Playa de Goose Cove, 17 de octubre de 2009

—Corre el rumor de que tiene listo un nuevo manuscrito, escritor.

—Es cierto.

Estaba con Gahalowood; sentados frente al océano, bebíamos una cerveza mirando el sol ponerse tras el horizonte.

—¡El nuevo gran éxito del prodigioso Marcus Goldman! —exclamó Gahalowood—. ¿De qué habla?

—Seguro que lo leerá. De hecho, sale usted.

—¿De veras? ¿Puedo echarle un vistazo?

—Ni lo sueñe, sargento.

—En todo caso, si es malo, tendrá que devolverme el dinero.

—Goldman ya no devuelve el dinero, sargento.

Se rio.

—Dígame, escritor, ¿quién le dio la idea de reconstruir esta casa y convertirla en un albergue para escritores jóvenes?

—Me vino sin más.

Residencia Harry Quebert para escritores. Me parece fenomenal. En el fondo, ustedes los escritores se pegan la buena vida. A mí también me hubiese gustado dedicarme a venir aquí, mirar el mar y escribir libros… ¿Ha leído el artículo del New York Times de hoy?

—No.

Sacó una página de periódico del bolsillo y la desplegó. Leyó:

Suplemento especial: Las gaviotas de Aurora, una nueva novela que descubrir. Luther Caleb, injustamente acusado del asesinato de Nola Kellergan, era ante todo un escritor genial cuyo talento era completamente ignorado. La editorial Schmid & Hanson acaba con esta injusticia publicando, a título póstumo, la brillante novela que escribió sobre la relación entre Nola Kellergan y Harry Quebert. Este magnífico relato cuenta cómo Harry Quebert se inspiró en su relación con Nola Kellergan para escribir Los orígenes del mal.

Dejó de leer y se echó a reír.

—¿Qué le pasa, sargento? —pregunté.

—Nada. ¡Es usted absolutamente genial, Goldman! ¡Genial!

—Hacer justicia no es trabajo exclusivo de la policía, sargento.

Apuramos nuestras cervezas.

—Mañana vuelvo a Nueva York —dije.

Asintió con la cabeza.

—Déjese caer por aquí de vez en cuando. Para saludar. En fin, mi mujer estará encantada.

—Será un placer.

—Y dígame, ¿cómo se va a titular su próximo libro?

—«La verdad sobre el caso Harry Quebert».

Adoptó una expresión pensativa. Regresamos cada uno a nuestro coche. Una bandada de gaviotas atravesó el cielo; la seguimos un instante con la mirada. Después Gahalowood volvió a preguntarme:

—¿Y qué va a hacer ahora, escritor?

—Un día Harry me dijo: «Dele sentido a su vida. Hay dos cosas que dan sentido a la vida: los libros y el amor». He encontrado los libros. Gracias a Harry, he encontrado los libros. Ahora parto en busca del amor.