volver a sentarse en el sillón donde estuvo toda la noche, se llevó la mano a la boca para simular que esbozó una sonrisa, pensando que aquello fue una divertida estupidez. Unos minutos más tarde, Lady se levantó, se puso seria y tras dar unos pasos hacia la pared de la habitación, miró de nuevo a Jack y le dijo.
–Ahora, pongámonos serios. Encontré el anillo y la daga. Ambos objetos tienen extraños símbolos, pero no sé qué significan. Solo sé que el signo del anillo, juraría haberlo visto antes. ¿Qué te dice a ti esto?
Abrió el bolso y sacó la daga que estaba etiquetada y metida en la bolsa de plástico aun con restos de sangre en su hoja curvada y se sacó el anillo del bolsillo de su gabardina. Le acercó ambos objetos a Jack, y él, tras mirar el anillo, le venían flashes de lo ocurrido desde el asesinato. El trauma le hacía ver a su amigo balbuceante en el suelo, entregándole el anillo. Volvió a observarlo y vio el león alado. Se dio cuenta de que lo que tiene alrededor es escritura sumeria, y que el león era un símbolo que representaba al imperio de Babilonia.
–El león con la barba postiza es babilónico, y la escritura de alrededor también.
–Es fascinante. ¿Qué tendrá que ver un imperio tan antiguo como Babilonia en un asesinato? ¿Quizá una especie de juego de rol? O ¿tal vez una especie de secta ritual?
–Bueno, yo soy arqueólogo. Y por lo que se de los babilonios, tenían muy presente a sus dioses. Los principales fueron Anu, el dios del cielo, que era padre de Enki, y marido de Ishtar, que era la diosa del amor. ¿Qué cree usted inspectora?
–¿Qué que creo yo?
Jack asintió con la cabeza.
–Pues que tu amigo Jean Paul debió de meterse en un juego de rol de unos tarados o una especie de secta. De entrada, puedes tutearme, no soy tan vieja y además… no eres el único que tiene estudios, chico.
–Vale inspectora, ¿Cuál es en realidad tu nombre?
–Lady Marlene Márquez. Puedes llamarme Lady.
–Vale. Lady. Yo soy Jack Mool de Notredame. Pero todos me dicen Jack. Jack a secas. Por cierto. ¿Qué estudios tienes?
–Soy criminóloga. Llevo un par de años trabajando para la DCPJ, fíjate, y eso que no me hace mucha falta el sueldo.
Jack puso cara de póquer.
–¿Y eso? –Quiso saber intrigado.
–Mis padres son empresarios y tienen bastante dinero. Pero, a mí, siempre me ha gustado ser independiente. No tengo porqué vivir de ellos. Además se oponen que sea policía, cuando iba a sacar el examen final, mi profesor me dijo que mi padre quiso sobornarle para que no me aprobara. Tienen miedo de que me pase algo malo.
Jack la miró con sonrisa picarona.
–Pinta de francesa precisamente por tus rasgos no tienes, pareces latina.
–Soy de Colombia. Fui adoptada cuando era pequeña. Pero ahora no estamos hablando de mí. No quiero hablar de ello.
Jack esbozó de nuevo una sonrisa pícara.
–En ese caso ni yo quiero oír… ¿Son buenos tus padres adoptivos?
–Oh, son geniales, no es por eso por lo que no quiero hablar, solo porque… hay cosas que solo comparto con quien considero que es parte de mi vida.
–Por supuesto –dijo Jack para vacilarle–. No formo parte de tus sueños.
Jack se moría de ganas por saber su verdadera historia. No sabía en aquel momento como iba a sacársela, pero lo cierto es que su curioso espíritu, se tomó aquello como un rompecabezas arqueológico. Es testarudo y pensó que hará lo que sea para saberlo. Lady, sin embargo, en el fondo de su corazón sintió un gran dolor, porque necesitaba desahogarse contando a alguien noble su oculta historia. Pues ni siquiera ella, la recordaba del todo bien. El dolor momentáneo oprimió su corazón y una lágrima seca le hizo cerrar los ojos. No la soltó, a «la amazona» no le gustaba aparentar debilidad y menos en un interrogatorio. Ella, no olvida que a pesar del «feeling» que comenzaba a surgir entre ellos, estaba hablando con un sospechoso de asesinato.
–No. No lo formas. ¡Deja ya ese tema! Y pasemos de nuevo a cosas serias, Jack. ¿Qué más puedes decirme del león?
–Pues que este león, si mal no recuerdo, es lo que decoraba los salones de los palacios del rey Marduk. Un antiguo rey que reinó en Babilonia entre los años 1099 al 1082 antes de cristo. Creo que el león le representa a él.
–¿Y el sol de la daga?
–Pues verás Babilonia también tenía el sol como símbolo de vida, lo adoraron como un dios. Todo viene de una antigua historia mitológica.
–¿Cuál es esa historia? –Preguntó Lady intrigada.
–Es un símbolo a su mitología. Como ya sabrás, tanto la simbología como la mitología son cosas muy antiguas. Para hablar de ambas en cualquier sentido, hay que remontarse a milenios atrás, a tiempos inmemoriales. La razón por la que este pueblo adoraba al sol, es porque se supone que la madre de Marduk, conocida como Semíramis y famosa por tener más maldad que su hijo, fue embarazada por un rayo de sol cuando éste fue descuartizado. Cabe destacar que ella, dependiendo de la época del imperio babilónico, fue llamada por más de un nombre, y con el tiempo, sufrió el proceso de muchos dioses griegos, que no eran más que personas que pasaron por dioses a ojos de la historia gracias a los actos de sus vidas. La persona se convierte en leyenda, la leyenda, en mito, y el mito en deidad. De ahí que pasado el tiempo, también ella, fue conocida como la diosa madre del imperio, con muchos nombres.
–¿Por ejemplo? –Quiso saber la inspectora–. Dime alguno de ellos.
–Ishtar, Inanna, Astarté, diosa madre, del sexo y la fertilidad.
Lady puso cara de póquer.
–¿Sexo y fertilidad?
–Claro. Las sacerdotisas de la diosa Ishtar se prostituían religiosamente debido a que ella era la diosa del amor. Marduk en parte también corrió la misma suerte, pues al paso de la historia, también fue llamado Tammuz, hijo de Ishtar, luego Baal. En su época fueron grandes leyendas, se les llegó incluso a atribuir, que eran los dioses creadores de la humanidad, descendientes de Anu, el dios del cielo.
Márquez no se lo tragaba.
–Corrígeme si me equivoco Jack. ¿Quieres decir exactamente que un grupo de tarados que a día de hoy creen en estas gilipolleces del año de la pera son los que han mandado asesinar al mejor amigo de tu infancia, al cual quisiste como un hermano?
–Tal parece que así es, inspectora. Yo tampoco quiero creerlo, pero aunque parezca algo de lo más demencial…, la verdad es la verdad aunque sea horrible. No son más que una jodida secta de zumbados y aun no entiendo porque se han dedicado a joder a mi mejor amigo ni porque ahora querrán joderme a mí también.
Márquez frunció el ceño.
–¡No me jodas Jack! Si es así, puede ser que aquel loco hijo de puta que peleó contigo tras apuñalar al pobre Jean Paul reaparezca en cualquier momento a acabar el trabajo. Tienes que curarte lo antes posible. Hay que salir de aquí. Está claro que pronto te buscarán de nuevo.
Enmudecido, Jack dirigió sus ojos azules hacia el bello rostro de la inspectora.
–Y si eso ocurre. ¿Estarás allí para ayudarme?
Sin darse cuenta, de nuevo ella volvió a mostrar un poco de ternura y entrelazó los dedos de su mano con los de él.
–Si eso ocurre Jack. Lucharemos juntos contra todo. Si van a hacerte daño, tendrán que dañarnos a los dos, y si van a matarte, tendrán que matarme a mí también. Ahora dime. ¿Cómo están tus heridas? ¿Te ves capaz de moverte?
–Pues sí. Es posible que en un rato sea capaz de moverme.
–Bien. Según mis cálculos, ese asesino ya supondrá que estás hospitalizado, de modo, que en cuanto te sientas capaz, avisaremos a la enfermera para pedir tu alta voluntaria, y vendrás conmigo a mi propia casa.
Jack levantó una ceja irónicamente.
–Inspectora… que apenas nos conocemos.
Lady se cruzó de brazos y volvió a ponerse seria con más falso coraje.
–Solo hasta que esto se calme, niñato engreído. ¿Tiene pinta de importarme mucho lo que esos pobres locos quieran hacer con tu… cuerpo?
Jack esbozó una sonrisa siguiendo su irónico juego, y esbozando una sonrisa picarona le soltó:
–No, claro que no. A propósito… ¿Tienes animales?
–Solo una gatita blanca llamada Mika y otra gatita contraria a ella. ¿Alguna dificultad con eso?
Jack negó con la cabeza.
–Bien. Ahora intenta dormir un poco y más tarde, saldremos de aquí. Tengo mi Smart aparcado abajo. Iremos a mi casa. Allí te ayudaré.
Jack puso cara de póquer.
–¿Un Smart? –Quiso saber Jack–. ¿Es uno de esos vehículos biplaza?
Lady asintió con la cabeza.
–Vale. Bueno, creo que ya estoy listo para salir de aquí, dame el chándal que hay en el pequeño estante que está en el lateral, y ayúdame a levantarme. Será mejor que vayamos a tu casa cuanto antes. Estoy seguro de que aquel maníaco volverá a por mí. Inspectora, debes de entender, que aún sigo traumatizado por todo esto que me ha estado ocurriendo estos días.
Sin mediar palabra, Márquez se agachó y recogió en un santiamén la negra bolsa que contenía el chándal, con unos botines y varias mudas de ropa interior limpia, y los escasos objetos que la madre de Jack puso cuando tuvo la visita la noche anterior al interrogatorio. Se levantó y ayudó a Jack a incorporarse de la cama.
Jack le miró a los ojos y esbozó una sonrisa dulce tras coger la bolsa con el chándal. Márquez también sonrió, pero bajó la mirada para que él no notara que se sonrojó un poco. Él, se puso serio y se apresuró tras levantarse, se metió en el baño y se cambió.
Un momento más tarde, ambos dejaron la habitación, cruzaron el enorme pasillo y la enfermera de la recepción les dijo que no podía irse. Ella, le mostró la placa y le dijo ya está lo suficientemente bien para el alta voluntaria, y que solo lo llevaba a protección de testigos, debido a que era un involucrado sospechoso en un caso de asesinato. La enfermera insistió poniéndose delante de ellos y les dijo.
–Tendrá usted que disculparme, madame, pero por muy agente de policía que usted sea, de aquí no se mueve nadie sin que al menos el paciente me firme un alta voluntaria. Tendrán que esperar a que el médico de guardia lo examine, y verifique que está en condiciones. ¡Por el amor de dios, es que no sabe que este chico ha recibido una brutal paliza y tenía una conmoción y heridas leves!
A Márquez le sacaba de quicio la gente respondona.
–Perdone… ¿Es usted idiota o se lo hace? ¿No ve que está de pie y andando perfectamente?
La testaruda enfermera se llevó las manos a la cintura y adquirió una expresión desafiante.
–¿Y usted no sabe que el hospital tiene un orden y unas normas, y que el hecho de que se levante, no quiere decir nada? Si hace esfuerzo, podría tener mareos o recaídas. Nada. De aquí no va a moverse.
Con el alboroto que ambas estaban formando, el médico de guardia de turno, llegó al pasillo y mandó callar a ambas mujeres:
–¡Si quieren discutir salgan de aquí! Esto es un hospital, y no se debe de formar escándalo, por el amor de dios, esto está lleno de enfermos. Calmaos y explicadme, ¿por qué estáis discutiendo?
Lady respiró hondo para calmarse a la vez que sacó su placa.
–Verá, para empezar le diré que soy la Inspectora Márquez de la DCPJ. Tengo que llevarme a este muchacho a protección de testigos. Es necesario. Es testigo de un asesinato, y tememos que el agresor pueda regresar a por su vida. Comprenda que necesitamos el alta voluntaria, y sacarlo de aquí. Solo quiero impedir que le hagan daño.
El médico puso cara de póquer pensando que era la primera vez que veía algo parecido en su vida. Sorprendido, miró a Jack que estaba de pie y callado y dijo:
–¿Es eso cierto, muchacho?
Jack asintió con la cabeza y le dijo que por favor le cediera el alta voluntaria para examinarla. El médico le dijo que entrase a la habitación, que iba a examinarle y aceptó darle el alta en el caso de que no tuviera lesiones graves.
Entraron en la habitación. Jack se tumbó en la camilla y tras comprobar su tensión, analizar su pulso con el fonendoscopio y observar su historial clínico, el traumatólogo le dio un diagnostico positivo, debido a que la mayoría de sus heridas eran superficiales, le dio el alta, y una receta para tomar paracetamol, en el caso de que sintiera dolores o molestias. Luego, salieron de allí. Bajaron por el ascensor Otis, y al llegar al garaje subieron al discreto Smart negro. Jack se acordó de su familia, y mientras salían del aparcamiento miró a Márquez, que estaba concentrada conduciendo.
–Inspectora, ¿tienes un teléfono?
Ella le miró un segundo a los ojos mientras sacó su Smartphone del bolsillo.
–Ah, ya entiendo, –le dijo con tono triste poniéndole el móvil en la mano–. ¿Vas a llamar a tu novia, verdad?
Jack esbozó una sonrisa.
–Verá inspectora yo… yo no tengo novia, solo iba a avisar a mis padres de que iba a quedarme en casa de una amiga, tu sabes, así no les preocupo.
Ella esbozó una sonrisa, y pensó que era interesante.
–Ah, pensé que un chico así tendría novia.
Jack levantó una ceja de forma pícara.
–¿Así cómo, inspectora?
Ella frunció el ceño mientras paró en un semáforo.
–¡Así de arrogante, de niñato y de creído!
Jack empezó a reírse a carcajadas pensando que mejor llama a sus padres, ya que a su modo de ver, cuando esa atracción hacia él que ella niega con falso coraje sea irrefrenable, se le lanzara como una loba a devorarle a besos.
Llamó a sus padres. Les dijo que iba a estar unos días en casa de una amiga, para evitarles preocupaciones y al rato colgó tras despedirse de su madre. Le devolvió el teléfono a ella, que estaba conduciendo muy concentrada y tras mirarle le dijo:
–Vamos a mi casa. Está en el barrio latino.